- Juan José Domínguez Muñoz
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Juan José Domínguez Muñoz
Datos personalesNacimiento 1916
Sevilla, EspañaFallecimiento 1 de septiembre de 1942
Bilbao, EspañaPartido Falange Española de las JONS Cónyuge Celia Martínez Hijos María Celia Juan José Domínguez Muñoz (Sevilla, España; 1916 - Bilbao, España; 1 de septiembre de 1942). Se le conoce como el único falangista ejecutado por el general Franco, que fue fusilado tras el atentado de Begoña.
Biografía
Nace en Sevilla en una familia humilde, huérfano de padre (a los 26 años, cuando es fusilado, también había fallecido su madre). Le sedujo el mensaje de José Antonio Primo de Rivera con apenas 16 años y, proclive al activismo, se decide a viajar a Madrid en bicicleta y con sólo un duro en el bolsillo, para escuchar el discurso del fundador de la Falange Española.[1]
Ya antes de la Guerra Civil intentó retirar del Ayuntamiento de Aznalcóllar la bandera nacional, en ese momento la tricolor republicana. Abrieron fuego contra él y Narciso Perales (Perales salvará la vida de José Luis Arrese cuando iba a fusilarlo Queipo de Llano e intentará salvar a Domínguez infructuosamente cuando iba a fusilarlo Franco). José Antonio Primo de Rivera les defiende personalmente ante los tribunales por este suceso.[1]
Durante la contienda batirá una auténtica marca atravesando en misiones arriesgadas hasta seis veces la línea del frente, entre las zonas nacional y republicana, con los correspondientes trayectos de vuelta, y resulta capturado en varias ocasiones. Le serán concedidas por José Antonio dos condecoraciones: el Aspa Roja y el Aspa de Plata.[1]
Conocíó a su futura esposa el 1 de abril de 1940 durante la celebración del primer desfile de la Victoria, en la avenida de la Castellana de Madrid. Domínguez, con 23 años, sigue a Celia (él siempre la llamó Piruchiña), de 18, hasta su domicilio en la calle Sagasta. A los pocos días la pide a su madre en matrimonio. 16 meses más tarde, le escribirá desde su calabozo, 10 horas antes de ser ejecutado:[1]
Querida Piruchiña te ruego, a ser posible, que te unas en matrimonio con cualquiera de mis camaradas del actual cautiverio que te harán feliz y cuidarán de nuestra pequeña con el mismo celo y cariño que yo pudiera hacerlo.
J. J. Domínguez.[1]Después de 1939 se dedicó al Servicio de Información, pero sus condiciones de vida permiten descartar la posibilidad de que actuara como agente doble (de lo que Varela le acusará). Pretendieron convencer a Franco de que actuaba para el Intelligence Service norteamericano. En 1942 estuvo interviniendo en el trazado de un cable desde Francia hasta la Línea de la Concepción; habiéndose especulado que el mismo tuviese como objetivo controlar el tráfico de submarinos ingleses por el Estrecho o preparar una acción militar alemana contra el Peñón de Gibraltar.[1]
No se podrían comprender los sucesos de Begoña sin considerar la situación geopolítica en el mundo a finales de julio de 1942. Alemania ya tenía preparada el 15 de julio la Operación Ilona, plan para invadir el País Vasco y, en una segunda fase, toda España. Comentaba el Führer el 7 de junio que «los curas y los monárquicos se habían confabulado para hacerse con el poder en España». Decía que si estallase la Guerra Civil nuevamente, no le extrañaría «ver a los falangistas obligados a hacer causa común con los rojos para librarse de esa basura monarquicoclerical».[1]
El 16 de agosto un encontronazo entre falangistas y tradicionalistas se resolvió con el lanzamiento de una granada de mano por parte de Domínguez, lo cual se saldó con setenta heridos leves. No obstante, el hecho de tener lugar los incidentes frente a la basílica bilbaína, en cuyo interior se encontraba el general José Enrique Varela, hizo que éste lo atribuyera a un atentado contra su persona.[1]
Sin embargo, puede que fuera esta información sobre los planes alemanes, que ignoraban incluso falangistas de los que actuaron en Begoña, la que obligó a Franco a sacrificar a Domínguez. Porque él, Hernando Calleja Calleja, Virgilio Hernández Rivadulla, Jorge Hernández Bravo y los demás habían reaccionado cuando escucharon los gritos de «¡Viva el rey!», «¡Abajo el socialismo de Estado!» y «¡Muera Franco!». La respuesta de Franco al Obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay cuando le solicita su indulto es una muestra de la situación en aquellos días: «Tendría que condecorarle, pero le tengo que fusilar».[1]
Adolfo Hitler para poner a Francisco Franco en ridículo, le concederá a Domínguez el mismo día de su ejecución la Cruz de la Orden del Águila Alemana.[1]
Será fusilado por «razones de Estado». El general Antonio Castejón Espinosa, que presidió el consejo de guerra y firmó la sentencia de muerte, en 1964 confesará a su viuda: «Firmé en contra de mi voluntad» (le había solicitado una entrevista para pedir su perdón).[1]
Juan José Domínguez, a la altura de las circunstancias, llega al extremo de no aceptar una fuga que le habían preparado.[1]
Se consiguieron dos millones de pesetas para comprar a dos funcionarios de prisiones. Tenían un barco para la huida, que hundirían para simular un naufragio. Los guardianes estaban dispuestos, pero era tal el pavor que le entró a Jorge Hernández Bravo, por las represalias que podrían tomar contra él, que mi marido renunció a perjudicarle con la fuga».
Celia Martínez[1]Redactó testamento en la noche previa a morir, en el cual llega a justificar «la inconsciencia de Franco y la debilidad impropia de un general». Su familia siempre se ha enorgullecido de él.[1]
Murió cantando el Cara al sol y con la camisa azul, pero sólo la primera estrofa, porque la Guardia Civil tuvo buena puntería. Apenas pudo terminar de decir: "Ella había bordado aquella camisa en rojo ayer".
Celia Martínez[1]La consecuencia política del incidente de Begoña y el fusilamiento de Domínguez sería que Franco aprovechó la circunstancia para desbancar a la Falange del poder, cesando a sus dos ministros vinculados a ese partido, su propio cuñado Ramón Serrano Suñer, Ministro de Asuntos Exteriores, y Valentín Galarza Morante, Ministro de Gobernación de España, y aprovechar para cesar al tradicionalista general José Enrique Varela, Ministro del Ejército, una forma de mantener el equilibrio entre facciones y evitar el predominio de ninguna.[1]
De los ocho falangistas involucrados en Begoña, sólo dos fueron condenados a muerte, siéndole el 15 de julio a Hernando Calleja Calleja conmutada por ser caballero mutilado de guerra. Sepultados sus restos en Bilbao, en 1988 fueron trasladados al cementerio de Galapagar (Madrid).[1]
Referencias
Enlaces externos
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