- Hititas
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Los hititas, también llamados hetitas o heteos,[1] fueron una población de origen indoeuropeo que se instaló en la región central de la península de Anatolia entre los siglos XVIII y XII a. C., teniendo la ciudad de Hattusa como capital. Hablaban una lengua propia indoeuropea, usando jeroglíficos propios y en otras ocasiones escritura cuneiforme prestada de Asiria. Aglutinó a numerosas ciudades-estado de culturas muy distintas entre ellas y llegó a crear un influyente imperio gracias a su superioridad militar y a su gran habilidad diplomática, constituyéndose así como la "tercera" potencia en Oriente Medio (junto con Babilonia y Egipto). Perfeccionaron el carro de combate ligero, empleándolo con gran éxito, y se les atribuye una de las primeras utilizaciones del hierro en Oriente Medio para elaborar armas y objetos de lujo.
Contenido
Arqueología de los hititas
A pesar de que actualmente se conoce bastante de la historia de este pueblo, tras su declive los hititas cayeron en el más absoluto olvido hasta el siglo XIX. Es sorprendente que quienes llegaron a constituir uno de los mayores imperios de la Antigüedad, hayan pasado totalmente inadvertidos durante tantos siglos. Gracias a numerosas excavaciones, algunas tan importantes como el descubrimiento de lo que sería similar a un "archivo nacional" en Hattusa, y muchas referencias en textos de origen asirio y egipcio, se ha podido reconstruir su historia y llegar a descifrar su escritura.
El nombre de Hatti
No se sabe a ciencia cierta cómo se llamaban a sí mismos. El nombre de Hatti proviene de las crónicas asirias que lo identificaban como el "País de Hatti" (Chati), y por otra parte los egipcios les denominaban "Heta", que es la transcripción más común del jeroglífico "Ht" (la escritura egipcia carecía de vocales).
Por otra parte, los "Hatti" eran un pueblo que vivía en la misma región que los hititas, antes del primer imperio hitita, y cuya conquista por parte de los segundos provocó que los asirios y demás Estados vecinos siguieran usando el nombre de "Hatti" para denominar a los nuevos ocupantes, pasando a significar "La tierra de la ciudad de Hattusa".[2]
El término proviene de las referencias bíblicas. Éste era llamado "Hittim", que Lutero traduciría al alemán como "Hethiter", los ingleses lo convirtieron en "Hittites", mientras que los franceses los denominaron primero "Héthéens" para acabar llamándoles del mismo modo que los ingleses, "Hittites". "Hititas" es el término general que se usa en español (también se ha usado el de "heteos", pero es poco frecuente y está en desuso). Las referencias en la Biblia sobre los hititas las encontramos en Josué (3,10), Génesis (15,19-21), (23,3) Números (13,29) y Libro II de los Reyes (7,6).
En el libro 2 de Samuel, (11, 1-21), se hace referencia a Urías el hitita, combatiente de los ejércitos del rey David, y esposo de Betsabé. Luego de tomar a ésta última como concubina mientras Urías se encontraba en campaña bélica contra los amonitas, David, después de embarazar a Betsabé, provocó su muerte.
El descubrimiento de los hititas
En el año 1834 Charles Félix Tesier (1802-1871) descubre las ruinas de una antigua ciudad cerca de la aldea turca de Bogazköy (después identificada como su antigua capital, Hattusa). En 1839, en su libro Description de l'Asie Mineure afirma que esas ruinas pertenecían a una civilización desconocida. En 1822, en Viajes por Siria y Tierra Santa, Johann Ludwig Burckhardt habla del encuentro de una lápida con jeroglíficos desconocidos, algo que pasó en su momento inadvertido. Pero en 1863, los norteamericanos Augustus Johnson y el director Jessup seguirían las huellas de Buckhardt en Hama hasta encontrarla. Entre 1870-80 se investigan diversos restos por parte del misionero irlandés Willian Wright, que traslada algunas piedras a Estambul, y H. Skeene y George Smith, que descubren Karkemish, encuentran restos de la "escritura desconocida", la misma escritura que encontraría en el año 1879 Henry Sayce en Esmirna.
En 1880, Sayce afirma en una conferencia ante la Society for Biblical Archaeology que todos esos restos pertenecen a los hititas que menciona la Biblia. Cuatro años más tarde, William Wright aporta nuevas pruebas a la tesis de Sayce y publica un polémico y atrevido tratado: El gran Imperio de los Hititas, con el desciframiento de las inscripciones hititas por el profesor A.H. Sayce.
