- José Camilo Valenzuela Fierro
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José Camilo Valenzuela Fierro es un político mexicano de izquierda, originario de Guasave, Sinaloa. En la década de los setenta fue líder de la Federación de Estudiantes de Sinaloa (FES), corriente que consiguió la autonomía y democratización de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Fue preso político en otras ocasiones y dirigió tomas de la Penitenciaria de Culiacán hasta terminar con castigos, cambiar dietas, mejorar el trato a las visitas y abrir espacios deportivos, entre otros logros.
Fue Diputado Federal en dos ocasiones, siendo secretario general de la Corriente Socialista, en alianza con el PSUM y en 1991 como parte del PRD, invariablemente ha fortalecido a lo largo de su trayectoria política a las luchas sociales al ser representante popular.
A partir de la fundación del Partido de la Revolución Democrática, Camilo dedicó una gran parte de su esfuerzo a hacer pesar las posiciones de izquierda social, patriótica y democrática dentro del PRD, buscando que el partido se ligue a la lucha social y responda a las necesidades de la ciudadanía. Fue también integrante del Comité Ejecutivo Nacional del PRD en dos ocasiones. Dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Camilo Valenzuela ha sido dirigente local y delegado en Chiapas, en Veracruz y en Sinaloa, fortaleciendo en cada caso la unidad y poniendo al Partido en movimiento. Actualmente es Presidente del Consejo Nacional del PRD y compite por cuarta ocasión por la Presidencia Nacional del Partido del Sol Azteca bajo el lema: “Por la izquierda que México necesita”, promoviendo el Plan Regeneración Siglo XXI y la democratización del Partido entre otras cosas.
Contenido
Antecedentes
Nació en octubre de 1946 y creció entre campesinos y pescadores del norte de Sinaloa, al morir su padre tenía 11 años y empezó a trabajar como asalariado del campo, labor que desarrollo hasta los 19 años. En ese lapso culmino estudios de primaria y secundaria. De esa etapa de su vida heredo tres valores fundamentales de humanismo: amor a la naturaleza, rechazo al racismo que su padre le inculcó por haberlo padecido en Estados Unidos donde creció, y una actitud crítica hacia el machismo por amor a su madre y tres hermanas con quién creció.
En 1966 se trasladó a la ciudad de Los Mochis], donde estudio preparatoria nocturna, mientras desempeño diversos empleos, destacando el de cobrador y vendedor casa por casa, así inicio su vida urbana, después de haber crecido en lo rural, vivencias que considera fundamentales para una formación integral.
Militante de izquierda
Sus convicciones brotaron y se forjaron en las luchas populares, las primeras experiencias fueron pasos espontáneos como asalariado del campo y el apoyo al Movimiento estudiantil de 1968 en México.
En 1969 se traslada a Culiacán a estudiar en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) e ingreso a una casa del estudiante, se incorporo de inmediato al movimiento estudiantil, popular y campesino, que vivía desde mediados de los sesenta un ascenso sostenido, a los seis meses tuvo su primera caída a la cárcel donde permaneció mes y medio y padeció la primera tortura. Al salir, decidió asumir la militancia de izquierda como fundamental en su proyecto de vida.
Para inicios de 1972, era presidente de la Federación de Estudiantes de Sinaloa y le tocó encabezar la fase victoriosa de lucha por la democratización de la UAS. También se había convertido en cabeza principal de la lucha democrática y popular, urbana y rural, que se ampliaba y radicalizaba al sufrir la intolerancia y represión del régimen priísta y empresarios anticomunistas. Esto les llevó a organizar la autodefensa armada y el combate de calles, además de ampliar la influencia a entidades vecinas a Sinaloa.
Lucha revolucionaria
Con las masacres de 1968 y 1971 frescas y la represión y persecución que se padeció, que los llevo varias veces a la cárcel y padecer torturas, la disyuntiva que se le impuso, como a miles de jóvenes, era abandonar sus convicciones o asumirlas hasta las últimas consecuencias: viendo que la liberación de las clases populares por vía legal estaba cerrada, se incorporo al movimiento armado de los setentas, el cuál fue un factor relevante, para que a fines de esa década, se diera una reforma política que reconoció el derecho de la izquierda a la lucha electora y legal.
Detenido por cuarta y última vez en 1972, estuvo preso en la penitenciaría de Sinaloa hasta 1976, donde contribuyó a la organización y lucha de las y los presos por acabar con atropellos y castigos, mejorando alimentación y trato a presos y familiares; acompañando así la lucha que en la entidad y el país libraba el movimiento y sus camaradas.
