- Decrecimiento
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Decrecimiento
El decrecimiento es una corriente de pensamiento político, económico y social favorable a la disminución regular de la producción económica con el objetivo de establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, pero también entre los propios seres humanos.
La conservación del medio ambiente, afirman, no es posible sin reducir la producción económica que sería la responsable de la reducción de los recursos naturales y la destrucción del medio que genera, que actualmente estaría por encima de la capacidad de regeneración natural del planeta. Además, también cuestiona la capacidad del modelo de vida moderno para producir bienestar. El reto estaría en vivir mejor con menos.[2]
Los partidarios del decrecimiento proponen una disminución del consumo y de la producción, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta transición se realizaría mediante la aplicación de principios más adecuados a una situación de recursos limitados: escala reducida, eficiencia, cooperación, durabilidad. En definitiva, y tomando asimismo como base la simplicidad voluntaria, buscan reconsiderar los conceptos de poder adquisitivo y nivel de vida.
Sus defensores argumentan que no se debe pensar en el concepto como algo negativo, sino muy al contrario: cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce.[3]
Contenido
Genealogía
El concepto de "decrecimiento" nace durante los años 1970 - en parte a través de la tesis de Nicholas Georgescu-Roegen - de la conciencia de las consecuencias atribuidas al productivismo de la sociedad industrial (ya sea éste derivada de un sistema capitalista o socialista):
- Agotamiento de los recursos para la energía: Petróleo[4] (pico petrolero mundial que llega entre 2008 y 2040 según las previsiones de las compañías y de los gobiernos), gas (70 años), uranio (de 80[5] a 150[6] años, para más información véase el artículo Abandono de la energía nuclear), carbón (unos 150 años al ritmo actual de consumo[7] ).
- Rarefacción de numerosos recursos primarios: cobre, acero, iridio,[8] etc. Sin embargo, los datos para las reservas de materias primas deben de ser tratados con cautela pues siempre se pueden producir nuevos descubrimientos de yacimientos inesperados por los expertos.
- Degradación del medio ambiente: efecto invernadero, deregulación del clima, pérdida de la biodiversidad, contaminaciones.
- Degradación de la salud que resulta del aspecto anterior: de la flora, de la fauna y también de la humanidad misma: esterilización, alergias, malformaciones... (ver el apartado referido a los efectos de la contaminación para más información)
- Evolución del modo de vida de los países del Norte en detrimento de los países del Sur: transportes, tratamiento de los desechos, alimentación (obesidad en los países desarrollados, desnutrición en los países pobres), utilización de la energía. Explotación de los recursos de los países del Sur en provecho de los del Norte, en particular los recursos enérgicos y las mineras, considerada como « neocolonial » o « poscolonial ».
Este modelo económico basado en el productivismo está siendo cuestionado actualmente por los defensores del « desarrollo sostenible », concepto considerado por los defensores del decrecimiento como un oxímoron (una contradicción entre los términos); pues éstos sostienen que al ritmo actual (20% de la población mundial consume el 85% de los recursos naturales[9] ), el desarrollo difícilmente puede ser reconvertido a sostenible. Sin embargo, sus defensores creen que un crecimiento económico conjugado con una disminución de los recursos naturales consumidos es posible si se disminuye el consumo energético. Y en la mayoría de gobiernos de los países industrializados también se empieza a hablar de “políticas de sostenibilidad”,[10] e incluso a tratar de aplicar sus principios.[11]
La teoría que defiende el decrecimiento opina sin embargo que al aumentar la producción de bienes y servicios, necesariamente aumenta el consumo de recursos naturales. Y que si este consumo es más rápido que la regeneración natural (como ocurre actualmente[12] ), esta situación nos llevará al agotamiento de éstos.
La huella ecológica
Es una herramienta habitual para calcular esta desproporción entre recursos disponibles y consumidos. La huella ecológica es «El área de territorio ecológicamente productivo (cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos)
Huella ecológica por persona y región en ha globales¹ (años 2003[13] y año 2005[14] ) Región Población² (2003) Huella ecológica¹ (2003) Población (2005) Huella Ecológica (2005) MUNDO 6 301.5 2.23 6 476 2.7 Países de ingresos altos 955.6 6.4 972 6.4 Países de ingresos medios 3 011.7 1.9 3 098 2.2 Países de ingresos bajos 2 303.1 0.8 2 371 1.0 - ¹ Ha global/persona
- ² Millones de personas
Así, mientras cada habitante de un país considerado de "ingresos altos" vive con lo que producen 6.4 Ha, cada habitante de un país de "ingresos bajos" vive con lo producido por 1 sola Ha (de media).
Para entender bien el concepto, veamos un ejemplo: mientras cada habitante de Bangladesh vive con lo que producen 0,56 Ha, cada norteamericano "necesita" 12,5 Ha. Luego cada norteamericano usa un terreno que es 22,3 veces mayor que el que usa un bangladesí. De las 12,5 Ha, 5,5 están en Estados Unidos y el resto (7 Ha) se encuentran en el extranjero[15] [16]
Según el mismo informe, para el año 2005 se estimó el número de hectáreas globales (hectáreas bioproductivas) por persona en 2,1. Sin embargo, vemos que para todo el mundo, el consumo se sitúa en 2,7. Por lo tanto, al menos para este año (y la tendencia es creciente), estuvimos sobre-consumiendo respecto de la capacidad del planeta: estamos destruyendo los recursos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural.
Así, globalmente se suele estimar en entre tres y ocho planetas los recursos necesarios para que la población mundial se acerque al nivel de vida actual europeo. Por lo tanto, la única forma de alcanzar la igualdad económica mundial de forma durable sería que los países ricos rebajaran su nivel de vida, es decir decrecieran.
