- Escultura religiosa en España
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Escultura religiosa en España
Penetraron en España las ideas y formas escultóricas del Renacimiento italiano con los artistas florentinos que vinieron a trabajar durante el siglo XV y siguió extendiéndose el nuevo gusto por obra de extranjeros de varias nacionalidades y por algunos españoles que aprendieron en Italia desde los últimos años de dicho siglo. Pero no logró implantarse con firmeza el estilo hasta el advenimiento del emperador Carlos V al trono.
Ya en 1339 había llegado a Cataluña el arte de los pisanos con el sepulcro de Santa Eulalia en Barcelona aparte de algunas otras influencias arriba descritas. Casi un siglo después, se labraron en el trascoro de la catedral de Valencia algunos relieves por el florentino Giuliano, discípulo de Ghiberti, junto con otros de mano española. Pero estos ensayos y tentativas quedaron aislados hasta la llegada de otros maestros de la escuela florentina al terminar dicho siglo XV y comenzar el siguiente. Fueron éstos, principalmente los siguientes:
- Domenico Fancelli que labró el sepulcro del infante D. Juan (hijo de los Reyes Católicos muerto en 1497) en la iglesia de Santo Tomás de Ávila, el de los Reyes Católicos en Granada y el mausoleo mural de Diego Hurtado de Mendoza en la catedral de Sevilla (año 1509)
- Pietro Torrigiano, gran escultor en barro cocido a quien se adjudican un San Jerónimo y una estatua de la Virgen que están en el Museo de esta misma ciudad
- Juan Nolano que en 1522 erigió el soberbio mausoleo de los Cardona en el convento de los franciscanos de Bellpuig (Lérida).
Al mismo tiempo que los italianos, contribuyeron a establecer en España el estilo del Renacimiento varios artistas franceses y flamencos en él imbuidos, entre los cuales sobresalió desde 1498 el borgoñón Felipe Vigarni o Biguerni a quien se adjudican entre otras labores los relieves de la Pasión con adornos platerescos de sabor italiano en el trasaltar mayor de la catedral de Burgos y parte de la sillería del coro de la catedral de Toledo con su retablo mayor (en que fue ayudado por Copín) y la parte escultórica del retablo de la catedral de Palencia entrado ya el siglo XVI. Por la misma época y antes y después de Vigarni, floreció la familia de los Egas, descendientes del flamenco Anequin, aunque más bien como arquitectos del primer Renacimiento.
Entrado ya el segundo tercio del mencionado siglo y siguiendo hasta el año 1577, destaca el francés Juan de Juni en Valladolid, autor de los retablos mayores en las iglesias de Santiago y la Antigua y de otras varias imágenes allí y en Segovia, Ciudad Rodrigo y otras poblaciones de Castilla, emulando a Miguel Angel y adoleciendo por lo general sus figuras de exageración en el movimiento. Y en la segunda mitad del mismo siglo se hicieron famosos en Madrid los dos italianos Leoni (León y Pompeyo, padre e hijo) con la fundición y talla en bronce de las estatuas de Carlos V, de Felipe II y de otras personas de la Real Familia, señaladamente los dos grupos de estatuas orantes que representan a dichos monarcas con su familia respectiva en la iglesia de El Escorial y los bustos y estatuas de los mismos en el Museo del Prado. Trabajaron igualmente las quince estatuas de bronce dorado y los medallones que forman parte del retablo mayor de dicha iglesia, labrado en su fondo con ricos mármoles por el milanés Jacobo Trezzo, quien hizo también su precioso tabernáculo.
