Historia de Cualedro

Historia de Cualedro

Historia de Cualedro

Contenido

El paleolítico

Generalidades

El estudio de la Prehistoria presenta dos problemas fundamentales. El primero, que las características del suelo gallego, de gran acidez, no permite la conservación de materia orgánica. El segundo, la escasez de estudios sobre las épocas más antiguas.

Los primeros pobladores llegaron a Galicia procedentes del sur y se asentaron en la costa y en las cuencas fluviales. Esta primera ocupación se produce en el período cuaternario y las primeras industrias de la región pueden ser anteriores al penúltimo interglaciar. Esta época se caracteriza por la alternancia de períodos fríos y templados. La caza y la recogida de vegetales son su medio de vida. Los recursos vegetales varían considerablemente debido a las mudanzas climáticas. También se supone un consumo importante de pescado y marisco al localizarse los yacimientos en torno a la costa y a los ríos. En este período se da el complejo técnico Achelense, caracterizado por la talla bifacial en extenso y el inicio de la técnica ''Levallois'', mucho más evolucionada. La materia prima es la cuarcita, abundante en las terrazas fluviales y marítimas, con algunos ejemplares en sílex. El tipo de sociedad de estos primeros moradores se organizaba en grupos familiares dedicados a la caza y recogida en las proximidades de sus asentamientos, sin un nivel jerárquico definido. El Paleolítico Medio en Europa se caracteriza ya por el predominio del hombre de Neandertal, que perfecciona a técnica Levallois y crea ritos funerarios. Hay indicios, sobre todo en las cavernas calcáreas de la zona oriental de Galicia, que atestiguan la presencia en el territorio de esta cultura. En las zonas más occidentales está unida a la evolución del Paleolítico Inferior. El Paleolítico Superior se caracteriza por el predominio del Homo Sapiens Sapiens, y su relación con el Magdaleniense Final (Aziliense) de la zona Asturiana. Esta época se puede situar entre la última glaciación y el inicio del Holoceno, por lo que estamos ante un clima más templado y, en consecuencia, con mayor variedad de caza, frutos y semillas.

En lo social se mantiene la estructura de pequeños grupos cazadores y recolectores nómadas que recorren comarcas limitadas en búsqueda de alimentos y que utilizan asentamientos al aire libre. La presencia de materiales líticos más diversos puede ser indicio de intercambios entre distintas tribus o de la ampliación de la zona de nomadeo.

Patrimonio paleolítico en Cualedro

En el municipio de Cualedro los restos arqueológicos hallados pertenecientes a esta época son escasos y se sitúan en el sur del concello, cerca de la raya portuguesa. Se trata de los yacimientos del Alto da Barxa y A Lanura, inventariados con números GA32028035 y GA32028036 respectivamente. Hay que tener en cuenta que la difícil orografía mantiene sin explorar buena parte del municipio, sobre todo en su tercio norte. La adscripción tipológica de los hallazgos no ha podido ser determinada. Se localizan en superficie diversos artefactos tallados, constituidos por pequeñas lascas de cuarzo y algunos núcleos. En una primera valoración se pueden adscribir estos hallazgos al Paleolítico Superior. Los yacimientos no han recibido ningún tipo de protección desde su hallazgo, por lo que se hallan alterados por las obras de construcción de diversas infraestructuras y cortafuegos. Su escasez no permite sacar conclusiones sobre el modelo de asentamiento poblacional y de colonización del territorio.

El mesolítico

Generalidades

En esta etapa, caracterizada por el retroceso de los glaciares, el clima se hace más benigno. Aparecen nuevos tipos de animales y nueva vegetación que hacen más fácil la vida de las comunidades nómadas. Es un período propicio para un incremento demográfico. Los yacimientos más representativos de esta época corresponden a dos tipos de sociedades claramente diferenciadas. La primera de ellas se puede definir como una serie de comunidades costeras, localizadas en la franja La Guardia-Vigo, y en Arteijo-Carballo, cuya principal característica es la evolución en las técnicas pesqueras y marisqueras. La otra sociedad, la del interior, sigue siendo nómada y comienza a experimentar con la agricultura y la ganadería. Los elementos hallados en estos yacimientos están hechos con cuarzo, sílex y cristal de roca. También aparecen los primeros restos cerámicos.

En el municipio de Cualedro no fueron localizados hasta el día de hoy restos arqueológicos que se puedan suponer pertenecientes a la época mesolítica. Sin embargo, hay que recordar que gran parte de la superficie del Concello se mantiene sin explorar, por lo que no es descartable su aparición en el futuro.

Patrimonio mesolítico en Cualedro

No se han hallado restos arqueológicos de la época mesolítica en el concello de Cualedro. Por las características de la evolución del clima, y dado que la zona estuvo poblada en las etapas anterior y posterior, es lógico pensar que no hubo una discontinuidad temporal de ese poblamiento en esta etapa. La especial orografía del tercio norte del municipio hacen escasos los hallazgos en esta zona, pero probables en un futuro incierto.

El neolítico

Generalidades

La domesticación de animales y el cultivo de plantas constituye el fenómeno más importante de este período. Este cambio en la forma de vida del hombre viene acompañado por un considerable número de innovaciones técnicas, sociales y económicas. Los útiles, además de tallarse, se bruñen, comienza el uso de la cerámica y nace la industria textil. La agricultura como medio de vida supone una sedentarización. Esto permite un aumento del número de individuos de cada grupo, lo que a su vez implica una jerarquización de la sociedad.

La importancia de los monumentos megalíticos se extiende por todo el norte de la Península Ibérica y otros países, lo que le da un carácter cultural de suma importancia por lo que tiene de novedoso en el orden social, económico y religioso. Los grandes dólmenes, esparcidos por toda Galicia, son el mayor exponente de esta época y demuestran una estructura social y religiosa evolucionada. Conocidos también como mámoas, medorras, medelas, antas, arcas, etc., estos monumentos son esencialmente funerarios, aunque también de señalización de rutas y limitadores de territorios. La construcción de estos monumentos comienza al final del cuarto milenio a.C., siendo los primeros de forma poligonal sencilla y sin corredor. Más adelante se construirán con corredores y contendrán ajuares cada vez más elaborados.

El estudio de los dólmenes gallegos, en comparación con los de otros países, indica un modelo de sociedad agrupada en pequeños núcleos familiares igualitarios que construían sus panteones familiares, aunque no se pueda constatar si se trataba de enterramientos colectivos o individuales, debido a la ausencia de huesos en los yacimientos. Se trata de una sociedad compleja con una economía de cambio que permite asumir la construcción de estos mausoleos y las herramientas, armas y joyas depositadas en ellos. El denominado Grupo Galaico de arte rupestre presenta unas características que permiten su individualización. Los complejos rupestres galaicos se distribuyen y se emplazan sobre el paisaje siguiendo unos patrones peculiares. Las peñas escogidas como soporte ofrecen también modos significativos. La temática representada podemos agruparla en dos grandes bloques unidos: uno, de modalidad naturalista, y el otro, de carácter simbólico y abstracto. La temática naturalista es la que caracteriza e individualiza el Grupo Galaico en relación con otros focos rupestres europeos. Los diseños más numerosos son las figuras de cérvidos, a medio camino entre la estilización y el esquematismo, algunos caballos de poblado rabo y seres humanos de gran simplicidad formal. Variadas figuras antropomorfas y representaciones aceptablemente fieles de ídolos-cilindro y armas de status completan el repertorio.