En el supuesto de una progresiva desaparición de los recursos naturales, esta situación llevaría pues a una reducción obligada del consumo. Lo que propone el decrecimiento es una disminución controlada y consciente, anticipándose al cambio para que éste sea lo menos traumático posible.
Sin embargo, el cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador. Aunque los "números" puedan resultar erróneos, su sentido cualitativo se considera correcto.[17]
Orígenes
Aunque el decrecimiento tiene su fundamento teórico en escritos y pensadores del siglo XX (entre los que destacan el Club de Roma y el escritor Georgescu-Roegen), el concepto es también heredero de las corrientes de pensamiento anti-industriales del siglo XIX; lideradas por Henri David Thoreau (1817-1862) en los Estados Unidos, Lev Tolstoï (1828-1910) en Rusia con su crítica del Estado y la importancia de la libertad individual. En Gran Bretaña, John Ruskin y el movimiento Arts & Crafts (1819-1900) reclamaron, en plena época victoriana, la primacía del ser humano sobre la máquina y oponía la creatividad y el arte a la producción en serie.
Posteriormente se incluyó en esta crítica el fracaso de la globalización en el desarrollo del Tercer Mundo con autores como Vandana Shiva o Arturo Escobar.
Asimismo, el interés por articular lo individual y lo colectivo se hace eco de los escritos de Gandhi y su reflexión del lugar de cada persona en la sociedad. Su interpretación se acerca a la práctica de la vida sencilla: Necesitamos vivir simplemente para que otros puedan simplemente vivir. En su libro Hind Swaraj or Indian home rule realiza una crítica al desarrollo y de la noción misma de civilización, representada por Gran Bretaña y los occidentales. Gandhi muestra que cada progreso alcanzado implica una agravación de las condiciones de vida, y que la civilización occidental deja de lado la moralidad y la religión, y que crea nuevas necesidades relacionadas con el dinero imposibles de satisfacer y que aumenta por lo tanto las desigualdades.
Presentación
El concepto de «decrecimiento» nace como contestación al concepto de crecimiento económico y su herramienta principal de medida: el PIB. Sus defensores opinan que el PIB no es una medida correcta para evaluar el crecimiento de una sociedad, pues tan solo tiene en cuenta el aumento de la producción y la venta de bienes y servicios sin tener en cuenta el bienestar, la salud de los ecosistemas y los desequilibrios climáticos. Así, esta ideología prefiere emplear otros índices de desarrollo alternativos como el Indicador de Desarrollo Humano, el Índice de Desempeño Ambiental o la Huella ecológica mencionada anteriormente.
Los partidarios del decrecimiento afirman que este tipo de desarrollo económico se opone a los « valores humanos».[18]
La teoría enunciada por Nicholas Georgescu-Roegen sobre la bioeconomía en su obra The Entropy law and the Economic Process (1971) forma parte de los cimientos del decrecimiento, así como las críticas a la industrialización en los años 1950, 60 y 70; de Günther Anders (La obsolescencia del hombre, 1956), Hannah Arendt (Condición del hombre moderno, 1958); o del Club de Roma, principalmente a través del Informe Meadows de 1972 que tiene como título en castellano Los límites del crecimiento o la crítica de Iván Illich en La La convivencialidad (1973).
Informes del Club de Roma
En 1968, el Club de Roma encarga a un equipo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology un informe para encontrar soluciones prácticas a los problemas planetarios. Este informe, publicado en 1972 y titulado Los límites del crecimiento es el primer estudio importante que indica los peligros ecológicos del crecimiento económico sin precedentes que estaba experimentando el mundo en esa época (notar que el informe se realizó antes de la crisis de 1973). Su tesis principal es que en un planeta limitado, no es posible un continuo crecimiento económico. Posteriormente hubo más informes. Sin embargo, aunque son considerados como los primeros estudios oficiales que presentaban claramente al crecimiento económico como agravante de las condiciones ecológicas planetarias, no pueden ser considerados como fundadores del decrecimiento, pues las tesis del crecimiento sostenible también se apoyan en ellos.
Tesis de Nicholas Georgescu-Roegen
El matemático y economista Nicholas Georgescu-Roegen es considerado por algunos como el padre del decrecimiento: en 1971 publica la obra The Entropy Law and the Economic Process. Él estima que el modelo económico neoclásico no tiene en cuenta el principio de degradación de la energía y la materia (es decir, el Segundo Principio de la Termodinámica, por el que la entropía en el universo sólo puede aumentar con el tiempo). Por lo tanto, introduce la entropía en sus análisis. Así, asocia a cada flujo económico, de materia y de energía una entropía que al aumentar, significa pérdida de recursos útiles. Por ejemplo, las materias primas empleadas para construir un ordenador son fragmentadas y diseminadas por todo el planeta, siendo prácticamente imposible reconstituir los minerales originales. En cuanto a la energía empleada para fabricar los componentes, se ha disipado para siempre.[19]
Crítica de los instrumentos de medida de la economía
Los partidarios del decrecimiento (y reputados economistas, como el premio nobel Joseph Stiglitz[20] ) opinan que la búsqueda, por parte de los economistas, de un instrumento de “medida de la riqueza” (tanto por razones políticas como científicas), les ha conducido a creer que sólo tienen en cuenta las riquezas medibles, es decir los bienes y servicios que se pueden comprar y vender en el mercado, y que tienen así un valor monetario. El índice empleado por excelencia para medir el progreso de una economía es el PIB, que sin embargo no tiene en cuenta aspectos como el bienestar de la población ni el valor y conservación de los ecosistemas (Para más información, véase Limitaciones del PIB). Un ejemplo para ver las limitaciones del PIB lo exponen de Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, que escriben que:
