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Desarrollo económico
El desarrollo económico es la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover o mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Se conoce el estudio del desarrollo económico como la economía de desarrollo.
La política pública generalmente apunta al crecimiento continuo y sostenido económico y la extensión de la economía nacional de modo que 'los países en vía de desarrollo' se hagan 'países desarrollados'. El proceso de desarrollo económico supone ajustes legales e institucionales que son hechos para dar incentivos para fomentar innovaciones e inversiones con el propósito de crear un eficiente sistema de producción y un sistema de distribución para los bienes y los servicios.
Para entender por qué ahora solo 1/5 del mundo se considera "desarrollado" (principalmente Japón, Europa Occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y pocos más), uno debe tener un buen conocimiento no solo de economía sino también historia, política, sociología y antropología. Uno debe tener en mente, que el mundo, desde el punto de vista de un país desarrollado, es un mundo de pobreza y escasez y por lo tanto es fundamental el reconocimiento de que no es que los otros 4/5 del mundo están retrasados, es más bien que el primer mundo ha tenido el "milagro" del desarrollo industrial-capitalista que se originó en Gran Bretaña hacia el fin del SXVIII y el comienzo del SXIX y después se difundió a otros países del primer mundo.
Contenido
Descripción
La economía de desarrollo surgió como una rama de economía debido a la preocupación - después de la Segunda Guerra Mundial - sobre el bajo nivel de vida en tantos países de América Latina, África, Asia y Europa Oriental. Estos estudios buscaban entender, entre otros puntos, el cómo se podía lograr el desarrollo económico y social lo más rápido posible, por qué el proceso de crecimiento industrial y el desarrollo que se había visto en Europa Occidental, EEUU y Japón no se había extendido a otras naciones o regiones, proceso que con anterioridad se creía sucedería "naturalmente". Estas cuestiones se hicieron urgentes debido al proceso de descolonización en el contexto de la Guerra Fría.
Casi desde un comienzo dos aproximaciones principales se hicieron notar: las corrientes que podrían ser llamadas "revolucionarias" (también llamadas el modelo cepeliano y desarrollismo) que fueron inspiradas por percepciones marxistas (tales como la teoría de la dependencia) y las corrientes que se podrían llamar de ingeniería económica o de "economía tradicional" (en el sentido de ser la aproximación que se aceptaba en universidades occidentales).
Las primeras aproximaciones de estas últimas a una teoría de la Economía de desarrollo asumieron que las economías de los países menos desarrollados (LDC siglas en inglés por Low Development Countries), eran tan diferentes de los países desarrollados que la economía básica no podía explicar el comportamiento de las economías de estas últimas. Tales aproximaciones produjeron algunos modelos interesantes y hasta elegantes, pero fallaron en explicar la realidad de ningún crecimiento, el crecimiento lento, o el crecimiento y el retroceso encontrado en la LDC.
Lentamente el foco intelectual se fijó en el estudio de cuales funciones básicas de la economía se encuentran también en las LDC. Esto clarificó el area de estudio de aproximaciones que a veces bordeaban en el racismo o etnocentrismo permitiendo la creación de modelos más efectivos. La economía tradicional, sin embargo, todavía no podía reconciliar el modelo de crecimiento débil y fracasado.
Mientras tanto, las aproximaciones revolucionarias ofrecían un buen marco explicativo de tal atraso o falla en el desarrollo. Sin embargo, adolecían del problema que no ofrecian un programa eficiente de acción, dado que donde se pusieron en practica no entregaron los niveles de desarrollo que se esperaba. Se puede alegar sin embargo que el problema principal para estas aproximaciones fue político: sus propuestas no eran generalmente aceptables para los países desarrollados, en el sentido de estar generalmente asociadas con políticas "anticapitalistas". Consecuentemente, estas aproximaciones fueron destruidas por un proceso político.
Todo lo anterior, mas otros factores socioeconómicos, dieron motivo a que, a partir de la década de los setenta del siglo XX, se buscara una nueva aproximación como guía practica para la acción de los gobiernos en relación a esta problemática. Esta nueva demanda se concreto en el llamado Consenso de Washington.
