- Lavar platos
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Lavar platos es la acción de limpiar los utensilios utilizados para la preparación y el consumo de la comida y bebida, es decir, no sólo los platos (aunque así lo parezca) sino también los cubiertos, los vasos y copas, las sartenes, las cazuelas, las ollas, etc.
Los platos pueden ser lavados a mano o bien con una máquina llamada lavaplatos o lavavajillas.
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En lavaplatos
El lavaplatos es una especie de caja grande (en general con una puerta en la cara frontal) que hace automáticamente todo el proceso de lavar los platos, desde la limpieza con jabón hasta el aclarado y el secado (a base de aire caliente). Lavar platos a máquina presenta una serie de ventajas e inconvenientes respecto a hacerlo a mano. Las principales ventajas son la sencillez (a priori sólo hay que meter los platos dentro del lavaplatos, si bien es conveniente un prelavado para desincrustar los restos más voluminosos) y el ahorro de agua (si el lavaplatos está lleno). Los inconvenientes son sobre todo la corrosión que provoca en ciertos objetos (especialmente de vidrio y metal) y el coste: la inversión inicial es muy superior, y después hay que comprar pastillas de jabón o detergente (generalmente más caras que el jabón habitual para lavar platos) y pagar la electricidad que gasta, además del agua. El ahorro de tiempo es un factor que depende de cómo se calcule: para un lavado de una sola comida (con un número pequeño de gente y utensilios utilizados), hacerlo a mano resulta mucho más rápido que esperar que se acabe el ciclo entero del lavaplatos. En cambio, si el lavaplatos está lleno y se lavan de golpe los platos correspondientes a las diversas comidas, el tiempo total utilizado es menor que la suma de los lavados individuales a mano que hubieran hecho falta para hacerlo justo después de cada comida.
A mano
No hay ningún procedimiento estandarizado para lavar platos a mano, y, como en muchas otras facetas culturales, la manera de hacerlo varía de país en país, de familia en familia y de persona en persona.
La secuencia de acciones más extendida consistiría en eliminar primero los mayores restos de comida tirándolos a la basura, al fregadero o guardándolos para más adelante en recipientes (tuppers, por ejemplo), así como vaciar las copas y los vasos, llenar el fregadero de agua y jabón, meter los utensilios y fregarlos con el estropajo, dejarlos en el otro fregadero (si hay dos) donde después se enjuagan, y finalmente, dejarlos secar en una “rejilla” al lado del fregadero. Si la suciedad está muy incrustada, una táctica habitual es dejar los utensilios en remojo dentro del agua con jabón un rato antes.
Una estrategia bastante popular consiste en limpiar primero lo qué está menos sucio, e ir continuando con cosas gradualmente más sucias. Así se evita que las sartenes más grasientas ensucien el agua antes, por ejemplo, de lavar vasos donde sólo se ha bebido agua.
A veces se utilizan guantes, cosa que además de proteger las manos permite el uso de agua más caliente. Es preferible una temperatura alta del agua porque así la comida se desincrusta más fácilmente (mientras se friega) y además se evapora más rápidamente, de manera que el plato se seca antes. La mayoría de veces, viendo la posibilidad de ensuciarse cuando se lavan los platos, la gente se suele poner también un delantal.
Diferencias entre países
En bastantes países europeos es habitual lavar los platos dentro de un barreño que se coloca dentro del fregadero. Hay razones históricas para este modo de proceder: durante mucho tiempo el fregadero era la única fuente de agua que había en la casa, de manera que su uso no estaba limitado a lavar platos, también se lavaba ropa, y hasta se evacuaba por allí el agua que se había usado para fregar el suelo, por lo qué higiénicamente tenía sentido el no meter allí los platos. Además, los fregaderos solían estar hechos de cerámica, y al limpiar utensilios metálicos hubieran podido resquebrajarse; la utilización de otro recipiente (más fácilmente sustituible) evitaba este peligro. Los fregaderos eran en general muy grandes, y llenarlos enteros era una acción muy cara en un tiempo donde el agua caliente era un verdadero lujo: el barreño podía tener un tamaño más adecuado. Finalmente, el espacio entre el barreño y el fregadero permite el vertido de líquidos que hayan permanecido en vasos o copas.
Un ejemplo de las diferencias entre países es, por ejemplo, que en el sur de Europa es habitual dejar que los platos se sequen solos, mientras que en el norte se suele utilizar un trapo para secarlos y meterlos inmediatamente en el armario. En los Países Bajos, Alemania e Inglaterra, una vez que los platos han sido enjabonados y fregados, se secan directamente, es decir, que no se aclaran (cosa que puede chocar a ciertas personas al darse cuenta de que "todo un país está comiendo jabón". ¡Sin embargo, este hecho no parece tener ningún efecto sobre la esperanza de vida de los habitantes de estas regiones!).
El elemento utilizado para fregar también varía de país a país, y así, por ejemplo, en algunas regiones, como en la Península Ibérica, es más habitual el empleo de un estropajo (de fibras sintéticas para la suciedad estándar, de fibras metálicas para la más incrustada), en otros lugares del mundo (Finlandia, por ejemplo) prevalecen los cepillos.
En Suecia, donde prevalece el estropajo, existe la costumbre de limpiar los restos de comida que se acumula en el fondo del fregadero después de limpiar los platos mediante un utensilio especialmente diseñado para este fin (una clase de pala parecida a un abanico con agujeros estilo rallador de queso) que permite tirarla cómodamente a la basura.
Aspectos culturales y sociales
Tradicionalmente, lavar platos se ha considerado un método de pago alternativo en el caso de que en un restaurante no se tuviera el suficiente dinero para pagar la comida consumida. En ciertas familias es una de las primeras tareas del hogar que se atribuyen a los niños, a veces como castigo. Más raramente, lavar platos puede ser visto como un rato ameno de colaboración y compañerismo entre los miembros del hogar, o un paréntesis en el cual lo repetitivo de la tarea permite una momentánea evasión mental del estrés cotidiano.
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