si un país retribuyese un 10% de su riqueza a personas para que destruyeran sus bienes, hicieran agujeros en las carreteras, destrozaran vehículos, etc., y empleara otro 10% para arreglar esos desperfectos, pues este país tendría el mismo PIB en el que ese 20% de su riqueza se empleara en mejorar la esperanza de vida, aumentar los niveles de educación y mejorar las actividades culturales y de ocio.[21]En el mismo sentido, el economista Serge Latouche comenta:
si se intenta evaluar la reducción de la tasa de crecimiento tomando en cuenta los daños causados al medio ambiente y todas sus consecuencias sobre el "patrimonio natural y cultural", se obtiene generalmente un resultado de crecimiento nulo e incluso negativo. Los Estados Unidos gastaron en 1991, 115 mil millones de dólares, o sea el 2.1% de PIB para la protección del medio ambiente. El Clean Air Act aumentó este costo en 45 o 55 mil millones de dólares por año.[22] [...] El World Ressources Institute, por su lado, intentó mediar la tasa de crecimiento en caso de que se tomasen en cuenta las punciones sobre el capital natural con una óptica de desarrollo durable. Para Indonesia, corrigió la tasa de crecimiento entre 1971 y 1984 del 7.1 al 4% anual, y esto considerando solamente 3 elementos: la destrucción de bosques, la disminución en las reservas de petróleo y gas natural, y la erosión del suelo[23] .[24]De estas diferencias entre el concepto de riqueza y su cuantificación por el PIB, pueden resultar críticas de los medios de medir la riqueza más que cuestionar la noción de crecimiento, que es el objeto de la teoría del decrecimiento. Sin embargo, nos permiten comprender que el criterio de creación de riqueza según el cual ésta aumenta al crecer el PIB, es erróneo. Además, en el seno del decrecimiento existen también tendencias que proponen salir del capitalismo aunque manteniendo el mercado,[25] y otros van aún más allá pidiendo la abolición del dinero, el salario, los precios, las leyes económicas... etc.
Decrecimiento y desarrollo sostenible
El decrecimiento se opone tanto a la economía liberal y productivista como a la noción de desarrollo sostenible. Desarrollo y sostenibilidad serían, hoy por hoy, incompatibles. Todo el planeta aspira a alcanzar los niveles de vida occidentales (con el 20 % de la población del planeta consumiendo el 85% de los recursos naturales). Por lo tanto el desarrollo no podrá ser sostenible.
Según muchos ecologistas, el desarrollo sostenible ha pasado a convertirse en un argumento que utilizan los gobiernos y las propias multinacionales para demostrar que tienen en cuenta los efectos medioambientales a la hora de tomar decisiones, de forma que se ha transformado en la máscara para aparentar un respeto inexistente, o al menos insuficiente (como por ejemplo[26] o[27] el Protocolo de Kyoto) con el entorno. Mari Carmen Gallastegui (premio Euskadi de investigación 2005), a pesar de su postura no radicalmente pro-decrecimiento, en una entrevista concedida a El Correo dijo que: « el desarrollo sostenible se ha convertido en un término que se pone absolutamente a todo y, al final, no significa nada. En su concepción original tuvo una virtud: decirnos que teníamos que cuidar el medio ambiente y la cohesión social, que la economía debía ser próspera para garantizar renta suficiente para todos. Pero ahora se le pone el adjetivo sostenible a todo. (…) La naturaleza nos marcará unos límites que deberemos obedecer. Y es cierto que la tecnología nos ofrecerá cierta sostenibilidad. Fíjese en los alimentos: en lugar de besugo del Cantábrico ya no sé qué comemos. Pero al final deberemos imponernos unos hábitos de consumo y de producción que tengan en cuenta los límites de la naturaleza. ¡A no ser que nos queramos cargar el planeta! ».[28]
El investigador François Schneider presenta el problema de una forma gráfica, que titula: "El círculo infernal del consumo".
Y se pregunta: el crecimiento económico puede realmente resolver los problemas generados por el crecimiento?[29]
Decrecimiento sostenible
Algunos autores, como Clémentin y Cheynet, emplean esta acepción para distinguir entre decrecimiento sostenible e insostenible o caótico.[30] Y aducen que un ejemplo de decrecimiento caótico o insostenible es el que ha tenido lugar en Rusia desde 1990, como consecuencia de la desindustrialización no buscada o deseada. A partir de ese ejemplo, y de su critica, se puede equiparar el decrecimiento sostenible a economía sana, entendiendo por tal un tipo de decrecimiento que, en sus palabras, no habría de generar una crisis social que pusiera en cuestión la democracia y el humanismo.[31]
Decrecimiento y países en desarrollo
Ya en 1973, el Presidente de la Comisión Europea Sicco Mansholt mostraba preocupación por este hecho, diciendo: Para mí, la cuestión más importante es cómo podemos alcanzar un crecimiento cero en esta sociedad. [...] Si no lo conseguimos, la distancia, las tensiones entre las naciones ricas y pobres será cada vez mayor. Me preocupa si conseguiremos mantener bajo control estos poderes que luchan por el crecimiento permanente. Todo nuestro sistema social insiste en el crecimiento.[32]
La propuesta decrecentista es que los países del Sur sigan su propio camino y que no imiten el modelo de desarrollo occidental que se muestra poco válido para proporcionar bienestar a las personas en armonía con la naturaleza. Para ese desarrollo hablan de « ecodesarrollo », con el que pretenden alcanzar un crecimiento cualitativo y humano (como desarrollo del bienestar, de la educación y de reglas de funcionamiento de la comunidad armoniosas, etc.) con los aspectos materiales limitados. Para el grupo de países pobres, dice Latouche, es necesario abandonar la idea de desarrollo exportada por los países ricos, para recuperar la autonomía que tenían antes de ser colonizados. Se trata, entonces, de romper con la dependencia económica y cultural del Norte, retomar el hilo de una historia interrumpida por la colonización, el desarrollo y la globalización, reencontrar y reapropiarse de una identidad cultural propia, reintroducir los productos específicos olvidados o abandonados y los valores "antieconómicos" ligados a su historia y de recuperar las técnicas y los saberes tradicionales.[33] Para ello proponen diferentes medidas:
- Relocalizar las economías: que los bienes consumidos por la comunidad sean producidos en un lugar cercano para minimizar los costes ambientales de transporte.