La temática abstracta es la más numerosa, la que mayor dispersión geográfica presenta y la que mayores puntos de contacto ofrece con otros focos rupestres europeos. Está integrada por una amplísima gama de combinaciones de círculos concéntricos, espirales, y, en menor proporción, diseños laberínticos, esvásticas, cuadrados, etc. Representa un universo de fuerte carga simbólica que no se puede disociar del repertorio naturalista.

Patrimonio arqueológico de la época neolítica en el concello de Cualedro

En el concello de Cualedro y sus proximidades encontramos diversos ejemplos de túmulos megalíticos. Se trata de los de Rebordondo (con nº de inventario GA32028002, dentro de la parroquia de dicho nombre, pero fuera ya del límite municipal, aunque muy próximo), As Chairas (GA32028007), Melisendra (GA32028008), A Rigueira (GA32028009) y O Madorriño (GA32028021). Presentan un diámetro nunca superior a 15 m, con alturas variables entre 0,30 y 1,50 m. Excepto el de Rebordondo, están formados por masas tumulares de tierra con abundantes piedras de granito y cuarzo que pueden formar parte de sus corazas pétreas. Algunos conservan restos de su cámara, más o menos completa según el caso. Sólo el de Rebordondo está parcialmente afectado por intervenciones recientes, al haber sido cubierto por una escombrera de tierra procedente de las obras de la carretera nacional. La distribución de estos yacimientos a lo largo del territorio municipal es claramente homogénea. No es posible saber si la tendencia a concentrarse en la mitad sur del Concello se debe a la escasez de prospecciones en las zonas más montunas, o si es que realmente su ubicación prefirió zonas más llanas. Es de destacar que varios de los túmulos se distribuyen en las proximidades de las rutas naturales de paso por el alto de As Estibadas y A Portela.

El calcolítico

Generalidades

En los ajuares funerarios hallados en los dólmenes, junto con puntas de flecha, cuchillos de sílex o de cristal de roca, hay bandas de oro y cobre, labradas o simplemente punteadas. A partir del 2100 a. C. aparece la cerámica campaniforme. Tal vez en un primer momento se trata de elementos de lujo dedicados a cultos y ritos, pero van desplazando a los contenedores construidos con madera o cuero utilizados hasta entonces. Se trata de una sociedad más evolucionada, que comercia y se relaciona con sus vecinos, inicia técnicas mineras, metalúrgicas y cerámicas y da una gran importancia al culto a los muertos. Los dólmenes de este período semejan enterramientos individuales con gran riqueza en sus ajuares, por lo que podemos suponer un grado de elevación en la jerarquía mayor que en épocas anteriores. Los análisis realizados dan muestras de cultivos de cereales, de ganadería, de caza y, en las zonas costeras, de marisco.

Patrimonio arqueológico de la época calcolítica en el Concejo de Cualedro

De esta época apenas se hallan vestigios. Sólo contamos, hasta el momento, con lo hallado cerca del núcleo de A Pedrosa, en el lugar de Os Bacelos, una zona de suave pendiente situada en la ladera del Larouco donde se hallan los restos de un asentamiento al aire libre, inventariado con el nº GA32028042. Fue recogido material cerámico hecho a mano muy fragmentado, predominantemente liso, aunque se hallaron varios fragmentos decorados con la técnica de la incisión, entre los que aparecen líneas rectas, onduladas y acanaladuras, y un fragmento con decoración impresa con punzón. La escasez o práctica inexistencia de restos calcolíticos no permiten aventurar hipótesis sobre la distribución de los asentamientos humanos.

Edad de bronce

Generalidades

Algunos autores justifican la universalidad dentro de Europa de los trazos característicos de esta época basándose en las migraciones de pueblos indoeuropeos. En todos los países centroeuropeos se han hallado yacimientos con los mismos elementos, lo cual nos permite justificar estos intercambios técnicos y culturales y una cierta colonización por parte de los pueblos del norte de Europa. El fenómeno que da nombre al período es el metalúrgico. En una etapa inicial se fabrican útiles, armas y joyas, fundamentalmente de cobre y oro. Con el tiempo el cobre se comienza a alear con estaño y plomo para conseguir bronce. Al final del período encontramos aleaciones casi perfectas del 90 % de cobre y el 10% de estaño y moldes de fundición muy elaborados. La cerámica sigue su evolución dentro del campaniforme, pasando de ser un bien escaso a convertirse en útiles cotidianos. Los restos hallados en los yacimientos permiten asegurar que la cría de ganado ya estaba bastante extendida. Los análisis polínicos demuestran el cultivo de cereales. En esta época se consolidan los enterramientos en cistas, con sus ajuares funerarios. Más tarde llegarán los campos de urnas procedentes de Europa. Este tipo de enterramiento individual y con útiles, armas y joyas indica, por un lado, la creencia en una vida ultraterrena, y por el otro, una jerarquización de la sociedad por las diferencias en la riqueza, con la clase militar ocupando un alto lugar, agrupada en unidades territoriales mayores que las anteriores que se relacionan y comercian con otros pueblos, y rinde culto a los muertos, al sol, a la guerra y a la caza. Existe una importante actividad minera y transformadora.

Patrimonio de la Edad de Bronce en Cualedro

Entre los restos pertenecientes a esta época hallados dentro del término municipal de Cualedro hay abundancia de lugares de representación gráfica. Son los yacimientos de la Pena das Cruces (inventariado con el nº GA32028043), Cruceiro de Santa Marta (GA32028044), Pena do Grou (GA32028045), Regato do Tapado (GA32028046), Monte da Moura I (GA32028047), Tras da Deguesa (GA32028049) y Monte da Moura II (GA32028049). Se trata por lo común de rocas de poca altura o al nivel del suelo, y cuya mayor dimensión en planta nunca supera los 16 m. Corrientemente las rocas presentan abundantes cazoletas de escasa profundidad y grabados que constan de líneas de difícil interpretación. En alguna se reconocen ciertas formas, como cruces (Pena do Grou). En algún caso la función litúrgica de los grabados ha perdurado, aunque sufriendo un proceso de colonización religiosa con la adición de elementos cristianizadores como cruceiros, sobre las rocas o en sus proximidades (Pena das Cruces, Santa Marta). Por lo general el estado de conservación de estos restos es bueno, aunque recientes obras de construcción de infraestructuras han alterado el entorno de muchos de ellos. Sólo en algún caso ha sido el paso del tiempo el que ha deteriorado la peña (Regato do Tapado), amén del propio proceso erosivo del tiempo, común a todas ellas.