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Plateresco
El plateresco se extiende hasta alcanzar el último tercio del siglo XVI desde comienzos del mismo y a él pertenecen los grandes artistas españoles que, en dicha época, aprendieron en Italia o se educaron con el trato de artistas extranjeros aunque tengan carácter personal casi todos. A este grupo corresponden:
- el valenciano Damián Forment, que enlaza los periodos gótico y plateresco y que trazó en este último estilo el basamento del retablo mayor de la catedral de Barbastro y labró todo el de la catedral de Santo Domingo de la Calzada y el de El Pilar de Zaragoza
- el catalanJuan Sanz de Tudelilla y el riojano Arnao de Bruselas, que hicieron el soberbio trascoro de la la Seo de Zaragoza
- el navarro (o francés, según otros) Esteban de Obray, que talló en típico estilo plateresco la sillería del coro del Pilar de Zaragoza
- el vizcaíno Juan Morlanes, que empezó la bella portada de Santa Engracia de Zaragoza, concluida por su hijo Diego quien, a su vez, labró el retablo y sepulcros de la capilla de San Bernardo en la Seo de la misma ciudad
- el burgalés Bartolomé Ordóñez que une el estilo gótico de Burgos con el del Renacimiento y a quien se debe en parte el sepulcro de Cisneros en Alcalá de Henares y los de Doña Juana y Felipe el Hermoso en Granada
- el palentino fernando alonso (escultor, pintor y arquitecto) llamado justamente el Príncipe de la escultura española por la grandiosidad, originalidad, valentía y expresión de su estilo, realzado por su gran estudio anatómico en las figuras (aunque alargó más de lo justo su canon escultórico) y cuyas principales obras de estilo plateresco fueron las sillas altas del coro de la catedral de Toledo (en competencia con Vigarni) y de estilo más visiblemente clásico-italiano, el sepulcro del cardenal Tavera en la misma catedral, el retablo de la Visitación en la iglesia de Santa Úrsula de dicha localidad y el busto del famoso pintor y fabricante de títelles Juan Turriano (alias Juanelo)
- el andaluz Gaspar Becerra (de Baeza), tan príncipe como Berruguete y que representa el paso del estilo plateresco al genuino clásico o de la segunda fase del Renacimiento español y a quien se atribuyen principalmente la imagen de la Virgen de la Soledad en Madrid (iglesia de San Isidro), con el antiguo retablo de las Descalzas Reales en la misma capital (destruido por un incendio en 1862) y el mayor de la catedral de Astorga
- con espíritu semejante al de Becerra, el vallisoletano Esteban Jordán que hizo el retablo mayor de la iglesia de la Magdalena y el sepulcro del obispo Lagasca, en la misma iglesia de Valladolid con el retablo mayor de Santa María de Rioseco.
Menos importantes que los anteriores, pero artistas de mérito en el periodo plateresco, según lo revelan sus obras fueron:
- en Castilla, los escultores Jamete, Diego Guillén, Andrés de Nájera, Pedro Arbulo Marguvete, Inocencio Berruguete y Francisco Giralte
- en Aragón, el francés italianista Gabriel Joli y el oscense Juan Miguel de Urliéns.
- los famosos plateros y broncistas Vergara el Viejo, Cristóbal de Andino, la familia de los Becerril (Alonso, Francisco, Cristóbal, etc.) y los Arfe (especialmente, Juan) a quienes se deben primorosas obras de mobiliario eclesiástico en varias catedrales y en diferentes iglesias menores. En Santiago de Compostela, abundaron por todo el siglo XVI los artistas azabacheros.
Segundo periodo
El segundo periodo de la escultura española del Renacimiento abraza las postrimerías del siglo XVI se extiende por el siglo siguiente hasta alcanzar el XVII, brillando en esta época la escuela verdaderamente española con el carácter ya descrito, más realista, personal e independiente que el anterior, mientras que en Italia y en casi todos los demás países se hallaba la escultura en decadencia. Aunque una en el fondo la escuela realista española con su religiosidad, su viva expresión y su policromía, se divide en dos secciones principales, denominadas por la región en que florecieron sus artistas:
- la castellana o del Norte, mejor llamada vallisoletana de la que fueron precursores los antedichos maestros Gaspar Becerra y Esteban Jordán. Debe considerarse como su mejor representante el gallego Gregorio Fernández que fijó en Valladolid su residencia y allí se formó y acabó sus días en 1636. Se distinguió el maestro por su delicado sentimiento religioso y su esmero en el estudio del natural sin proponerse la imitación de otros artistas y logró que se extendieran a remotos lugares sus multiplicadas obras de imaginería. Contemporáneo de Gregorio Fernández fue el pamplonés Miguel de Anchieta, notable por la fuerza de expresión de sus imágenes, como lo patentiza, entre otras obras en Burgos y Aragón el suntuoso retablo de la iglesia parroquial de Tafalla. Anteriormente a uno y otro, destacó el Greco, en Toledo más conocido por sus obras de pintura que por las de escultura y con él su hijo el escultor y arquitecto Jorge Manuel Theotocópuli.
- la escuela andaluza se compone principalmente dos grupos de insignes maestros:
- el grupo sevillano al que pertenecen
- Juan Martínez Montañés (el Fidias sevillano) oriundo de Alcalá la Real cuyas más celebras obras son un crucifijo en la catedral de Sevilla, otro en Vergara y el San Juan del Museo sevillano
- Pedro Roldán, al que pertenece el retablo de la iglesia de la Caridad en Sevilla y también de su escuela es el Cristo de la Expiración en una iglesia del barrio de Triana con otras varias obras en la misma ciudad
- Luisa Roldán (la Roldana, hija de pedro) autora de preciosos Nacimientos o Belenes y de un San Miguel en el Escorial
- Pedro Delgado
- Jerónimo Hernández
- el grupo granadino formado por
- Alonso Cano, al que se adjudican una Purísima y una Virgen del Rosario
- Pedro de Mena, discípulo del anterior, entre cuyas obras destacan un San Francisco de Asís en la Catedral de Toledo, un San Pedro de Alcántara en el Museo de Barcelona y una Santa María Egipcíaca en Madrid
- el Bastetano José de Mora (1642-1724), también discípulo de Cano, cuya obra más señalada es un San Bruno en la cartuja de Granada.
