Inclusivismo

Inclusivismo

Contenido

Introducción

En la teología Católica, hay tres conceptos de la posibilidad de salvación para los que no han oído el evangelio de Jesucristo. Uno es el exclusivismo, que afirma que desde hay solo un mediador entre el hombre y Dios, Jesucristo; si una persona no ha oído de Jesucristo, la maldición eterna es la única posibilidad para ella (aunque hacen excepciones para los niñitos y los incapacitados mentales). Otro es el pluralismo, que declara que toda religión es un camino hacia Dios. La tercera es el inclusivismo. Esta doctrina declara que Jesucristo puede hablar a todo corazón humano por medio de su Espíritu Santo, y si una persona responda positivamente a este, será salvada.

Aunque algunos lectores pueden pensar que esta idea es contraria a la Biblia y a la ortodoxia cristiana de siglos, grandes grupos y teólogos lo han creído por muchos siglos. Ya que la mayoría de los cristianos son católicos, comenzamos con ellos. Más abajo, se presentan la lógica y los textos bíblicos esgrimidos para apoyar esta posición.

Declaraciones de autoridades reconocidas

La Iglesia Católica Romana la ha declarado en el documento, “Lumen Gentium 16” del concilio Vaticano II. Nótese cómo presentan la posibilidad de salvación para los musulmanes y paganos.

“Pero el designio de salvación abarca también a aquellos que reconocen al Creador, entre los cuales están en primer lugar los musulmanes, que confesando profesar la fe de Abraham adoran con nosotros a un solo Dios, misericordiosos, que ha de juzgar a los hombres en el último día. Este mismo Dios tampoco está lejos de otros que entre sombras e imágenes buscan al Dios desconocido, puesto que les da a todos la vida, la inspiración y todas las cosas (cf. Act., 17,25-28), y el Salvador quiere que todos los hombres se salven (cf. 1Tim., 2,4). Pues los que inculpablemente desconocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se esfuerzan bajo el influjo de la gracia en cumplir con las obras de su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna. La divina Providencia no niega los auxilios necesarios para a salvación a los que sin culpa por su parte no llegaron todavía a un claro conocimiento de Dios y, sin embargo, se esfuerzan, ayudados por la gracia divina, en conseguir una vida recta. La Iglesia aprecia todo lo bueno y verdadero, que entre ellos se da, como preparación evangélica, y dado por quien ilumina a todos los hombres, para que al fin tenga la vida. pero con demasiada frecuencia los hombres, engañados por el maligno, se hicieron necios en sus razonamientos y trocaron la verdad de Dios por la mentira sirviendo a la criatura en lugar del Criador (cf. Rom., 1,24-25), o viviendo y muriendo sin Dios en este mundo están expuestos a una horrible desesperación. Por lo cual la Iglesia, recordando el mandato del Señor: 'Predicad el Evangelio a toda criatura' (cf. Mc., 16,16), fomenta encarecidamente las misiones para promover la gloria de Dios y la salvación de todos”.

Esta misma creencia fue proclamada por los protestantes de antaño en varios documentos.

“Dios puede iluminar a cada quien y cuando él quiere, aun sin el ministerio externa, que es una cosa que pertenece a su poder”, Segunda confesión helvética, capítulo 1, en el año 1566 (calvinistas suizos).

“El beneficio de la muerte de Cristo... se extiende... aun a aquellos que son excluidos inevitablemente de este conocimiento. Aun estos pueden compartir del beneficio de su muerte, aunque son ignorantes de la historia, si permiten su gracia de obrar en sus corazones”, John Wesley (el fundador del metodismo en el siglo XVIII), Cartas 2:118.

Razonamiento lógico

Los que no han podido escuchar el evangelio están en el mismo estado que los niñitos y los que sufren de una incapacidad mental. Todos estos no pueden responder al evangelio, pero mucha gente cree que todos en el primer grupo serán malditos sin esperanza, mientras Dios puede salvar los de los dos otros grupos. También muchos creen que antes de la muerte de Jesucristo, era posible salvarse sin el conocimiento de su sacrificio, pero no después de la crucifixión. Imagínase que una anciana devota murió un día antes la crucifixión y la próxima cosa que ve es el resplandor de Dios. Su hermana, también devota, muere cuatro días después y sufre la maldición... ¿Son estas ideas justos e inteligentes? Claro que Dios puede salvar no solo esta devota que muere un día después de la resurrección, sino toda persona en toda época en todo lugar del mundo, antes de la llegada de misioneros humanos.