Sin embargo, esto no detuvo el interés académico. En estos días, el campo de los estudios del desarrollo económico es todavía un campo en crecimiento, que busca revisar modelos económicos básicos y construir modelos nuevos para explicar el comportamiento de economías en vía de desarrollo. Además se busca un entendimiento más amplio, incluyendo otras disciplinas para explicar este fenómeno económico.
Además de los aspectos Macroeconómicos y Microeconómicos tradicionalmente estudiados, los economistas del desarrollo incluyeron el estudio de dos nuevas ramas de la ciencia: la Mesoeconomía y la Metaeconomía
A nivel macroeconómico se han producido importantes avances para la explicación el crecimiento de la producción, gracias a la combinación de los enfoques de oferta y demanda, como en los estudios de Klein ("The Economics of Supply and Demand", Basil Blackwell, Oxford, UK 1983) y de Guisan (coordinadora)("Macro-econometric Models: the Role of Demand and Supply", ICFAI Books, Hyderabad, India, 2006: http://www.icfaipress.org/books/es14.asp), entre otros. Este tipo de estudios tiene en cuenta los efectos de la inversión, el comercio exterior y otros factores, así como las interrelaciones entre diversas variables. Un panorama interesante del desarrollo económico mundial se presenta en Maddison (2001)("The World Economy. A millennial Perspective", OECD, Paris, France).
Ádemás se ha demostrado que el capital humano (sobre todo a través de la educación) tiene en general una importante influencia positiva en el crecimiento de la producción por habitante, de acuerdo con las contribuciones de diversos autores que se analizan en el documento de Neira y Guisán(2002)("Modelos econométricos de capital humano y crecimiento económico: Efecto Inversión y otros efectos indirectos", disponible on line en: http://ideas.repec.org/p/eaa/ecodev/62.html), y en otros estudios. En este sentido destaca el trabajo pionero de Denison(1967) ("Why Growth Rates Differ? Postwar Experience in Nine Western Countries", The Brookings Institution, Washington, US) y estudios más recientes debidos a Barro y Lee y a otros autores.
Otras temas de gran interés para el conocimiento del desarrollo económico son los relativos al papel del capital social (calidad de las instituciones, grado de confianza social y en el gobierno, libertad para el desarrollo de iniciativas empresariales y sociales, entre otros factores). Entre los trabajos pioneros en este sentido destacan los de varios historiadores económicos como el Premio Nobel Douglas North.
En lengua española existen interesantes publicaciones sobre desarrollo económico internacional, entre las que se incluyen, además de varios libros y documentos, artículos de las revistas especializadas en esta temática que figuran en los catálogos seleccionados de Latindex, Redalyc, Econ-Lit y otros. Las grandes ventajas que tiene la ONU para poder trabajar en favor del desarrollo en todo el mundo son las siguientes:
Es universal, puesto que todos los países tienen voz cuando se toman decisiones de política Es imparcial, puesto que no representan a ningún interés nacional o comercial en particular y pueden desarrollar relaciones especiales de confianza con los países y sus poblaciones para suministrar asistencia sin condición alguna Cuenta con presencia mundial, gracias a que cuentan con la mayor red de oficinas para el suministro de asistencia para el desarrollo Tiene un mandato amplio, que incluye el desarrollo, la seguridad, la asistencia humanitaria, los derechos humanos y el medio ambiente Esta dedicada a "los pueblos de las Naciones Unidas"
La educación como motor del desarrollo nacional
Según Ignacio Tabares, en su artículo "La Educación como Motor de Desarrollo nacional"; la educación es una práctica que tiene dos efectos: la capacitación y la formación. Es una práctica porque se la entiende como una labor que realizan agentes especializados sobre una materia prima (alumnos) con instrumentos adecuados. Los agentes especializados son los educadores. Estas personas realizan la práctica educativa con el fin de que los sujetos de la educación, generalmente niños y adolescentes, sean transformados en sujetos adaptados a una determinada sociedad. De la práctica educativa surge esa transformación que se advierte como una capacitación y una formación cuya finalidad es posibilitar dicha adaptación.
