- Riada del camping de Biescas
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Riada del camping de Biescas
La riada del camping de Biescas ocurrió el 7 de agosto de 1996 como consecuencia de una riada sufrida en el camping Las Nieves ( ), situado sobre el cono de deyección del Torrente de Arás justo antes de su desembocadura en el río Gállego y a un kilómetro escaso aguas abajo de Biescas, Huesca (Aragón). En la tragedia murieron 87 personas y 183 resultaron heridas.
Contenido
Introducción
El 7 de agosto de 1997 ocurrió una tragedia en la que murieron 87 personas y 183 resultaron heridas como consecuencia de una riada sufrida por el camping Las Nieves ( ), a un kilómetro escaso aguas abajo de Biescas, Huesca (Aragón).
El camping estaba situado sobre el cono de deyección del Torrente de Arás justo antes de su desembocadura en el río Gállego.
La primera Restauración Hidrológico-Forestal del torrente
A principios del s. XX, la cuenca vertiente y el cauce del torrente de Arás habían sido objeto de una ejemplar Restauración Hidrológico-Forestal proyectada y dirigida por Ingenieros de Montes.
Los trabajos consistieron fundamentalmente en repoblaciones forestales en las laderas combinadas con ingeniosas técnicas de retención de suelos frente a la erosión (pequeñas empalizadas de ramillas de sauce sobre estacas de boj construídas manualmente), y en la construcción de diques de retención de sedimentos de mampostería hidráulica en los cauces.
Estos trabajos fueron enormemente exitosos. En 1996 las repoblaciones constituían ya excelentes bosques maduros, y los diques habían cumplido su función: se encontraban colmatados y su colonización por la vegetación de ribera mostraba que se había logrado la estabilización pretendida.
La tragedia
Suponiendo erróneamente que esta Restauración Hidrológico-Forestal y el pequeño encauzamiento escalonado existente en el cono de deyección garantizaban la seguridad, se autorizó la construcción del camping en el cono de deyección del torrente.
Sin embargo, ese fatídico día se produjo una gran tormenta en la cabecera del barranco, con precipitaciones que los técnicos sitúan en casi 100 mm en sólo 10 minutos.
Las mayores intensidades de lluvia se registraron en la cabecera del Barranco de Betés (afluente del Torrente de Arás), un pequeño arroyo que discurría entre praderías y bosques. El gran caudal de la avenida excavó un nuevo cauce de tremendas dimensiones.
Según se publicó en algunos medios, la tragedia fue agravada o causada por el embalsamiento producido por la acumulación de troncos y ramas en el puente de la carretera de Yosa de Sobremonte sobre el Torrente de Arás. Esta información es errónea, ya que:
1- El puente se sitúa en el Torrente de Arás aguas arriba de la desembocadura del Barranco de Betés, que fue el que aportó los mayores caudales.
2- La ridícula capacidad de embalsamiento del puente es despreciable frente a los caudales que circularon y las proporciones de la riada.
3- El efecto del embalsamiento pudo suponer, en todo caso, un retardo de la onda de avenida, y por tanto una contribución a su laminación. Si bien, como se ha señalado, por su ubicación y escasas proporciones los efectos fueron prácticamente despreciables frente a la riada que se produjo.
Las proporciones de la riada en el cono de deyección fueron dramáticas. Un importante volumen de agua que bajó por el barranco cargado de troncos y rocas, para arrasar el camping sin respetar el pequeño canal que la mano del hombre le había preparado al agua. La riada se calcula en unos 500 metros cúbicos por segundo de agua cargada con 13.000 toneladas de roca y madera. Esta avenida corresponde a un periodo de retorno superior a 500 años.Es de destacar que gracias a las re poblaciones forestales existentes, no se produjo erosión en las laderas, por lo que se redujo el aporte de caudales sólidos. El aumento de los fenómenos de intercepción e infiltración frente a los de escorrentía superficial que supuso la existencia de la masa forestal, supuso así mismo una reducción de los cuadáles líquidos.
Los diques existentes en los cauces fueron literalmente barridos por la riada. Sin embargo, contribuyeron a la laminar parcialmente la onda de avenida. Gracias a los trabajos de Restauración Hidrológico-Forestal existentes en aquel momento, la riada y sus consecuencias fueron considerablemente menores.
Riesgo anunciado
El periodo de retorno correspondiente a la riada fue superior a los 500 años que establece la normativa para determinar una zona como inundable.
La Restauración Hidrológico-Forestal redujo la magnitud de la riada, aunque en ningún caso debería haberse considerado una solución suficiente a los riesgos naturales de inundación, y más en un cono de deyección.
Sin embargo, el camping se ubicaba en el cono de deyección de un torrente de grandes dimensiones que en el pasado había mostrado una potentísima dinámica torrencial, como muestran las dimensiones de su cono de deyección y las estructuras geológicas originadas por la erosión (las señoritas de Arás) existentes en la cuenca. Este hecho debería haber sido motivo suficiente para que no hubiera sido ubicado allí un camping.
