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Claude Lorrain
Claude Lorrain
Claude Lorrain.Nombre real Claude Gellée Nacimiento 1600
Francia, ChamagneFallecimiento 1682
Italia, RomaNacionalidad francés Área pintor Movimiento Clasicismo Obras destacadas El puerto de Ostia con el embarque de Santa Paula Romana (1637-39), Puerto con el embarque de la Reina de Saba (1648) Influido por Giorgione, Tiziano, Veronese, Annibale Carracci, Domenichino, Adam Elsheimer, Paul Brill Influyó Gaspard Dughet, Jan van Goyen, Jacob Ruysdael, Joshua Reynolds, John Constable, Joseph Mallord William Turner, Camille Corot, Charles-François Daubigny, Théodore Rousseau, Hans Thoma Claude Gellée, llamado Claude Lorrain o, en español, Claudio de Lorena (Chamagne, Lorena, 1600 – Roma, 1682), fue un pintor francés establecido en Italia. Perteneciente al periodo del arte Barroco, cabe enmarcarlo en la corriente denominada Clasicismo.
Contenido
Biografía
Claude Gellée nació el 1600 en Chamagne, cerca de Lunéville, al sur de Nancy, en el ducado de Lorena, por aquél entonces una región independiente. Huérfano desde 1612, pasó una breve estancia con su hermano mayor en Friburgo de Brisgovia; éste, escultor en madera especializado en marquetería, le enseñaría los rudimentos del dibujo. En 1613 viaja a Roma, donde trabaja de pastelero, oficio tradicional lorenés, y entra al servicio de Agostino Tassi, pintor paisajista tardomanierista, del que posteriormente sería discípulo. En los años 1619-21 se establece en Nápoles, donde estudia pintura junto a Gottfried Wals, pintor originario de Colonia. En 1625 inicia un viaje por Loreto, Venecia, Tirol y Baviera, y vuelve a su lugar de origen, estableciéndose en Nancy por año y medio. Aquí colaborará como ayudante de Claude Deruet, pintor de la corte ducal, trabajando en los frescos de la iglesia de los Carmelitas de Nancy (hoy perdidos). Por último, en 1627 regresa a Roma, ciudad donde permanecerá el resto de sus días.
En la década de 1630 empieza a consolidarse como pintor, haciendo paisajes inspirados en la campiña romana, de aire bucólico-pastoril. Firma sus cuadros como “le lorrain” (el lorenés), por lo que empieza a ser conocido como Claude Lorrain. En Roma contacta con Joachim von Sandrart y otros extranjeros establecidos en la capital italiana (Swanevelt, Poelenburgh, Breenbergh), con los que se introduce en la pintura paisajista; también hace amistad con Nicolas Poussin, otro francés afincado en Roma. Hacia 1630 pintó frescos en los palacios Muti y Crescenzi, técnica que ya no volvería a emplear. Su nombre empieza a ser conocido en los círculos artísticos de Roma, recibiendo diversos encargos: es favorecido por el cardenal Bentivoglio, quien le introducirá al papa Urbano VIII. Durante toda su vida pintará para la nobleza, recibiendo encargos de toda Europa. Su fama es tal que empiezan a surgirle imitadores –en especial Sébastien Bourdon–, por lo que en 1634 inicia el Liber Veritatis (British Museum), cuaderno de dibujos donde dejaba constancia de todas sus composiciones, para evitar las falsificaciones; consta de 195 dibujos, donde copiaba la composición de sus obras, describiendo con toque magistral las menudencias del cuadro, para quién se había pintado y sus honorarios. En 1634 ingresa en la Accademia di San Luca y, en 1643, en la Congregazione dei Virtuosi, sociedad literaria fundada en 1621 por el cardenal Ludovisi.