- el grupo sevillano al que pertenecen
Por la misma época (a mediados del siglo XVII) se estableció en Madrid el portugués Manuel Pereira de quien son las dos famosas estatuas de San Bruno que se admiran respectivamente en la cartuja de Miraflores y en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Siglo XVIII
En el siglo XVIII hubo una tendencia a exagerar el movimiento de las figuras o a buscar lo más risueño y gracioso en la formas.
- Pedro Duque Cornejo, autor de la sillería del coro de la catedral cordobesa
- Alberto Churriguera, tallista de la catedral de Salamanca
- Narciso Tomé, escultor del marmóreo y fastuoso Transparente en el trasaltar de la catedral de Toledo
A la escuela vallisoletana del siglo XVII sucedió en el siglo XVIII, aunque con menor brillo la madrileña, transformándose luego en académica a mediados del siglo. Y a las escuelas andaluzas sustituyó la murciana, resumida en la persona de Francisco Salzillo durante la primera mitad de dicho siglo. A este último escultor que se distingue por su originalidad, suavidad y moderado reposo, aun en las representaciones trágicas, se le atribuyen unas 1.800 obras de talla siendo sus más célebres producciones Los Pasos de Semana Santa en Murcia, sobre todo, la Oración del Huerto y el Beso de Judas.
La escuela de Madrid empezó a finales del siglo XVII con Pedro Alonso de los Ríos, siguió con Juan de Villanueva (padre del arquitecto del mismo nombre) y con los hermanos Ron y su discípulo Luis Salvador Carmona, para terminar confundida con la Real Academia de Bellas Artes, en la cual se distinguieron sus primeros directores Felipe de Castro y Juan Pascual de Mena, entre otros. De Salvador Carmona es una piedad que se venera en la catedral de Salamanca. De Felipe de Castro, mucha de las estatuas reales en la plaza de Oriente de Madrid y de Pascual de Mena, la fuente de Neptuno y varias estatuas religiosas en san Isidro de la misma capital y en san Nicolás de Bilbao. Todos ellos participaron del gusto amanerado y teatral francés, abandonándolo luego para ir aproximándose al español realista del siglo precedente.
Neoclasicismo
El neoclasicismo de Canova se introdujo en España a finales del siglo XVIII por el valenciano José Álvarez, correcto y frío en sus obras como el maestro y fue más o menos seguido por artistas de mediana altura, sobresaliendo entre ellos
- el catalán Buenaventura Campeny, entre cuyas obras destacan varias estatuas mitológicas en Barcelona y la Virgen del Crucifijo de Lepanto en la catedral de dicha ciudad
- el valenciano Manuel Tolsá, cuya obra más señalada es la soberbia estatua ecuestre de Carlos IV vestido de emperador romano en una plaza de México
- otros del siglo XIX
Principales monumentos
Los monumentos principales de escultura del Renacimiento en España se han ido apuntando al enumerar sus escuelas y artistas. No obstante, no estará de más añadir aquí un recuento de las más notables sillerías de coro que se labraron durante la mencionada época en los diversos estilos de la misma continuando la tradición del último periodo gótico. Todas las que ahora se enumeran llevan imaginería en relieve y algunas de ellas tienen verdaderas estatuas en los respaldos acompañándolas siempre variadas labores ornamentales propias del estilo.
- Pueden clasificarse como de estilo plateresco las sillerías de los coros de las siguientes catedrales: Ávila, Toledo (sillas altas), Granada (entre gótico y plateresco), Jaén, Murcia, Burgos, santo Domingo de la Calzada, Pamplona, el Pilar de Zaragoza (con sus tres series de sillas, única en su género), Huesca y Barbastro. A ellas deben añadirse las del monasterio del Parral de Segovia (hoy en el Museo de Madrid), la que fue del de San Benito de Valladolid (hoy en su museo), la del convento de San Marcos de León y la que hoy está en la capilla Real de Granada.
- Se califican de estilo clásico más o menos perfecto las de las catedrales de Almería, Cuenca, Tortosa, Lugo y Santiago
- De estilo barroco, las de Salamanca, Córdoba, Orihuela, Guadix y Tuy con la del monasterio de Guadalupe (Cáceres) y la de la Cartuja de Sevilla
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