- Batalla de Ramales
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Batalla de Ramales
Batalla de Ramales Parte de Primera Guerra Carlista Fecha Del 17 de septiembre al 12 de mayo de 1839 Lugar Ramales de la Victoria, Cantabria Resultado Victoria de los liberales Beligerantes Carlistas Isabelinos Liberales Comandantes Rafael Maroto Baldomero Espartero Bajas 988 soldados 835 soldados Heredia - Alegría de Álava - Echavarri - Mendaza - Arquijas - Artaza - Mendigorría - Bilbao - Arlabán - Villarrobledo - Majaceite - Luchana - Oriamendi - Huesca - Barbastro - Chiva - Villar de los Navarros - Aranzueque - Peñacerrada - Zaragoza - Ramales - Convenio de Oñate La Batalla de Ramales fue una batalla de la Primera Guerra Carlista sucedida entre los días 17 de abril y 12 de mayo de 1839 en la localidad cántabra de Ramales de la Victoria (llamada así por esta batalla), el río Asón y sus alrededores y que enfrentó a las fuerzas liberales mandadas por Espartero, con las carlistas, a cuyo frente se encontraba el general Rafael Maroto.
Contenido
Desarrollo
Las fuerzas liberales, que inicialmente duplicaban a las de los carlistas, llegaron a cuadruplicarlas al mantener Maroto en reserva, sin llegar a emplearlos, a 8 de sus 17 batallones; esto y el hecho de haber ordenado capitular a los defensores del fuerte de Guardamino, que defendía el comandante carlista Carreras, antes de haber sido atacados y cuando se encontraban física y moralmente dispuestos a defenderse hasta el último extremo, hizo que el general carlista fuera acusado de complicidad con Espartero. Su conducta posterior hace que hoy se pueda asegurar que así fue.
Los carlistas se asentaban en Ramales y Guardamino y colocaron un cañón, "El abuelo", dominando la carretera desde una cueva, lo que impedía el paso de la tropa. Espartero encomendó al general Leopoldo O'Donnell el ataque de las fuerzas guarecidas en las alturas del Mazo y al general Ramón Castañeda el ataque contra los carlistas que dominaban la Peña del Moro. Ramales fue batido por la artillería de los isabelinos y estos sólo pudieron tomar el pueblo cuando se anuló al grupo carlista instalado en la cueva.
Hay varias versiones de cómo se logró. Para unos fue el guerrillero liberal Juan Ruiz Gutiérrez, alias "Cobanes", quien, arrojando paja, luego incendiada, les obligó a salir de la cueva. Otra opinión es que fue cañoneada durante siete horas. Finalmente se apunta, y posiblemente se ensayaron los tres procedimientos, que se utilizaron cohetes de guerra o incendiarios, llamados la "Congrève", en honor al coronel artillero que los inventó, los cuales llevaban en la cabeza un cartucho o proyectil que obligó a los 27 carlistas a salir de la cueva.
Ramales se conquistó pero quedó destruido por los atacantes y por los propios carlistas en su retirada a Guardamino, que posteriormente capitularía en extrañas circunstancias como ya se ha dicho. Rendidos los carlistas, el general Espartero arengó a sus fuerzas con estas palabras que figuran en la orden del día 13 de mayo:
El enemigo no quiso aceptar vuestro reto para una batalla general. Encasillados en sus formidables posiciones, allí quería que se estrellase vuestro arrojo. Allí os conduje. Allí vencimos. Allí completamos su ignominia.Consecuencias
De la dureza de los combates, llevados a cabo por ambas partes con valor y tenacidad, da idea el hecho de que las bajas llegaron casi a 2.000, repartidas equitativamente entre los dos bandos.
El pueblo quedó en ruinas y hubo que reconstruir después los puentes y las casas incendiadas, pero aquella gesta le valió llamarse, desde entonces, Ramales de la Victoria. El general Espartero recibió de la gobernadora el título de Duque de La Victoria por esta victoriosa batalla.
La pérdida de Ramales tuvo para los carlistas graves consecuencias, al verse obligados a evacuar el Valle de Carranza, perder la fundición de cañones de Guriezo[1] y tener que abandonar las posibilidades de operar en tierras de Cantabria y, a través de ellas, poder invadir Asturias y llevar la guerra a Galicia.
La batalla en la Literatura
El escritor grancanario Benito Pérez Galdós, refiriéndose a la provincia de Santander, escribió:
en este pueblo comercial y laborioso, en esta zona habitada por la raza cantábrica jamás ha tenido raíces el carlismo. La vecindad del País Vasco, donde aquella aborrecida idea tiene su principal asiento, no ha sido parte a alterar en ningún tiempo la condición apacible y liberal de los cántabros.Cuenta Amós de Escalante, en Costas y Montañas, como los estampidos de artillería se oían, cuando soplaba el viento, en las cercanías de Santander:
En aquellas asperezas se daba una batalla de días, complicada y difícil, batalla y asedio a la vez; combates de artillería y combates de arma blanca; batalla reñida, reñidísima, como que la sostenían por una y otra parte soldados curtidos y amaestrados en largas campañas sostenidas durante seis dolorosos años, al rigor de todas las penalidades del suelo, de todas las inclemencias del cielo".Por otra parte, aquella lejana batalla dejó su herencia en el saber popular, empleándose el dicho «Fue más gorda que la de Ramales» para referirse a una situación exagerada o excesiva. Además, en las proximidades de la Villa de Ramales se encuentra una montaña, el Pico Ranero, también llamado "Picón del Carlista", desde donde cuenta la leyenda se arrojó al vacío un general Carlista antes que entregarse a las fuerzas liberales.
Notas
Enlaces externos
- Ricardo Prieto Herrera (2003). «Una cueva y una batalla» (en español). Consultado el 2009-03-06.
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