Complejidad social

El segundo camino que ha tomado la naturaleza para formar sociedades complejas es el de desarrollar una especie con suficiente inteligencia como para pasar sus conocimientos a las generaciones siguientes, con una capacidad que le permita abstraer a partir de ideas nuevos proyectos o posibles funciones de algo que solo está aún en su cabeza. Así surge una especie, el homo sapiens que no solo evoluciona genéticamente sino también culturalmente. Y esta evolución cultural es mucho más rápida y produce también sus propios saltos de complejidad social. Poco a poco el ser humano pasará de esconderse en cuevas a construir poblados primero, ciudades después y estaciones orbitales finalmente. De la asociación de humanos en grupos nacen las tribus y clanes, de la unión de estas los reinos, imperios y naciones. Las sociedades humanas han sido siempre altamente especializadas. Y en los últimos siglos dicha especialización se ha acentuado aún más. Esta especialización convierte a nuestra sociedad en más vulnerable frente a grandes cataclismos que las sociedades neolíticas. Difícilmente puede sobrevivir un ser humano fuera del colectivo. El hombre es dependiente de su propia tecnología convirtiéndose sin quererlo en esclavo de esta. De la misma forma que las células en un ser pluricelular o las hormigas de su hormiguero los hombres dependen totalmente del resto de sus congéneres para sobrevivir. Aquí la noción de superorganismo no es aplicable del mismo modo que en los insectos sociales avanzados. Pero sí que existe una cierta tendencia que apunta en esa dirección.

Actualmente la especie humana convive en los estados neolítico y moderno simultáneamente en diversas zonas de la Tierra. Pero estos conocimientos para sobrevivir en un régimen de subsistencia se están perdiendo rápidamente.

La competencia entre las distintas sociedades lleva a estas a la guerra con frecuencia. Pero el surgimiento de las democracias y de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de tecnologías que superan fronteras como internet y las transmisiones por satélite así como los avances en las técnicas de reproducción artificial que podrían permitir la crianza de seres humanos en laboratorio conducen quizá a la especie hacia una nueva sociedad global. Hacia un nivel superior de complejidad.

Complejidad macrosocial

La Estación Espacial Internacional es uno de los símbolos de la cooperación internacional. Solo con una sociedad global en la que prime la cooperación entre naciones por encima de la competencia entre estas son posibles los grandes proyectos para la humanidad del próximo milenio. El fin de los estados nación traería el fin de las guerras y un nuevo mundo unificado imaginado en multitud de obras de ciencia ficción

Este nivel es un nivel hipotético fruto de la cooperación de las sociedades entre sí. Actualmente existen organizaciones transnacionales como la Unión Europea (UE) o la ONU con voluntad unificadora pero son demasiado débiles políticamente como para considerarse que realmente la humanidad se ha convertido en una sociedad global aunque en cierto sentido ya lo es a nivel de comunicaciones y transporte de mercancías y personas ya que el hombre puede ir a cualquier parte del mundo. Las redes de satélites y cables de fibra óptica interconectan instantáneamente todos los continentes y propician el surgimiento de internet. Pero esta red global aún no ha mostrado todo su potencial. Estas redes son las primeras herramientas necesarias para llegar al estadio final. Del mismo modo ocurrió con la doma de caballos y bueyes y la fabricación de instrumentos de piedra, madera y hueso que propiciaron el comercio y con él la formación de las primeras comunidades locales. Actualmente se dispone de las herramientas para saltar al siguiente estadio. La capacidad de autogobernarse sin necesidad de intermediarios como presidentes electos, dictadores y otros gobernantes puede ser adquirida hoy día mediante las nuevas tecnologías de la información que permitirían gestionar la inmensa cantidad de datos que tal cosa supondría. Una humanidad interconectada en tiempo real podría convertirla en una red neural que operaría como un todo y donde las decisiones no provendrían de nadie en concreto sino del todo. Del mismo modo que ocurre con las neuronas y el cerebro o con las hormigas. La consagración de una democracia directa global sería un primer paso necesario para la transformación de la especie humana en un verdadero superorganismo.

Véase también

• Sistemas complejos
• Complejidad biológica
• Seminario de Investigación Computacional de la Complejidad Social
• Investigación Computacional de la Complejidad Social en Perú