Además de estos lugares de representación gráfica se ha encontrado una necrópolis y un asentamiento al aire libre. La primera en el lugar de O Chedeiro, inventariada con el nº GA32028024. Estamos ante una importante necrópolis con enterramientos en cista, excavada parcialmente por Taboada Chivite y Rodríguez Colmenero. La dispersión de estos enterramientos, según los vecinos, se extiende por toda la llanura inmediata. El asentamiento al aire libre se encuentra cerca de A Xironda, en el lugar de Campos do Sapo, inventariado con el nº GA32028039. El yacimiento está en una llanura en la ladera del Larouco y fue puesto al descubierto por la aparición de abundante cerámica hecha a mano durante la apertura de un cortafuegos. El material recogido es fundamentalmente cerámico, con desengrasantes gruesos de cuarzo. Dos de los fragmentos están decorados, uno con decoración campaniforme de líneas punteadas y otro con un triángulo de líneas incisas.

A juzgar por la distribución de los hallazgos, el hábitat humano durante la edad de Bronce se concentraba en las zonas llanas del sur del término municipal. Se trata de las zonas más aptas para la cría de ganado y el cultivo de cereal, incipientes en esta época. Llama la atención la proximidad de los hallazgos a las principales rutas de comunicación intercomarcal. Insistimos en lo inexplorado de las zonas de montaña, en particular del tercio norte del municipio, razón por la cual cualquier conclusión sobre la distribución de la población tiene que tener un carácter provisional. Además la propia naturaleza de los hallazgos no implica necesariamente su proximidad a los lugares habitados, sino que se trata en casi todos los casos de lugares funerarios o de culto.

La Edad del Hierro. La Cultura Castreña

Generalidades

El Castro es una realidad física y paisajística que evoca un núcleo poblacional antiguo correspondiente a un contexto histórico y cultural amplio. En cambio, la Cultura Castreña stricto sensu tiene unos límites espaciales y temporales determinados: abarca el ángulo del N.O. Ibérico (del Duero al Navia, por lo menos), y ocupa 4 o 5 siglos en torno al cambio de Era. Soporta una cultura material, de estructuras constructivas y de útil e instrumental, vinculadas a ese tipo de asentamiento, generalmente bien defendido de manera natural o artificial.

Las distintas teorías existentes parecen reconocer la existencia de un pueblo precéltico, instalado en el Noroeste antes de la formación de la Cultura de los Castros. A partir del s. IX-VIII a. C. llegarían a la Península nuevas poblaciones originarias de Europa Central y de las que forman parte grupos célticos; entre los s. VII y VI a. C. se producen intensos contactos entre estos grupos y el medio indígena anterior del Noroeste. Existe la posibilidad de colonizaciones de elementos célticos a través del Atlántico. El lingüista Antonio Tovar considera que las que aparecen en la historia como culturas célticas del Occidente de Europa son el resultado de una fusión, en la que el nombre y elementos muy importantes y coherentes de la lengua y la cultura son célticos, pero en otros modos de la cultura y de la misma etnia hay componentes de una tradición occidental más antigua, y también existen influencias de procedencia mediterránea.

Los castros

La Cultura Castreña destaca por ser la primera cultura del Noroeste cuyo hábitat conocemos con bastante exactitud. Es más, se trata de la primera cultura urbana que se da en el área galaica. La magnitud de los asentamientos castreños alcanza proporciones notables. Se sugiriere la hipótesis de haber llegado a la constitución de organizaciones protoestatales que giraban sobre grandes castros o citanias que capitalizarían comarcas amplias. A lo largo de todo el primer milenio a.C., el poblamiento castreño se caracterizó por la pequeñez de sus asentamientos. Su economía era agraria, basada en el cultivo de cereal, la ganadería y la recolección de frutos secos panificables (bellotas), y mariscos en la costa. La llegada de los conquistadores romanos coincidió con el auge de lo castreño: a partir del s. I a. C. comienzan a construirse las grandes ''citanias'', sobre todo en la mitad meridional. Todos los oficios de la cultura material dan lo mejor de sí, con ejemplos sobresalientes en las artes plásticas y la orfebrería. En la costa los castros se construyen a veces sobre promontorios costeros o en pequeñas islas o penínsulas. Suelen estar defendidos por uno o más recintos amurallados concéntricos, reforzados por otros dispositivos defensivos en los flancos más débiles. A estos recintos, de planta irregular, aunque predominen las formas ovaladas, se les añaden otros a modo de anexos, los antecastros. Los recintos principales acogen las viviendas, mientras que los antecastros presentan más variedad: algunos contienen construcciones habitacionales, pero otros no parecen tener restos. Sin embargo la cultura castreña presenta peculiaridades propias: el reducido tamaño de las viviendas, la pervivencia de la planta circular y la ausencia de planeamientos urbanísticos claros sirven para definir un área que se corresponde con los conventos Lucense y Bracarense.

Hábitat y organización territorial de Cualedro en la Edad de Hierro

En el territorio del término municipal de Cualedro se han hallado restos de siete asentamientos fortificados. Se trata de los castros de Os Mallos (inventariado con el nº GA32028004), A Cidá de Montes (GA32028005), A Cidá de Carzoá (GA32028006), Montecelo (GA32028015), A Igrexiña dos Mouros (GA32028019), A Cidá de A Saceda (GA32028022) y A Cidá dó Castro de San Millao (GA32028026). En algún caso han aparecido en épocas posteriores fortificaciones sobre los restos del castro (Cidá de Carzoá). Es frecuente hallar en ellos cerámica romana y molinos de mano. Todos los castros conocidos se encuentran emplazados en cotas que andan entre los 700 y los 850 m sobre el nivel del mar. Hay que hacer notar que sólo se han llevado a cabo excavaciones en los castros de A Saceda (entre 1982 y 1988, por Rodríguez Colmenero) y San Millao (entre 1953 y 1955, por López Cuevillas y Taboada Chivite, y entre 1982 y 1983, por Rodríguez González y Fariña Busto). En el de A Igrexiña dos Mouros se han hecho catas con un extraño resultado negativo. No es posible, por tanto, hacer una datación exacta de los períodos de ocupación de los restantes, lo cual dificulta el análisis de la distribución de la población en el territorio. Insistimos en la inexistencia de prospecciones en el tercio norte del municipio, lo cual puede llevaron a confusión cuando, como es este caso, coinciden todos los hallazgos en los dos tercios al sur. Es ésta la zona más apta para la agricultura y el pastoreo y la mejor comunicada por hallarse en lugar de paso natural. El análisis del viario histórico evidencia que las principales vías romanas hacia el S.E. fueron con toda probabilidad hechas sobre rutas preexistentes, dada la proximidad de su trazado a los hallazgos de la edad del hierro. Esta ubicación estratégica hace suponer la existencia de actividad mercantil de importación y/o exportación (la zona es rica en estaño) y de relaciones fluidas con pueblos de comarcas vecinas. Esta suposición está alimentada por la mención que se hace de los Bíbalos, que habitaban esta zona, en el llamado Pedrâo dos Povos del puente de Chaves, como pacto de buena vecindad con los demás pueblos allí inscritos.

