- Genio (mitología romana)
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En la mitología romana, los genios (en latín genius, plural genii, relacionado con gen-itus, γί-γν-ομαι, ‘generador’ o ‘padre’)[1] eran espíritus protectores, análogos a los ángeles guardianes invocados por la Iglesia de Roma. La creencia en estos espíritus se dio tanto en Roma como en Grecia, donde fueron llamados δαίμονες, daimones, y parece que se creyó en ellos desde los tiempos más antiguos. Sin embargo, los romanos parecen haber recibido esta influencia acerca de los genios de parte de los etruscos.
Contenido
Los genios romanos son confundidos frecuentemente con los Manes, Lares y Penates,[2] teniendo de hecho una característica común, la de proteger a los mortales, pero también parece ser ésta su diferencia principal, ya que los genios son los poderes que producen la vida (dii genitales) y acompañan al hombre en ella como su segundo o propio espíritu, mientras los otros poderes no comienzan a ejercer su influencia hasta que la vida, el trabajo de los genios, ha empezado.
Cada humano obtenía (sortitur) un genio en su nacimiento. Horacio describe este genio como vultu mutabilis,[3] de donde puede inferirse que o bien concebía el genio como amistoso hacia una persona y hostil hacia otra, o bien que se manifestaba a la misma persona de formas diferentes en momentos diferentes, es decir, a veces como un genio malo y a veces como uno bueno. Esta última suposición se ve confirmada por la afirmación de Servio acerca de que en nuestro nacimiento obtenemos dos genios, uno que nos lleva al bien y otro al mal, y que en nuestra muerte por su influencia ascendemos a un estado de existencia más elevado o bien somos condenados a uno inferior.[4] El espíritu que se aparecía a Casio, diciendo «Nos volveremos a encontrar en Filipos» es calificado expresamente de espíritu malvado, κακοδαίμως.[5]
Las mujeres llamaban a su genios junos[6] y por ello puede considerarse a los genios de los hombres relacionados de alguna forma con Júpiter, siendo pues estos espíritus emanaciones de los grandes dioses. El juno era adorado bajo muchos títulos: Iugalis (que protegía el matrimonio), Matronalis (a las mujeres casadas), Pronuba (a las novias) o Virginalis (la virginidad).
Cada hombre de Roma tenía su propio genio, a quien adoraba como sanctus et sanctissimus deus, especialmente el día de su cumpleaños, con libaciones de vino, incienso y guirnaldas de flores.[7] El lecho nupcial era consagrado al genio, a causa de su relación con la engendración, y la propia cama era llamada lectus genialis. También se le ofrecían sacrificios en otras ocasiones alegres, y no era raro llamar a la satisfacción de las diversiones genio indulgere, genium curare o placare.
Los genios no sólo estaban conectados al hombre, sino a cualquier ser vivo, teniendo también su genio cada lugar.[8] Servio añade que dichos genios locales, cuando se hacía visibles, aparecían con la forma de una serpiente,[9] es decir, el símbolo de la renovación o la nueva vida. Los genios solían ser representados en obras de arte como seres alados, y en los monumentos romanos comúnmente aparecen como jóvenes vestidos con toga, con una patera o cornucopia en las manos y la cabeza cubierta, tomando los genios locales la forma de una serpiente comiendo una fruta situada ante ella.
El conjunto total del pueblo romano tenía también su propio genio, que a menudo aparecía representado en monedas de Adriano y Trajano.[10] Se le adoraba en ocasiones tristes y alegres, así, por ejemplo, se le ofrecieron sacrificios (majores hostiae caesae quinque)[11] al principio del segundo año de la guerra de Aníbal.
Fuentes
- ↑ Agustín, De civitate dei vii. 13.
- ↑ Censorino 3.
- ↑ Horacio, Epístolas ii.2.187.
- ↑ Servio, Sobre la Eneida vi.743.
- ↑ Valerio Máximo i.7§7; Plutarco, Vida de Marco Bruto 36.
- ↑ Séneca, Epístolas 110; Tibulo iv.6.1.
- ↑ Tibulo ii.2.5; Ovidio, Tristes iii.13.18, v.5.11; Séneca, Epístolas 114; Horacio, Carminas iv.11.7.
- ↑ Pablo el Diácono p.71; Servio, Comentario sobre las Geórgicas de Virgilio i.302.
- ↑ Servio, Sobre la Eneida v. 95.
- ↑ Arnobio ii.67; Servio, Sobre la Enedia vi.603; Livio xxx.12; Cicerón, Pro Cluentio 5.
- ↑ Livio xxi.62.
Bibliografía
- Smith, W., ed. (1867), «Genius», A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology, Boston: Little, Brown & Co., ii.241–242, OCLC 68763679.
Véase también
- Daimones (mitología griega)
- Manes
- Lares
- Penates
- Genius loci
Enlaces externos
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