- Emplear las tecnologías y estrategias energéticas más eficaces
- Colaboración Norte-Sur: para la puesta en práctica del decrecimiento en el Norte (intercambio de conocimientos y prácticas sostenibles que puedan ser útiles para el Sur, teniendo en cuenta de que pueden tener sus propios proceses sostenibles que no han perdido), así como de los mecanismos de compensación y devolución de la « deuda de crecimiento ». Pues son actualmente los países del Sur los que sufren con mayor intensidad las consecuencias del agotamiento irreversible de materia y energía por el ansia material del Norte.
El propio Latouche ha vivido en África y aporta sus reflexiones sobre el fracaso al querer implantar allí el modelo de desarrollo occidental, indicando que en África existe un funcionamiento paralelo aeconómico, basado en lo social, las relaciones con la familia, las amistades, la religión, los vecinos, la obligación de dar y compartir, recibir y devolver, etc. las prácticas milenarias de negociación, donación, regateo, intercambio.[34]
« Efecto rebote »
Este fenómeno se da cuando se produce un aumento del consumo a causa de la reducción de los límites de utilización de una tecnología, pudiendo ser estos límites monetarios, temporales, sociales... Es decir, que al ser más fácil consumir una unidad de producto (por una mejora cualquiera introducida), aumenta el consumo de éste.
Así, los defensores del decrecimiento postulan un « efecto rebote » sistemático: todo progreso técnico, toda mejora de productividad, en vez de reducir el consumo de materias primas y energéticas conduciría al contrario a un mayor consumo, fenómeno ya estudiado por la Paradoja de Jevons en el siglo XIX.
Por ejemplo, con la revolución informática se pensó en una futura desaparición del soporte papel. Sin embargo, se ha detectado desde entonces un gran aumento en su consumo.[35] Según el proveedor de material de oficina Esselte, la demanda de papel ha aumentado un 40% en las empresas que han adoptado el correo electrónico, ya que los empleados tienden a imprimir los mails antes de leerlos.
Otro ejemplo: la industria automovilística. Hoy en día es posible producir vehículos menos contaminantes por unidad de potencia que hace unos años; pero como su número, su potencia, su masa, los kilómetros recorridos y los habitáculos climatizados aumentan, la contaminación que producen aumenta también.[36] El mismo argumento se emplea al referirse al reciclaje cuyos efectos, aunque importantes, no son siempre suficientes para compensar el aumento de la producción de desechos por habitante.
En palabras de Serge Latouche: « las disminuciones del impacto y contaminación por unidad se encuentran sistemáticamente anuladas por la multiplicación del número de unidades vendidas y consumidas.».[37]
« Efecto debote »
Así, como "solución" al efecto rebote se plantea el efecto contrario: el efecto debote. Éste consiste básicamente en aceptar los principios de la simplicidad voluntaria (o vida sencilla): es decir, las mejoras de eficiencia y productividad en vez de ser invertidas en el efecto rebote, se emplearían en tiempo ganado para ocios "no consumistas" de recursos para el planeta.
Aspecto social y puesta en práctica
Así pues, y como conclusión a lo anteriormente explicado, el decrecimiento tiene, aparte de la dimensión ecológica y económica, una dimensión social. La actual sociedad de consumo funciona de forma que los bienes y servicios son utilizados como "intermediarios" para alcanzar la felicidad humana. Es lo que Ivan Illich llama: la industrialización de la necesidad (o de la falta) en su libro La convivencialidad (1973):
La falta, que la sociedad industrial mantiene con esmero, no sobrevive al descubrimiento que muestra cómo las personas y las comunidades pueden, ellas mismas, satisfacer sus verdaderas necesidades.[38]Asímismo, también habla de la dificultad de reconocer el provecho del cambio:
La definición industrial de los valores entorpece extremadamente la posibilidad del usuario de percibir la estructura profunda de los medios sociales. Le es difícil captar que existe una vía distinta, que no es la alienación del trabajo, la industrialización de la falta y la supereficiencia de la herramienta. Le es difícil imaginar que se puede ganar en rendimiento social lo que se pierde en rentabilidad industrial.[38]Para aplicar la idea del decrecimiento es claro pues que habría que modificar completamente el sistema capitalista actual. Como explica André Gorz:
La "reestructuración ecológica" sólo puede agravar la crisis del sistema. Es imposible evitar una catástrofe climática sin romper de manera radical con los métodos y la lógica económica que impera desde hace 150 años. [...] Por tanto el decrecimiento es un imperativo de superviviencia. Pero supone otra economía, otro estilo de vida, otra civilización, otras relaciones sociales. Sin estas premisas, sólo se podrá evitar el colapso a través de restricciones, racionamientos, repartos autoritarios de recursos característicos de una economía de guerra. Por tanto la salida del capitalismo tendrá lugar sí o sí, de forma civilizada o bárbara. Sólo se plantea la cuestión del tipo de salida y su ritmo con el cual va a tener lugar.[39]Para Gorz, salir del capitalismo es una necesidad para alcanzar la igualdad. De nuevo en sus propias palabras:
Mientras razonemos en los límites de esta civilización no-igualitaria, el crecimiento aparecerá a la gente como la promesa -sin embargo completamente ilusoria- que un día dejarán de ser “sub-priviligiados”, y el no-crecimiento como su condena a la mediocridad sin esperanza. Además, no es tanto al crecimiento hacia donde se tienen que dirigir las críticas, sino a la dinámica de necesidades crecientes y siempre frustradas sobre la que se apoya, a la competición que organiza incitando a las personas a querer situarse, cada una, por encima de los demás. El lema de esta sociedad podría ser: “lo que es bueno para todos no vale nada. No serás respetable mientras no tengas “mejor” que los demás. Sin embargo, es lo contrario lo que hay que afirmar para romper la ideología del crecimiento: solo es digno de tí lo que es bueno para todos. Solo merece ser producido lo que no da privilegios ni rebaja a nadie. Podemos ser felices con menos opulencia, pues en una sociedad sin privilegios, no hay pobres.[40]La innovación se ha focalizado hasta ahora en los productos y servicios, lo que ha creado el efecto rebote. Sin embargo, como apunta Schneider: existe un campo dónde la innovación puede dar resultado: en el de las relaciones personales. La innovación en los productos y servicios debe dejar paso a la innovación en el « estilo de vida » para una reducción de nuestro consumo. [...] en relación a los « consumidores soldado », es necesaario negarse a participar, de desertar del estilo de vida consumista para que otro tipo de economía se desarrolle basado en la ayuda mutua, la convivialidad, la respuesta a las verdades necesidades y no a aquellas creadas por la publicidad y la moda.[41]
Latouche recalca los efectos sociales positivos que implicaría el decrecimiento. Para él, una reducción fuerte del tiempo de trabajo, que permitiera reducir la producción total y un mayor y mejor reparto del trabajo entre toda la población activa, es fundamental. Es importante comprender que la reducción del trabajo en ningún caso es diseñada para aumentar la productividad y el crecimiento, sino que debe de ser tan fuerte que sea capaz de reducir la producción total. El ideal para Latouche, sería pasar a trabajar 3 o 4 horas al día. La solución propuesta por Gorz es pasar de las 1600 horas (en el caso francés) a las 1000 horas para que se cumplieran dos objetivos principales:[42]
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- Que una proporción mucho más importante de la población pueda acceder a tareas profesionales cualificadas, complejas, creativas, responsables que les permitan evolucionar y renovarse continuamente.
- Que todo el mundo trabaje cada vez menos para que todos puedan trabajar y desarrollar fuera del trabajo las potencialidades personales que sólo se llegan a realizar fuera del mismo.
Así, salir de la llamada sociedad del trabajo, ayudaría a reducir la exclusión social de los parados, a desarrollar las relaciones sociales fuera del ambiente del trabajo (la familia, los amigos...) El ideal de la alternativa del decrecimiento sería también una sociedad donde el consumo de mercancías ocupe una plaza no dominante en el empleo del tiempo libre, donde el ocio no sea sinónimo de consumo, y el mismo consumo se haga de otra forma, primando los productos locales y artesanales frente a los de origen lejano y de serie, en la fabricación de los cuales el productor no tiene la oportunidad de realizarse.
Organización en la sociedad
La economía de mercado controlada o regulada tendría que evitar todo fenómeno de concentración, lo que, a su vez, supondría el fin del sistema de franquicias y grandes superficies comerciales. Potenciaría el fomento de un tipo de artesano y de comerciante que es propietario de su propio instrumento de trabajo y que decide sobre su propia actividad. Se trataría, pues, de una economía de pequeñas entidades y dimensiones (local), que, además no tendría que generar publicidad. Por lo tanto, sería el fin de los productos manufacturados baratos de importación: el fin de la globalización, pues.
La producción de equipos que necesita de inversión sería financiada por capitales mixtos, privados y públicos, también controlados desde el ámbito político. Y el modelo alternativo introduciría, además, la prohibición de privatizar los servicios públicos esenciales (acceso al agua, a la energía disponible, a la educación, a la cultura, a los transportes públicos, a la salud y a la seguridad de las personas).
Asimismo, se abandonaría la práctica de la agricultura intensiva (que obtiene sus altos rendimientos por el uso masivo de sustancias químicas - pesticidas, herbicidas...), en favor de la agricultura biológica. En el tema energético, se abandonarían los sistemas que emplean materias primas no renovables en favor de los renovables. Para establecer una auténtica justicia social, según la visión de André Gorz, se tiene que acabar con los privilegios de unos hombres sobre los demás. Para él, la pobreza es relativa; por ejemplo, eres pobre en Vietnam cuando andas descalzo, en China cuando no tienes bici, o en Francia cuando no puedes comprarte un coche: todo el mundo es el pobre o el rico de un otro. Sin embargo, cómo organizar este decrecimiento es un tema muy delicado. Frente a otros partidarios del decrecimiento, Bonaiuti argumenta la reducción drástica del consumo provocaría malestar social, desocupación y, en última instancia, el fracaso de la política económico-ecológica alternativa. Propugna, en consecuencia, desplazar los acentos hacia lo que llama “bienes relacionales” (atenciones, conocimientos, participación, nuevos espacio de libertad y de espiritualidad, etc.) y hacia una economía solidaria. Se entiende, pues, que el decrecimiento material tendría que ser un crecimiento relacional, convivencial y espiritual.
Hay que destacar que existen diversas formas de cómo aplicar estas ideas. Se deducen 2 tendencias principales: una que pone el acento en la autogestión de las comunidades, y otra que permite una cierta planificación "central" (con tendencia socialista). Pues cuanto más pequeñas sean las unidades de producción, menor serán las posibilidades de producir bienes más complejos.