La época romana

Generalidades

Las primeras incursiones del Imperio romano en Galicia se encaminaron más a proteger los territorios limítrofes ya conquistados que a un interés propiamente dicho por estas tierras. Aunque en una etapa posterior Julio César decide conquistar Galicia, el objetivo sigue siendo militar y económico. La cultura romana no pretendió sustituir a la indígena, sino que convivió con ella, dando lugar a la cultura Galaico-Romana.

Hábitat y organización territorial de Cualedro en la época romana

En el territorio ocupado en la actualidad por el municipio de Cualedro se encuentran gran cantidad de restos arqueológicos de origen romano. En la mayor parte de los casos se trata de asentamientos poblacionales. Véanse los yacimientos de Os Mallos (con nº de inventario GA32028003 en la Dirección Xeral de Patrimonio de la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia), Lucenza (GA32028011), Quinta Meá (GA32028003), Villerma (GA32028014), Santa Marta (GA32028016), O Caco (GA32028017), As Fontes da Pedrosa (GA32028023), Moimenta (GA32028025), O Grou (GA32028028), O Viduedo (GA32028030), Carbas (GA32028031), San Froitoso (GA32028032 y GA32028033) y A Ronca (GA32028034). También hay algún lugar cultural o funerario y varios hallazgos aislados o de adscripción tipológica indeterminada. Se trata de los yacimientos de A Poula (GA32028020), Lucenza (GA32028050 y GA32028ACH-3), O Camiño do Santo da Venda (GA32028050) y A Pedrosa (GA32028ACH-4). El análisis sobre la distribución geográfica del poblamiento es más fácil a la vista del plano del viario histórico, que sitúa el área de Cualedro en el ámbito de influenza de Xinzo de Limia y como lugar de paso de un viario radial de conexión intercomarcal. La antigua importancia viaria de Xinzo fue puesta de relieve por J. C. Rivas Fernández con un trabajo sobre la red viaria romana en la comarca y la preponderancia de la vía por Tamallancos.

La mayor parte de los asentamientos hallados se localizan en las proximidades de las vías romanas que partiendo del Forum Limicorum comunicarían con la meseta, construidas con toda probabilidad sobre el trazado de caminos preexistentes. Se trata de restos que evidencian la ocupación de la zona con un uso residencial y agrícola, tales como molinos circulares de mano o restos de edificaciones como tegulae, sillares, cimientos, columnas o basas. La zona ocupada es de tierras llanas, bajas y pesadas, las más aptas para la agricultura y la ganadería, aunque también es rica en yacimientos de estaño. Aunque el tercio norte del municipio no está explorado, no es probable que aparezcan restos romanos por el poco interés que podría tener para el establecimiento de asentamientos la baja productividad de las tierras, en la actualidad casi exclusivamente forestales. Los hallazgos aislados, además, son restos de infraestructuras viarias (varios miliarios anepígrafes), elementos religiosos (un par de aras votivas e incluso un crióforos de alabastro) y funerarios (sepulcros antropomorfos). Ciertos elementos sufrieron una reutilización posterior, tal es el caso de sillares, miliarios y aras. Los yacimientos hallados en su mayor parte no han sido excavados, sin más estudio que el superficial. El yacimiento de Santa Marta ha sido objeto de excavaciones realizadas por Rodríguez Colmenero, en las que se pudo distinguir un nivel ocupacional prerromano, relacionado con el Bronce Final, otro romano del Alto Imperio y otro romano bajo-imperial. Las obras de las diferentes concentraciones parcelarias se han venido llevando a cabo sin estudios arqueológicos previos o, si los hubo, no han servido para que se respetasen los restos existentes. Así, en el yacimiento de Carbas se ha puesto al descubierto diverso material arqueológico, entre el que destacan basas de columnas y molinos circulares de mano. Recientemente, en el yacimiento de Os Mallos, ha sido hallado un miliario dedicado al emperador Constantino, hoy en el Museo arqueológico de Orense. Más adelante se ha procedido a la más que discutible deslocalización de otros dos miliarios anepígrafes hallados al pie de un camino que parece tratarse de una vía paralela a la conocida como Vía del Támega (Chaves-Orense-Lugo), que iría desde Chaves a Xinzo de Limia. A norte y sur de estos hitos se han localizado otros que documentan esta vía. Uno de ellos estaba situado en el extremo de una finca de labor que limita con la vía y fue extraído para tumbarlo a unos 2-3 m de distancia. El segundo estaba situado frente al anterior, a la otra orilla del camino. Se encontraba hincado y sobresalía sobre el camino unos 0,60 m. Son de granito de grano grueso y de sección circular. El que estaba tumbado mide 2,45 m de largo por 0,55 m de grosor, conservando la parte prismática de base destinada a ser enterrada. El otro mide en el tramo descubierto 1,20 m por 0,45 m de diámetro. Realizado un corte en el camino, no presentaba ningún tipo de fábrica. Fueron trasladados a unos 350 m al W.-N.W. del lugar en el que originalmente se emplazaban.

Edad Media

Generalidades

El desmembramiento del Imperio romano dejó libre el paso a los pueblos bárbaros del norte y del este de Europa. Los vándalos, alanos y suevos cruzan la raya del Rin en el ano 406. Los suevos cruzan los Pirineos en el 409. En el 411, resuelta la guerra interna a favor del emperador de Roma, sus generales llegan a un pacto con los invasores por el cual los vándalos silingos se asientan en la provincia Bética, los alanos en la Lusitania y Meseta Sur y los vándalos asdingos y los suevos reciben la Gallaecia. En el reparto de Gallaecia los vándalos asdingos ocupan la Meseta Norte y los suevos la fachada occidental atlántica. Los suevos optan por concentrarse entre el Duero y el Miño, en la zona de influencia de Braga, que sigue siendo el centro administrativo. En una primera etapa, dirigidos por Hermerico, los suevos mantienen una conducta prudente con el Imperio y con la sociedad galaicorromana. A partir del 430 la superpoblación y la falta de recursos llevan a los suevos a seguir una política expansiva. La derrota ante los godos no supuso la desaparición del reino suevo, pero sí su decadencia y la entrada de los visigodos en Hispania. En el 559 la monarquía sueva está sometida al poder visigodo centralizado en Toledo. Las consecuencias de la irrupción musulmana (713-714) en Galicia son muy limitadas y desiguales según la zona. Galicia aparece como una tierra primitiva y con poco interés para el Islam. Pero en comparación con las otras regiones del norte es la más evolucionada: subsiste el derecho hispano-godo, se mantienen prácticas económicas de tradición romana, perviven las estructuras administrativas, religiosas y culturales de la Iglesia, etc.