Hacia el año 1887 se descubre en Tell el-Amarna numerosa documentación egipcia de la época de Akenatón, que incluye abundante correspondencia con las primeras alusiones directas a los hititas y a los jebuseos. En 1888, Karl Humann y Felix von Luschan dirigen unas excavaciones en Sendjirli, y descubren una fortaleza hitita con numerosos bajorrelieves y toneladas de esculturas y vasijas de barro cocido. Entre 1891-92 William Flinders Petrie descubre tablillas en la misma "lengua desconocida", que se le llamaría primeramente "lengua Arzawa", debido a las alusiones que se hacían al territorio de Arzawa. En 1893 el arqueólogo francés Ernest Chantre (1843-1924) descubre en Bogazköy fragmentos de tablillas en la misma lengua.
Pero el mayor descubrimiento lo hace entre 1905 y 1909 Hugo Winckler, en una expedición a Bogazköy, donde encuentra más de 10.000 tablillas de lo que parecía ser un "archivo nacional", entre las cuales había textos bilingües, lo que permite descifrar numerosos documentos. Winckler afirma que esas ruinas pertenecen a la capital, la cual acaba denominando Hattusa. A partir de entonces, entre los años 1911 y 1952 la investigación se centra en descifrar la lengua hitita, cuyas mayores aportaciones las hace Johannes Friedrich que, en 1946, publica un Manual hitita y en 1952-54 un Diccionario de lengua hitita.
El punto culminante del descubrimiento de los hititas se produce durante las excavaciones dirigidas por Kurt Bittel en Bogazköy y las de Helmut Bossert en Karatepe, donde se encuentran nuevos textos bilingües que han ayudado a descifrar definitivamente la escritura hitita y la fijación de fechas.
Historia
El reino hitita abarcó desde el siglo XVIII hasta el XII a. C., pasando por etapas de gran poder y de relativa decadencia. La historia del reino hitita se divide en tres grandes periodos: el Reino Antiguo (1650-1500 a. C.) o primera expansión, el Reino Medio (1500-1430 a. C.), etapa de relativa decadencia, y el Reino Nuevo, donde alcanza su mayor poderío.
Los reyes hititas creían ser descendientes de Anitta, caudillo del siglo XIX a. C. en Asia Menor. Durante el siglo XVII a. C., el reino vive su primera gran expansión con Hattusil I, llegando a saquear en el siglo XVI a. C. Babilonia bajo Mursil I. Sin embargo, tras Mursil I hubo una serie de reyes poco documentados hasta que Telepinu intenta restaurar la gloria del Imperio mediante la codificación de algunas leyes básicas. Sin embargo, tras Telepinu, el reino hitita, ahora en etapa media, cae de nuevo en manos de las intrigas dinásticas, sucediéndose, durante casi un siglo, reyes de los que se sabe muy poco, mientras el reino de Mitani aumentaba su poder.
Tudhalia I sentó las bases del reino nuevo, al restaurar parte de la gloria del reino antiguo. Su nieto Tudhalia II logró consolidar el poder hitita en Asia Menor, permitiendo a Shubiluliuma I realizar grandes conquistas y convertir a Mitani en vasallo. Estas grandes conquistas, sin embargo, enfrentaron durante el reinado de Muwatallis II a los hititas con los egipcios durante el reinado de Ramsés II en la batalla de Qadesh, enfrentamiento del que los hititas salieron mejor parados, pero que permitió a Asiria recuperar su poder. Los siguientes reyes hititas intentaron oponerse a los asirios, hasta que Tudhalia IV fue derrotado en Nihriya. Sin embargo, Tudhalia IV compensó esta derrota llevando al Imperio a su máxima extensión.
Shubiluliuma II, hijo de Tudhalia IV, se vio sorprendido por los ataques de los Pueblos del Mar, que no supo repeler, y que, junto a nuevas invasiones de los bárbaros gasgas, hicieron desaparecer al Imperio hitita de la historia durante más de 3.000 años.
Geografía
El corazón del Imperio hitita –llamado comúnmente País de Hatti– estaba situado en el recodo del río Kizil Irmak (Marrasantiya en lengua hitita), donde se hallaba la capital Hattusa. Este núcleo limitaba al norte con las tribus gasgas, al sur con Kizzuwadna, al este con Mitani y al oeste con Arzawa. En el momento de máxima expansión hitita, Kizzuwadna, Arzawa y una parte importante del territorio gasga fueron incorporados al Imperio, que incluía, además, una buena parte (o la totalidad) de Chipre y diversos territorios en Siria, donde el reino hitita limitaba al este con Asiria y al sur con Egipto.
Algunas de las principales ciudades hititas han sido localizadas, entre ellas Nesa y la capital Hattusa. Aún quedan ciudades por hallar, como, por ejemplo, Kussara, Nerik o Tarhuntassa. En Siria estaban especialmente las ciudades conquistadas al antiguo reino de Iamhan de Alepo, Karkemish y Qadesh.