En 1636 debió realizar un breve viaje a Nápoles, y al año siguiente se publica una serie de aguafuertes, los Fuegos Artificiales, encargada por el marqués de Castel Rodrigo, embajador de España en Roma. Quizá por recomendación de éste, Lorrain recibió un encargo de Felipe IV para el Palacio del Buen Retiro en Madrid, para decorar la Galería de Paisajes. Claude realizó ocho cuadros monumentales, en dos grupos, cuatro de formato longitudinal (1635-38), y cuatro de formato vertical (1639-41); el programa iconográfico, tomado de la Biblia e Historias de los Santos, debió ser desarrollado conforme a las instrucciones del conde-duque de Olivares, que dirigía las obras. En 1654 se le ofrece el puesto de rector principal de la Accademia di San Luca, que rechaza, prefiriendo vivir dedicado a la pintura. Aquejado de gota desde 1663, en sus últimos años ejecuta cada vez menos cuadros, derivando hacia un estilo más sereno, personal y poético. Fallece en Roma en 1682, siendo enterrado en la iglesia de la Trinità dei Monti, en medio del general respeto y la estima de sus contemporáneos.
Estilo
El paisaje clásico
La especialidad indiscutible de Lorrain fue el paisaje, de ambientación frecuentemente religiosa o mitológica. Claude tenía una visión idealizada del paisaje, donde el culto a la Antigüedad, la serenidad y placidez de mar y cielo, del sol, de las figuras, reflejan un espíritu evocador, idealizador de un pasado mítico, perdido pero recordado en una ideal perfección. Integrado desde joven en la pintura paisajística por sus maestros Tassi y Wals, recibió también la influencia de otros dos pintores nórdicos afincados en Roma: Adam Elsheimer y Paul Brill. Ambos autores habían creado en el entorno romano el interés por el paisaje terrestre y la marina, que aparecían como protagonistas de frescos o lienzos, mientras que los personajes poseían un papel secundario. Claude aprendió de sus maestros una tradición de paisaje lírico, con un gusto por los panoramas amplios, los puertos de mar, el análisis de la luz y los recuerdos de un pasado clásico prestigioso. Asimismo, Lorrain se inspira en la tradición paisajista italiana inmediatamente anterior a él: pintores venecianos como Giorgione, Tiziano y Veronese, que se nutren de las fuentes clásicas para crear una primera visión clasicista del paisaje; Annibale Carracci, Domenichino y otros Incamminati de la Escuela Boloñesa, junto a conceptos rafaelescos, aportarán a Lorrain una visión enaltecida de la antigüedad; de educación primaria, la traducción que estos autores hacen de los ideales del pasado en clave moderna será esencial para su formación.
Claude Lorrain se enmarca así en un estilo de paisaje muy específico: el “paisaje ideal”, el cuál refleja la realidad de manera más intelectual, a través de un contacto emocional con la naturaleza, a la que se corrige en aras de una nueva perfección, imponiéndole un sentido de la belleza, un ritmo cadencioso, una sensación de reposo y equilibrio. Lorrain toma sus referencias de la literatura clásica romana: las Églogas y Geórgicas de Virgilio, Las Metamorfosis de Ovidio, etc. Más tarde, amplía su repertorio de la mitología clásica a la iconografía cristiana, la hagiografía y las escenas bíblicas. Para sus paisajes Lorrain se inspira en la campiña romana, en las panorámicas de Ostia, Tívoli y Civitavecchia, en los palacios urbanos y las ruinas latinas, en las colinas samnitas y el litoral tirreno, en la costa del golfo de Nápoles, desde Sorrento hasta Pozzuoli, y en las islas de Capri e Ischia.
En pocos años Lorrain se convirtió en uno de los más famosos paisajistas, honrado por soberanos como Urbano VIII y Felipe IV; las obras pintadas para este último son de las de mayor dimensión hasta ese momento, y su concepción monumental marca el punto álgido en la madurez del artista. A partir de 1650 deriva hacia un estilo más sereno, de corte más clásico, influido por Carracci y Domenichino; aumenta la amplitud y la complejidad del planteamiento escénico, el paisaje alude cada vez más a la campiña romana, y encuentra nuevos repertorios temáticos en las representaciones bíblicas. En los últimos años de su existencia el formato monumental prosigue en las escenas del Antiguo Testamento, mientras los temas mitológicos asumen una nueva pureza: la Eneida pasa a ser su principal fuente de inspiración, originando una serie de obras con misteriosas escenificaciones de un mundo desaparecido: Palanteo, Delfos, Cartago, el Parnaso. La figura humana queda reducida hasta lo insignificante, se convierten en marionetas, dominadas completamente por el paisaje que les rodea.