La edad moderna

Generalidades

La evolución económica experimenta un crecimiento continuo hasta mediados del s. XV, seguida de un período de estancamiento y por último una fuerte recesión. La primera mitad del siglo hereda el clima de conflictividad del siglo anterior, pero ahora las clases urbanas están fortalecidas por su bonanza económica y se van fraguando los intentos de librarse de las jurisdicciones señoriales. A partir de la mitad del siglo la población desciende, aunque hay una ligera recuperación en los años 70. La buena situación por la que atraviesa el campo se refleja en los ventajosos contratos de foro que se otorgan y en la prosperidad de los núcleos rurales. El incipiente capitalismo es muy sensible a los condicionantes naturales. A partir de los años 50 del s. XVI las malas cosechas y factores políticos harán que la economía urbana decaiga.

Demografía

Durante el s. XVI Galicia experimenta una crecimiento de población, mucho mayor en la costa que en el interior. La población total de Galicia en 1591 era de 630.000 hab., mientras que a principios del siglo la población es de 330.000 hab. El auge de la pesca y su comercio y la extensión de los cultivos se traducen en el endurecimiento de las condiciones de las rentas y en el descenso de la población urbana, que sólo representa un 10 % del total. Desde los últimos años del s. XVI a mediados del XVII esta bonanza se transforma en carestía, debido al desequilibrio entre población y recursos. Superada la crisis comienza un período de expansión demográfica que durará hasta mediados del s. XVIII. En 1752 la población total es de 1.300.000 hab.,el doble que en 1591. El crecimiento de las ciudades costeras es de un 167 % frente a las del interior, que sólo crecen un 52 %. La segunda mitad del s. XVIII supone un nuevo período de estancamiento, del que sólo se substrae la comarca de Ferrolterra, debido al Arsenal Militar. Entre 1752 y 1787 la población de Galicia pasa de 1.300.000 hab. a 1.346.000, lo que supone solamente un 3,6 %. Durante el s. XVIII emigraron un total de 300.000 gallegos.

Durante el s. XIX Galicia experimenta una ralentización en su crecimiento demográfico, debido al fracaso del desarrollo capitalista e industrial y las diferencias entre la Galicia costera e interior. A principios del s. XX la población rural supone el 90 % y las antiguas capitales episcopales inician su declive en favor de las que surgen de la Reforma Liberal. Se estima que durante el s. XIX emigraron 900.000 gallegos, debido al fracaso del desarrollo industrial de Galicia. Como consecuencia de estas olas emigratorias se produce un envejecimiento de la población, con su consiguiente pérdida de capacidad productiva e innovadora. Además, aunque el dinero de los emigrantes equilibra la balanza comercial, en Galicia se invierte en tierras, ganado y casas, y no en crear industria.

Hábitat y organización territorial de Cualedro en la Época Moderna

Dado que en la zona de Cualedro nunca hubo lugares de realengo, hemos que suponer dependencia de todas a poblaciones a algún tipo de señorío. Interpretamos que las especiales condiciones climáticas de la zona y su baja productividad agrícola llevaron a establecer una relación directa entre señores y vasallos, sin posibilidad de aparición de una hidalguía intermediaria que restase sus rentas de las exiguas del campo. Esto explica la inexistencia de pazos o casas hidalgas. Además la relativa proximidad a las capitales de los varios señoríos permitía la explotación, la administración y el cobro de rentas de un modo directo, en el caso de Monterrei, o a través de sus prioratos y sus clérigos, en el caso de los señoríos eclesiásticos. Éstos, por motivos ideológico-religiosos, ejercían una cierta función social dispensando limosnas o demorando la cobranza de las rentas en años de malas cosechas, e introduciendo la través de sus granjas y cenobios nuevos sistemas de explotación. En particular los Benedictinos, especialmente presentes a través de sus frailes cenobitas de Atás, dependientes de Celanova, tenían un especial afán, de acuerdo con la Regla de San Bernardo, en establecer o potenciar sistemas e infraestructuras de explotación y servicio comunales, de las cuales quedan vestigios en los hornos, eiras y acequias, y en los casi extintos turnos de pastoreo, riego, tala y cría de ganado en libertad.

Los ejemplos de arquitectura religiosa más antiguos que encontramos pertenecen a la época románica, todos ellos con reformas o ampliaciones posteriores. Las iglesias de Atás y Rebordondo muestran una serie de canecillos en el tramo posterior de la nave, de un estilo cluniacense confuso. La de Montes también, así como una pieza semicircular embutida en el muro del campanario, claramente el tímpano de una antigua portada románica, con relieves (una cruz inscrita en un círculo y flanqueada por el sol y la luna) que sugieren relación con la orden templaria. El origen románico no está tan claro en la capilla de San Froitoso en A Pedrosa, en la iglesia de San Salvador da Xironda y en la Ermida da Saude.

Santa María de Cualedro fue priorato de San Juan de Jerusalén, la llamada Orden de Malta, junto con Rebordondo y Penaverde. Es ésta una orden militar aún hoy existente, creada en el s. XI para acoger a los peregrinos que llegaban a los Santos Lugares, aunque en el s. XII se le impuso la defensa de los cristianos contra los infieles. Más tarde Cualedro pasó a ser priorato benedictino subordinado a Celanova, con Vilela y Atás. Lamentablemente las fuentes que manejamos no dan fechas para el establecimiento de esta subordinación a centros monásticos, que tal vez ayudarían a comprender la escasez de arquitectura religiosa medieval en la zona o su desaparición en época más moderna. Todas las demás iglesias semejan haber sido construidas o reformadas no antes del s. XVIII, a excepción de las de A Saceda, Lamas, Cualedro (iglesia nueva) y San Martiño, que son del s. XX, ex novo o por substitución de otras anteriores. Se detecta un probable aumento de las rentas de la tierra en el s. XVII, que permitió la proliferación de edificios religiosos de mayor porte, tal vez debido a la introducción del cultivo de la patata y a pesar de la reducción de la cabaña ganadera. La iglesia de San Salvador de A Xironda se amplía en dos fases no lejanas y se ve dotada de tres magníficos retablos. En la misma época se construyen, amplían o reforman todas las demás iglesias de la zona (las únicas románicas intactas son las de Vilar de Lebres y Vilar de Perdizes). La iglesia de Santa María das Mercedes parece no ser muy posterior o de la misma época, aunque el escudo sobre la puerta, casi por completo irreconocible, delata su pertenencia a señorío laico. De las capillas de romería podemos decir que son probables vestigios de cultos anteriores o que están reedificadas en antiguas necrópolis. La Ermida da Saude, probablemente del s. XVIII, está construida sobre una fuente, lo cual nos sugiere (la romería, la fuente, la Ermita, el nombre) la preexistencia de ritos de purificación a través del agua similares a los que se conservan en otros lugares del país. La de Santa Marta se encuentra sobre un yacimiento que desde la edad de bronce abarcó hasta el bajo imperio, y vecina a un cruceiro erguido sobre una peña cuya función litúrgica en el Paleolítico está señalada por la presencia de petroglifos. La de San Froitoso no está lejos de una antigua necrópolis en la que se hallaron sepulcros antropomorfos, en el antiguo souto de A Xironda. Llama la atención la cantidad (en proporción) de iglesias que fueron recientemente demolidas (A Saceda, Lamas, San Martiño), casi todas substituidas por otras de menos valor. Tal es el caso de la de A Saceda, construida donde antes había otra románica, o la de San Martiño. No así la nueva de Cualedro, reinterpretación pretenciosa y neorromanizante de la tipología imperante.

