Suicidio

Suicidio
El suicidio, de Edouard Manet (óleo, 1877)

El suicidio[1] es el acto por el que un individuo, deliberadamente, se provoca la muerte.

Se estima que las dos terceras partes de quienes se quitan la vida sufren depresión[2] y que los parientes de los suicidas tienen un riesgo más elevado (hasta cinco veces más) de padecer tendencias al respecto.[3] Los padecimientos psíquicos se encuentran presentes en 9 de cada 10 casos de suicidio; entre ellos, aparte de la depresión se encuentran también los trastornos de ansiedad y las dependencias.[4]

Muchas religiones monoteístas lo consideran un pecado, y en algunas jurisdicciones se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas, especialmente las orientales, lo ven como una forma honorable de escapar de algunas situaciones humillantes o dolorosas en extremo.

Contenido

Introducción

Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento carnal y el motivo del acto, y no solo una consecuencia casi ineludible. Así los mártires no son considerados suicidas, dado que se sacrifican en nombre de una creencia. Tampoco son suicidas los que se sacrifican por otros en caso de emergencias ni los soldados que mueren en una guerra y, en estos casos, los muertos no son proscritos por la ley. En el caso de que el suicidio tenga consecuencias legales, la ley recoge que debe haber prueba de intención de morir, así como la propia muerte para que el acto sea considerado un suicidio. Puede que dicho proceso sea costoso en caso de minusvalía y tenga que depender de alguien más, que entraría entonces en una dinámica de cómplice de suicidio. Según Guillon y Le Bonniec (1982) “el cómplice es todo aquel que, sin llevar a cabo personalmente los elementos constitutivos de la infracción imputable del autor, solamente ha facilitado o provocado la acción principal por medio de actuaciones de una importancia material secundaria: ayuda, suministro de medios o instigación”[5] figura del derecho penal donde sería posible una sanción penal.

La Psicología y la Psiquiatría se revelan como las principales ciencias de la salud para prevenir el suicidio.

El suicidio y la ley

En España la relación de terceros respecto al suicidio es discutida. El caso de no evitarse un suicidio, pudiendo hacerse, podría ser considerado como una omisión del deber de socorro, lo que está tipificado como delito en diversas legislaciones. Este hecho es justificado en que un intento de suicidio podría ser debido, por ejemplo, a un estado de locura transitorio, a un estado depresivo muy grave u otras situaciones análogas. No obstante, si el acto de suicidio se toma con el supuesto ejercicio pleno de las facultades mentales nadie podría impedirlo hipotéticamente, ya que lo contrario podría tratarse de un delito de coacción, que castigaría al que «sin estar legítimamente autorizado, impidiere a otro con violencia hacer lo que la ley no prohíbe» (art. 172 del CP). Hay que hacer notar, a este respecto, que el suicidio «es un acto que la ley no prohíbe», como ha señalado el Tribunal Constitucional de España. Aunque el Tribunal Constitucional Español señala que no existe en el ordenamiento jurídico de este país el «derecho al suicidio», «ello no impide, sin embargo, reconocer que, siendo la vida un bien de la persona que se integra en el círculo de su libertad, pueda aquélla fácticamente disponer sobre su propia muerte, pero esa disposición constituye una manifestación del agere licere, en cuanto que la privación de la vida propia o la aceptación de la propia muerte es un acto que la ley no prohíbe» (Fundamento Jurídico 7.º). En todo caso, inducir a otra persona para que cometa suicidio, o cooperar con actos necesarios en un suicidio o en una eutanasia sí que son delitos, aunque castigados con penas distintas (artículo 143 del CP).

De igual manera, en legislaciones como la chilena, el auxilio al suicidio es punible según señala el art. 393 del Código Penal: «El que con conocimiento de causa prestare auxilio a otro para que se suicide, sufrirá la pena de presidio menor en sus grados medio a máximo, si se efectúa la muerte». Aquí la muerte opera como condición objetiva de punibilidad; es decir, sólo será culpable la conducta en la medida que se verifique el resultado de muerte; y siendo así, incurrirá el autor en la pena señalada (541 días a 5 años).

