- El Campito
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El Campito ―conocido también como Los Tordos― fue uno de los principales centros clandestinos de detención (CCD), instalaciones secretas empleadas por las fuerzas armadas y de seguridad argentinas para ejecutar el plan sistemático de desaparición de personas de la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, durante el terrorismo de Estado (1976-1983).
El CCD fue utilizado por el ejército y funcionó en Campo de Mayo (San Miguel, Gran Buenos Aires, provincia de Buenos Aires), la guarnición militar más importante de Argentina. Fue el principal centro militar de operaciones para llevar adelante los golpes de estado militares que se realizaron en el curso del siglo XX. Por allí pasaron unos 5000 detenidos. Solo 43 sobrevivieron.
Contenido
Denominación
- Campo de Mayo
- El Campito
- Los Tordos
En Campo de Mayo, desde marzo de 1976 hasta 1980 funcionaron cuatro centros clandestinos de detención:
- "El Campito" o "Los Tordos"
- "La Casita" o "Las Casitas"
- Prisión militar de encausados "Campo de Mayo"
- Hospital Militar de Campo de Mayo
Ubicación
Campo de Mayo es una enorme área militar de 5000 hectáreas, a 30 km del centro de la Ciudad de Buenos Aires. Ubicado cerca de las ciudades de San Miguel y Villa de Mayo, en la zona donde se cruzan la Ruta Provincial 8 (ex Ruta Nacional 8) y la Ruta Provincial 23 (ex Ruta Nacional 202), que lo bordean.
En sus instalaciones funcionaban el Comando de Institutos Militares, la Escuela de Inteligencia, el Destacamento de Inteligencia 201, la Escuela de Caballería, la Escuela de Infantería, la Escuela de Ingenieros, la Escuela de Comunicaciones, la Escuela de Artillería, la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral, la Escuela de Servicios de Apoyo de Combate General Lemos, el Batallón de Aviación del Ejército 601, el Hospital Militar de Campo de Mayo, la prisión militar, y la Escuela de Gendarmería.
Época de funcionamiento
El Campito funcionó desde marzo de 1976 hasta 1982.
Responsables
En Campo de Mayo tenía su base el Comando de la Zona 4, una de las cinco zonas militares en las que se había dividido el país. La Zona 4 estaba bajo la responsabilidad del Comando de Institutos Militares. Abarcaba el control de los partidos bonaerenses de Escobar, Capitán Sarmiento, General San Martín, Pilar, San Fernando, Tigre, Tres de Febrero y Vicente López. No tenía subzonas, sino cada uno de los Institutos Militares estaba a cargo de una "Jefaturas de Area".
El Comando de Institutos Militares estuvo al mando de los siguientes generales:
- Santiago Omar Riveros, desde septiembre de 1975
- José Montes, desde febrero de 1979
- Cristino Nicolaides, desde diciembre de 1979
- Reynaldo Benito Antonio Bignone, desde diciembre de 1980
Los subcomandantes fueron los generales:
- Carlos Alberto Dalla Tea, desde septiembre de 1975
- Fernando Humberto Santiago, desde enero de 1976
- Reynaldo Benito Antonio Bignone, desde diciembre de 1976
- Antonio Domingo Bussi (1), desde diciembre de 1977
- Edmundo René Ojeda, desde enero de 1979
- Reynaldo Benito Antonio Bignone, desde septiembre de 1980
El jefe de Inteligencia desde enero de 1976 fue el coronel Fernando Ezequiel Verplaetsen.
Los cuatro CCD que estuvieron dentro de Campo de Mayo fueron dirigidos por:
- "El Campito" o "Los Tordos": teniente coronel Jorge Vosso
- "La Casita" o "Las Casitas": coronel Fernando Ezequiel Verplaetsen desde 1975 hasta 1977; reemplazado por el coronel Nedo Otto Cardarelli hasta 1980.
- Prisión militar de encausados "Campo de Mayo": comandante de Gendarmería Darío Correa.
- Hospital Militar de Campo de Mayo: Ramón Posse hasta diciembre de 1977.
Distribución
El LRD
A "el Campito" se llegaba por una calle de tierra arbolada. Era una área de 100 metros de ancho por unos 150 metros de largo. Las instalaciones era tres grandes edificios antiguos, dos de chapa y uno de material. El Ejército lo denominaba Lugar de Reunión de Detenidos (LRD). No había baños.
