El llamado "Caso de Dahamunzu" es uno de los hechos más sorprendentes de la historia egipcia. Data de finales de la XVIII Dinastía, entre los años 1325 y 1315 a. C., aproximadamente. La protagonista indiscutible de este sonado caso, que aún despierta la sorpresa entre los expertos, es una reina viuda, que escribió esta sorprendente carta al rey hitita:

Los hititas eran un pueblo guerrero de Anatolia, que habían formado un gran Imperio rival a Egipto. Técnicamente, egipcios e hititas eran enemigos acérrimos, y lo lógico es que el rey hitita, Shubiluliuma, no pudiera creerse una oferta tan ventajosa: ¡qué país sería el suyo, desde el Cáucaso hasta el África negra! Era imposible que un egipcio en perfectas condiciones mentales escribiera algo así; nunca antes se había permitido casar a un monarca extranjero con un miembro de la familia real.

Sin dar crédito a las informaciones de esta reina viuda, Shubiluliuma envió emisarios a Egipto a cerciorarse de que esto era cierto. Ese lapso de tiempo fue demasiado valioso y nuestra reina vuelve a contestar, reprochándole su desconfianza:

Shubiluliuma no se lo pensó ni un momento más y envió a uno de sus hijos, el príncipe Zannanza a Egipto a gran velocidad. Sin embargo, el príncipe fue asesinado de camino al país y la conjura de la reina fue desbaratada por completo, cosa que provocó que la enemistad entre egipcios e hititas creciera aún más. La idea de un rey hitita en el trono de los faraones había estado muy cerca de cumplirse, y afortunadamente sólo había sido un susto mayúsculo.

Ahora bien ¿qué reina egipcia escribió esta sorprendente misiva? Los hititas la llaman Dahamunzu, pero está claro que no ha habido ninguna reina con este nombre: simplemente, dicho apelativo se refiere a un título femenino ta hemet nesu, es decir, Gran Esposa Real. La autora había sido una gran esposa real, pero no soluciona mucho las cosas. El nombre del rey muerto tampoco soluciona el caso... se le llama Niphururiya, que sería una vocalización hitita del nombre del trono del faraón muerto. Esto da la posibilidad de que sea Ajenatón (Neferjeperura) o Tutanjamón (Nebjeperura).

• Anjesenamón, como viuda de Tutanjamón: la hipótesis tradicional y más aceptada en los últimos tiempos. Sin embargo, últimamente se ha pensado en otras mujeres, y la joven reina suele ser descartada por el hecho de que el sucesor de su marido, el rey Ay, tardó bien poco en sentarse en el trono, mientras que es de suponer que las negociaciones secretas ascendieron al menos a un año y unos pocos meses. Aun así, cabe recordar que Anjesenamón fue muy pronto silenciada por Ay. No obstante ello, los egiptologos se inclinan por esta reina movidos por dos pruebas consistentes: el nombre del rey fallecido (la vocalizacíón hitita Niphururiya del nombre Nesut Bity de Tutanjamón) y la afirmación de no tener heredero. Cabe recordar que a la muerte de Ajenatón, se sabe que existía un vástago de la familia real, el joven Tutanjatón.

• Meritatón, como viuda de Semenejkara: es la candidata de menos peso. Sabemos muy poco acerca de ella, y desaparece casi por arte de magia de la historia. Bien podría haber sido la Dahamunzu, pero tampoco concuerdan muy bien los límites temporales. Además, el nombre de coronación de su presunto marido (Anjjeperura) no concuerda con el Niphururiya mencionado por los hititas.

• Nefertiti, como viuda de Ajenatón: fue una de las primeras hipótesis ya que daba consistencia al final del reinado de Ajenatón. Nefertiti tenía mucho más carácter que sus dos hijas antes mencionadas y, si era cierto que ella seguía con vida a la muerte de Ajenatón y que era en realidad el "rey" Semenejkara, los datos concuerdan a la perfección. Si hubiera sido Nefertiti, la historia habría podido ser, más o menos así...

Ajenatón y Nefertiti llevaban tres años de reinado conjunto cuando murió el primero. Nefertiti había cambiado su nombre por el de Semenejkara y, como Hatshepsut 150 años antes, había adquirido atributos masculinos. Sin embargo, la corte y la clase militar no veía muy bien una segunda reina-faraón además presumiblemente enemiga del clero de Amón tanto como su marido. Por ello, pretendían que se casase de nuevo o que asociara a alguien al torno, como por el ejemplo el joven Tutanjatón, hijo de Ajenatón con otra esposa.

Nefertiti era lo suficientemente osada para atreverse a escribir una carta a los peores enemigos del país y cometer un delito de alta traición solicitando un rey que la legitimase a ella en el trono. Esta increíble mujer llevaba ya varios años en el trono y no quería despegarse de él ni someterse a cualquier cortesano que pudiera impulsar la vuelta de la corte a Tebas o la sumisión a Amón.

El reinado de Semenejkara es impreciso, pero se supone que no llegó al año en solitario. Posiblemente la reina Nefertiti fuera bruscamente apartada del trono al descubrirse la conjura y, sin dudas, eliminada convenientemente. Lo que no es comprensible todavía es cómo el escándalo no salpicó al resto de familia, ya que, tras su muerte, su padre Ay fue visir y su hija Anjesenamón, reina. Quizás esto último sea lo que aún nos evite declarar categóricamente que Nefertiti fue la Dahamunzu.

En contraposición con esta hipótesis, esta el hecho que existía un vástago varón de la Dinastía XVIII que hoy conocemos, el joven Tutanjamón, quien sería el faraón niño. Asimismo, no se han encontrado evidencias concretas de Nefertiti posteriores al año 14 del reinado de Ajenatón, y el reemplazo en las funciones rituales de la corte faraonica por parte de su primogénita Meritatón hacen suponer que Nefertiti pudo no haber sobrevivido a su esposo Ajenatón. No esta dicha la última palabra en este tema.

Véase también

• Ajenatón
• Nefertiti
• Cartas de Amarna
• Las Reinas de Amarna
• Zannanza