Vista aérea del Cabo de San Vicente con la fortaleza de Sagres.

La Escuela de Sagres fue una institución portuguesa del siglo XV, ligada al infante de Portugal Enrique el Navegante, que tras intervenir en la conquista de Ceuta, reunió desde 1417 en la ciudad de Sagres (Villa del Infante -véase Fortaleza de Sagres-), fundada por él mismo en el Cabo de San Vicente (el extremo suroccidental de la Península Ibérica, en el Algarve), personalidades científicas y técnicas ligadas a la navegación oceánica. Entre otros, el infante Don Enrique atrajo al cartógrafo mallorquín Jehuda Cresques (procedente de una familia de fabricantes de portulanos, como el famoso Atlas Catalán de 1375, atribuido a él y a su padre Abraham Cresques). Tras la muerte de Enrique (1460), el centro impulsor de los descubrimientos portugueses pasó a Lisboa.

Desde el siglo XVI (Damião de Góis), se vienen relacionando de una u otra forma con esta escuela a los principales descubridores, tanto portugueses, como Vasco da Gama, como de otras nacionalidades, como el propio Cristóbal Colón. Más que una escuela náutica en el moderno concepto de la palabra, Sagres fue un lugar de reunión de marineros y científicos, donde intercambiar información y técnicas, diseñar mapas, construir barcos y organizar expediciones. Según las crónicas de la época, todos los años dos o tres barcos partían en expedición. Entre 1444 y 1446, salieron más de cuarenta del puerto y astillero anejo (Lagos).

El primer historiador en mencionar el concepto de Escuela de Sagres fue el inglés Samuel Purchas (siglo XVII), aunque ya antes Damião de Góis apuntaba una idea similar. Los historiadores ingleses y portugueses posteriores asentaron el uso del término.

La efectiva realidad histórica de esta institución se discute por algunos historiadores, que no encontrando suficiente respaldo en las crónicas contemporáneas a su funcionamiento, la consideran un mito de la historia portuguesa.^[1] La diversa condición religiosa (judíos, musulmanes, cristianos) de sus integrantes, e incluso la posiblidad de relacionarlos remotamente con los mitificados templarios (a través de la relación que esta orden pudiera haber tenido con la Orden de Cristo a la que Enrique pertenecía), aumentan el halo romántico con que en ocasiones se presenta la Escuela.

Primeros resultados

João Gonçalves Zarco alcanzó Porto Santo (1419) y la Isla de Madeira (1420); y por su parte Diogo de Silves la Isla de Santa Maria en las Azores (1427). En 1434 Gil Eanes dobla el cabo Bojador (punto más occidental de África). Esto significó un periodo de doce anos para avanzar las doscientas millas que separan cabo Não de cabo Bojador. A partir de ese punto, el Mar Tenebroso de los geógrafos árabes era temido por la dificultad del regreso, contrario a los vientos dominantes, que sólo se evitaban con la navegación de altura, alejada de la costa. En el segundo cuarto del siglo XV se consiguieron los adelantos que lo posibilitaron. El navío adecuado fue la carabela, usada para la pesca y caracterizada por su robustez y poco calado; con un tonelaje de 50 a 160 toneladas y armando 1, 2 o 3 mástiles con velas latinas triangulares.

Era de los Descubrimentos

A comienzos del siglo XV, las técnicas de navegación no diferían prácticamente en nada de las usadas en la Antigüedad; se navegaba siempre a vista de la costa (cabotaje), utilizando remos o ventos de feição y el piloto escogía ruta por el conocimiento práctico que tuviera de los lugares, mares, corrientes y fondos. Aunque ya se utilizaban la aguja de marear (brújula) y el reloj de arena; los instrumentos náuticos, las cartas de navegación y las observaciones astronómicas estaban lejos de ser útiles. Sólo en el Océano Índico los marinos árabes utilizaban el Kamal para, en la práctica, mantener el barco sobre una determinada latitud. Como el viento constituía la principal fuerza motriz de los navios, era fundamental el conocimiento de las áreas de vientos favorables.

Los descubrimientos portugueses de comienzos del siglo XV no se limitaron a la exploración científica y comercial del litoral africano; hubo también viajes mar adentro en busca de informaciones meteorológicas y oceanográficas que permitiesen el regreso de los navíos de la costa africana por zonas de vientos más favorables. Fueron en estos trayectos en los que se descubrieron los archipiélagos de Madeira y Azores, el Mar de los Sargazos o Mar da Baga, y la volta da Mina ou seja, la ruta oceánica de regreso de África. El conocimiento del régimen de vientos y corrientes del Atlántico Norte y la determinación de la latitud por observación astronómica a bordo, permitió esa ruta de retorno de África, cruzando el Atlántico Central a la latitud de las Azores, donde los vientos del Oeste facilitaban un rumbo directo hacia Lisboa, posibilitando así que los portugueses se aventurasen cada vez más lejos de la costa.

Diogo Cão y Bartolomeu Dias representaron los dos hitos finales de esta época: el primero llegó a Foz do Zaire en 1482 y el segundo dobló el Cabo de Buena Esperanza en 1487.

Como corolario de estos viajes de exploración, Vasco da Gama descubrió la ruta marítima a la India en 1497-1499.

Notas