- Huelga general en España de 1855
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La huelga general en España de 1855, se considera la primera huelga general convocada en la historia de España. Tuvo lugar en 1855 y, aunque circunscrita a Cataluña, ya que era el principal, y casi único, centro industrial español (mayoritariamente textil) se considera por su importancia, seguimiento y repercusión, la primera huelga general en España que ocurrió durante el reinado de Isabel II concretamente con el gobierno Baldomero Espartero en el Bienio Progresista.[1]
Contenido
Contexto político
La huelga general ludista de 1855 tuvo lugar durante el reinado de Isabel II, en el denominado Bienio Progresista. La denominada revolución de 1854, a finales de junio del mismo año, engloba tanto el pronunciamiento ocurrido el 28 de junio, como los sucesos de julio (el General O'Donnell, con el apoyo de Francia y Gran Bretaña, y desde la embajada británica en Madrid, dio un golpe de Estado en julio de 1854), dieron lugar al Bienio Progresista (1854–1856) bajo la presidencia de Baldomero Espartero (Partido Progesista) y finaliza con la cesión del gobierno al General Leopoldo O'Donnell.[2] [3]
Los gobiernos siguientes, de Leopoldo O'Donnell, Ramón María Narváez y Luis González Bravo, agudizarán la reacción contrarrevolucionaria.[4]
Origen de la huelga: maquinismo en la industria textil
Los trabajadores inicialmente se habían movilizado contra el maquinismo en el llamado conflicto de las selfactinas (por la introducción de las selfactinas (del inglés self-acting, "de acción automática"), que mecanizaban una parte importante de trabajo del hilado.[5]
Pero el desencadenante de la huelga general y apoyo masivo y solidario de otros obreros fue la orden cursada, por el Capitán General de Cataluña Juan Zapatero y Navas el 24 de julio, disolviendo las asociaciones obreras ilegales, y poniendo bajo el control militar todas las asociaciones de socorros mutuos permitidas. También se sometía a la ley marcial a todo el que directa o indirectamente se propasase a coartar la voluntad de otro para que abra sus fábricas o concurra trabajar en ellas, si no accede a las exigencias que colectivamente se pretenda imponer.[4]
Desarrollo y duración de la huelga: 2 al 11 de julio de 1855
La huelga general duró del 2 al 11 de julio de 1855 y fue masivamente seguida.[4]
Pan y trabajo - Asociación o muerte
El lema de la huelga era «asociación o muerte». Las exigencias fueron, además de la libertad de asociación, la reducción de la jornada de trabajo y el aumento del salario. La «Unión de clases» publicó un Manifiesto en el que, dirigiéndose a la clase obrera de Cataluña, se la exhortaba a sumarse a la acción huelguística.[4]
Entrevista con Espartero en Madrid y represión en Barcelona
Una Comisión de Trabajadores fue a Madrid para reunirse el Regente, el general Espartero, con el objetivo de que se reconociera el derecho de asociación. El general Espartero no recibió a la Comisión.[4]
En Barcelona, mientras tanto, la autoridad militar aplicaba sanciones con gran severidad: entre ellas, prisión, deportación, castigos corporales, y amenazas de pena de muerte. El 8 de julio, la fragata «Julia» zarpó con rumbo a La Habana con 70 militantes obreros deportados.[4]
Toma de Barcelona por los militares: fin de la huelga
El 9 de julio de 1855, Barcelona fue tomada militarmente. El general Espartero envió a su ayudante, Sanabria, con un documento lleno de vagas promesas. La huelga general se extinguió el 11 de julio.[4]
La Corona de Aragón: 4 de julio de 1855
En el diario liberal barcelonés La Corona de Aragón, en su edición del 4 de julio de 1855, fue publicado el siguiente artículo:
La zozobra, la inquietud, el malestar, la discordia y la desconfianza se han hospedado por fin en Barcelona, en la bella Barcelona.En un día y a una hora dada han cesado los trabajos en todas las fábricas de Cataluña, y cien mil hombres se han lanzado a la calle pidiendo 'pan y trabajo' y gritando 'asociación o muerte'. Al estado a que han llegado ya las cosas, antes de que una colisión venga a sembrar el luto y el dolor en las familias, ya no hay que volver la vista atrás, sino tomar la cuestión en el punto en que se halla, y con la leal protesta de los mejores y más sinceros deseos, decir lo que creemos oportuno para poner en práctica y para terminar esa situación triste y angustiosa, tanto más angustiosa y triste cuando los carlistas enarbolan decididamente su negra bandera y escogen por campo de batalla las llanuras y montañas del antiguo Principado.