Al obtener su libertad se trasladó a la Ciudad de México, para eludir a la “Brigada Blanca” y participar en la reorganización de los colectivos que resistían a la guerra sucia del Estado mexicano contra el movimiento armado. Fue parte del proceso de crítica y rectificación de las desviaciones militaristas de la Liga Comunista 23 de Septiembre y desde 1977 tuvo rol de dirección en la lucha por la Ley de Amnistía.
De la clandestinidad a la lucha legal
Una vez que lograron la Ley de Amnistía y la Reforma Política que reconocía a la izquierda, se incorporo a la lucha legal con la misma convicción de luchador social y radical, fungiendo como Secretario General de una nueva organización política nacional que llamaron Corriente Socialista. Cuando en 1982 la tecnocracia neoliberal asumió la hegemonía del régimen priísta con el gobierno de Miguel de la Madrid, decidieron nombrarse Partido Patriótico Revolucionario asumiendo una estrategia de liberación patriótica y democrática de México.
Teniendo como orientaciones estratégicas el fortalecimiento de los movimientos sociales democráticos y la lucha por la unidad de la dispersa izquierda mexicana, para constituirse en opción de gobierno para el pueblo mexicano, aliados al PSUM empezaron a participar en las elecciones y en 1985 arribo como diputado al Congreso de la Unión, lo que le permitió ampliar su experiencia de dirigente y tener una visión más completa del “modus operandi” del longevo régimen priísta.
Durante 1986 y 1987 fueron partícipes de los trabajos de fusión Partido Patriótico Revolucionario (CS-PPR) con PSUM, PMT, MRP y UIC, para crear el Partido Mexicano Socialista, PMS, en lo que fue el principal partido de izquierda antes del PRD; al mismo tiempo que continuaron impulsando la confluencia con las fuerzas nacionalistas y progresistas para hacer frente al primer gobierno tecnocrático que encabezaba la ofensiva del capital monopólico transnacional contra las conquistas históricas del pueblo mexicano.
Ante la aparición de la Corriente Democrática del PRI, insistieron en la necesidad de un Frente Amplio para disputar la conducción del país en 1988, lo que intensificó las contradicciones con el grueso de los equipos dirigentes provenientes del PSUM, PMT y el grupo proveniente del PST, encabezado por Graco Ramírez y Jesús Ortega. Hoy queda claro que la oposición a que impulsáramos la gran emergencia popular que se preveía y palpaba, no sólo convirtió al PMS en un aparato burocrático alejado de las tendencias de lucha que gestaba el pueblo mexicano, sino que tuvo como consecuencia que la influencia de la izquierda en el movimiento democrático patriótico conformado en 1988 fuera secundaria, con todo lo que ha implicado para la evolución posterior de ambos: del movimiento y de la izquierda.
Los retos agigantados del post 88'
El primer reto que planteó el 88 fue la actitud ante el fraude oficial y la crisis política que originó: su posición como integrante del Comité Ejecutivo del PMS fue contundente: rechazo al atraco electoral y movilización de millones de ciudadanos en todo el país y en Estados Unidos, con el objetivo de que se reconociera el triunfo del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas o se anulara la elección.
Consumada la imposición de Salinas y legitimada por el PAN, se les planteaban dos retos: resistir la ofensiva salinista y no perder el rumbo ante los “éxitos transitorios” del neoliberalismo, así como promover la conformación del PRD y su permanencia ante la ofensiva salinista y panista; retos que asumió con la firmeza de siempre, como miembro de los dos primeros Comités Ejecutivos Nacionales del naciente partido, el que a su entender, fue de los fenómenos políticos más relevantes de la lucha democrático-nacional del pueblo de México.
En 1991 fue electo nuevamente Diputado Federal de la LIII Legislatura, desde donde combatieron las contrarreformas salinistas a la Constitución, enfrentando la campaña de linchamiento y atracos electorales, que pretendían destruir al puntaje PRD e impedir que accediera a gobiernos locales y municipales, destacadamente en Michoacán, Guerrero y Tabasco. Como en la ocasión anterior, ahora tampoco lo mareo la diputación y sus convicciones y hábitos de luchador y pueblo siguieron siendo las mismas.
El regreso a las tareas locales
Aunque en las elecciones internas de 1993, cuando la “Coalición Arcoiris” postuló a Porfirio Muñoz Ledo, la “Trisecta” (ala de izquierda popular en los primeros cinco años del perredismo) alcanzó la Secretaría General, mostrándose como la fuerza más amplia y cohesionada del PRD, decidió que había llegado el momento de regresar al trabajo local del que salió desde 1976, decisión que se vio influida por la descomposición que afloró en la “trisecta” en la disputa por candidaturas a las elecciones federales de 1994. Ese año fue candidato a Senador de Sinaloa. Fungió como Presidente del Comité Estatal hasta 1996, impulsando la reconstrucción democrática del partido en lo interno y la ampliación de sus nexos y alianzas con clases populares y sectores empresariales de la sociedad sinaloense, lo que se reflejó en las elecciones locales de 1995 con la triplicación de la votación obtenida en 1992.
