- Enrique A. Carrillo
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Enrique A. Carrillo
Enrique A. Carrillo Nombre Enrique A. Carrillo Nacimiento 1877
Lima - PerúDefunción 16 de noviembre de 1936
Lima, PerúSeudónimo Cabotin Ocupación Escritor, poeta, diplomático y periodista Nacionalidad Peruano Género Novela, poesía, crónica. Movimientos Modernismo Enrique A. Carrillo (1877 - 1936) fue un escritor, poeta, diplomático y periodista de Perú, que escribió bajo el pseudónimo de Cabotin (que significa “bufón” en francés). Como escritor fue fiel a los principios del modernismo, al cual se adhirió desde su juventud. Fue uno de los mejores prosistas peruanos del siglo XX, tal como se vislumbra en sus magníficas crónicas o relatos breves. De él se dijo: “Tuvo dos influencias preponderantes: la de los modernos franceses y la de los eternos clásicos de España. La primera le aconsejó el cuidado del ingenio, la ironía blanda que raspa sin destrozar, disimulado gesto de tristeza, manera elegante de convertir el suspiro en sonrisa. Le vino de la segunda la intransigente vigilancia estilística, el deseo de la forma más elegante posible, el afán de la palabra precisa y el horror de la vulgaridad.”
Contenido
Biografía
Nacido en Lima en 1877, muy joven fue adscrito a la misión acreditada ante el Tribunal de Berna, en Suiza (1896-1900). Al volver nuevamente en Lima, desplegó su actividad en el periodismo. Comenzó a escribir en las revistas Actualidades (1903-1908) y Prisma (1903-1907). Empezó a colaborar en el diario La Prensa a partir del 16 de enero de 1904. También escribió en El Diario que dirigía Enrique Castro Oyanguren, y cuya conducción se le encomendó poco después. Otras publicaciones donde apareció su nombre fueron El Comercio, Contemporáneos y Mercurio Peruano, en cuyas páginas dio a conocer “El Fierito”, una novela que no ha sido editada en libro. En 1905 publicó una novela corta titulada Cartas a una turista.
En varias de aquellas publicaciones periodísticas creó una columna que le ganó muchos lectores, haciéndose muy popular: se titulaba "Viendo pasar las cosas", donde volcó sus magníficas crónicas literarias, dedicadas a los sucesos cotidianos de Lima, en un estilo comparable al de Ventura García Calderón. Dicha columna apareció entre 1905 y 1914 en Actualidades, El Diario, La Patria, La Prensa y La Opinión Nacional; en la década de 1920 la reanudó en la revista Mundial, pero no duró mucho (solo apareció entre 1927 y 1929).
En 1916, José María Eguren le solicitó un prólogo para su libro de poemas La canción de las figuras, lo que significaba que había logrado hacerse de un nombre. Este memorable prólogo inició con perspicacia la revaloración de Eguren, en una época en que éste todavía era un poeta marginal. Es uno de los pocos ejemplos de su aguda crítica literaria que se conserva.
Nombrado segundo secretario de la Legación en Brasil (1910) y ascendido a Primer secretario (1911), pasó a Colombia como Encargado de negocios (1916) y con la misma categoría a Costa Rica (1920). De regreso en Lima, colaboró asiduamente en El Comercio y Mercurio Peruano. Y acreditado como Ministro Plenipotenciario en Colombia (1932), hubo de interrumpir su misión debido a la crisis ocasionada por la posesión de Leticia. Fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua. Murió en Lima, el 16 de noviembre de 1936.
Obras
Publicó:
- Cartas a una turista (1905), novela epistolar, considerada la primera novela modernista. Es una pequeña pieza maestra en el arte de novelar la frivolidad de las costumbres de la alta sociedad. Está ambientada a principios del siglo XX en el entonces aristocrático balneario de Chorrillos, recreado con el nombre de Trapisonda. La novela está compuesta de doce extensas cartas que la protagonista Gladys dirige a su amiga Annie. Gladys es una joven inglesa en busca de novio, y como resultado de ello inicia un fallido romance con el limeño Cardoso. Se cree ya casi comprometida cuando el galán le toma por unos momentos una de sus manos, presionándola suavemente, durante un paseo a burro. Un lenguaje cuidado y elegante, ornamentado con giros en francés e inglés que apuesta por la sutileza y la sugerencia.