Muy cerca de la entrada estaba la construcción de mampostería a la que llamaban "Pabellón n.º 1". Allí funcionaban la jefatura del campo -a cargo de un coronel del Ejército-, el comedor, una cocina y un baño para uso exclusivo del personal de la guarnición. En el mismo edificio se encontraban las tres salas de tortura y una habitación destinada a enfermería. De esta manera, "los represores comían, dormían y torturaban bajo el mismo techo. Los GT 1 y 2 tenían asignadas las salas de tortura que estaban bajo su control.
Almirón[1]En los dos galpones de chapa eran alojados los prisioneros. Anteriormente habían sido usados como caballeriza y cuadra para los soldados durante las maniobras militares.
Las instalaciones fueron demolidas en 1982/1983.
El hospital militar
El Hospital Militar de Campo de Mayo ha sido detectado como uno de los centros en que se realizaban partos clandestinos del prisioneras, para proceder luego al secuestro de los niños, la supresión de su identidad y la entrega de los mismos, usualmente a matrimonios integrados por militares que no podían tener hijos. En muchos casos los "padres adoptivos" han sido partícipes de los asesinatos de los padres y madres biológicos de los niños.
El general Martín Balza informó que el Ejército tenía un reglamento para establecer el procedimiento con los niños de los detenidos-desaparecidos y en especial los nacidos en cautiverio, que está tomado de uno similar del Ejército de los Estados Unidos que pudo haber sido usado en Vietnam (Veiras).
Las mujeres detenidas-desparecidas que se encontraban embarazadas eran mantenidas con vida. Al momento del parto eran llevadas al Hospital Militar. Allí entraban por el Pabellón de Epidemiología , donde permanecían con los ojos vendados y maniatadas y se les inyectaba suero para acelerar el parto que era siempre realizado por cesárea que se realizaba en las salas de en Ginecología y Obstetricia.
Tras el parto se separaba a los niños y las madres eran llevadas nuevamente a los centros clandestinos.
El mayor médico Julio César Caserotto fue jefe del servicio de Maternidad de Campo de Mayo desde enero del 77, hasta diciembre del ‘83.
Por otra parte, el ex capitán José Luis D’Andrea Mohr, que realizó una extensa investigación sobre estos hechos, comentó en varios programas de radio que “de ninguna manera pudieron operar como maternidades clandestinas el Hospital Militar Central y el de Campo de Mayo si no hubiera existido un plan premeditado”.
Abel Madariaga, unos de los querellantes de la causa que investiga el juez Marquevich y que puso sobre el tapete la conexión local de la detención del ex general Jorge Videla (La Hoja Nº 462), supone que Pablo Bianco es su hijo (ver Itinerario de dudas).
El ex mayor médico Norberto Bianco, ahora detenido en la cárcel de Caseros junto a Videla habría sustraído a Pablo de uno de los partos que se realizaron en el hospital militar de Campo de Mayo.
Los familiares de los niños secuestrados han inciado acciones judiciales para que se investiguen aquellos secuestros. Uno de los casos más importantes es el que inició Abel Madariaga denunciando al ex mayor médico Norberto Bianco, entonces jefe de Epidemiología del Hospital Militar de Campo de Mayo como el secuestrador de su hijo nacido durante el cautiverio de su madre, Silvia Quintela,[2] en julio de 1977 y apropiado por Víctor Alejandro Gallo.
Abel Madariaga sostiene que el bebé fue anotado con el nombre Pablo Bianco. En 1986, Bianco huyó con su esposa e hijos (la otra niña es probable que también sea una hija de desaparecidos) y huyó a Paraguay. Bianco y su esposa fueron extraditados a Argentina en 1997, y condenados por robo de menores. Los niños, permanecieron en Paraguay y ambos se casaron siendo adolescentes para adquirir la mayoría de edad. Se oponen terminantemente a realizarse exámenes de ADN.
Durante
Al llegar al campo se le asignaba un número a cada prisionaero que era pintado en la capucha con la que permancían constantemente. Los torturadores iban a los galpones y llamaban al prisionero por su número para llevarlo a la sala de tortura.
El ex sargento Víctor Ibáñez que se desempeñó como custodio en El Campito describe la situación:
"Cuando entré al lugar, lo primero que me golpeó fue la imagen de toda esa gente así, encerrada ahí adentro. Los colchones, tirados sobre el piso de baldosas rojas, con las cabeceras apoyadas contra las paredes. Uno al lado del otro, en una hilera que daba toda la vuelta a lo largo del galpón. Todas las ventanas estaban tapadas con mantas verdes que no dejaban entrar la luz del sol. Las lámparas estaban siempre encendidas, nunca se sabía cuándo era de día y cuándo de noche (1). Arriba de cada uno de esos colchones de lana viejos, de contín rayado, estaban sentados los detenidos. Encapuchados, con las manos atadas por delante con una soga y en absoluto silencio.[3]Los pabellones estaban clasificados por la importancia que se asignaba a los detenidos y por la organización a la que pertenecía. Eran los interrogadores quienes decidían la ubicación. El Campito se caracterizó por el uso de perros para torturar, controlar y aterrorizar a los detenidos.