No está de más mencionar que además hay leyes que protegen a las aseguradoras de vida. Según Guillon y le Bonniec (1982) “el seguro de vida en caso carece de efecto, si el acta de defunción del asegurado demuestra que el asegurado ha muerto por suicidio, a pesar de que algunas aseguradoras ignoran dicha ley y hacen el pago a los beneficiarios de todas formas”.[6]

Psiquiatría

El suicidio también puede ser efecto de trastornos psiquiátricos, que comúnmente se acompañan de depresión o ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, el trastorno bipolar, la esquizofrenia y todos los trastornos de depresión. En estos casos es principalmente la enfermedad lo que provoca el suicidio y no el análisis lógico del individuo. Antes que la acción, el suicidio comienza en el pensamiento. Ya sea por problemas personales y/o emocionales, las personas suicidas deben ser evaluadas como individuo para entonces entender el suicidio a nivel social. La psiquis de la persona suicida debe contener dos elementos fundamentales: valor y no temer a la muerte. Sin estos factores indispensables la persona tendrá pensamientos suicidas que no ejecutará. Estos pensamientos pueden ser controlados y remplazados por pensamientos positivos. Con estos , viene un sentido de indefeción y desesperanza ante las situaciones que le afectan. Las personas suicidas exhiben algunas características tales como depresión, impulsividad, baja tolerancia a la frustración y son personas sin espíritu de lucha. Teniendo en cuenta el perfil de la persona suicida se puede prevenir la mayoría de los suicidios con hospitalización, psicoterapia y farmacoterapia en casos extremos. Los indicadores y comportamientos varían dependiendo de la persona. Según la cuarta versión de El Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales, los pensamientos recurrentes (no solo el temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse son síntomas de personas con depresión mayor.

Valoraciones morales

La teología dice que para algunos el suicidio consiste en «darse la muerte directamente a sí mismo»; y aclara que aunque ambas opiniones son semejantes, encierran matices distintos. Mientras que para los primeros el suicidio directo es siempre intrínsecamente malo, para los segundos el suicidio directo es siempre pecaminoso, pero el suicidio indirecto no lo es. Precisamente, debemos entender que el suicidio directo es aquel en que el ser humano busca mediante un acto que de suyo es capaz de causarla; mientras en el indirecto, la persona se da muerte sin procurarla libremente.

Una clasificación posible de las tantas que se pueden hacer es la que divide los suicidios en:

  • Los vicariantes: se adelantan o aceleran el acto de la muerte que se vislumbra en un futuro, con la justificación de que no hay esperanzas y sólo creen ver a su alrededor sufrimientos y nada puede compensar el período de espera.
  • Los perfeccionistas: no toleran cualquier disminución de los atributos a su persona, lo mismo en la belleza que en la potencia sexual, o un defecto cualquiera, menoscabo económico o social, o la pérdida del poder y prestigio.
  • Los hedonistas: no soportan nada que constituya un impedimento o una disminución del placer de predominio sensual.
  • Los transicionales: ante ciertas crisis vitales de transición inevitables, optan por el suicidio.
  • Los sintomáticos: dependen de una enfermedad mental, psicosis, confusión mental, demencia y depresión.

Según Durkheim (1897) “el suicidio toma lugar en sociedades cuya cultura es de un nivel moral o cultural bajo”. En los países puramente católicos como los son: España, Portugal e Italia el suicidio está poco desarrollado, mientras que se encuentra en su grado máximo en los países protestantes, como lo son Prusia, Sajona y Dinamarca.[7] Además, según Guillon y Le Bonniec, el suicidio es visto como un pecado por la iglesia católica, ya que el "no matarás bíblico, también le aplica a uno mismo".[8]

Evolución histórica

La actitud de los hombres ante la muerte no ha sido la misma a través de los tiempos; cuando un hombre de hoy habla de su muerte, piensa que si le fuera dado escogería una muerte súbita, sin dolor, como un leve sueño. El hombre del medioevo se sentiría aterrado de ello, porque como lo expresa el padre de Hamlet, en la famosa obra de Shakespeare, moriría «en la flor del pecado»; por eso el hombre de la Edad Media prefería un tiempo de arrepentimiento y de balance de sus deudas con Dios y con los hombres, incluso en las oraciones medievales se rezaba «líbranos Señor de la muerte repentina».