Se entiende por capacitación la adquisición por parte del alumno de conceptos, procedimientos, informaciones, etc., que van a permitir su desempeño en una actividad determinada. Según Domingo F. Sarmiento, en su libro Educación Popular, este efecto de la educación se denomina instrucción. La instrucción sirve a las personas pues ella desarrolla su inteligencia individual, transmite conocimientos y forma la razón. En cambio, la formación implica la adquisición de actitudes, normas, valores, y un código ético y moral; es decir, la adquisición de una actitud: la de ver la realidad de una manera socialmente aceptada, lo cual posibilita al alumno adaptarse a aquello que es normativo en una sociedad.
Retomando la definición de educación, se podría decir también que es un proceso donde se realiza una síntesis de dos actividades: la enseñanza y el aprendizaje. Podemos definir a la enseñanza como la acción del agente educador sobre los educandos —que puede ser programada o no—; ésta tiende a transformar al alumno a partir de la capacitación. El aprendizaje es el resultado del trabajo que realiza el sujeto para adquirir lo que se le transmite. El alumno tiene la capacidad de aprender y por eso puede ser educado.
Entonces, ¿qué efectos produce la práctica educativa? El efecto principal de toda práctica educativa es que el alumno sea educado, vale decir transformado, se integre a la estructura social y ocupe en ella un lugar en la producción económica. Esto último merece una explicación más detallada.
La problemática educativa recuperó centralidad en los debates de diversos sectores sociales, durante los últimos tiempos. El desarrollo científico y de las nuevas tecnologías; los cambios producidos en los procesos económicos y financieros; y la aparición de nuevos problemas sociales y culturales obligaron a pensar en el proceso educativo. Según el enfoque que intenta acercar la educación a la economía, pueden señalarse opiniones que apuntan a rejerarquizar los perfiles de formación de los sujetos en un intento de crear mejores disposiciones para participar de la actividad productiva.
Según la Comisión SCANS [1], en su informe titulado “Lo que el trabajo requiere de las escuelas”, el mejoramiento de la calidad de la educación, atendiendo a la formación de competencias prácticas, incidirá en la disminución del abandono escolar; los estudiantes podrán competir exitosamente en el campo laboral y, como resultado indirecto, los productos y servicios, competirán con éxito en los mercados internacionales. En este mismo informe se señala que: “Para lograr el alto rendimiento de las empresas hay que desarrollar nuevos métodos que combinen las exigencias de las tecnologías con las destrezas del trabajador. Las decisiones operacionales se tienen que tomar a nivel de la línea de producción, recurriendo a las habilidades del trabajador de pensar creativamente y resolver problemas. Las metas productivas dependen del factor humano, de que los trabajadores se desempeñen cómodamente con la tecnología y con los sistemas complejos de producción, siendo capaces de trabajar en equipo y con una sed insaciable de seguir aprendiendo.” En cambio, la UIA [2] señala que los cambios significativos que se están produciendo en el contexto mercado de productos-tecnología-mercado de trabajo exigen una nueva formación que atienda a la capacidad de gestión, la capacidad de aprender y la capacidad de trabajo grupal.
Tales posiciones sostienen una relación necesaria entre: cambios tecnológicos y de organización del trabajo; complejización y transformación de los procesos productivos; y condiciones de empleo y calificación de los recursos humanos. Pero al respecto cabría preguntarse, por una parte, cómo se manifiestan los procesos de transformación productiva en contextos de estructuras productivas diversas y, por otra parte, si la modificación en el perfil de formación de los recursos humanos desde la perspectiva señalada, generaría mejores condiciones de trabajo para el conjunto de la población.
La cuestión de la necesidad de redefinir los lineamientos educativos, es impulsada por muchos organismos no gubernamentales tales como la CEPAL [3] y la UNESCO [4] que, en un intento por construir una visión más integradora, proponen articular el desafío de la ciudadanía en el plano interno y el desafío de la competitividad, en el frente externo.