La luz como elemento estético
Una de las características principales en la obra de Lorrain es su utilización de la luz, no una luz difusa o artificial como en el naturalismo italiano (Caravaggio) o el realismo francés (La Tour, hermanos Le Nain), sino una luz directa y natural, proveniente del sol, que sitúa en medio de la escena, en amaneceres o atardeceres. Claude Lorrain supone un punto álgido en la representación de la luz en la pintura, que adquiere cotas máximas en el Barroco con artistas como Velázquez, Rembrandt o Vermeer, aparte del propio Lorrain. El artista lorenés consigue reflejar como nadie las distintas horas del día, a través de las sutiles matizaciones del colorido; según la orientación de la luz podemos distinguir entre mañana y tarde: la luz procedente de la izquierda significa la mañana, con tonos fríos para el paisaje y el cielo; la luz procedente de la derecha será la tarde, con tonalidades cálidas y un uso más abundante de tintas parduscas en el paisaje. La colocación directa del disco solar suele efectuarse en marinas, en escenas situadas en puertos, que sirven de pretexto para dar una cierta acción a la temática figurativa; en cambio, los paisajes en el campo suelen ser de una luz más difusa, generalmente lateral, que ilumina con más suavidad. Lorrain imprime a su cromatismo un fuerte sentido simbólico: todo lo que se refiere a la naturaleza divina o implica un concepto de serenidad está hecho con la gama azul; la potencia del amor, con el rojo; la magnificencia con el amarillo; la sumisión con el morado; la esperanza con el verde. Para Lorrain la luz cumple un factor plástico, al ser la base con la que organiza la composición, con la que crea el espacio y el tiempo, con la que articula las figuras, las arquitecturas, los elementos de la naturaleza; y en segundo lugar, un factor estético, al destacar la luz como principal elemento sensible, que atrae y envuelve al espectador, conduciéndolo a un mundo de ensueño, un mundo de ideal perfección.
Técnica
Claude Lorrain se basa en la observación directa de la naturaleza: se levantaba a primera hora de la mañana y se iba al campo, permaneciendo a veces hasta la llegada de la noche; allí tomaba apuntes, bocetos a lápiz, y de vuelta al taller pasaba sus hallazgos al cuadro. La técnica más corriente de Lorrain es el dibujo a pluma o a la aguada, sobre un esbozo rápido a la piedra negra. Para los dibujos compuestos, el artista suele utilizar papeles entintados, sobre todo en color azul. Claudio era un dibujante espontáneo e infatigable, que se deleitaba con los efectos inmediatos de la pluma, el pincel o la tiza sobre el papel. Trabajaba con fluidez en todo tipo de técnica: pluma y tinta diluida, esfumados a la aguada, carboncillo, sanguina, sobre papel blanco, azul o colorado. Lorrain abandonó la realización de paisajes al fresco en beneficio del óleo, ya que la nueva técnica le permitía expresar más eficazmente las posibilidades estéticas de la luz sobre el ambiente. La calidad de su obra se basa en la belleza de la ejecución, la naturaleza compacta de la pincelada hasta el detalle, la rica sustancia cromática; a pesar del notable nivel del pulimento, siempre puede advertirse el rasgo del pincel. El dominio de las infinitas tonalidades, hechas a base de una sutil coloración iluminada, informa sobre su fidelidad a la técnica pictórica y su agudeza en revelar los más íntimos detalles de la naturaleza.
Claude realizaba de cuatro a ocho dibujos preliminares, donde diseñaba la composición de la pintura; algunos dibujos presentan un cuadriculado que regula la exactitud de las proporciones. Una vez en el cuadro, calcula cada línea importante, los límites de las formas, las intersecciones y las posiciones de las figuras según proporciones geométricas elementales, sobre todo mediante la sección áurea, pero también subdividiendo la altura y la anchura en tercios y cuartos. Al hacer un dibujo de paisaje, empezaba por establecer la línea del horizonte, que estaba a dos quintos de altura del cuadro; la disposición suele ser ortogonal, fugando hacia el horizonte, generalmente hacia donde está el sol.