Cultura
Es muy probable que a partir de grafismos, los hititas hubieran llegado a desarrollar su propia escritura basada principalmente en pictogramas, pero aunque se encuentran pictogramas en la zona hitita, aún no es dable relacionarlos directamente con la cultura hitita ni tampoco es posible de momento calificarlos como una escritura sistematizada. Lo que sí es corroborable es que los hititas adoptaron la escritura cuneiforme usada a partir de los sumerios. Esta escritura les sirvió para su comercio internacional, aunque podía estar "dialectizada" acorde al idioma hitita, si bien al usarla en gran medida de un modo próximo al de los ideogramas resultaba inteligible para pueblos vecinos alófonos.
El arte hitita que ha llegado a nuestros días ha sido calificado desde el tiempo de los griegos clásicos como un "arte ciclópeo" debido a la magnitud de sus sillerías y a las dimensiones y relativa tosquedad de sus bajorrelieves y algunas pocas esculturas en bulto. Estas pocas esculturas en bulto parecen haber recibido alguna influencia egipcia, mientras que los bajorrelieves evidencian influjos mesopotámicos, aunque con un típico estilo hitita caracterizado por la ausencia de delicadezas formales – se nota un escaso detallismo -. Sin embargo, el arte hitita más típico se observa en los pocos elementos metálicos (especialmente de hierro) que han llegado hasta nuestros días. Aquí también se nota un arte "rudo" y basto, aunque muy sugestivo por cierta estilización y abstracción de índole religiosa, en la cual abundan símbolos bastante crípticos.
Lengua hitita
La lengua hitita, también llamada nesita, es la más importante de la extinguida rama anatolia de las lenguas indoeuropeas, siendo los otros miembros el luvita, el palaico, el lidio y el licio. Uno de los grandes logros de la arqueología y la lingüística es el haber descifrado esta lengua, que se considera la más antigua de entre todas las lenguas indoeuropeas documentadas. Precisamente, al ser la más antigua, resulta interesante por los elementos de los que carece y que se hallan presentes en lenguas documentadas posteriormente.
Una de sus características principales es el gran número de palabras no indoeuropeas que contiene, debido a la influencia de culturas de Oriente Próximo, como la hurrita o la cultura del pueblo de Hatti, siendo especialmente acusada esta influencia en los vocablos de origen religioso. Consta de la mayoría de los casos habituales en una lengua indoeuropea, dos géneros gramaticales (común y neutro) y dos números (singular y plural), así como diversas formas verbales.
Aunque parece que los hititas contaban con un sistema de pictogramas, pronto comenzaron a usar también el sistema cuneiforme.
Religión y mitología
La religión hitita llegó a ser conocida como «la religión de los mil dioses». Contaba con numerosas divinidades propias y otras importadas de otras culturas (muy especialmente, de la cultura hurrita), entre las cuales se destacaba Teshub, el dios del trueno y la lluvia, cuyo emblema era un hacha (algo semejante, aunque puede ser casual, se observa en la civilización minoica, con su labrix), y Arinna, la diosa del sol. Otros dioses importantes eran Aserdus (diosa de la fertilidad), su marido Elkunirsa (creador del universo) y Sausga (equivalente hitita de Ishtar).
El rey era tratado como un escogido de los dioses y se encargaba de los más importantes rituales religiosos. Si algo no iba bien en el país, se le podía culpar a él si había cometido el más mínimo error durante uno de esos rituales, e incluso los propios reyes participaban de esta creencia; así, por ejemplo, Mursil II atribuyó una gran peste que asoló el reino hitita a los asesinatos que llevaron a su padre al trono, y realizó numerosos actos para pedir perdón ante los dioses.
Bibliografía
Notas
Referencia histórico-general
- Bittel, Kurt (1976). Los Hititas. traducción por José Gil de Ramales. Madrid: Aguilar.
- Bryce, Trevor (2001). El reino de los hititas. Ediciones Cátedra, S.A. ISBN 978-84-376-1918-7.
- Ceram, C. W. (1985). El misterio de los hititas. Ediciones Destino, S.A. ISBN 978-84-233-0760-9.
- Kuhrt, Amelie (2001). El Oriente próximo en la antigüedad, c. 3000-330 a. C.. Editorial Crítica. ISBN 978-84-8432-163-7.
- Loon, Maurits N. van (1985). Anatolia in the second millennium B.C. Leiden: E.J. Brill.
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Textos hititas
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- Bernabé, Alberto (1979). Textos literarios hititas. Madrid: Editora Nacional.
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- Kosak, Silvin (1982). Hittite inventory texts: CTH 241-250. Heildelberg: Winter.
Novela histórica
- Waltari, Mika. Sinuhé, el egipcio.
Véase también
Categoría:- Imperio hitita
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