Por todo ello, el Ingeniero de Montes Emilio Pérez de Bujarrabal, del Gobierno de Aragón, había emitido un informe negativo[1] a la instalación del cámping.
Además, el científico e Ingeniero de Montes de Honor Pedro Montserrat Recoder, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología-CSIC alertó en 1988 de la peligrosidad de ubicar una instalación en un cono de deyección donde se producen perturbaciones periódicas, tal como señala la presencia de un arbusto espinoso, el espino amarillo (Hippophae rhamnoides). Sus palabras sobre este escambrón de hoja plateada fueron: "allí compite con las sargas y rosales, penetrando en los conos de barrancos laterales como el de Arás que ahora se pretende urbanizar. Es mata de mal agüero, de ambiente torrencial, de rambla indómita que algún día volverá por sus fueros; quisiera ser mal profeta" (página 272 del tomo 6 de la Enciclopedia Temática Aragonesa, 1988).
En la página 211 de la misma obra advierte, refiriéndose a esta planta: "Vale la pena fijarse en ella por que le debemos la defensa de los suelos inestables, unos pedregales inhóspitos, y ha servido para recolonizar el cono de deyección en el barranco de Arás, bajo el Sobremonte, fijando lo inestable, algo que cualquier día puede volver a bajar enterrando la urbanización proyectada {se refiere al cámping}. Hay lugares peligrosos y nuestra planta cicatriza las heridas del paisaje, pero su presencia debe alertarnos"[2] y.[3]
La sentencia
A finales del 2005 la sala de lo contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional responsabilizó al Estado y a la Diputación General de Aragón como responsables de la tragedia, condenados a indemnizar con 11.265.987 euros a las víctimas del Camping "Las Nieves".
La segunda Restauración Hidrológico-Forestal del torrente
La trágica riada supuso la desaparición de los diques de retención de sedimentos de la primera Restauración. Sin embargo, las masas repobladas tuvieron un comportamiento excelente de protección del suelo. Así, pese a las grandes intensidades de lluvia registradas, no se produjo erosión en las laderas.
Tras la tragedia se destinaron grandes sumas a una nueva Restauración Hidrológico-Forestal del Torrente de Arás. La necesidad y oportunidad de esta actuación resulta más que dudosa, ya que las laderas estaban estabilizadas y la cubierta forestal estaba excelentemente recuperada tras la primera restauración y no había sufrido daños con la tormenta.
Lecciones no aprendidas
El camping ha cambiado su nombre y su ubicación. Actualmente se sitúa en el cono de deyección del cercano Torrente del Arratiecho.
Este torrente fue objeto de Restauración Hidrológico-Forestal a principios del s.XX, contemporáneamente al Torrente de Arás. Ambas restauraciones constituyen trabajos forestales ejemplares.
La cuenca vertiente de este torrente es considerablemente menor a la del de Arás, pero las pendientes de sus cauces y laderas son mucho más pronunciadas. Debido a estas pendientes, la repoblación forestal hubo de realizarse (con gran coste y dificiltad técnica) en terrazas realizadas manualmente mediante muros de piedra. Gracias al tiempo transcurrido, las repoblaciones en el Torrente de Arás y el del Arratiecho son hoy excelentes bosques maduros de pino, acompañados de un rico cortejo florítico espontáneo en su sotobosque (boj, espinos, etc.).
Al igual que en el caso del Torrente de Arás, las actauciones forestales existentes en el Torrente del Arratiecho, reducen pero no eliminan los grandes riesgos inherentes a los conos de deyección de unos torrentes que en su día mostraron una actividad torrencial de gran potencia.
Por otra parte, el profesor Montserrat ha advertido recientemente de la peligrosidad y el riesgo que supone el deslizamiento de la ladera izquierda del embalse de Yesa sobre poblaciones como Sangüesa, por haber sido destruido el quejigal que protegía la montaña.[4]
Es de destacar también que la población de Escuer (también en Biescas) se asienta sobre otro cono de deyección situado en la margen derecha del río Gállego, aguas abajo de la desembocadura del torrente de Arás. Este torrente no ha sido corregido mediante Restauración Hidrológico-Forestal. Habría sido más oportuno retirar los usos expuestos en el cono de este torrente y proceder a su Restauración Hidrológico-Forestal, que no malgastar fondos públicos en una más que cuestionable nueva restauración faráonica del Torrente de Arás.
Referencias
- ↑ Ayala Carcedo, F.J. (2002) El sofisma de la imprevisibilidad de las inundaciones y la responsabilidad social de los expertos. Boletín de la A.G.E., 33: 79-92.
- ↑ Noticia de El Periódico de Aragón
- ↑ Noticia en lexueditorial.com
- ↑ [http://www.lavanguardia.es/lv24h/20070326/51316862430.html Comentario de opinión en el periódico La Vanguardia]
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