- Historia de los hititas
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La Historia de los hititas es la de este pueblo de la Antigüedad asentado en la península de Anatolia. Alrededor del siglo XVIII a. C. fundaron un reino con capital en Hattusas, que, con el tiempo, llegó a convertirse en una de las grandes potencias de Oriente Próximo, junto a Mitani, Egipto y Asiria, abarcando, en el momento de su máxima expansión (siglo XIII a. C.), prácticamente toda Anatolia y partes importantes de Chipre, Siria y Mesopotamia. Los hititas desaparecieron bruscamente de la historia durante la embestida de los pueblos del mar, aproximadamente en el año 1200 a. C.
Tradicionalmente, la historia hitita se ha divido en tres partes: el reino antiguo, donde los hititas edificaron un poderoso reino; el reino medio, una etapa bastante oscura y con cierta decadencia de la fortaleza hitita; y el reino nuevo, donde los hititas alcanzan la categoría de imperio y su máxima expansión. No obstante, en la actualidad se dispone de suficiente información para desechar la existencia del reino medio, prefiriéndose hablar de una etapa oscura o de decadencia, anterior al reino nuevo.
Contenido
Anatolia central al comienzo del segundo milenio
La situación en Anatolia para la época de la que disponemos documentación, gracias a los restos arqueológicos de comerciantes asirios, es bastante complicada. Por un lado, parece existir una cultura nativa, de lengua no indoeuropea, representada por los Hattis, y que se caracteriza por una civilización urbana refinada, de la que se conservan numerosos vestigios en Hacilar, Çatal Hüyük y Alisar. Sin embargo, junto a esta cultura aparece otra, que usa lenguas indoeuropeas, particularmente en la ciudad de Nesa. No es posible saber si estos elementos indoeuropeos se corresponden con la migración de algún pueblo distinto al hatti, al que podríamos llamar hitita, y si esta migración, en caso de haberse producido, fue pacífica o violenta.
La teoría más común sobre el origen de los hititas es que una serie de tribus de habla indoeuropea emigraron desde Europa a Anatolia, mezclándose con (o conquistando) a las civilizaciones locales, para acabar formando una cultura común. Destaca particularmente la posibilidad de que el origen de los elementos indoeuropeos esté relacionado con la cultura de Kurgan (del ruso Kourga, que describe las tumbas de la élite de esta cultura), civilización del V milenio a. C., que con toda probabilidad hablaba una lengua próxima al indoeuropeo original, y se extendía por las llanuras entre el Dnieper y el Volga. Sin embargo, algunos historiadores, como Collin Renfrew, creen que los indoeuropeos llegaron a Anatolia por el este; y aún otros especialistas sostienen que en realidad nunca hubo una influencia cultural indoeuropea más allá del idioma nesita, y que existe una evidente continuidad entre los primitivos asentamientos de Çatal Hüyük y la civilización posterior.
Independientemente del origen de este complejo escenario, parece claro que a partir del segundo milenio, el nesita se convierte en la lengua de las cortes de Anatolia Central, y las diversas culturas, indoeuropeas o no, se acaban fusionando en una serie de principados políticos.
Influencia asiria y formación del reino hitita
Durante los primeros siglos del segundo milenio a. C., los asirios, destacados comerciantes, inundaron Anatolia de pequeñas colonias mercantiles, centralizadas en la ciudad de Nesitas, que ellos llamaban Kanesh. Los registros de sus transacciones nos permiten atisbar una fructífera importación de materiales como el bronce, escasos en Asia Menor, y una situación política fragmentada, con numerosos principados, que, sin embargo, tenían la suficiente estabilidad como para asegurar un marco legal útil para los asirios.
Poco se sabe sobre estos reinos - parece ser que Nesa perdió la preeminencia momentáneamente a manos de otra ciudad, Mana, e incluso fue destruida, pero, recolonizada, tardó poco en recuperar la hegemonía, sólo para perderla de nuevo a manos de Pittkhana (o Pithana) de Kushara y su hijo Anitta. Anitta edificó un pequeño imperio, conquistando numerosos reinos (entre ellos, la ciudad de Hattusas que destruyó totalmente y sobre la que lanzó un anatema). El imperio de Anitta se considera el precursor de los hititas, ya que aún después de su muerte, cuando la ciudad de Hattusas fue reconstruida (bajo Hattusil I), los monarcas hititas afirman descender de la casa de Kushara.