¿Qué es lo que piden esas inmensas masas de trabajadores que pueblan nuestras calles, sin manifestarse hostiles sin embargo, sin insultar a nadie, debemos decirlo en su favor, sin propasarse a nada? El derecho de asociación.
Piden también que se fijen de un modo estable las horas de trabajo y que se constituya un gran jurado de amos y obreros que arreglen buenamente las discordias que entre ellos se susciten. Pues bien, que se forme ese jurado, nosotros también lo pedimos, también lo demandamos en nombre de la libertad, en nombre del orden, en nombre de las familias, en nombre de la pública tranquilidad, en nombre de Barcelona toda.
Que se forme ese jurado, sí, pero no de amos y de operarios solo, sino de doce o quince personas en que estén representadas las clases principales, de doce o quince personas cuyos nombres solos sean una garantía para todos los buenos, para todos los liberales, para todos los que, identificados con los principios santos proclamados por la gloriosa revolución de julio, deseen verdaderamente que la libertad, el orden y el progreso lleguen a establecerse por fin de una manera sólida en nuestro infortunado país.
Que se forme ese jurado, que se busquen para formarlo hombres de talento, de conocimientos, de acrisolado patriotismo, de principios reconocidos, de arraigo en el país, de influjo en el pueblo, de sentimientos puros, leales y nobles, y que se den a ese jurado amplias facultades por parte de los trabajadores lo mismo que por la de los amos, y que ese jurado, en fin, estudie, investigue, indague y obre en vista de los documentos y de las pruebas que se le sometan, según su leal saber y entender le dicten, interín las cortes, como debieran ya haberlo hecho, se ocupan de asunto tan importante y tan vital.
Este es nuestro parecer que francamente emitimos, que sinceramente proponemos, sin segundas miras, sin doble intención, sin más intención ni miras que las de contribuir a la felicidad y al bienestar de los jornaleros hermanos nuestros.
Nos atrevemos a pedir al Escmo. señor capitán general, al Escmo. señor gobernador civil, a la Diputación, al Ayuntamiento, a los trabajadores todos que adopten nuestro proyecto, si lo creen oportuno, como un medio honroso de transacción. Nos atrevemos a pedir a la prensa barcelonesa, nuestra hermana, que apoye nuestro proyecto, si lo juzga útil, y le añada lo que su ilustración sabrá encontrar y nuestra ignorancia no nos ha dejado ver.
Es preciso que esta situación triste y lamentable concluya, es preciso que se calme esa crisis industrial, es preciso que los ánimos se tranquilicen y sosieguen, a fin de que juntos, unidos y compactos podamos acudir contra nuestro enemigo común que es el carlista, que es el absolutista, que es el reaccionario, que es, en fin, todo el que es enemigo de la libertad.
Nosotros proponemos el medio, cumpliendo con nuestra misión de honrados y leales periodistas.
Proponga cada cual el suyo y que el pueblo y las autoridades adopten el mejor, pero que se adopte un pronto, pronto, pronto, antes que aprovechando esos momentos para ellos propicios, se aventuren a dar un golpe de mano nuestros enemigos tan incansables como vigilantes, antes de que un tiro disparado al acaso promueva una colisión, antes de que venga la guerra intestina, la guerra civil, y con la guerra civil la miseria, la desolación, el luto y la desdicha de la un día tan opulenta y hoy tan desgraciada Barcelona.[6]Referencias
- ↑ Historia de España, Pierre Vilar (1947), Crítica, 2008, ISBN 84-7423-949-4, pag. 160
- ↑ Conflictividad social y revuelta política en Zaragoza, 1854-1856, Vicente Pinilla Navarro, Diputación General de Aragón, 1985, pág. 206
- ↑ La financiación exterior del capitalismo español en el siglo XIX, María Teresa Costa, Editions de la Universitat de Barcelona, 1982, ISBN 84-7528-051-X, pág. 43
- ↑ a b c d e f g Historia del movimiento obrero en España, José María Laso Prieto, en Catoblepas
- ↑ Bando del general Zapatero durante la huelga de 1855, en El trabajo en España: de la crisis del sistema gremial a la flexibilización, Álvaro Soto Carmona, 2003, ISBN 84-96190-30-7, pag. 72
- ↑ Texto del diario liberal barcelonés La Corona de Aragón, en su edición del 4 de julio de 1855, en LaAlcarriObrera
Véase también
- Huelgas generales en España
- Huelga revolucionaria
- Huelga general
- Primero de mayo
Enlaces externos
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