La visión de André Gorz
Gorz se encuadra en una tendencia que considera que una planificación central sería interesante para las comunidades. En un artículo publicado en febrero del año 2000, decía:
Intenten imaginar una sociedad fundada en estos criterios. La producción de tejidos muy resistentes, de zapatos que duren años, de máquinas fáciles de reparar y capaces de funcionar un siglo, todo ello está, desde hace tiempo, al alcance de la técnica y de la ciencia de la misma forma que la multiplicación de instalaciones y de servivios colectivos (de transporte, de lavado, etc.) que nos libren de la compra individual de máquinas caras, frágiles y devoradoras de energía.Imaginen en cada inmueble colectivo 2 o 3 salas de televisión (una por programa); una sala de juegos para los niños; un taller bien equipado de bricolage; una lavandería con secadora y plancha: tendrían ustedes todavía la necesidad de todos vuestros equipamientos individuales, y seguirían atascándose en las carreteras si hay transportes colectivos cómodos hacia los lugares de descanso, aparcamientos para bicis y ciclomotores, una red de transportes en común para las afueras y las ciudades? Imaginen también que la gran industria, planificada centralmente, se limita a producir lo necesario: 4 o 5 modelos de zapatos y de prendas que duren, 3 modelos de coches robustos y transformables, además de todo lo necesario para los equipamientos y servicios colectivos. Es imposible en economía de mercado? Sí. Sería el paro masivo? No: la semana de 20 horas, a condición de cambiar el sistema. Sería la uniformidad y la monotonía? No, pues imaginen esto también: cada barrio, cada municipio dispone de talleres, abiertos día y noche, equipados de toda una gama tan completa como sea posible, de herramientas y máquinas, dónde los habitantes, individualmente, colectivamente o en grupos, producirán ellos mismos, fuera del mercado, lo superfluo, en función de sus gustos y deseos. Como sólo trabajarán 20 horas por semana (y puede que menos) para producir lo necesario, los adultos tendrán todo el tiempo de aprender todo lo que los niños aprenderán por su lado en la escuela primaria: trabajo de la madera, del cuero, de tejidos, de la piedra, de metales; electricidad, mecánica, cerámica, agricultura...
Es una utopía? Puede ser un programa. Pues esta “utopía” corresponde a la forma la más avanzada, y no la más frustrada del socialismo: a una sociedad sin burocracia, dónde el mercado decae y dónde hay suficiente para todos y dónde las personas son individualmente y colectivamente libres de modelar sus vidas, de elegir lo que quieren hacer y tener además de lo necesario: una sociedad dónde el libre desarrollo de todos sería a la vez el fin y la condición del libre desarrollo de cada uno Marx dixit[43]Actores y evolución
En un primer plano, el movimiento se apoya en el principio de simplicidad voluntaria. A nivel organizativo, hay diversas asociaciones que se están formando en todo el mundo, aunque el movimiento es minoritario en la mayoría de países. Sin embargo, en Francia es dónde está teniendo un mayor impulso (debido en parte a que muchos de sus ideólogos son de esta nacionalidad, como Latouche o Gorz), y en el año 2005 se creó el Parti pour la décroissance.[44]
Uno de los aspectos más criticados por los decrecentistas en particular, y los críticos con el capitalismo actual en general, es el de la publicidad. Consideran que a parte de ser costosa por sí misma, es despropocionadamente grande e incita al consumo creando nuevas necesidades, cumpliendo funciones de propaganda. Lo que se traduce finalmente en más desechos y agotamiento de recursos. Para 2012, un informe[45] estima que el gasto de publicidad online será de 16.000 millones de euros en Europa, y que representará el 18% de la publicidad total (que se estima en unos 90.000 millones de euros). Como comparación de cifras, el presupuesto del Ministerio de Educación y Ciencia de España, para 2007, ascendió a 5.566 millones de euros.[46]
Existen grupos muy activos en Francia como Casseurs de pub[47] (literalmente, rompedores de publicidad) que realizan acciones de protesta.
Progetto km O
En el norte de Italia, algunas regiones han puesto en marcha el proyecto Kilómetro 0,[48] que consiste en la creación de una etiqueta que garantiza que el producto es local. De esta forma, se eliminan los gastos de transporte y su contaminación asociadas. Además, esta etiqueta significa un impulso para los productos locales y de temporada
Apoyo político
Los Verdes - Grupo Verde, en su programa entienden que El desarrollo ecológicamente sostenible es el objetivo de la política económica verde, entendido como aquel modelo de desarrollo económico que garantice una creciente calidad de vida para el conjunto de la humanidad, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones venideras, ni la conservación del planeta. En los países del «Norte», desarrollo sostenible puede significar decrecimiento económico, medido en términos del PIB, pero aumento en la calidad de vida.[49]
En Francia se ha consituido un partido pro-decrecimiento: Le Parti pour la Decroissance para las Elecciones al Parlamento Europeo de 2009.
Críticas
Crítica liberal
Los liberales, partidarios del liberalismo económico, estiman que el crecimiento económico permite la creación de riqueza (aumento del empleo, mejora de la calidad de vida, mejora de la educación y de la sanidad, etc.). Es decir, que haya más recursos para hacer y mejorar más cosas. Desde su punto de vista, el decrecimiento (recesión económica) sería un destructor de riqueza.
Los liberales opinan que el progreso tiene cada vez más que ver con el conocimiento que con los recursos físicos, y que el progreso de la tecnología, en un entorno de libertad, sirve también para mejorar las condiciones ambientales y reducir la contaminación. Las teorías ecológicas promercado sostienen que los problemas ambientales son causados en su mayoría por una falta de claridad sobre los derechos de propiedad y sus externalidades.
La autorregulación del mercado
Así, opinan que si las reservas de un recurso determinado no renovable comienzan a escasear, será el propio mercado (entendido como la suma de las interacciones de los seres humanos) el que limite su extracción mediante 2 mecanismos:
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- el alza del precio (ley de la oferta y la demanda)
- la financiación para el desarrollo de alternativas (energías renovables, energía nuclear, biocombustibles, tecnología apropiada, investigación en nuevos materiales reciclables, etc.)
