- Bartolomé María de las Heras
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Bartolomé María de las Heras
Bartolomé María de Las Heras Navarro XVII Arzobispo de Lima
1806 – 1821Consagración episcopal 10 de octubre de 1790 Otros títulos Obispo del Cuzco (1790 - 1806). Predecesor Juan Domingo González de la Reguera Sucesor Jorge de Benavente Nacimiento 24 de abril de 1743, Carmona, Provincia de Sevilla, España Fallecimiento 5 de septiembre de 1823, Madrid, España Bartolomé María de Las Heras Navarro (*Carmona, 24 de abril de 1743 - † Madrid, 5 de septiembre de 1823). Sacerdote y abogado español. Fue Obispo del Cuzco y XVII Arzobispo de Lima.
Datos biográficos
Nacido en Andalucía en 1743, estudió en la Universidad de Toledo; y luego de optar grado de Doctor en Leyes y Cánones, recibiose como Abogado en el Colegio de Jesuitas de Sevilla. En la corte de Madrid fue predicador de los príncipes e infantes, examinador sinodal de la capilla real, y vicario de los ejércitos españoles.
Pasó a América y fue destacado a Huamanga (1787) como Deán del Cabildo Eclesiástico, pero allí entró en conflicto con el Obispo José Antonio Martínez de Aldunate; y como éste no aceptase la renuncia a la prebenda, requirió la autorización del intendente para trasladarse a Lima y presentar su caso ante el Arzobispo. Atendida su alegación, el rey dispuso su traslado al Deanato de la iglesia de La Paz (1788).
Luego fue nombrado Obispo de Cuzco (12 de septiembre de 1789). Su consagración canónica fue efectuada en Arequipa por el obispo Pedro José Cháves de la Rosa (12 de octubre de 1790); y tomó posesión de su sede en noviembre de ese año.
Rigió el Obispado del Cuzco con celo infatigable durante 15 años. Elaboró un nuevo plan de estudios para el Seminario de San Antonio Abad del Cuzco. Visitó tres veces su diócesis. Promovió la creación en Sicuani de un hospital para ambos sexos al que se denominó "Gil de Taboada" en honor al virrey de dicho nombre. Su notable labor dio mérito a su nombramiento como Arzobispo de Lima (25 de noviembre de 1805).
Arzobispo de Lima
Hizo su entrada en Lima el 18 de noviembre de 1806. Aplicó su celo a la protección del Seminario Conciliar de Santo Toribio, para fomentar la preparación literaria del clero, y diole el mismo plan de estudios que a la sazón era seguido en el Real Convictorio de San Carlos. Combatió la malsana costumbre de enterrar a los muertos en las iglesias y favoreció la construcción del Cementerio General de Lima (1808). Inició la visita general de los pueblos de su jurisdicción (1809).
Y con serenidad apostólica afrontó las alternativas originadas por el avance de las corrientes emancipadoras, pero los sacrificios personales que hubo de aceptar no le impidieron defender los fueros de la Iglesia. En tal virtud, accedió a las exigencias del virrey Pezuela, en cuanto a la entrega de las piezas de plata labrada que tenía para su uso; pero se negó a requisar las que tenían los templos para realzar las ceremonias del culto. Y cuando los realistas abandonaron la capital, ante la inminente llegada de las tropas de San Martín, no quiso seguirlos y prefirió quedarse. Aunque no simpatizaba con la causa patriota, estaba sin embargo convencido de que debía quedarse en su diócesis para atenderla pastoralmente, sin importar quién gobernara políticamente.
Firmó el Acta de la Independencia, que el Cabildo de Lima aprobó en memorable sesión del 15 de julio de 1821, y estuvo presente en la ceremonia de la Proclamación de la Independencia del Perú por el General San Martín, el día 28. Hizo todo lo que pudo por mantener relaciones armónicas con el nuevo régimen, pero cuando el hispanofóbico ministro Bernardo de Monteagudo le puso exigencias que en lo eclesiástico resultaban inaceptables, como la clausura de las Casas de Ejercicios (que habían sido convertidas en asilo de nobles españoles), se negó aceptarlas. Cuando se le advirtió que las disposiciones del gobierno tenían carácter de “irrevocables”, prefirió renunciar a la dignidad arzobispal, antes de hacer cumplir tales arbitrariedades. Entonces fue obligado a abandonar Lima y salir hacia Chancay donde debía esperar una embarcación que lo trasladaría a la península ibérica (5 de septiembre de 1821). A la postre se embarcó en una nave que tomó la ruta del Estrecho de Magallanes con escala en Río de Janeiro (noviembre de 1821). De vuelta en España, murió poco después en las vecindades de Madrid, a la avanzada edad de 80 años.
Sus escritos, publicados por Pedro de Leturia, son un testimonio valioso sobre la extensión del sentimiento patriótico en su vasta diócesis; de cómo el clero, canónigos y seminaristas, veían con esperanza el fin de la dominación realista y el advenimiento de un régimen independiente.
Referencias
- Fernandez García, Enrique: Perú Cristiano. PUCP, Fondo Editorial, 2000.
- Mendiburu, Manuel de: Diccionario histórico-biográfico del Perú. Parte primera que corresponde a la época de la dominación española. Tomo IV. Lima, 1880.
- Nieto Vélez S.J., Armando: La Iglesia Católica en el Perú. Incluido en: “Historia del Perú”, Tomo XI. “Procesos e Instituciones”. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1980.
- Tauro del Pino, Alberto: Enciclopedia Ilustrada del Perú. Tercera Edición. Tomo 9. JAB-LLO. Lima, PEISA, 2001. ISBN 9972-40-158-8
Predecesor:
Juan Domingo González de la RegueraArzobispo de Lima
1806 – 1821Sucesor:
Jorge de BenaventeCategorías: Nacidos en 1743 | Fallecidos en 1823 | Arzobispos de Lima | Religiosos de Andalucía
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