Aparte de Anitta, existen referencias a dos posibles antecesores de los hititas, Tudhalia y Pusarrumas, pero nada se sabe sobre ellos.
El Reino Antiguo
El reino antiguo (aproximadamente 1680-1430 a. C.) se corresponde con las fases iniciales del reino de Hattusas, que, de un pequeño principado, pasó a ser una potencia con intereses en Asia Menor y Siria, aunque en el último siglo de este periodo cedió poder y protagonismo a Mitani.
Los inicios del reino de Hattusas
Poco sabríamos de los primeros reyes de los hititas si uno de ellos, Telebino, no hubiese escrito 150 años después del inicio de este periodo, un edicto encaminado a justificar la necesidad de sus reformas, que incluye una introducción histórica al origen del poder hitita, en la que se menciona a tres monarcas: Labarna I, Hattusil I y Mursil I.
Se desprende de este documento que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna, que agrupó a las diferentes ciudades-estado y los pequeños reinos bajo una autoridad central y ensanchó las fronteras del recién creado reino hacia el oeste y hacia los mares Negro y Mediterráneo. También es posible que consolidara la institución de la monarquía al dictar disposiciones que garantizaran la sucesión. El nombre de Labarna se usó con posterioridad como sinónimo de "rey", lo que lleva a algunos historiadores a dudar de la existencia real de este monarca.
Su hijo Hattusil I pudo apoyarse en la base política que Labarna le legó, para lanzar numerosas campañas militares, principalmente contra el reino de Alepo y contra los hurritas. Por otra parte, estableció en Hattusas la capital de los hititas, que se iba a mantener en esa ciudad hasta el final del imperio (excepto durante un breve periodo del reino nuevo). Hattusil, en un testamento que se ha conservado, repudió a su hijo, y nombra sucesor a Mursil I, su nieto, a quien también nombra hijo adoptivo.
Mursil I estrechó los lazos que unían a las ciudades-estado e incorporó éstos al reino hitita, de tal modo que puede ser considerado como el principal artífice de lo que sería el Imperio Arcaico o Reino Antiguo. Expandió aun más las fronteras, llevando, a modo de venganza, la conquista de Alepo (en cuya empresa había fracasado Hattusil), además de derrotar a los hurritas. Estas victorias convirtieron al reino hitita en una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de que, una vez conquistada Alepo (1595 a. C.), Mursil encabezó una expedición contra la ciudad de Babilonia, que tomó y saqueó, una empresa más sorprendente que efectiva, ya que la distancia impedía cualquier intento de control efectivo por parte hitita. Tras su marcha, el control de Babilonia pasó a manos de los casitas, posibles aliados de los hititas, lo que provocó la caída de los amorreos.
En el año 1590, poco después de su regreso, muere asesinado a manos de su cuñado, Hantil I, primero de una serie de reyes de los que poco se sabe (Hantil I, Zidanta I, Ammuna y Huzzia I). Durante esta época el país de Hatti, debido al poder y prestigio consolidados por Mursil, se mantuvo sin grandes modificaciones ni peligros, excepto en Siria, donde el creciente poderío de Mitani amenazaba las posiciones hititas. Además, durante esta época hacen su primera aparición documentada los Gasga o kaskas, un conjunto de tribus bárbaras situadas al norte de Hattusas que se convirtieron durante toda la historia hitita en una permanente amenaza para la capital, que los hititas nunca fueron capaces de destruir totalmente.
Estos contratiempos obtuvieron respuesta con la llegada al poder de Telebino (1525-1500 a. C.), que destaca, entre otras cosas, por la documentación del sistema hereditario, con el que se proponía acabar con la anarquía de sus inmediatos antecesores. Según el Edicto de Telebino, la sucesión quedaba asegurada por el ascenso automático al trono del heredero varón escogido por el rey; la garantía del cumplimiento la tenía el pankus, o Consejo de Nobles. Junto a este edicto, Telebino hizo la primera gran codificación de las leyes hititas, que destacaban por la benignidad de los castigos y las numerosas innovaciones jurídicas.