Proliferan también durante el Barroco los cruceiros (Montes, Cualedro, Atás, Lucenza, A Saceda, A Pedrosa, A Saude), con una tipología bastante estricta (base escalonada, pedestal cúbico, fuste poligonal, capitel, cruz lisa) que se mantendrá hasta el s. XX. Los hay también de inspiración clásica (Lucenza, Montes), siempre de orden toscano, o con imágenes sobre el fuste (Cualedro). El resto de los cruceiros son bien posteriores (A Xironda), aunque conservando la tipología compositiva, o no hay en ellos ninguno elemento formal que permita identificarlos con una época (Baldriz, Moimenta, Santa Marta, San Millao, éste último reutilizando piezas de otros usos más nutricios). Sabemos de la desaparición del cruceiro de San Martiño, recientemente, y de la existencia de otro cuya origen desconocemos en una finca particular no accesible en Lucenza, dedicada a segunda residencia. Se construyen, también en la época barroca, dos de los tres petos de ánimas existentes (el de la Virgen del Carmen, en A Xironda, y el de San Martiño), de un estilo barroco compostelano más o menos logrado, aunque realmente es imposible establecer generalizaciones dada la escasez de ejemplos.

Arquitectura residencial

De esta época no hay más arquitectura residencial digna de mención que ciertas casas rectorales (A Xironda, Montes, Baldriz), enormes centros de recaudación y almacenaje de rentas, alguna tan monumental como la de Atás. Su definición tipológica es original, sobre todo por la gran superficie que dedican a bodegas y graneros, y también a usos no productivos o distintivos como solanas, palomares y balcones. Suelen formar una célula diferenciada dentro del núcleo, en la proximidad de la iglesia, construidas con potente sillería de granito y decoradas con pequeños elementos que delatan su status (pináculos, gárgolas, portalones, relojes de sol). No antes del s. XX aparecen notables ejemplos de arquitectura residencial laica ligados a la explotación directa del campo y tal vez al comercio, legal o no, pero en ningún caso se trata de viviendas hidalgas, o por el menos no hay ningún elemento armorial que así lo delate. Se trata de viviendas de mayores dimensiones con resolución constructiva más compleja o, si se quiere, más urbana, en el uso de balcones, galerías, patios, arcos, simetría en las fachadas.

La relación de servidumbre mantenida directamente entre el campesino y el forista desde el s. XIII hasta la Desamortización, de la que se veía excluida una hidalguía rural intermediaria por su incapacidad de subsistir como parásito de las bajas rentas proporcionadas por una tierra pobre y de mal clima, se vio prolongada hasta la redención, entrado el s. XX, en los diezmos, las cargas pías y las oblatas, que permitieron al clero encarar gastos suntuarios hasta los años 50, cuando vemos al cura de Cualedro despreciar la hasta entonces única iglesia, dañada por un rayo, para emprender la construcción de una nueva con su rectoral en la parte más urbana de la aldea.

Arquitectura de usos auxiliares

Con las edificaciones cuyo uso es auxiliar ocurre como con la arquitectura residencial: sus características formales no permiten asignarlas a un período histórico concreto, excepto aquellas pocas que fueron marcadas con una fecha en el dintel que se puede suponer la de su construcción o reforma.

La comunalización de los elementos de mayor consumo de energía tiene como ventaja el considerable ahorro en combustible, además de suponer un punto de encuentro y relación para los vecinos y un motivo más para mantener una organización comunal necesaria para su construcción y mantenimiento. La fecha de construcción de los hornos no es averiguable. Ningún elemento formal la deja suponer y no existen documentos. Destaca el especial cuidado en la técnica constructiva (cubiertas de piedra, aparejo de sillería), comprensible dada su importancia para la vida cotidiana, y por el especial interés en evitar problemas provocados por el fuego, no enmendables. Hoy en día los hornos han perdido su uso tradicional, a la espera de adquirir nuevas funciones. En algunos casos se han arruinado, aunque se han hecho trabajos de restauración de algunos de ellos (A Xironda, A Saceda, Carzoá). Alguno de ellos ha sido acabado de demoler por los vecinos y su parcela usurpada (As Corvaceiras). Pero la mayoría se encuentra en un estado excelente o mejorable. El horno parece ser el elemento construido que más simboliza para los vecinos la identidad de su aldea, y eso se ve en el interés que muestran en mantenerlos o mejorarlos (Baldriz, A Pedrosa, Rebordondo), incluso por sus propios medios (A Xironda) y tomando ellos la iniciativa.

Alrededor del agua se desarrollan una serie de tipologías constructivas para su aprovechamiento para el riego o como fuerza motriz, y para salvar los cursos en la red de caminos. Elementos todos ellos de poca entidad por ser esta una zona de pocos caudales y en la que el subsuelo evacua con facilidad, causando problemas de escasez en las estaciones secas. Precisamente esta condición adversa les da a los manantiales un protagonismo extraordinario en la vida rústica. Su sacralización, o por lo menos la adición de símbolos religiosos, es reflejo de este protagonismo y en muchos casos herencia de épocas pasadas, así como el primor en las técnicas constructivas en los casos más elaborados. Es de destacar que no se hallan otros elementos dentro de la arquitectura popular en los que se utilice la bóveda como cubrición, siempre de cañón. Sobre su datación se puede decir bien poco. Su situación junto a caminos cuya antigüedad está contrastada nos hace suponerles contemporaneidad. También su reflejo en los topónimos da idea de su antigüedad. Ahora bien, la existencia de un manantial en una época dada no implica la existencia de ningún elemento construido a su alrededor, ni que sea ese elemento el que llegó hasta nosotros. Encontramos fuentes y manantiales sin fecha, los más de ellos, pero otros datados hasta dos veces.

