- Diezmo
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Diezmo
El diezmo (del latín decimus, décimo) es un impuesto del diez por ciento (la décima parte de todas las ganancias) que se debía pagar a un rey, gobernante, o líder eclesiástico.
Según la RAE, es el derecho del diez por ciento que se pagaba al rey sobre el valor de las mercaderías que se traficaban y llegaban a los puertos, o entraban y pasaban de un reino a otro.[1]
Contenido
Según la Biblia
Antiguo Testamento
El Diezmo era la manera de sustentar la tribu israelita de Leví, que no podía poseer herencias, sino que su herencia era el 10% de lo que rindiera lo producido por los cultivos y los ganados de todas las otras tribus de Israel es decir sus ganancias después de haber sacado los gastos necesarios (Vestido, Techo y Comida) sobre las utilidades sacaban el 10%, pues su labor era dedicarse a administrar el tabernáculo de Yahveh. Del producto de cada año se llevaría el diez por ciento al Alfolí, y de allí comerían todos los sacerdotes y sus familias. El Diezmo consistía solamente en alimentos o animales; la mención del Alfolí no es Casual, Alfolí es silo o granero, su fin era estrictamente social y alimenticio; éste precepto Antiguo ha causado distintas interpretaciones dentro del Mundo Cristiano, algunos creen que se vive Por la Gracia y no por La Ley lo que hace que el Viejo Precepto quede Caduco, otros creen que se debe continuar con ésta observancia; varias ramas de las Iglesias Protestantes siguen con ésta tradicion, la Iglesia Judía No Diezma en la actualidad.
Primer diezmo
El primer diezmo registrado en la Biblia fue el dado por el patriarca Abram (antes de llamarse Abraham) al sacerdote Melquisedec en acción de gratitud, tiempo antes de que se instituyera el diezmo para los sacerdotes levitas.
Temporalidad
Cada tercer año el diezmo era asignado en su totalidad al extranjero, el huérfano y para las viudas.
- "Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda; y comerán en tus aldeas, y se saciarán. Y dirás delante de Yahveh tu Dios: He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo lo que me has mandado; no he transgredido tus mandamientos, ni me he olvidado de ellos."
Deuteronomio 26.12,13. Versión Reina-Valera, 1960
Nuevo Testamento
A lo largo de los 27 libros del Nuevo Testamento y sus 10 autores (Pablo, Santiago, Mateo, Marcos, Juan, Lucas, Pedro, etc), hay escasas o debiles menciones de los Diezmos Judaicos; no es casual éste silencio . Este mandamiento no fue prescrito por los apóstoles (los discípulos directos de Jesús). Aunque existe una mención del diezmo por parte de Jesús a los escribas y fariseos:
- ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta, el eneldo y el comino, pero dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello".
Evangelio según san Mateo 23.23. Versión Reina-Valera, 1960
Se estaba refiriendo en ese momento a un grupo de gente judía que estaba dando el diezmo hasta de lo más mínimo, olvidando actuar correctamente. No obstante, señala que no debía abandonarse la práctica del diezmo. Hay que destacar que esta única mención de Jesús en lo referente a La Ley del diezmo significa implícitamente la desatención del aspecto humano de la ley, no una defensa de dicha práctica puntual, como tendenciosamente ciertas religiones protestantes actuales suelen sugerir.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles se menciona que a los gentiles sólo se les debía enseñar el abstenerse de fornicación, de comer animal ahogado y de beber sangre. No hace mención alguna de los diezmos. Para algunas corrientes, ello implica que el diezmo había sido desechado como observación metódica, conjuntamente con los sacrificios.
Esta práctica se va definiendo cuando el autor de la Carta a los Hebreos, en el capítulo 7:17, declara que el sacerdocio levítico, el mismo que recibía los diezmos, estaba concluyendo para dar lugar a un sacerdocio mesiánico nuevo.
El nuevo sacerdocio tuvo representantes, como el apóstol Pablo, quien en su primera Carta a los Corintios, en el capítulo 9, menciona entre los derechos de un apóstol, el ser sostenido económicamente por la Iglesia, con la sugerencia de «que los que trabajan en el santuario, comen del santuario». Sin embargo el diezmo en la Iglesia primitiva era inexistente. Las enconadas discusiones de Pablo con Pedro y con los que promovían la restauración de ciertas observancias de la Ley, cómo la circuncisión,lavarse las Manos, No comer Alimentos Impuros, hace suponer que siendo el diezmo una regulación mínima en comparación con otras leyes ya impracticas, su sola sugerencia hubiese dado lugar al reproche. Pablo llamaba a éstos restauradores "judaizantes".
