A finales del difícil siglo XIV y durante el convulso siglo XV tuvo lugar en la aislada Galicia la transformación de la antigua nobleza y la incorporación de una nueva que conformaron su poder económico y social cimentado en la posesión de la tierra -unificada en un único patrimonio, bajo la mano del cabeza de familia- y el poder de las armas. Se configuró de este modo una sociedad basada en la institución del morgado y el ideal caballeresco, dando lugar a los linajes, que perduraron durante toda la Baja Edad Media hasta la llegada de la Edad Moderna con la reforma política llevada a cabo por los Reyes Católicos, teniendo muchas de ellas continuidad cuando consiguieron adaptarse a la nueva situación acercándose al nuevo centro real de poder, la Corte Real.

Los excluídos: mujeres y segundones

Torneo medieval, del Códice Manesse. Obsérvense las mujeres

Dadas las circunstancias expuestas por ahora, es necesario recordar a aquellos descendientes menos afortunados obligados a vivir a la sombra del primogénito, con la incertidumbre de un futuro poco esclarecedor. Se trata de las mujeres y de los hijos varones segundones.

Para ellos la posibilidad de crecimiento dentro de la propia casa parece imposible, mientras las primeras pasan a depender plenamente de los hombres: primero del padre, luego del primogénito varón y por último del marido. A los segundones sólo les restaba buscarse la vida fuera del ámbito familiar, o en algunos casos a prestar servicio y jurar fidelidad al hermano.

En lo tocante a las mujeres cabe resaltar que fueron las más perjudicadas del principio agnatacio. La linea paterna relegó a la materna a la marginalidad, construyendo un mundo por y para los hombres. Desde el estamento eclesiástico se transmitió una imagen negativa de la mujer amparándose en varias circunstancias peyorativas:

• Fue creada a partir de la costilla de Adán, un hombre.
• Indujo al pecado original a su compañero.
• Carecía de alma.

En seguida pareció quedar clara la sumisión y la inferioridad tanto intelectual como física de la mujer. Sus funciones sde reducían a tres: La consagración a Dios, el matrimonio y la viudez.

Véase también

• Irmandiños
• La Galicia feudal
• Feudalismo

Bibliografía

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