La tipología más simple y probablemente más antigua que encontramos es la del manantial cubierto. Las más de las veces se trata de dos losas paralelas incadas en vertical con otra inclinada cubriendo el vano. Suele tratarse de manantiales cuyo caudal no es suficiente para que el agua mane, aunque hay excepciones (Penaverde, Rebordondo). Se encuentran en espacios públicos en los bordes de los núcleos, sin cobrar un especial protagonismo, y casi siempre uno cerca de cada horno, para emplear en el amasado y servir en caso de incendios. En algunos casos se han visto incluidas en la fábrica de los muros de las viviendas (Rebordondo, Lamas). Las fuentes con pilón suelen ser más modernas y cobran un especial protagonismo dentro del espacio público, en lugares centrales dentro de las plazas o de los ensanchamientos de las calles. El pilón es el elemento de almacenamiento de agua o para servicio del ganado, aunque en contados casos hay aljibes contiguos que cumplen esta función (Moimenta, A Pedrosa, Lucenza). Lo habitual es que el agua sobrante de cada elemento vaya a alimentar al siguiente, comenzando por el de aguas más limpias (fuente, pilón, lavadero, abrevadero, aljibe). Los lavaderos son los únicos objetos relacionados con el agua cuyo uso está dedicado en exclusiva a la higiene. La dificultad para transportar agua a las casas, hoy resuelta con redes de abastecimiento, obligó siempre a transportar la ropa a lugares comunitarios que se convertían en espacios de relación y objeto del esfuerzo comunal de la vecindad.

Al ser la zona de Cualedro de numerosos pero poco caudalosos ríos, es raro hallar puentes fuera de los correspondientes a los elementos de ingeniería civil de la edad moderna, también estos escasos. La red viaria tradicional se distribuye a lo largo del territorio evitando el paso de los ríos en los pocos puntos en los que estos son caudalosos, y buscando los lugares de menor profundidad en aquellos en los que es necesario edificar una infraestructura de paso complicada. El paso de las corrientes se ha fijado siempre a través de vados o, tal vez, de pasarelas de madera que no han perdurado. Los puentes de tipo tradicional que se conservan obedecen todos a unas directrices comunes: están construidos en vados del río, con menor profundidad, con mampostería de granito, a base de losas sobre pilares de planta cuadrada, con vanos estrechos y de poca altura, y con un vado contiguo para el ganado o los carros. Sólo se guarda mención documental de la existencia del actual Ponte do Madeiro en la vía romana que, pasando por A Xironda, unía ''Aquae Flaviae'' (Chaves) con el ''Forum Limicorum'' (Xinzo de Limia). Llama la atención la estrechez del cauce que salvaba, vadeable con un paso a pie, aunque tal vez la justificación estuviese en lo inundable de la zona. Tal vez el nombre del puente tenga su origen en alguna característica constructiva. Se sabe de la utilización en la zona de la Limia de estructuras de madera sumergidas que servían como base para las estructuras viarias que cruzaban las tierras pantanosas del fondo del valle. Por supuesto, el existente hoy en el lugar es moderno, de la época en la que se hizo la carretera vieja de A Xironda sobre el trazado de dicha vía romana. Saliendo de A Xironda cara al N.E., sobre el río Pichos, encontramos la llamada Ponte Nova, aún en uso, seguramente del s. XX, aunque fiel a la tipología. Como es frecuente cerca de toda Ponte Nova, hay una Ponte Vella, también en la salida en esa misma dirección. Está en desuso y bastante dañado por las crecidas del río. Al pie del castro de San Millao había hasta fechas recientes otro puente, de iguales características que la anterior, en la salida natural desde el castro cara al sur, hasta que obras promovidas por la Consellería de Agricultura lo substituyeron por uno de estructura de hormigón. En este caso formaba un todo con la presa que alimenta el primero de una serie de molinos que se distribuyen a lo largo de la garganta que forma el río a partir de este punto. Por último, a la entrada del camino de Santiago en Rebordondo está el puente de A Barreira, de iguales características, aunque en un paso bastante más angosto del río, y que cuenta con un manantial que leva el mismo nombre, en el extremo más próximo a la aldea.

Las obras públicas tampoco nos han dejado grandes ejemplos. Introducen, eso si, soluciones técnicas más sofisticadas (el arco, la sillería, el hormigón). En algún caso el puente sirve para dar mejor solución a vados naturales o para mejorar el trazado de la vía (A Xironda, As Mercedes), aunque en el caso de A Xironda siga la tipología tradicional. En As Mercedes la obra del puente está entre una serie de intervenciones realizadas en los años 50 del s. XX, destinadas a evitar el peligro que supone el inicio del curso medio del río a la altura del núcleo en caso de crecidas. Las obras se completan con su canalización y, de paso, la conformación de la única plaza de la aldea y la construcción de una fuente en su centro.

Dado el poco caudal y la irregularidad de los cursos de agua los molinos son de poca entidad y bien escasos. Sólo encontramos uno en Montes, uno cerca de Rebordondo, aunque ya fuera del municipio, otro en la A Xironda y dos series de ellos, una en el río Pichos, a la altura del castro de San Millao, y la otra en Santa María das Mercedes, las dos corrientes más constantes del municipio. Dada la importancia del cultivo del cereal de montaña en esta zona es de suponer que desapareciesen bastantes al caer en desuso. Son edificios pequeños, de una sola estancia y no más de una muela, con muros de mampostería o sillería y cubierta de teja a una o dos aguas. La infraestructura de traída del agua, cuando la hay, es estrecha y no muy larga, y se alimenta de una presa de poca capacidad. Ya moderno, de energía eléctrica, es el de Cualedro, construido probablemente en la primera mitad del s. XX. Consta de planta baja y dos pisos, con dependencias anexas. Tiene cubierta a dos aguas y muros de sillería de granito. Ha perdido su uso original y está dedicado a taller de cantería de la Escuela Taller de Cualedro.

Cerca del núcleo de Lucenza, en el lugar del Pozo dos Mouros, se encuentran los restos de un neveiro, con nº de inventario GA32028018. Se trata de una pequeña construcción destinada a conservar la nieve y el hielo de manera natural. Perteneció a la casa de Monterrei durante los s. XVI y XVII. Está constituido por un pozo ligeramente ovalado de unos 3 m de profundidad excavado en la roca de granito y con estrechas acanaladuras en el fondo a modo de desagüe, delimitado por lienzos de muros en la parte superior, que debían de pertenecer a un edificio de cubrición del pozo.

Los equipamientos

Es destacable la escasez extrema de equipamientos de todo tipo que se padece hoy en el Concello de Cualedro, no justificable por lo reducido de su población ni por la proximidad a centros semi-urbanos. Excepción hecha de las fuentes, lavaderos, hornos y molinos, las escuelas son los únicos equipamientos que existieron en el Concello mientras éste basó su existencia en la explotación del campo. Si consideramos que la mayor parte fueron construidas durante la Dictadura, concluimos que hasta la posguerra el Estado fue virtualmente inexistente en esta zona, excepto a la hora de las glebas y del cobro de tributos. Las escuelas son edificios sencillos, generalmente con una sola aula en planta baja y sin ningún tipo de instalación escolar, deportiva o de acondicionamiento. El sistema constructivo es el tradicional y los materiales los del lugar. En algún caso presentan una vivienda para el maestro sobre el aula (Moimenta, San Millao) o vecina a ella (Lucenza). En algunas aldeas destaca la coexistencia de dos edificios dedicados a escuela, construidos para cubrir necesidades crecientes o para separación de sexos. Recientemente se está procediendo a la transformación de estas antiguas escuelas, hoy en desuso, en centros vecinales o equipamientos más acordes con las necesidades de una población envejecida.