En total el campo tenía una capacidad para unos 200 detenidos simultáneamente. Básicamente el detenido-desaparecido o la detenida-desaparecida eran interrogados bajo tortura desde el momento de llegar y durante un tiempo que podría variar entre 15 días y dos meses. Luego eran asesinados. Solo 43 personas han sobrevivido su paso por El Campito.
El caso de Floreal Edgardo Avellaneda, 13 años: En su edición del 16 de mayo de 1976, bajo el título "Cadáveres en el Uruguay", el desaparecido diario "Última hora" informó que ocho cadáveres habían aparecido flotando en las costas uruguayas. Según la crónica, " en un comunicado oficial de la Prefectura Nacional Naval del Uruguay, se informó que el último de los cadáveres encontrados era de sexo masculino, cutis trigueño, cabello castaño oscuro, de un metro sesenta de estatura. Como seña particular se encontró un tatuaje en forma de corazón con las iniciales F y A'. El cuerpo de Floreal Avellaneda apareció flotando en aguas del Río de la Plata, cerca de la costa uruguaya, el 15 de mayo de 1976, un mes después de que fuera secuestrado junto a su madre. Estaba atado de pies y manos con alambre. Tenía una profunda herida sin cerrar en una de sus piernas. Luego se comprobaría que había muerto a causa del 'empalamiento' al que fue sometido por los torturadores en 'El Campito'.[4]Algunos de los detenidos vistos en el Campito
El hecho de que caso ni hubiera sobrevivientes de El Campito ha hecho que sean muy pocas las personas que se sabe con certeza que estuvieron ahí.
En el Campito estuvieron destenidos y fueron asesinados gran parte de los líderes y guerrilleros del ERP (al Ejército correspondía combatir al ERP y a la Marina combatir a Montoneros, Cerrutti,[5] ). Entre ellos Mario Roberto Santucho, Mariano Urteaga y Domingo Menna. También estuvieron allí Miguel Lizaso (Director del diario El Descamisado), Hector Oesterheld (el autor de "El Eternauta"), Roberto Quieto (líder de Montoneros), entre otros.
Después
Campo de Mayo, luego de las reformas militares realizadas con posterioridad a 1983, y la anulación de las hipótesis de guerra que existían antes de esa fecha (Brasil, Chile) es considerado hoy como innecesario para un establecimiento militar. En la década de los años 1990 se instaló allí un sector de entrenamiento para los Cascos Azules.
Se han presentado proyectos para establecer allí un polo industrial, crear centros de estudios terciarios y universitarios, mantenerlo como reserva ecológica, etc.
Actualmente, la prisión militar que existe en Campo de Mayo es el lugar de detención de muchos de los militares detenidos por delitos cometidos durante el Proceso de Reorganización Nacional.
Véase también
- Centro clandestino de detención
- Escuela de Mecánica de la Armada
- CCD La Perla
- Terrorismo de Estado en Argentina en las décadas de 1970 y 1980
- Proceso de Reorganización Nacional
- Desaparecidos durante el Proceso de Reorganización Nacional
Referencias
- ↑ CONADEP
- ↑ Datos de la desaparecida Silvia Quintela
- ↑ Almirón 1999, IV-II CONADEP
- ↑ Almirón 1999, Cap. IV-II CONADEP
- ↑ Diario Página 12
Bibliografía
- Almirón, Fernando (1999). Campo Santo; testimonios del ex sargento Victor Ibáñez. Buenos Aires: Nuestra América. ISBN 987-97022-8-X (Libro completo).
- Andersen, Martin Edwin (2000). Dossier Secreto. Buenos Aires: Sudamericana. ISBN 950-07-1863-4.
- Cerrutti, Gabriela (1998). «Entrevista a Alfredo Astiz». Tres Puntos Enero (-). ISSN.
- Uriarte, Claudio (1991). Almirante Cero. Buenos Aires: Planeta. ISBN 950-742-134-3.
- Veiras, Nora (1998). ««Había un reglamento de lucha antisubversiva», entrevista a Martín Balza». Página 12 enero (12 de junio). ISSN.
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