Sostienen que ésta es la forma más racional de afrontar el problema, pues estiman que la ley natural del mercado es más eficaz que los sistemas de decisión centralizada (véase: cálculo económico, conocimiento disperso, tragedia de los comunes). Así, el capitalismo de mercado tendría como ventaja, por ejemplo, que la explotación de fuentes de energía que no eran económicamente viables hace 10 o 20 años, pues en estas nuevas condiciones sí lo sea y de esta forma continue el crecimiento económico que necesita la población.
Destrucción creativa
El concepto económico del decrecimiento está fundado en la hipótesis que producir más implica siempre consumir más energía y materias primas, mientras que se disminuye la mano de obra, que es reemplazada por máquinas. Este análisis sin embargo es considerado falaz desde el análisis de mercado que estima que el progreso tecnológico permite producir más con menos, incluidos los servicios. Es lo que se conoce como destrucción creativa, es decir el proceso de desaparición en el mercado de empresas “viejas“ de un sector (o sus tecnologías antiguas y contaminantes) a causa de la innovación en ese sector que permite abaratar costos consumiendo menos energía y materia prima a cambio de mayor productividad.
A su vez esta reducción de costos y/o aumento de ganancias permite aumentar la capacidad de ahorro, que a su debido tiempo permite invertir en nuevos avances, que a su vez desplacen a los anteriores.
Crítica marxista
Los marxistas diferencian entre 2 tipos de crecimiento: aquel que es útil para el ser humano, y aquel que simplemente busca aumentar los beneficios de las empresas. Por ejemplo, construir un nuevo hospital o un portaaviones militar producen ambos un aumento del crecimiento. Así, los marxistas consideran que es la naturaleza y el control de la producción lo que es determinante, y no la cantidad; y opinan que el control y la estrategia del crecimiento son los pilares que permirirían un desarrollo social y ecológico. Jean Zin manifiesta que aunque la justificación de la necesidad del decrecimiento es válida, no lo es el modo en que se propone la solución. Zin ve un cierto voluntarismo idealista y una sobrevaloración de lo político mientras que las fuerzas sociales necesarias faltan completamente.[50]
Crítica tercermundista
Lógicamente, la perspectiva de decrecimiento para los países pobres no parece ser la más adecuada para su prosperidad. En este sentido la mayor parte de los ideólogos del decrecimiento se inclinan por que alcancen unos niveles aceptables de bienestar (independientemente de que su crecimiento). Sin embargo, existe una cuestión importante, y es ¿Cuánto deben de decrecer los países desarrollados, y cuánto se les puede “permitir” crecer a los pobres para equilibrar la balanza? He ahí un gran problema, pues debería de tratarse de un organismo supranacional, que en estos momentos (año 2008) es una utopía.
Crítica tecnológica
Crecimiento inmaterial
La teoría del crecimiento endógeno considera que los factores humanos, como la educación, la capacitación en el trabajo, el desarrollo de nuevas tecnologías... se podría entender como crecimiento desde dentro.
Así, existe una corriente de pensamiento (relacionada con la sociedad de la información) que considera que la humanidad ha entrado en una nueva era tecnológica, y que será posible en adelante, gracias a la informática y a las telecomunicaciones crear riqueza mediante solo información y servicios. Y esta “producción inmaterial” la consideran como no-contaminante.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que toda red necesita de un soporte material (satélites, cables, ordenadores...) y el tránsito de las informaciones implican también un coste energético. Para esta teoría, sin embargo, estos costes serían comparativamente minoritarios.
Confianza en el progreso de la ciencia
También existe la opinión de que el progreso de la ciencia resolverá el problema energético, de residuos y reducción de las materias primas. Se apoya en el espírituo de la Ilustración para desarrollar una visión tecnófila y optimista de la investigación científica.
Se apoyan, por ejemplo, en la evolución de la intensidad energética (que es la relación entre el consumo de energía y de la producción) de las grandes economías, que ha disminuido en los últimos 20 años (ver gráfico). Por ejemplo, las investigaciones en energía nuclear podrían proporcionar soluciones energéticas al crisis petrolífera. Y a largo plazo, los partidarios de las fusión nuclear predicen reactores de tipo ITER que podrían convertirse en fuentes de energía casi inacabables y poco contaminantes.
Filmografía relacionada
- Ihla das flores (1989)[51]
- El documental Les Glaneurs et la Glaneuse de Agnès Varda (2000)
- El documental We Feed the World de Erwin Wagenhofer (2005)
- Volem rien foutre al païs de Pierre Carles, Christophe Coello y Stéphane Goxe (2007)
- Decrecimiento y simplicidad voluntaria por Jean-Claude DECOURT (2007)[52] [53]
Autores
- Sobre decrecimiento
- Enric Duran i Giralt
- Jacques Ellul
- Nicholas Georgescu-Roegen
- André Gorz
- Iván Illich
- Serge Latouche
- Pierre Rabhi
- Carlos Taibo
- Jacques Testart
- Relacionados con el decrecimiento
Bibliografía
Véase también
- Portal:Rural Contenido relacionado con Rural.
- Productivismo
- Desarrollo sostenible
- Sostenibilidad
- Los límites del crecimiento
- Economía ecológica
- Desarrollo crítico
Referencias
- ↑ El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión 16 veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética, Ivan Illich
- ↑ Subirana, Pere (octubre 1995) Consumir menys per ciure millor Ecoconcern. Papers d'innovació social.
- ↑ Gisbert Aguilar, Pepa (invierno 2007-2008): Decrecimiento: camino a la sostenibilidad, en Ecologista, Nº55. p.20
- ↑ [1]. Consultada el 27 de agosto de 2008
- ↑ Ecoperiódico: Las reservas de uranio son suficientes para los próximos 80 años según el presidente de ENUSA, consultada el 29 de octubre de 2008
- ↑ Adnmundo.com: Uranio: tantas reservas como voces en contra, consultada el 29 de octubre de 2008
- ↑ International Energy Outlook 2007 Chapter 5 Coal, consultada el 29 de octubre de 2009
- ↑ (en francés) [2], consultada el 29 de octubre de 2008
- ↑ Informa realizado por la ONU publicado en 1998 con datos de 1995 [3], consultada el 20 de octubre de 2008
- ↑ Matas, Jaume, (2002). [4]. Consultado el 1 de julio de 2008
- ↑ Sirvan como ejemplos el caso reciente de Galicia: [5] o la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural de 2007 en España: [6].