La sociedad hitita del reino antiguo
Uno de los elementos más importantes de la monarquía hitita era el ya mencionado pankus, al cual Telebino aseguró el derecho a la jurisdicción incluso ante el propio rey, ya que podía condenar a muerte a cualquier rey si se demostraba que éste planeaba el asesinato de algún familiar. A diferencia del resto de dinastías de la zona, los reyes hititas no se atribuían una estirpe divina, de modo que el pankus también tenía una función legitimadora de la monarquía.
Gran parte de la población hitita de la época estaba compuesta por personas libres que trabajaban alrededor de aldeas administradas por un consejo de ancianos que tenía fundamentalmente una función de carácter jurídico. Estas instituciones, a cambio de gozar de cierta autonomía, estaban obligadas a contribuir con mano de obra al rey.
La estructura económica giraba en torno a los templos y palacios, que actuaban como centros coordinadores de la actividad comercial y artesanal. Los artesanos trabajaban a cambio de ser alimentados, motivo por el cual el palacio debía disponer de excedente agrícola, necesario para el funcionamiento de la economía hitita, hasta el punto de que a veces se recurría a colonos militares para garantizarlo.
El periodo oscuro (Reino Medio)
Durante los años que siguen al reinado de Telebino, se produce una disminución del poderío hitita. El gobierno estuvo en manos de reyes que no pudieron evitar el ascenso y consolidación del poder de Mitani, que llegó a constituir una seria amenaza para el imperio hitita, arrebatándole diversos territorios en Siria.
Junto a esta relativa decadencia, se constata una escasez de documentación que impide conocer casi nada acerca de los reyes de la época (Alluanna, Tahurwaili, Hantil II, Zidanta II, Huzzia II y Muwatallis I), aunque parece posible constatar que hubo una continua lucha por el trono y numerosos desórdenes dinásticos.
El Reino Nuevo
El reino nuevo es el periodo (1430-1200 a. C., aproximadamente) durante el cual el imperio hitita alcanzó su máxima extensión y poderío, que mantuvo hasta la irrupción de los pueblos del mar, momento en el cual desapareció de la historia.
Nuevas armas: la equitación y el carro de combate
Durante esta época, empezó a desarrollarse en Irán y Asia Central la equitación, que, unida al carro ligero de combate (o carro de guerra), revolucionó el campo de batalla, al proporcionar una nueva movilidad a todos los ejércitos. El carro de combate se convirtió en el arma principal de los hititas durante el Imperio Nuevo, como ocurrió en el resto de reinos de Oriente Próximo.
Los carros hititas, de dos ruedas de seis radios, estaban tirados por dos caballos, y eran manejados por lo que hoy conocemos como auriga. Sus ocupantes disparaban flechas antes de la carga, durante la cual usaban lanzas. En las ruinas de Hattusas se han encontrado unas tablillas que contienen el manual de hipología más antiguo de entre todos los conservados. El texto está firmado por un tal "kikkuli", del país de Mitani, por lo que se considera que algún rey hitita habría tomado el servicio de un hurrita para que le enseñara la técnica de la equitación.
Las conquistas de Shubiluliuma I
Tras el asesinato de Muwatallis I, su sucesor Tudhalia I (1430-1400 a. C.) asienta las bases del nuevo imperio. Tras sofocar una serie de rebeliones y frenar la amenaza kaska, comenzó a recuperar terreno frente a Mitani, alcanzando Alepo. Arnuanda I,intentó proseguir la guerra con Mitanni, pero tuvo que enfrentarse a una invasión kaska que sólo pudo ser derrotada en tiempos de Tudhalia II, quien, a su vez, logró someter gran parte de Anatolia Occidental (a veces llamada Arzawa) al dominio hitita.
