- Clasicismo de Francia
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El clasicismo francés es un movimiento pictórico desarrollado en la Francia del siglo XVII. Se enmarca dentro de un movimiento más amplio, el clasicismo que, como alternativa al barroco, se originó en Italia y también tuvo sus manifestaciones en los Países Bajos del sur (escuela de Lieja).
Contenido
Historia
El estilo Luis XIII
A principios del siglo XVII coincidieron el final del manierismo y el principio del barroco en la corte de María de Médici y Luis XIII. El arte de este periodo mostró influencias del norte de Europa tanto de la escuela holandesa como de la flamenca y de los pintores romanos de la Contrarreforma. Entre los artistas se suscitó un debate entre los partidarios de Rubens (color, libertad, espontaneidad, el barroco) y los partidarios de Nicolas Poussin (dibujo, control racional, proporción, el clasicismo romano). A principios de siglo, además, destaca el caravagismo, tendencia pictórica influida por Caravaggio y que tuvo en Francia su máximo exponente con Georges de La Tour con sus cuadros iluminados con velas.
Así como el tenebrismo tuvo éxito en la Francia de provincias, el clasicismo arraigó en la corte y en París, entre un público de aristócratas y la alta burguesía. El clasicismo francés de la época de Luis XIII estuvo dominado por las figuras de dos artistas que trabajaban en Roma: Nicolas Poussin y Claudio Lorena y se vieron a su vez influidos notablemente por el clasicismo de Annibale Carracci y sus seguidores. De este último se destacan sobre todo los paisajes, que influyó en el romanticismo. Tanto Poussin como Lorena satisfacían ante todos los gustos de los coleccionistas franceses, especialmente de Richelieu y Mazarino, que adquirían sus obras.
Otro pintor que también desarrolló su carrera en Roma, pero cuyas obras se adquirían en Francia, fue Gaspard Dughet. En París trabajaron Laurent de La Hyre y Jacques Stella.
En la corte francesa se cultivó igualmente el retrato, destacando sobre todo en este punto la obra de Philippe de Champaigne, que cultivo tanto el retrato sencillo, íntimo, de gran penetración psicológica, como el cortesano, en que que se presentan a los reyes y las grandes figuras con todo su esplendor. El retrato de corte suele ser de pie, con accesorios como columnas o cortinajes. En las pinturas de Ph. de Champaigne destacan dos retratos de Luis XIII, el triple retrato del cardenal Richelieu y los retratos de miembros de los jansenistas, grupo al que perteneció desde 1645.
Aticismo
A mediados de siglo la corriente dominante fue el aticismo, estilo caracterizado por sus peculiares refinamientos. Representan esta tendencia Eustache Le Sueur, Sébastien Bourdon, Nicolas Chaperon y Nicolas Loir.
Se trata de una corriente que se produjo sobre todo en París. Solían pintar por encargo de mecenas, tanto de la iglesia como laicos.
Los aticistas prefirieron representar temas de la Antigüedad clásica, tratándolos de manera preciosista. Las composiciones son sencillas, pero dentro de ellas había códigos y símbolos que los refinados comitentes sabían descifrar.
Los personajes aparecen en actitudes tranquilas, reposadas, estáticas. Estaban vestidos de forma elegante, con ropas que se doblaban y ondulaban a la manera clásica. Los gestos eran delicados, las expresiones frías.
Predomina el dibujo sobre el color, siendo este de las tonalidades suaves, como el gris o el rosa. El único color con cierta intensidad es el azul.
Pintaban sobre telas encoladas directamente en el entablado a la francesa.
La corte de Luis XIV
Aunque con algún predecesor, Nicolas Poussin se convirtió en pintor de la corte. La mayor parte de su vida transcurrió en Roma. El Cardenal Richelieu le ordenó regresar a Francia para ostentar este cargo aproximadamente un año, muriendo en 1665. Poussin es autor de un tratado, La expresión de las pasiones.
Durante el reinado de Luis XIV, el clasicismo se identificó con el "gran gusto", siendo la figura más influyente fue Charles Le Brun, aticista en su juventud, que marcó el estilo oficial de la época. Aunque el iniciador es considerado Simon Vouet, antiguo tenebrista, es sin duda Le Brun la figura académica por excelencia, y quien mejor supo defender el ideal artístico del Rey Sol. Fue nombrado Primer Pintor del Rey en 1664, y dirigió los trabajos de Versalles.