Entonces, se señala la necesidad de impulsar la transformación de la educación, aumentar el potencial científico-tecnológico de cada región con miras a la formación de una ciudadanía moderna, vinculada tanto a la democracia y la equidad como a la competitividad internacional. Los conceptos precedentes ponen de relieve algunas ideas que deben estar presentes en todo debate educativo. La definición de políticas educativas debe hacerse tomando en cuenta las tensiones existentes: entre actor económico y actor social, entre la adaptación a los desafíos del contexto internacional (revolución científico-tecnológica, globalización de los mercados) y la realidad de contextos socio-económicos muy diversos. Los efectos de estas tensiones se manifiestan en aumento de la pobreza y la marginalidad.
Como se muestra en el siguiente esquema, la práctica educativa sirve para que los egresados del sistema educativo tengan el perfil que la vida en sociedad y el progreso requieren. Hoy, en cualquier lugar de trabajo existen requerimientos que son necesarios para un desempeño adecuado. La escuela debe hacerse cargo de lo que le corresponde en orden a brindar a los alumnos las competencias básicas para el trabajo y debe garantizarlas en todos sus ciclos, niveles y modalidades. Por supuesto, además de estas competencias básicas, hay otras no tan básicas que el sistema educativo también debe ofrecer.
Un texto publicado por la CEPAL-UNESCO, titulado Educación y Conocimiento: Eje para la transformación productiva con equidad, afirma que para garantizar un desempeño eficaz en un contexto de creciente equidad, el sistema de formación de recursos humanos debe estar compuesto por establecimientos que sean efectivos en el logro de sus objetivos primarios. Esta estrategia sólo puede ser aplicada mediante la participación activa de un estado que compense los puntos de partida heterogéneos, equipare oportunidades, otorgue subvenciones a los que las necesitan, refuerce capacidades educativas en las localidades y regiones más atrasadas y apartadas, etc.
La desigualdad no puede resolverse con la mera intervención indicativa de un estado que no asume una función docente sino meramente regulatoria. En nuestro país no nos enfrentamos sólo a las distinciones sociales, sino también a profundas fracturas en la trama educacional. Nuestra sociedad civil es débil y carece de instituciones capaces de hacerse cargo de una tarea de la magnitud de la instrucción pública.
Podemos afirmar que la utopía de Sarmiento de desarrollar una sociedad civil semejante a la americana de mediados del siglo XIX, ha fracasado. Si comparamos a la sociedad argentina actual con la sociedad fragmentada por la inmigración de principios del siglo XX, encontraremos una diferencia sustancial. Aquella sociedad, como la soñada por Sarmiento, tenía al progreso como concepto organizador y tendía a la integración. La nuestra, en cambio, encarna el fin de aquel proyecto. El tejido social y cultural que a mediados de siglo había alcanzado un entramado aceptable, hoy se desintegra.
En otro orden, se debe agregar que la educación para el trabajo no se agota en la transmisión de los conocimientos necesarios para trabajar. Es imprescindible, y así lo manifiestan todos los actores del mundo del trabajo, la formación de una nueva serie de valores y actitudes relacionados con el trabajo. Se requiere gente que sepa trabajar en equipo, que pueda ponerse en el lugar del otro y comprender su demanda, que se haga responsable del compromiso que toma, que pueda resolver por sí misma situaciones problemáticas, que sea eficaz, puntual, ordenada, solidaria, veraz y, sobre todo, honesta.
Formar estas actitudes y hacer vivir estos valores es la misión de las escuelas en su compromiso de educar para el trabajo y el desarrollo del país. Es cierto que para esto es necesario cambiar muchas cosas, pero de eso se trata. Y lo primero es cambiar nuestras rutinas escolares cotidianas creando espacios en los cuales el ejercicio de esos valores y actitudes sea posible.
Véase también
Enlaces externos
- Principales Teorías del Desarrollo Económico Giovanni E. Reyes - Febrero de 2002 - Zonaeconomica.com
- ONU - Desarrollo económico y social
- Educación al desarrollo
Categorías: Desarrollo | Economía
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