Desde su papel de dirigente local acentuó la lucha por la legalidad y la democracia interna en las instancias nacionales, criticando la dinámica que en aras de los acuerdos copulares y con el socorrido pretexto de evitar riesgos, relegada la práctica y consolidación de una cultura de democracia participativa en lo que destacó: a) exigencia de que el uso de los recursos económicos del partido se apegaran a un presupuesto establecido por el Consejo Nacional para evitar manejos personales y prevenir la corrupción, b) que el 50% de los recursos financieros se canalizaran a entidades y municipios donde se realiza el trabajo político-social principal; c) que el PRD dedicara mayores esfuerzos y recursos a la lucha social, para superar la reducción a lo puramente electoral y que el acomodamiento e interés de los puestos públicos tendiera a predominar, d) que la rotación de dirigentes nacionales se llevará a cabo en acatamiento al Estatuto, para evitar la burocratización intrínseca a todo el aparato político-electoral y porque el trabajo local posibilita “hacer tierra”.
El retorno a las tareas nacionales
En diciembre de 1997 fue electo para integrarse al Ejecutivo Nacional que encabezaba Andrés Manuel López Obrador, ocupando la Secretaría de Asuntos Laborales y Empresariales, al mismo tiempo que se le encomendó la tarea de coordinar la movilización del perredismo chiapaneco y nacional, para contribuir a detener la “solución militar” contra el movimiento indígena zapatista, que el gobierno de Zedillo había iniciado con la masacre de Acteal. Además de dar un mayor impulso al trabajo empresarial que se facilitó por el triunfo del Distrito Federal y el ascenso electoral de 1997, contribuyó a que el partido se opusiera a la contrarreforma de la Ley Federal del Trabajo mientras perdurara la correlación favorable al PAN y el PRI en el Congreso de la Unión, luchando también porque el partido desplegara iniciativas políticas ante los graves problemas nacionales y sociales, como fue el caso del FOBAPROA, para avanzar en la consolidación del PRD como partido-movimiento y en la conformación de una Dirección Nacional que no sólo piense en los procesos electorales.
La crisis del PRD y la tarea de reconstruir la izquierda democrática y popular
En 1999, cuando el PRD había alcanzado su más alta votación y representación en el Congreso de la Unión, gobernaba el Distrito Federal y se perfilaba con fuerza a la disputa del 2000, las irregularidades y anulación de su elección interna nacional lo colocó de manera aparentemente inesperada en crisis interna. Pero para quienes desde 1997 habían iniciado la conformación de una Red de Izquierda Revolucionaria (REDIR), aquella eclosión confirmaba que la redacción del trabajo político a lo exclusivamente electoral, vacía el partido de contenidos ideológicos-políticos que le dieran cohesión e identidad, y el abandono de una práctica interna que enfrentara el reto de consolidar una cultura democrática, habían de conducir al amplio y complejo partido que nació del 88 a su debilitamiento y descomposición.
Desde entonces se reafirmó en él la convicción de que solo reconstruyendo la tendencia democrático-revolucionaria de la izquierda mexicana, podía enfrentarse las visiones e intereses de las fuerzas que predominaron en la conducción del PRD convirtiéndolo solo en aparato burocrático-electoral.
Por eso, desde 1999 decidió no pertenecer a ningún CEN ni buscar ser parte de gobiernos perredistas, para dedicar lo principal de su esfuerzo a las tareas de reconstruir la izquierda democrática y popular, dentro del PRD, en los movimientos sociales y entre la intelectualidad avanzada.
Durante los último ocho años, han dado el debate en el Consejo y Congresos Nacionales; han concurrido a discutir y trabajar en muchas entidades; han encabezado rebeliones en Convenciones en Congresos Nacionales, contra decisiones “condensadas” en las cúpulas y las han revertido; al mismo tiempo que avanzado en relacionar equipos y cuadros para que la REDIR devenga en una expresión de alcance nacional y en proceso de fortalecimiento dentro y fuera del partido, diferenciándose de otras expresiones, en las que ha predominado la búsqueda de posiciones de poder por sobre todo y a como dé lugar. Durante la intensa disputa del 2006, insistieron en que el fraude venía y después del 2 de julio, en que había que generalizar la lucha a todo el país y crear un Frente Patriótico para evitar la usurpación, pero se impuso la misma visión y dinámica de grandes concentraciones en el D.F. como en el 88.
Categorías:- Miembros del Partido de la Revolución Democrática
- Diputados de la LIII Legislatura de México
- Sinaloenses
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