El arbolado

Escasea en todos los núcleos habitados del Concello de Cualedro. Las calles estrechas y el poco espacio disponible en el interior de las aldeas no lo permiten. Abundaban, eso sí, los emparrados sobre las calles, a modo de toldo que en verano protegiese las casas del sol, pero lamentablemente la práctica totalidad desaparecieron al ejecutarse las obras de pavimentación de las calles y sólo se conservan los de los patios particulares.

La frecuente existencia de soutos comunales en la periferia de los núcleos, muchos de ellos objeto de parcelación y privatización recientes pero carentes de una ordenación y una urbanización reales, nos legó numerosos ejemplares arbóreos, castaños las más de las veces, de un porte colosal, aunque muy maltratados. Cualedro, el más urbano de los núcleos, cuenta con una pequeña alameda, producto del rifascimento de un espacio con función agraria a la orilla de la nueva carretera, plantado de plátanos bien mantenidos y desmochados. El Toural da Feira, espacio de mercado de ganado, fue reconvertido parcialmente en parque público y parcialmente devastado para abrir un campo de deportes infrautilizado.

Notas sobre la toponimia en el Concello de Cualedro

Es conveniente hacer unas pocas observaciones que, aunque de sentido común, sirven para atajar frecuentes llamadas a engaño cuando se trata de extraer conclusiones históricas de las formas de los topónimos, los hidrónimos y los hagiotopónimos. El nombre de un lugar puede tener un origen anterior al establecimiento allí de un asentamiento humano, de igual modo que hay muchos lugares con nombre conocido pero que no están habitados. Asimismo el nombre de una población puede haber variado sucesivas veces y por diversos motivos desde que dicho lugar fue habitado por vez primera. Así pues sólo es posible tener certeza sobre el significado de un topónimo o sobre su origen acudiendo a fuentes documentales y comparándolo con otros topónimos cuyas características morfológicas sean en alguna medida coincidentes. Igualmente ocurre con hidrónimos y con hagiotopónimos.

Topónimos de lugares mayores

Lamas: En el mapa de Ptolomeo se puede ver una ciudad llamada Flavia Lambris, que Mela llama Lambrica. Flavia Lambris es una forma híbrida latino-autóctona, en la que a voz autóctona es de origen celta. A forma dada por Mela se puede explicar por medio del Céltico antiguo Común. El primero elemento, lam-, parece derivado de lãmã, cuyo significado debió de ser prado húmedo, según el adjetivo lãmãtikos, que significa fangoso, que debió de dar un sentido evolutivo de pantano. De todos modos resulta aventurado atribuirle una origen celta al topónimo, puesto que la palabra lama se conservó en la lengua gallega como sustantivo, a partir del cual puede haber surgido el topónimo.

Carzoá: Según Edelmiro Bascuas, este topónimo puede venir de kartiola, palabra pre-celta que quiere decir elevación u otero. Esto casa con su posición a los pies del peñasco, y parece aludir a la existencia de algún asentamiento bien antiguo.

Moimenta: Según Abelardo Moralejo los topónimos han salido del sustantivo en su mayoría, pero también algunos de adjetivos que se sustantivizaron (...). Los neutros ya se sabe que se confundieron generalmente con los masculinos en romance y que también algunos en plural pasaron a femeninos (...) pero mejor se ve aún la forma del plural neutro en el mencionado Triacastela y en Moimenta el Muimenta, de monimenta, vulgar por monimenta, “monumentos”.

Lucenza: Su origen debe de estar en un asentamiento romano, posiblemente tipo Vila, de un posible possesor denominado Lucenatius, quien dio nombre a actual población de Lucenza.

A Saceda: Según A. Moralejo, la base del topónimo A Saceda parece ser un nombre de la herba salax de Ovidio. También lo relaciona con salix, sauce, de donde derivaría a saliceta y entonces A Saceda.

Cualedro: Según A. Rodríguez Colmenero podría tener su origen en un Quadrelum que hiciese referencia a un elemento del paisaje o construido, de forma cuadrangular, y que por metátasis del grupo -dr- con el -l- viniese a su forma actual.

Baldriz: Vendría de Balderici, genitivo de Baldericus, posible nombre del possessor del lugar, de más que probable origen suevo. Este topónimo se forma según el código suévico, a partir de la forma en genitivo, a diferencia de las de origen romano, que se forman a partir del ablativo. Teniendo en cuenta que este modo de formarse los topónimos se dio con continuidad entre los s. V y XI, Bascuas deduce que el topónimo Baldriz (que no necesariamente la aldea) tuvo que nacer no antes del s. V ni después del s. XIII, período durante el cual los suevos mantuvieron su código de construcción de los substantivos.

Atás: Según E. Bascuas es también de origen suevo, formada probablemente a partir del nombre del possessor. En él encontramos el radical ata-, que quiere decir padre, del cual se derivaron entonces nombres como Ataulfo, Atanagildo, Atila, etc. Sobre la época de aparición vale lo dicho para Baldriz.

As Estibadas : Según R. Otero Pedrayo, estivada quere decir monte roturado o quemado para plantar cereal.

Rebordondo: Según A. Moralejo, rebordán quere decir silvestre, y en portugués rebordâo significa bravío, planta cerrada en rebordear o cercar con setos vivos.

Topónimos de lugares menores

Según E. Bascuas son abundantes los micro-topónimos de origen pre-celta, como el de O Grou o Poulas de Arenzo, que relaciona la palabra latina palus-udis, laguna, de la que parece derivar Poula, con la pre-latina Arenzo, tal vez emparentada con otros hidrónimos como Aragón, Arlanzón, Aris, Arezzo, etc.

Hidrónimos

Búbal: Origen en el nombre del pueblo que habitaba a zona a la llegada de los romanos. Los nombres de los pueblos prerromanos semejan tener quedado reflejados en los hidrónimos más que en los topónimos, a la vista de los que encontramos en la comarca: por los bíbalos el río Búbal, por los límicos el Limia, por los tamaganos el Támega.

Hagiotopónimos

San Martiño: Los datos son incompletos, pero saber si se trata de San Martín de Dumio o San Martín de Tours podría ayudar a suponer la fecha de aparición de la advocación. Igualmente para San Martiño de Rebordondo, pero en este caso sólo para la advocación de la parroquia.

Santa María: A las parroquias de Lucenza, Cualedro, Atás y San Millao, o al menos a su dedicación a Santa María, no hay que suponerles una antigüedad más allá de la época de la Contrarreforma, cuando se potencia el culto a la Virgen. Igualmente con la Ermida de Santa María da Saude y con el topónimo de Santa María das Mercedes.

San Millao: Según Bascuas es curioso que sea parroquia de Santa María, y que probablemente estuviese bajo la advocación de San Millao (sanctus Emilianu, San Emiliano) y más adelante se mudase a la de Santa María, pero estando ya el topónimo asentado como tal y no como referencia a un santo.


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