- Guerras Husitas
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Las cruzadas contra los husitas implicaron las acciones militares contra los partidarios de Jan Hus en Bohemia durante el período comprendido entre 1420 hasta casi 1434. Estos fueron los primeros combates en Europa en los que las armas portátiles de fuego, como los mosquetes, tuvieron una contribución decisiva.
El movimiento husita asumió un carácter revolucionario desde el momento en que Jan Hus fue ajusticiado en Constanza el 6 de julio de 1415. Los caballeros y nobles de Bohemia, que estaban a favor de la reforma de la Iglesia, enviaron al Concilio de Constanza, el 2 de septiembre de 1415, una protesta conocida como la prostestaio Bohemorum condenando la ejecución de Hus con las palabras más duras. La actitud del emperador Segismundo fue la de enviar, a su vez, unas cartas a Bohemia declarando que aniquilaría de inmediato a todos los wycliffitas y husitas, lo que enfureció al pueblo. Las revueltas se produjeron en diversas partes de Bohemia.
Los husitas se habían dividido formando dos facciones. Poco tiempo antes de su muerte, Hus había aceptado una doctrina adoptada, durante su ausencia, por sus seguidores en Praga, denominada utraquismo en la que era obligado, para sus creyentes, el recibir la comunión bajo las dos especies. Los husitas utraquistas tomaron como símbolo el cáliz. Al mismo tiempo, los reformadores más radicales se negaban a reconocer cualquier autoridad, del tipo que fuere, deseando vivir exclusivamente según las leyes de la Biblia. Fueron conocidos como los taboritas por ser la ciudad de Tábor el lugar en el que se hallaba su sede.
Contrariamente a su hermano Wenceslao, que toleró el movimiento husita, Segismundo decidió eliminarlo. Un numeroso grupo de husitas liderados por Nicolás Hus (sin relación alguna con Jan Hus) dejó Praga. Se reunieron en diversos lugares de Bohemia, en particular en Ústí, cerca del lugar en el que fue fundada la ciudad de Tábor, atacando violentamente a Segismundo y preparándose para la guerra.
Aunque muchos husitas influyentes habían abandonado la ciudad, las revueltas continuaron en Praga. El 30 de julio de 1419, una manifestación husita encabezada por Jan Želivský defenestró a los consejeros imperiales desde las ventanas del Ayuntamiento de Praga. Esta defenestración, conocida como la primera Defenestración de Praga, fue el inicio de las hostilidades religiosas.
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El comienzo de los combates
La muerte del rey aumentó las revueltas en Praga, a las que enseguida se unió Bohemia. Muchos católicos, la mayor parte alemanes y representantes del poder imperial, fueron expulsados de las ciudades. En Praga tuvieron lugar, en noviembre, muchos combates entre los husitas y los mercenarios que la reina Sofía (viuda de Wenceslao y regente) había reclutado con urgencia. Después de destruir gran parte de la ciudad, los combatientes acordaron el 13 de noviembre una tregua. Los nobles, que eran partidarios de los husitas y apoyaban a la regente, animaron a Segismundo para que interviniera como mediador, mientras que los ciudadanos de Praga accedieron a entregar a las fuerzas reales el Castillo de Vyšehrad. Jan Žižka, que desaprobaba este compromiso, abandonó Praga y se trasladó a Pilsen. Desde ahí avanzó hasta el sur de Bohemia y, después de haber derrotado a los católicos en la Batalla de Sudoměř el 25 de marzo de 1420 llegó a Ústí, pero sintiéndose inseguro se unió a los combatientes de Tábor. Cuatro capitanes (hejtman), entre ellos Žižka, fueron elegidos e introdujeron una estricta disciplina militar.
La primera cruzada antihusita
Segismundo se convirtió en rey de Bohemia tras la muerte de su hermano Wenceslao, pero no estaba nada claro si la sucesión debía ser hereditaria o por elección. Como quiera que Segismundo apoyaba a la Iglesia de Roma, consiguió la ayuda del Papa Martín V, que promulgó, el 14 de mayo de 1420, una cruzada para acabar con los herejes. Un importante ejército reunió a un gran número de príncipes e innumerables aventureros que, atraídos por el pillaje, vinieron de toda Europa e iniciaron el asedio de Praga el 30 de junio, abandonándolo poco después. Se iniciaron entonces una serie de negociaciones con el fin de intentar solucionar las diferencias religiosas.
Segismundo mantenía sus fortalezas de Vyšehrad y de Hradčany que, si bien dominaban Praga, se encontraban aisladas la una de la otra. Al intentar avituallarlas, Segismundo fue abatido el 1 de noviembre cerca de Pankrác, una bailía de Praga. Bohemia quedó, de inmediato, bajo el control de los rebeldes.