Fue determinante la creación, en 1648, de la Academia Real de Bellas Artes, bajo los auspicios del cardenal Mazarino, con lo que se creaban unas líneas artísticas oficiales al servicio de la monarquía.
Gracias a la Academia y a los encargos del rey Luis XIV para la decoración de Palacio de Versalles, el clasicismo hará de esta tendencia el movimiento oficial de Francia e influirá ampliamente sobre toda una generación de pintores franceses y del resto de Europa.
Pierre Mignard, sucesor de Le Brun, siguió la misma tendencia, pero con mayor fastuosidad.
La academia estableció la jerarquía de géneros en pintura, ocupando el último lugar el paisaje y siendo el más noble de los géneros la pintura de historia. Esta empleaba una retórica pictórica muy marcada y un sentido estricto de lo que se consideraba decoroso.
En 1672, Le Brun se muestra partidario de la línea (Poussin) en detrimento del color (Rubens). Así, da el carácter y normativiza el estilo clásico, la obra de Poussin simboliza las virtudes de la claridad, la lógica y el orden, principios del academicismo.
En el retrato de corte destacaron Hyacinthe Rigaud y Nicolas de Largillière. Éste, y Jean Jouvenet personifican los últimos momentos de esta corriente.
Estilo
Como en otras disciplinas, el clasicismo en pintura tiende hacia un ideal de perfección y de belleza, inspirado de lo que se cree entonces que eran las virtudes de la Antigüedad.
Se hacen composiciones al fresco, sobre todo para la decoración de cúpulas, y óleos sobre lienzo de tamaño más pequeño que el usual de la pintura barroca.
La pintura escoge los temas nobles y preferentemente inspirados de la antigüedad o de la mitología grecorromana. No obstante, eran también frecuentes los cuadros religiosos. También se cultiva el retrato, comenzando por los del rey, en fastuosas disposiciones, y siguiendo por los de nobles y burgueses que deseaban hacerse retratar.
Finalmente, cobra gran importancia el paisaje, tratado "a la italiana", esto es, vistas con edificios en perspectiva y concediendo gran importancia a la luz. Los pintores tomaban apuntes del natural pero luego recreaban esos paisajes en sus estudios, usándolos como decorado para las escenas mitológicas.
La composición y el dibujo deben primar sobre el color y el concepto sobre la seducción de los sentidos. Las composiciones son cerradas, tendiendo a un esquema piramidal, con figuras centradas; no se representa con realismo, sino que los personajes se idealizan. Están posando, con tranquilidad, evitándose las posturas forzadas o exageradas tan propias del barroco.
Autores
Principales pintores clasicistas:
- Nicolas Poussin (1594-1665)
- Jacques Stella (1596-1657)
- Philippe de Champaigne (1602-1674)
- Claudio de Lorena o Claude Gellée (h. 1602-1682)
- Gaspard Dughet (1615-1675)
- Laurent de La Hyre (1606-1656)
- Nicolas Chaperon (1612-1651), aticismo
- Pierre Mignard (1612-1695)
- Eustache Le Sueur (1616-1655), aticismo
- Sébastien Bourdon (1616-1671), aticismo
- Charles Le Brun (1619-1690), aticismo en su juventud
- Nicolas Loir (1624-1679), aticismo
- Jean Jouvenet
Galería
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El triunfo de Flora, Nicolas Poussin, h. 1627-1629, óleo sobre lienzo, 165 × 241 cm, Museo del Louvre, París.
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Paisaje con el embarque de Santa Paula en Ostia, Claude Lorrain, 1639-1640, óleo sobre lienzo, 211 × 145 cm, Museo del Prado, Madrid.
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Retrato de la Madre Arnauld y de la hija del pintor. Exvoto, Philippe de Champaigne, 1662, Museo del Louvre, París.
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Fundación de una villa en Germania por los tectosagos, Jean Jouvenet, 1685, Museo de los Agustinos, Toulouse
Véase también
Referencias
- Carrassat, P.F.R. y Marcadé, I., Movimientos de la pintura, Spes Editorial, S.L., 2004. ISBN 84-8332-596-9.
- Maneyre-Dagen, N., Leer la pintura, Spes Editorial, S.L., 2005. ISBN 84-8332-598-5.
- Pérez Sánchez, A.E., en Historia del Arte, Anaya, Madrid, 1986. ISBN 84-207-1408-9.
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