La iglesia cristiana primitiva promovía la ofrenda voluntaria, que superó largamente a los diezmos, y ésta se debía hacer en secreto.
Jesus no vino a eliminar el principio del Dar y Recibir que se enseña en el Antiguo Testamento sino a darle un nuevo enfoque. El Dar y Recibir está presente en el Antiguo Testamento en la exigencia del Diezmo ; el Otro y Nuevo enfoque del Dar y Recibir está en el Nuevo Testamento de la manera que enseña Pablo : "Sembrar" ,dejando claro que no hay contradicción alguna entre ambas interpretaciones del Dar y Recibir, primero a través del "Diezmo" en el Antiguo y luego en forma de "Sembrar" en el Nuevo; de ninguna manera Jesus buscó eliminar éste principio de Dar y Recibir sino enseñar su Enfoque.
Su función actual
En las Religiones Crisitianas Protestantes, el Diezmo logró una aceptación importante. Doctrinalmente ciertas ramas como los Adventistas del Séptimo Día la respaldan al sugerir la existencia de mandamientos fuera de la ley mosaica (el sábado, por ejemplo, habría sido directamente encomendado a Adán) que se consideran universales. La Iglesia de Jesucristo De Los Santos De Los Últimos Días (Mormones), no considerados como iglesia cristiana protestante, reinstauran la práctica dentro del libro "Doctrina y Convenios", que se asegura ser recopilación de revelaciones directas de Dios a José Smith.
La rama Pentecostal, y evangélica en general, no oculta el uso que hace de los diezmos a sus seguidores, esta es, tal como en el Antiguo Testamento en relación a la tribu de los levitas, mantener y suplir los costos materiales de un templo o iglesia, así como también entregar sustento económico a sus líderes y gente que trabaja a tiempo completo en ellas. Esto basado en la ley del Antiguo Testamento, que se puede encontrar en Levítico 27:30, Números 18:26, Deuteronomio 14:23, 2ª Crónicas 31:5; y a los consejos de Pablo en sus cartas a Corintios y Santiago, en el Nuevo Testamento, donde ya no se habla de un diezmo a modo de ley ni obligación, pero sí se insta a los cristianos a apartar una parte de sus ingresos para dar soporte a la iglesia (1° Corintios 16:1-2). Es decir, si bien para los miembros y seguidores el apoyar económicamente a sus iglesias es una responsabilidad ante Dios, no es desconocido que su uso sea para el mantenimiento material de dichos templos, y de la gente que trabaja en ellos, la misma Biblia así lo indica, por ejemplo en la famosa cita de Malaquías 3:10 donde se indica explícitamente para qué se usa el diezmo, pero aún así Dios promete una bendición especial para quien lo haga:- "Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde".
Malaquías 3:10 Nueva Versión Internacional
Otros movimientos no siguen esta doctrina del Diezmo, como fue el caso del movimiento protestante de la Sociedad de los Amigos o cuáqueros, que se negaron a dar el Diezmo a la Iglesia de Inglaterra, al no estar ellos afiliados a ninguna denominación.Cabe destacar que en muchos credos se ha abusado de esta práctica, y han surgido pseudo-líderes religiosos que hacen un uso poco honroso de los diezmos de sus seguidores, aprovechándose de su desconocimiento e ignorancia, para adueñarse de manera abusiva de sus recursos, trastocando la Teoría de la Prosperidad y poniendo un énfasis extremo en la ideología de la "siembra y cosecha" divina.
El Diezmo Franco
En Francia, durante el Antiguo Régimen, fue un impuesto para recaudar fondos con los que mantener a la Iglesia y a sus ministros.
Correspondía a una determinada parte de la recaudación (la parte variaba de un obispo a otro y de una parroquia a otra, dependiendo del número de personas de las mismas).
A fin de proceder a la recaudación de este impuesto, el cura primitivo (de la parroquia) era el diezmero, firmaba una especie de contrato bien por la totalidad del diezmo, bien por una parte del mismo (mitad, tercio, cuarto, etc.) y, en general, mantenía el cargo con una duración de seis o siete años según las regiones.