La segunda cruzada
Las revueltas internas no permitieron a los gobernadores organizarse eficazmente. En Praga, el padre Jan Želivský se convirtió en el dictador de Tábor, el movimiento igualitario (promovedor de la igualdad absoluta de todos ante Dios y sobre la tierra, y del reparto de los bienes materiales) fue reprimido por Žižka. Poco tiempo después empezó una nueva cruzada. Un gran ejército alemán invadió y puso sitio, en agosto de 1421, a la ciudad de Žatec. Los cruzados confiaban en la ayuda de Segismundo, pero éste estaba prisionero en Hungría. Al anunciarse la llegada de las tropas husitas, los cruzados huyeron. Segismundo no volvió a Bohemia hasta últimos de ese año, tomando posesión de la ciudad de Kutná Hora, y sufrió una derrota decisiva en la Batalla de Německý Brod (Deutschbrod) el 6 de enero de 1422.
Guerra civil
Jan Želivský fue arrestado el 9 de marzo de 1422 por el consejo municipal de Praga y fue decapitado. Žižka tuvo que reprimir las sublevaciones de Tábor. El príncipe Segismundo Korybutovic de Polonia fue gobernador del país durante un corto período. Pero poco después de su marcha, la guerra civil estalló nuevamente entre los utraquistas de Praga y los taboritas. Los taboritas, al mando de Žižka derrotaron a los utraquistas dirigidos por Čeněk de Wartenberg; poco tiempo después se firmó un armisticio en Konopilt. Los rebeldes invadieron la Moravia católica, en la que una parte de la población era favorable a sus creencias.
La tercera cruzada
Se formó una nueva cruzada, y Segismundo Korybutovic, que había tomado el mando de las huestes husitas tras la muerte de Žižka, inflingió una cruel derrota a los alemanes en Ústí nad Labem y después en 1427 en Tachov, lo que le permitió hacer una incursión en Alemania.
Negociaciones de paz
El carácter fundamentalmente democrático de los husitas y sus continuas victorias provocaron en los príncipes de los países cercanos un cierto temor ante la posibilidad de que sus súbditos adoptaran esas ideas. Por otra parte, los utraquistas preferían consolidar sus conquistas. Las negociaciones para conseguir la paz empezaron el 3 de marzo de 1431, en el Concilio de Basilea. Los católicos solicitaron, ardientemente, que los representantes de la Iglesia Ortodoxa y otras ramas cristianas estuvieran presentes. Antes de dar su consentimiento querían intentar un último esfuerzo para conseguir la paz con los husitas. El 1 de agosto de 1431, un gran ejército de Federico, conde de Brandeburgo, acompañado por el cardenal Cesarini, legado del Papa, atravesó la frontera de Bohemia y el 14 de julio entró en la ciudad de Domažlice. Sin embargo, cuando el husita Prokop Holý hizo acto de presencia, los cruzados emprendieron la fuga.
El 15 de octubre, los miembros del concilio enviaron una invitación formal a los rebeldes. Una delegación encabezada por Prokop Holý, Jan de Rokycany, el abad de Tábor Nicolás de Pelhřímov y otros, llegaron el 4 de enero de 1433. Las conversaciones fracasaron y el 30 de mayo de 1434, el conflicto entre los extremistas y los moderados volvió a reproducirse. El ejército de los taboritas fue derrotado en la Batalla de Lipany, muriendo el hejtman de los utraquistas, Prokop Holý.
Acuerdo de paz
Los moderados, que habían tomado la delantera, presentaron sus demandas, que fueron aceptadas el 15 de julio de 1436 por el Vaticano después de algunas enmiendas referentes a las posesiones de las órdenes católicas de Jihlava. Las compactata fueron el resultado de las negociaciones, según las cuales la Iglesia permitía a los husitas la comunión bajo las dos especies. Fueron avalados, asimismo, por el emperador Segismundo, ya que constituían el único obstáculo para que fuese reconocido como rey de Bohemia por los Estados Generales de la corona de Bohemia. Las compactata reconocían la confiscación, tras las sublevaciones husitas, de los bienes de la Iglesia, confiscaciones que fueron aprovechadas por la nobleza checa y por las ciudades. Las peticiones "democráticas" de las capas menos favorecidas del pueblo fueron, por lo general, desatendidas.
Los utraquistas se unieron a los católicos hasta la Batalla de la Montaña Blanca, ocurrida en 1620, y muchos de ellos se convirtieron al protestantismo siguiendo la doctrina de Martín Lutero y de Juan Calvino.
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