- Viendo pasar las cosas (1915), selección de algunas crónicas publicadas bajo el mismo epígrafe en la prensa periódica, entre 1905 y 1914. Dejando de lado los grandes temas políticos e intelectuales, Cabotín se aboca a los pequeños detalles de la vida cotidiana de la Lima de los primeros años del siglo XX, especialmente de la vida de las limeñas: "La ciudad de las viejas", "Fiesta de caridad", "Emancipadas", "Las presidentas del Perú", "El día de una limeña", son algunos títulos de antología. Cabotín se muestra como testigo irónico y burlón, pero también amable y melancólico. Estas crónicas son modelos de concisión, expresividad y originalidad.
- Ápice (1930), poesías. En este campo se ha dicho que Cabotín “resulta continuador de [Rubén] Darío” por “su aire afrancesado, nostalgia, mezcla de sentimiento y de paganismo greco latino”.
En el año 2007 se publicó una recopilación de las obras de Cabotín: Enrique A. Carrillo (Cabotín) / Obras reunidas, con edición y prólogo del investigador y crítico Miguel Ángel Rodríguez Rea. Reúne todas las obras anteriormente mencionadas, así como recopilaciones de textos no publicados en libros: cuentos, ensayos literarios, poemas, crónicas, grupo que ocupa la mitad de las 800 páginas del volumen (Lima, PUCP, 2007).
La ciudad de las viejas
A continuación, un fragmento de una de sus más celebradas crónicas, sobre las viejas beatas de la Lima de comienzos del siglo XX:
"Lima era antes la ciudad de las viejas. En cada casa había una, dos, cuatro, media docena de viejecitas, parientes, protegidas o antiguas servidoras de la familia, que allí arrastraban una vida humilde y callada, no apareciendo sino en la hora de las comidas, no perturbando la paz y el silencio sino con sus toses y con el monótono cantaleteo de sus rezos, contentas, a pesar de todo, al sentir que en torno de ellas alentaban otros afectos, y satisfechas, modestamente, con las migajas de cariño que, a veces, no siempre, algún alma compasiva solía concederles. Por las mañanas, muy de madrugada, se las veía salir a Misa, con la alfombrita debajo del brazo. En su sillón de paja se pasaban horas enteras, con la mirada fija en el suelo, apoyadas en las mejillas ambas manos, que parecían sarmientos por lo nudosas y retorcidas, y sobre la falda tenían un cuadradito de bayeta, con el que se cazaban las pulgas. Las buenas señoras sabían historias de duendes y de hadas, que contaban a los chicos para que se estuvieran tranquilos; conocían muchas y muy milagrosas recetas para el dolor de cabeza, para las picaduras de arañas, alacranes, hormigones y demás bichos venenosos; eran muy duchas en achaques de genealogías, entroncamientos y parentescos, velaban a los enfermos, consolaban a los afligidos, y cuando la muerte se colaba en la casa, la recibían ellas con cierta familiaridad, como a persona de confianza, y nadie se sabía, como ellas de memoria, las oraciones para bien morir. Ante los grandes acontecimientos domésticos, matrimonios, nombramientos, premios de lotería, quebrantos y duelos, movían de un lado a otro la cabeza temblona, levantaban los ojos al cielo, lanzaban un suspiro muy hondo y lastimero y pronunciaban, indefectiblemente, sin variantes, con aire de convicción inquebrantable, esta frase, en la que ellas resumían toda su triste y pobre experiencia de viejas:—¡Así es la vida! ¡Todo sea por Dios! [...]
Ya han desaparecido casi todas las amables viejecitas. Se han ido para no más volver, como el ingenio de los limeños, como la belleza de las limeñas, como las pastas de convento y los azafates de mistura. ¡Cuánto extraño yo esa Lima de antaño, con su aire señorial y caduco, con su sonoro vocerío de campanas, con sus viejecitas que se deslizaban, envueltas en la manta negra, con paso rápido y tácito de ratones, al ras de las paredes! En la flamante "ciudad del siglo XX", las viejecitas no tienen ya razón de ser, y por eso, para acabar con las que quedan, vamos a implantar el tranvía eléctrico."Bibliografía
- Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Tomo 14, págs. 3460. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.
- Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 4, CAN-CHO. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-153-3
- Velázquez Castro, Marcel: El último exquisito. Publicado en “El Dominical”, Suplemento de El Comercio, Lima 20/01/08.
Enlace externo
- Reseña de “Cabotín. Obras reunidas”. Por Javier Ágreda.
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