- ↑ La ONU ya advertía en 1972: ’’Los recursos no renovables de la Tierra deben emplearse de forma que se evite el peligro de su futuro agotamiento y se asegure que toda la humanidad comparte los beneficios de tal empleo.’’, Declaración de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio humano (Reunida en Estocolmo del 5 al 16 de junio de 1972)
- ↑ Datos obtenidos de [www.footprintnetwork.org, también publicado en http://assets.panda.org/downloads/living_planet_report.pdf; version española: ver http://www.footprintnetwork.org/newsletters/gfn_blast_0610.html]
- ↑ Datos obtenidos de [7]
- ↑ «Médicos Descalzos (ONG) España - Desarrollo sostenible y huella ecológica».
- ↑ Sin embargo, el cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador. Aunque los "números" puedan resultar erróneos, su sentido cualitativo se considera correcto [8] Extracto de un artículo de la revista Science dónde se cita como instrumento de medida del consumo de los bienes, consultada el 4 de noviembre de 2008
- ↑ Extracto de un artículo de la revista Science dónde se cita como instrumento de medida del consumo de los bienes [9], consultada el 4 de noviembre de 2008
- ↑ Como expresa Serge Latouche, en la introducción de su libro La déraison de la raison économique
- ↑ Georgescu-Roegen, Nicolas (1995) El decrecimiento. Entropía, ecología, economía
- ↑ La Jornada, 2008/01/09
- ↑ Jean Gadrey et Florence Jany-Catrice (2005) Les nouveaux indicateurs de richesse La découverte, p.21
- ↑ cifras en Le Monde del 22 de noviembre de 1991
- ↑ Hervé Kempf, L'économie à l'épreuve de l'écologie, Hatier
- ↑ Latouche, Serge (2003) Decrecimiento y post-desarrollo El viejo topo, p.62
- ↑ Serge Latouche (2007). [10]. Consultado el 6 de julio de 2008
- ↑ críticas al Gobierno andaluz, [11], consultada el 4 de noviembre de2008
- ↑ críticas referidas al día sin coche, [12], consultada el 4 de noviembre de 2008
- ↑ [13]. Consultada el 26 de agosto de 2008
- ↑ [14] Web de François Schneider con artículos técnicos sobre el decrecimiento (en francés)
- ↑ [15], consultada el 29 de octubre de 2008
- ↑ [16], Consultada el 3 de octubre de 2008
- ↑ Decrecimiento sostenible (nº35), Revista Ecología Política, junio 2008, España
- ↑ ¿Tendrá el sur derecho al decrecimiento? Publicado en Le Monde Diplomatique - en español, Noviembre de 2004
- ↑ [Serge Latouche] La otra África: autogestión y apaño frente al mercado global. Oozebap, Colección Pescando husmeos nº 2, 2007, España. 84-611-4830-4
- ↑ [17]. Consultada el 26 de agosto de 2008
- ↑ [18]. Consultado el 26 de agosto de 2008
- ↑ Serge Latouche, Le pari de la décroissance, Fayard, 2006, p. 49.
- ↑ a b La Convivencialidad, texto en línea. pág. 42, consultada el 22 de marzo de 2009
- ↑ André Gorz, La salida del capitalismo ya ha empezado, 27 juillet 2008. [19], consultada el 3 de octubre de 2008
- ↑ [20], Consultada el 4 de octubre de 2008
- ↑ [21] Web de François Schneider con artículos técnicos sobre el decrecimiento (en francés)
- ↑ [Gorz, André (2007) Crise mondiale, décroissance et sortie du capitalismeEntropia nº2 Printemps ISSN ; 1954-2437 ]
- ↑ [22], consultada el 4 de octubre de 2008
- ↑ [23], consultada el 20 de octubre de 2008
- ↑ se trata del informe realizado por la consultora Forrester Research,[24]
- ↑ [25], consultada el 29 de octubre de 2008
- ↑ [26], consultada el 29 de octubre de 2008
- ↑ (italiano) [27], consultada el 14 de abril de 2009
- ↑ Programa de los Verdes-Grupo Verde, consultada el 11 de mayo de 2009
- ↑ Jean Zin, L'écologie politique à l'ère de l'information, Ere, 2006, p. 68-69.
- ↑ Visible en google videos en streaming [28] (castellano)
- ↑ Utopimages [29]
- ↑ Visible en internet en [30]
Enlaces externos
- Blog rico en fuentes, documentales, grupos locales, enlaces...
- Decrecimiento: camino de la sostenibilidad por la Universidad de Alicante
- Red por el Decrecimiento en Catalunya
- Grupo del Decrecimiento en Madrid
- Por una sociedad de decrecimiento Le Monde Diplomatique Noviembre 2003
- Artículo completo sobre el Decrecimiento
- Otro artículo sobre el Decrecimiento
- Entrevista a Serge Latouche 1ª parte y 2ª parte (subitulada en castellano)
- Web del movimiento en italia
- Artículo más completo de introducción al Decrecimiento
- Conferencia de Carlo,,s Taibo en Pamplona (marzo 2009)
- Enrevista a Arcadi Oliveres
- El decrecimiento, artículo de Gustavo Ducho Guillot, El País
- Campaña de Ecologistas en Acción por el Decrecimiento: Menos para vivir mejor
- Crecer o no crecer, El Mundo. 10/11/2008
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