- Desfile naval del Paso de Calais
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Desfile naval del Paso de Calais
Tras el hundimiento del “Bismarck”, los grandes navíos alemanes que quedaban se concentran en el puerto de Brest, en la Francia ocupada, donde se encuentran en peligro de ser hundidos por la RAF británica. Durante el mes de febrero de 1942, los buques alemanes recorren bajo protección naval y aérea sin bajas el Canal de la Mancha, para ser dispersados a lo largo de la costa noruega. Ese episodio se conocería como el Desfile naval del Paso de Calais.
Contenido
Antecedentes
El hundimiento del “Bismarck” provoca gran consternación en Alemania. Hitler cita al Gran almirante Erich Raeder en Obersalzberg para que le rinda cuentas de las faltas que supone han sido cometidas. Con el hundimiento del “Bismarck” se desplomó toda la organización de los “navíos fantasmas”. El “Prinz Eugen” se salva de la persecución y tiempo después entra sano y salvo al puerto de Brest. El Mando Naval alemán había dispuesto en el más absoluto secreto, en apartados lugares del Atlántico, una red completa de buques con abastecimientos y combustible, a los cuales acudían los buques de guerra para abastecerse. Seis de esos siete buques han caído en manos británicas.
Por otra parte, el hundimiento del “Bismarck” ha puesto en evidencia los progresos obtenidos por los británicos: uno de ellos es el radar y el otro la gran autonomía que alcanzan los aviones. El Alto Mando alemán saca de ello una conclusión: no se pueden enviar al Atlántico los grandes navíos y el peso de la guerra contra las comunicaciones vitales de los británicos deben llevarlo los submarinos.
El “Scharnhorst”, el “Gneisenau” y el “Prinz Eugen” se encuentran en Brest y la Royal Air Force los ataca todas las noches con bombas y torpedos, aunque aún sin éxito. La pérdida del “Bismarck” ha afectado profundamente a Hitler, sensible a los atentados contra el prestigio. Y los grandes buques de guerra son para él motivo de orgullo. Queda claro, entonces, que hay que sacar los grandes buques del puerto de Brest y llevarlos a lugar seguro.
Desfile en el paso de Calais
El 12 de febrero de 1942, a mediodía, una columna de carros blindados al mando del capitán de navío Von Blane, jefe del Tercer Negociado, se dirige hacia el cabo Gris-Nez (en el norte de Francia; es el punto de Francia más cercano a la costa inglesa). En él observan el espectáculo de una escuadra navegando a gran velocidad pegada a la costa francesa. Son como quince buques de todo tamaño. En el centro resaltan las siluetas de tres grandes navíos, se trata del “Scharnhorst“, del “Gneisenau” y del “Prinz Eugen”, rodeados de destructores y torpederos, que se acercan a no menos de 28 nudos. El espectáculo tiene lugar a las 12:15 y en el lado más estrecho del canal de la Mancha. Un mes antes (el 12 de enero de 1942) se había preparado la movilización de la escuadra alemana. Reunidos a las 16:00 ante Hitler, en el Führerbunker del Wolfsschanze, cerca de Rastenburg, los almirantes de la marina alemana y los generales Jeschonnek y Galland de la Luftwaffe toman la decisión de sacar la escuadra de Brest. La ruta de navegación se denomina la “avenida triunfal” y se prepara en el más absoluto secreto. Los comandantes de dragaminas tampoco saben lo que están preparando y, para distraer a los espías, se corrió la voz de que los aliados habían sembrado nuevos campos de minas.
Tres jóvenes oficiales alemanes, acostumbrados a navegar por el canal de Mancha desde 1940, son citados y encerrados en París, señalándoles la misión: van a servir de pilotos a los tres grandes navíos. Su cautiverio dura hasta el fin de la operación. En un coche cerrado, son conducidos a Brest. Está previsto el inicio de la operación para las 20:00 del 11 de febrero. No obstante, el inicio debe ser retrasado dos horas debido a un ataque aéreo. El radar del “espía de guardia” británico se avería y no registra la partida. Cuando es reparado, los navíos alemanes habían salido de la zona crítica. El general de aviación Koller avisa al almirante Ciliax de que zarpe aprovechando la niebla artificial que hará durar el general de la Luftwaffe hasta el día siguiente, junto con la alarma aérea. Cuando los británicos se dan cuenta de la operación, ya la escuadra alemana casi se les había escurrido de las manos. Cuando los británicos desencadenan el ataque, los buques se encontraban frente a las costas belgas. El ataque británico es vigoroso, pero en tres horas la Royal Air Force había perdido cerca de sesenta aparatos. Los navíos prosiguen hacia la costa holandesa.
A las 15:28, el “Scharnhorst”, buque insignia, embistió una mina. El almirante Ciliax trasborda su insignia al destructor “Z-28”, que se aleja velozmente a alcanzar a su escuadra que se ha alejado, abandonando al “Scharnhorst”, que queda con algunas embarcaciones de seguridad a su alrededor. Al cabo de 12 minutos de febril actividad a bordo, se encienden las máquinas, retorna la energía eléctrica y su artillería puede ser disparada. A las 15:49, se pone en marcha la máquina de babor y comienza a navegar en busca de su escuadra. Ya en aguas alemanas, el almirante Ciliax trasborda al acorazado.
Al día siguiente, el Times expresa la opinión general de los ingleses:
“Desde el siglo XVII, el arraigado convencimiento de nuestro dominio de los mares no había recibido tan mortal golpe en nuestras aguas metropolitanas”
Editorial del The Times, del día 13 de febrero de 1942 en Londres#GGC11CVéase también
Bibliografía
- Bekker, Cajus. Lucha y muerte de la marina de guerra alemana (título del original 'Kamp und Untergang der Kriegsmarine'). Editorial Luis Caralt. Barcelona, 1959. ISBN 84-217-5684-2
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