En la Edad Media y hasta bien entrada nuestra Edad Moderna en Europa occidental las Iglesias cristianas sacralizaron la muerte, la domesticaron, integrándola en un sistema de ritos y creencias que la convertían en una etapa más del destino final de cada ser humano. La Iglesia Católica rechazaba al suicida y se le negaba la sepultura en el Campo Santo. En la Inglaterra anglicana de 1800 el cuerpo del suicida era castigado por la justicia públicamente siendo arrastrado por el suelo y estaqueado en el cruce de los caminos, sus bienes confiscados y la viuda desheredada y deshonrada. Solo se aceptaba el caso del soldado vencido que se suicidaba por honor. En el siglo XV, Castilla, Aragón, Florencia, Francia, Reino Unido, Milán, Venecia y Portugal sancionaban el suicidio, rematando incluso a los muertos suicidados. En Castilla y Aragón, la práctica se recoge en una constitución de 1497, cuando un pastor almeriense se suicidó porque le despidieron, y fue rematado en Córdoba en 1498.

En sociedades donde la sacralidad era la cosmovisión vigente, es lógico que el comportamiento suicida se rechazara, pues el hombre no tenía permitido modificar su destino, que estaba en las manos de Dios.

El suicidio ha estado ligado a la humanidad y sus costumbres: los mayas, según refiere la historia, veneraban a Ixtab, la diosa del suicidio, y en el Lejano Oriente los japoneses se hacían el seppuku para lavar la deshonra.

Fue a partir del siglo XIX cuando se perdió ese sentido de socialización, inserto en la ritualidad. La sociedad emergente rechazó aquel paradigma medieval. La muerte fue liberada y pasó al dominio privado, el cadáver era velado en la casa, sepultado en familia, y en ese sentido la muerte pasó a depender cada vez más de la voluntad del individuo. De este modo, la sociedad occidental se había desvinculado de la muerte y del suicidio en particular.

Evolución de la tasa de suicidio según legislatura en España

Tasas de suicidio por millón, según el INE[9] y Eurostat;[10] en mujeres puede apreciarse mayor correlación con la evolución del desempleo en España:

Tasa de suicidio los años finales de legislatura en España
UCD PSOE PSOE PSOE PSOE PP PP PSOE PSOE
1982 1986 1989 1993 1996 2000 2004 2008 2009 (dato más reciente)
Hombres (por millón) 73 110 119 121 118 117 111 104 103
Mujeres (por millón) 26 36 38 37 38 33 33 28 27

Visión sociológica

El sociólogo francés Émile Durkheim en su obra El suicidio (1897), señala que los suicidios son fenómenos individuales que responden esencialmente a causas sociales. Las sociedades presentan ciertos síntomas patológicos, ante todo la integración o regulación social ya sea excesiva o insuficiente del individuo en la colectividad. Por tanto el suicidio sería un hecho social.