Esta expansión permitió, durante el reinado Shubiluliuma I (1344-1322 a. C.), una campaña militar decisiva contra Mitani, en la que se saqueó su capital. Después de algunos años de guerra, los hititas fueron capaces de apoderarse de gran parte de Mitani y convertir el resto en un estado vasallo. La debilidad de Egipto, Babilonia y una Asiria que comenzaba su renacimiento, facilitó a Shubiluliuma convertirse en la mayor potencia de la época, llegando a intentar una alianza matrimonial con Egipto, que fracasó al ser asesinado su hijo.
La rivalidad con Egipto: la batalla de Qadesh
A la muerte de Shubiluliuma en el 1322 a. C. le sucedió Arnuanda II, pero éste murió a causa de una epidemia un año más tarde, ocupando el trono su hermano mayor, Mursil II (1321-1295 a. C.). Tan pronto como accedió al trono, se vio obligado a mantener por las armas el legado de su padre. En una campaña de dos años destruyó el poderío de los estados de Arzawa, incluyendo Ahhiyawa, que algunos historiadores identifican con los Aqueos y Micenas, y luego se volvió contra los kaskas, a los que causó daños importantes, alejándolos de Hattusas por un tiempo.
Tras la muerte de Mursil heredó el trono su hijo Muwatallis II (1295-1272 a. C.), que vio cómo las tensiones acumuladas con Egipto por sus antecesores implicarían con casi toda seguridad una guerra. Como preparación ante las hostilidades, Muwatallis II trasladó la capital a Tarhuntassa y dejó a su hermano Hattusil III a cargo del norte del reino. Con la subida al trono egipcio del ambicioso faraón Ramsés II, la guerra se hizo inevitable y se produjo la batalla de Kadesh, de resultado incierto pero que frenó los intentos de expansión egipcia.
El resurgir de Asiria
Urhi-Teshub, hijo y sucesor de Muwatallis II, que llevó la capital de nuevo a Hattusas se encontró con que Asiria había aprovechado la lucha entre Egipto y el imperio hitita para ocupar lo que quedaba de Mitani. Para frenar esa amenaza, los hititas intentaron reinstaurar a su vasallo en el trono de Mitanni, pero fracasaron - a partir de este momento, Asiria se convertiría en una amenaza constante para el reino hitita.
Hattusil III, hábil militar que destacó por sus grandes éxitos contra los kaskas, logró el trono de su sobrino Urhi-Teshub, probablemente debido al desprestigio de éste, pero su usurpación creó una serie de problemas dinásticos que debilitaron todavía más al reino hitita, especialmente cuando Urhi-Teshub buscó refugio en la corte de Ramsés II, faraón con el que posteriormente Hattusil firmaría un tratado de paz. Estas debilidades, junto a la fortaleza de Asiria, dieron lugar a una expansión de esta última, que culminó, en tiempos de Tudhalia IV, hijo de Hattusil, en la derrota de Nihriya. Los asirios se apoderaron de ricas regiones mineras cerca del imperio hitita, y de Babilonia.
Desaparición del imperio hitita
Tudhalia IV fue capaz de recuperarse de la derrota frente a los asirios al reforzar el reino en Asia Menor y en Chipre, alcanzando probablemente la máxima expansión hitita. El trono pasó a sus hijos, primero Arnuanda III y luego Shubiluliuma II, que tuvieron un comienzo de reinado no muy distinto al resto de los reyes hititas, con revueltas en Arzawa, Siria, Chipre, etc.
Estas revueltas fueron sofocadas, y nada hacía presagiar un reinado muy distinto a Shubiluliuma II. Sin embargo, la aparición por sorpresa de los pueblos del mar (aproximadamente en 1200 a. C.), causó grandes desórdenes en todo el Mar Mediterráneo Oriental. Estos desórdenes, a los que se unieron las tradicionales invasiones kaskas, no pudieron ser combatidos eficazmente, y como consecuencia de ello, el reino hitita desapareció de la historia.
Algunas ramas colaterales de la familia real siguieron conservando reinos de cultura hitita, destacando el de Carkemish en Siria, que no fue conquistado por los asirios hasta el siglo VIII a. C.
Bibliografía
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Véase también
- Hititas
- Lista de monarcas hititas
- Lista de ciudades hititas
- Lista de regiones hititas
- Idioma hitita
Categoría:- Imperio hitita
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