Repercusión de la obra de Lorrain
Claude Lorrain sólo tuvo un discípulo, llamado Angeluccio, del que se sabe poco. Sin embargo, su estilo creó escuela dentro del clasicismo francés, influenciando a artistas como Gaspard Dughet, Jean Lemaire, etc. Fuera del ambiente clasicista, los paisajes de Claude inspiraron a Van Goyen y Ruysdael. Su influencia perduró en el siglo XVIII, sobre todo en el Reino Unido, inspirando a artistas como Reynolds, Constable, y sobre todo Turner: en su cuadro Dido construye Cartago, o el auge del reino cartaginés (1815) Turner despliega una composición casi idéntica a las más típicas de Lorrain; el artista inglés donó este cuadro a la National Gallery con la condición de que fuera colgado junto al Puerto con el embarque de la Reina de Saba de Lorrain. En el siglo XIX su influencia se vislumbra en paisajistas como Corot, Daubigny, Théodore Rousseau y Hans Thoma, mientras que sus investigaciones en el campo de la luz tendrán eco en el impresionismo. Por último, incluso en el siglo XX vemos la huella loreniana en un cuadro de Salvador Dalí, La mano de Dalí levantando un velo de oro en forma de nube para mostrar a Gala la aurora desnuda, muy lejos detrás del sol (1977), versión surrealista del cuadro de Lorrain El puerto de Ostia con el embarque de Santa Paula Romana.
Obra seleccionada
- Paisaje con mercaderes (1630) – óleo sobre lienzo, 97,2 x 143,6 cm, National Gallery of Art, Washington.
- El molino (1631) – óleo sobre lienzo, 62 x 85 cm, Museum of Fine Arts, Boston.
- Puerto con la Villa Medici (1637) – óleo sobre lienzo, 102 x 133 cm, Galleria degli Uffizi, Florencia.
- Paisaje con el hallazgo de Moisés (1637-39) – óleo sobre lienzo, 209 x 138 cm, Museo del Prado, Madrid.
- El puerto de Ostia con el embarque de Santa Paula Romana (1637-39) – óleo sobre lienzo, 211 x 145 cm, Museo del Prado, Madrid.
- Paisaje con San Onofre (1638) – óleo sobre lienzo, 158 x 237 cm, Museo del Prado, Madrid.
- Paisaje con las tentaciones de San Antonio Abad (1638) – óleo sobre lienzo, 159 X 239 cm, Museo del Prado, Madrid.
- Vista del Monte Mario sobre el valle del Tíber (1640) – pincel, 18,5 X 28,6 cm, British Museum, Londres.
- Puerto con Helíades afligidas (1640) – óleo sobre lienzo, 125,5 x 175,5 cm, Wallraf-Richartz Museum, Colonia.
- Puerto con el embarque de Santa Úrsula (1641) – óleo sobre lienzo, 113 x 149 cm, National Gallery, Londres.
- Puerto con el desembarco de Cleopatra en Tarso (1642-43) – óleo sobre lienzo, 119 x 170 cm, Musée du Louvre, París.
- Paisaje costero italiano (1642) – óleo sobre lienzo, 97 x 131 cm, Staatliche Museen, Berlín.
- Paisaje imaginario de Tivoli (1642) – óleo sobre cobre, 21,6 x 25,7 cm, Courtauld Institute Galleries, Londres.
- Marina con los troyanos quemando sus barcos (1643) – óleo sobre lienzo, 105 x 152 cm, Metropolitan Museum, Nueva York.
- Puerto al anochecer (1643) – óleo sobre lienzo, 74 x 99 cm, Royal Collection, Windsor.
- Paisaje campestre con el Puente Milvio (1645) – óleo sobre lienzo, 74 x 97 cm, City Art Gallery, Birmingham.
- Paisaje con Céfalo y Procris reunidos por Diana (1645) – óleo sobre lienzo, 102 x 132 cm, National Gallery, Londres.
- Paisaje con Apolo guardando los rebaños de Admeto (1645) – óleo sobre lienzo, 55 x 45 cm, Galleria Doria-Pamphili, Roma.
- Paisaje con pastores (1645-46) – óleo sobre lienzo, 68,8 x 91 cm, Szépművészeti Múzeum, Budapest.
- Marina con Apolo y la Sibila de Cumas (1645-50) – óleo sobre lienzo, 99,5 x 127 cm, Museo del Hermitage, San Petersburgo.
- Puerto con la partida de Ulises de la tierra de los Feacios (1646) – óleo sobre lienzo, 119 x 150 cm, Musée du Louvre, París.