Durkheim comienza su estudio con una definición de suicidio como: «Todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma y que, según ella sabía, debía producir este resultado». Ejemplo de un acto positivo: dispararse en la cabeza; ejemplo de un acto negativo: rehusar a ingerir cualquier medicina hasta dejarse morir.La persona suicida vive con una percepción anódica de la vida. Pierde el sentido de la ley, normas sociales y se vuelven escépticos ante la vida y todo lo que ésta implica. Aunque cada persona suicida es distinta, tienen indicadores y pasan por un mismo proceso. Uno de los factores más importante de la persona suicida es la convicción del suicidio como método factible. Si estudiamos el comportamiento de las personas suicidas, no podemos asegurar que se pueda prevenir todo tipo de suicidios pero si podemos estudiar si se utilizaría la misma metodología, modalidad, tiempo y espacio. El como un problema social. Se han creado diversas teorías para explicar la raíz del problema y las particularidades del mismo. Han tomado en cuenta razones como el estatus económico, socio-profesional, la edad y el estado civil. Se asegura que en algunas ocasiones las personas están predispuestas al suicidio. Un principio de la modificación de conducta establece que de la misma manera que aprendemos desaprender. Una persona que proviene de una familia donde existen historial suicida tiene cierta predisposición a cometer actos suicidas. La profesión y la religión están relacionadas también indirectamente con el suicidio. La persona que trabaje bajo presión y no sepa manejarlo puede tener pensamientos suicidas y ejecutarlos.


Durkheim distingue tres clases de suicidios:[11]

  1. Suicidio egoísta, típico de sociedades donde el individuo carece de integración social.
  2. Suicidio anómico, característico de falta de regulación social (anomia), existe una falta de normatividad en tanto que las normas sociales no son interiorizadas como propias por parte del individuo.
  3. Suicidio altruista, característico de sociedades con alto grado de integración social, el individuo se suicida por su sensación de pertenencia a la sociedad. Se mata por ella, un claro ejemplo son los kamikazes. Esta relación es patológica por que la persona pierde el sentido de individualismo. Este tipo de suicidio consiste en ofrecer su vida por algún ideal. El individuo sacrifica su vida en honor a quien el cree que se beneficiara de ello

Crisis económica y suicidio

Las crisis económicas no aumentan las muertes en general, sí aumentan las muertes por suicidio en todos los países y situaciones. El desempleo se asocia a suicidio. En España los suicidios están aumentando y son ya la tercera causa de muerte, tras la mortalidad cardiovascular y el cáncer[cita requerida]. En el mundo, el suicidio es la segunda causa de muerte, tras los accidentes de tráfico, entre los 10 y 24 años.[cita requerida] Se puede evitar el aumento de los suicidios, con el rechazo a las políticas que hacen caer el sistema de previsión social, la educación, la sanidad, la cultura y el medio ambiente.[12]

Suicidio en la adolescencia

Según Barón O (2000) “La adolescencia es un proceso intenso de cambios a todo nivel: corporal, psíquico, afectivo, familiar, social y que el suicidio, usualmente, se lleva a cabo en esta etapa como un comportamiento para contrarrestar la impotencia que se siente ante un problema existencialista. Además de estos se toman claramente en cuenta los importantes los antecedentes patológicos, particularmente los trastornos afectivos y el abuso de alcohol y drogas. En la misma el adolescente debe definir su identidad sexual y su personalidad”.[13]

Algunos datos

El suicidio, según las estadísticas mundiales, alcanza anualmente más de un millón de personas, lo que representa un 1,8% del total de fallecimientos.[14]

En los jóvenes y adolescentes, algunos de los factores de riesgo que influyen en la decisión de suicidarse son: abuso de la ingesta de alcohol, consumo de algún tipo de droga, violencia familiar, comportamientos antisociales, depresión, aislamiento, entre otros.[15]

En México, los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), revelan que durante el año 2006 se registraron en México 4277 suicidios, de los cuales el 83.3% fueron realizados por hombres y 16.7% por mujeres.[16]

Según Durkheim (1897) hay varios tipos de suicidios. Uno de estos se conoce como el suicidio por imitación. Este último se lleva a cabo porque el suicidio es un factor de impresión e impacto que tiene el suicidio a las personas en su alrededor, además dice que no solo impacta a aquellos cercanos a la víctima, sino que “un estornudo, un abucheo o un impulso homicida pueden pasarse de un individuo a otro sin que exista entre ellos más que una relación fortuita y pasajera”.[17]

Suicidas

Categoría principal: Suicidas

El suicidio ha sido un hecho que siempre ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad. Numerosos personajes famosos de la actualidad y del pasado se han suicidado. En los enlaces externos se muestra una lista de dichas celebridades.