El diezmo era, pues, una recolecta que se hacía anualmente mediante un canon establecido, ya fuera en especie, ya en moneda, que se entregaba al diezmero, o sea al cura primitivo, autoridad de la que dependía directamente la parroquia.
Según las regiones y los periodos, se establecían diferentes tipos de diezmos:
- diezmo grueso (o gordo): canon sobre los cereales: trigo, cebada.
- diezmo enfeudado: diezmo secularizado percibido por un laico.
- diezmo menudo: sobre las bestias y la lana.
- diezmo mixto: sobre los animales.
- diezmo noval: sobre las tierras roturadas con menos de 40 años.
- diezmo personal: sobre los frutos del trabajo.
- diezmo sólito: percibido desde tiempos inmemoriales (los diezmos insólitos eran ocasionales).
- diezmo real: sobre los frutos de la tierra.
- diezmo verde: sobre el lino, cáñamo, frutas y legumbres.
España
Por lo que se refiere a España, la obligatoriedad del diezmo se introdujo a través de Aragón y Cataluña, regiones fronterizas con el Imperio Carolingio. El pago del tributo se realizaba en especie y representaba un décimo de los frutos de la agricultura o ganadería obtenidos por el creyente. Existían dos categorías de diezmos: el mayor, que se aplicaba sobre los productos generales, como los cereales, vinos, aceites, vacas, ovejas, etc., y el menor, que comprendía los bienes más específicos: aves de corral, legumbres, hortalizas, miel, etc.
Los ingresos obtenidos eran recogidos por el “colector” y entregados a los párrocos, abades y obispos. Para facilitar este proceso los vecinos podían nombrar a un “dezmero”, que iba retirando los productos de las casas de los contribuyentes.
En ocasiones, la recaudación perdía su sentido originario al ser percibida por los señores feudales, como consecuencia de ser patronos de un monasterio o iglesia o de haber comprado los derechos recaudatorios a la Iglesia. Los diezmos se distribuían por tercios en función de su destino, un tercio se dedicaba a la construcción de iglesias, otro a sufragar los gastos del personal eclesiástico y, el último, a cubrir las necesidades capitulares. A pesar del nombre, el tipo aplicado variaba según los objetos gravados y las regiones, por lo que no siempre alcanzaba el diez por ciento. Tampoco se extendía a la totalidad de los productos agrícolas y ganaderos, lo que originó distorsiones del mercado al ampliarse de manera desmesurada los cultivos o la crianza de animales exentos de gravamen. El castigo más eficaz para evitar el fraude fue la excomunión, que no se levantaba hasta que el contribuyente pagara la totalidad de las cantidades debidas.
En la Edad Media, los reyes consiguieron una participación en la recaudación de los diezmos de la Iglesia. El Rey Fernando III propuso al Papa Inocencio VIII la posibilidad de que la Hacienda Real obtuviese el tercio del diezmo que se destinaba a la construcción de las iglesias, con la finalidad de atender los gastos militares del asedio de Sevilla. Conseguida esta primera participación, que alcanzó las dos novenas partes del diezmo, la autorización pontificia fue renovándose, hasta convertirse en 1494 en un recurso permanente del Estado, conocido con el nombre de “tercias reales”.
Felipe II consiguió otra nueva concesión,“el excusado”, que consistía en reservar al monarca los rendimientos del diezmo obtenido por el mayor “dezmero” de cada parroquia. En este caso, los motivos de la participación eran los costes que suponían para la corona las guerras contra los infieles y los herejes.
En 1837 se acordó la supresión de los diezmos en España, pero las necesidades de recursos para la Primera Guerra Carlista, obligaron a diferir la efectividad de la medida hasta la conclusión del conflicto. En 1841 nació la contribución de culto y clero que supuso, que el impuesto siguiese incidiendo aunque fuese con otro nombre.
América hispánica
En la América dominada por el Imperio Español, debido a los acuerdos del Patronato Regio, el diezmo era cobrado directamente por los funcionarios civiles de la Corona, a condición que ésta se encargara de erigir, dotar y mantener las iglesias y parroquias y otras obras de la Iglesia Católica. Este impuesto, correspondiente al 10 por ciento aproximado de los ingresos anuales, era cobrado a hacendados y propietarios de inmuebles rurales. Al advenir la época de la Independencia, en el siglo XIX, los gobiernos de las nuevas repúblicas suprimieron paulatinamente este impuesto, considerado molesto por los terratenientes criollos.
Referencias
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