- Puerto con Ulises restituyendo a Criseida a su padre (1648) – óleo sobre lienzo, 119 x 150 cm, Musée du Louvre, París.
- Paisaje con la boda de Isaac y Rebeca (1648) – óleo sobre lienzo, 149 x 197 cm, National Gallery, Londres.
- Puerto con el embarque de la Reina de Saba (1648) – óleo sobre lienzo, 148 x 194 cm, National Gallery, Londres.
- Paisaje con Paris y Enone (1648) – óleo sobre lienzo, 119 x 150 cm, Musée du Louvre, París.
- Paisaje con Apolo y las musas (1652) – óleo sobre lienzo, 186 x 290 cm, National Gallery of Scotland, Edimburgo.
- Marina con el rapto de Europa (1655) – óleo sobre lienzo, 100 x 137 cm, Museo Pushkin, Moscú.
- Ariadna y Baco en Naxos (1656) – óleo sobre lienzo, 77,5 x 103 cm, Arnot Art Museum, Elmira.
- Paisaje con Acis y Galatea (1657) – óleo sobre lienzo, 100 x 135 cm, Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde.
- Paisaje con Apolo y Mercurio (1660) – óleo sobre lienzo, 74,5 x 110,5 cm, Wallace Collection, Londres.
- Paisaje con el padre de Psique sacrificando en el templo de Apolo (1663) – óleo sobre lienzo, 174 x 220 cm, Anglesey Abbey, Cambridgeshire.
- Paisaje con descanso en la huida a Egipto (1663) – óleo sobre lienzo, 193 x 147 cm, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
- Paisaje con Psique en el exterior del palacio de Cupido (1664) – óleo sobre lienzo, 87 x 151 cm, National Gallery, Londres.
- Herminia y los pastores (1666) – óleo sobre lienzo, 92,5 x 137 cm, Col. Conde de Leicester, Holkham Hall, Norfolk.
- Paisaje con Abraham expulsando a Agar e Ismael (1668) – óleo sobre lienzo, 107 x 140 cm, Alte Pinakothek, Múnich.
- Paisaje con la ninfa Egeria llorando a Numa (1669) – óleo sobre lienzo, 157 x 199 cm, Museo Nazionale Capodimonte, Nápoles.
- Paisaje nocturno con la lucha de Jacob y el ángel (1672) – óleo sobre lienzo, 116 x 159 cm, Museo del Hermitage, San Petersburgo.
- Paisaje con Eneas en Delos (1672) – óleo sobre lienzo, 100 x 134 cm, National Gallery, Londres.
- Vista de Delfos con una procesión (1673) – óleo sobre lienzo, 101,7 x 127,3 cm, Art Institute of Chicago.
- Marina con Perseo y el origen del coral (1674) – óleo sobre lienzo, 100 x 127 cm, Col. Conde de Leicester, Holkham Hall, Norfolk.
- Puerto al amanecer (1674) – óleo sobre lienzo, 72 x 96 cm, Alte Pinakothek, Munich.
- Paisaje con el desembarco de Eneas en el Lacio (1675) – óleo sobre lienzo, 175 x 224 cm, Anglesey Abbey, Cambridgeshire.
- Vista de Cartago con Dido y Eneas saliendo a cazar (1676) – óleo sobre lienzo, 120 x 149,2 cm, Kunsthalle, Hamburgo.
- Apolo y las Musas en el Monte Helión (Parnaso) (1680) – óleo sobre lienzo, 98 x 135 cm, Museum of Fine Arts, Boston.
- Paisaje con Noli Me Tangere (1681) – óleo sobre lienzo, 84,5 x 141 cm, Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt.
- Paisaje con el Cristo jardinero (1681) – óleo sobre lienzo, 84,5 x 141 cm, Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt.
- Paisaje con Ascanio asaeteando el ciervo de Silvia (1682) – óleo sobre lienzo, 120 x 150 cm, Ashmolean Museum, Oxford.
Bibliografía
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- Schöne, Wolfgang: Über das Licht in der Malerei, Verlag, Berlín, 1979.
- Teyssèdre, Bernard: El arte del siglo de Luis XIV, Labor, Barcelona, 1973.
Véase también
Enlaces externos
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