Véase también

Referencias

  1. La palabra «suicidio» está formada con dos elementos latinos: sui, de sí mismo, y cidio, del verbo caedere, «matar»; el término fue creado por el abate François Desfontaines en 1735.
  2. Cf. Melinda Wenner, «Corteza frontopolar», Mente y Cerebro, 38, 2009, pág. 8.
  3. Cf. Joachim Marschall, «Suicidios hereditarios», Mente y Cerebro, 38, 2009, págs. 68-73.
  4. Cf. ídem, pág. 70.
  5. Gillon, C & Le Bonniec, Y. (1982) Suicidio: técnicas, historia,actualidad. España: ATE.
  6. Gillon, C & Le Bonniec, Y. (1982) Suicidio: técnicas, historia, actualidad. España: ATE.
  7. Durkheim, E. (1897). El suicidio. Argentina: Losada, S.A.
  8. Gillon, C & Le Bonniec, Y. (1982) Suicidio: técnicas, historia,actualidad. España: ATE.
  9. Defunciones según causa de muerte, INE
  10. «Death Due To Suicide». Eurostat. European Commission (2009). Consultado el 10-01-2010.
  11. Clasificación según Durkheim
  12. Gérvas J. Seamos prácticos: frente a la crisis, ningún suicidio. Equipo CESCA. 2011 febrero.
  13. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/213/21300605.pdf
  14. Los accidentes de tránsito, el suicidio y las afecciones maternas figuran entre las principales causas de muerte de los jóvenes, 11/9/2009 OMS
  15. ¿Cómo evitar el suicidio en adolescentes?, Futuros, Revista Trimestral Latinoamericana y Caribeña de Desarrollo Sustentable
  16. Informe Nacional sobre Violencia y Salud 2006, Secretaría de Salud, Gobierno de México
  17. Durkheim, E. (1897). El suicidio. Argentina: Losada, S.A.

Bibliografía complementaria

  • Mateo Bautista, Marcelo Correa. Relación de ayuda ante el suicidio. Argentina: San Pablo. ISBN 950-861-264-9. 
  • Estruch.J ; Salvador. C (1982) Los suicidios. Barcelona : Editorial Herder.
  • Daring to Die: The psychology of Suicide. Scientific American Mind. Volume 20,Number 7,January/February 2010.
  • El suicidio desde una perspectiva socio-económica cultural. Cuicuilco. Vol 12, número 003. Enero/abril 2005
  • Suicidio (1994) Anthony T.(Miami,Fl) : Editorial Unlit.
  • Augusti Rodes i Català, Aborto, suicidio y eutanasia, Barcelona, Joica, 2009.
  • Dolores Mosquera, La Autolesión: el lenguaje del dolor, Madrid, Pléyades, cop. 2008.
  • Andrés Ramón, Historia del suicidio en Occidente, Barcelona, Península, 2003.
  • Julio Bobes García, Comportamientos suicidas: prevención y tratamiento, Barcelona : Psiquiatría Editores, 2004.
  • Paolo Zambrano, Estudios sobre literatura y suicidio, Sevilla, Alfar, 2006.
  • Claus Roxin, Eutanasia y suicidio: cuestiones dogmáticas y de política criminal, Albolote (Granada), Comares, 2001.
  • Realino Marra, Suicidio, diritto e anomia. Immagini della morte volontaria nella civiltà occidentale, Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 1987,

Enlaces externos


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  • suicidio — /sui tʃidjo/ s.m. [voce formata sull analogia di omicidio, col lat. sui (genit. del pron. rifl.) e il suff. cidio ]. 1. [atto di togliersi deliberatamente la vita: tentare il s. ] ▶◀ autoeliminazione. ‖ omicidio. 2. (fig., iperb.) [grave danno… …   Enciclopedia Italiana

  • suicídio — |u i| s. m. Ato ou efeito de suicidar se …   Dicionário da Língua Portuguesa

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