La relevancia de esta doctrina

La importancia de esta doctrina, de ser correcta, es para los que son ignorantes de Jesucristo si llegan a la vida eterna, en vez de ser juzgado en el juicio final. También cuando un pagano se convierte a Jesucriso, con frecuencia preguntan, “¿Y qué por mis padres y parientes? ¿Son cada uno condenados a la maldición?” Será triste si el misionero o laico le dice, “Sí, lamentablemente, cada uno murió condenado”. Un tercer grupo importante es los que se preocupan por los no evangelizados. Tratarán de enviar a los misioneros, esperando que los enviados extenderán la Buena Esperanza. Pero, mientras tanto, pueden consolarse con el pensamiento que el Espíritu Santo puede impartir gracia a todo corazón humano. También esto es bueno para Dios. Cuando personas saben que hay una manera de salvación, aun en el medio de las tinieblas espirituales, esto trae gloria a Dios, porque sus hijos lo alabarán.

Pruebas aducidas en el Nuevo Testamento

En Mateo 25,31-46, Jesucristo presenta los misericordiosos como salvados y los egoístas como condenados. ¿No es claro que ha habido paganos misericordiosos y cristianos profesados egoístas? Note también la sorpresa de las ovejas y las cabras. Santiago 1,27 es semejante: “La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”.

Lucas 19,10 dice, “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido”. Interpretado en el sentido de que el Salvador amante realiza esta tarea de toda manera posible, incluyendo el Espíritu Santo.

Juan 1,9 refiere a Jesucristo como “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”. En Juan 1,29 Juan Bautista mira a Jesús y dice, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Cornelio es declarado justo en Hechos 10,2, antes de que Pedro le predicara el evangelio.

Lidia adoraba a Dios antes de la llegada de Pablo (Hechos 16,14).

Pablo predicó en Atenas a los paganos, diciendo, “...en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”. Hechos 17,22-23 ¿Condenará Dios a los que lo adoran, si viven vidas de misericordia, respondiendo al Espíritu Santo?

Si se lee con cuidado Romanos 2:14-16, “Cuando los gentiles que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan la Ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgará por medio de Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”. Unos creen que esta Ley escrita en los corazones es bastante para condenar, pero no bastante para ser una herramienta usada por el Espíritu Santo. En el Salmo 19, 1-4 leemos pensamientos semejantes a las palabras de Pablo.

Romanos 5,20 dice, “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”. Se interpreta en el sentido de que por más difícil que sea la situación, así más poderosa será la gracia.

2° Corintios 5,14-15 tiene este cuadro lindo del amor de Cristo y sus apóstoles, “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. En el versículo 19, leemos “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados...”. Según los inclusivistas, esto no indica que todo pecador será salvo, pero sí que todo pecador tendrá la posibilidad de ser salvo.

En Colosenses 1,20, Pablo dice que el Padre por medio de Cristo ha de “reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra, como las que están en los cielos”, lo que se interpreta como declaración de la voluntad de Dios de alcanzar a todo ser humano en toda parte del mundo. 1° Timoteo 2,4 también dice que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos”.

Y en Tito 1,11 se dice: “la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres”.

Apocalipsis (Revelación) 22,17 dice, “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome el agua de la vida gratuitamente”. El Espíritu puede habla a todo corazón y El puede engendrar la sed en un alma y puede satisfacer la sed. Sin embargo, la Esposa (los filigreses) tiene su papel y también los que oyen el Evangelio por la primera vez...

El porqué de las misiones

Una pregunta inevitable es ¿por qué entonces se debe enviar misioneros a los que no son cristianos? Los inclusivistas responden en general que se trata de una cuestión de probabilidades: muchos más responderán al Espíritu Santo para ser salvos si escuchan las "verdades" de la Biblia y si ven las vidas de cristianos sinceros. Como se ve arriba, la Iglesia Católica (que tiene muchos programas de evangelización) y el evangelista John Wesley han creído en el inclusivismo, así como los adventistas del Séptimo Día.

Otros teólogos inclusivistas

Siglo I: Clemente de Roma

Siglo II: Policarpio, Ireneo, Clemente de Alejandría y Justino Mártir

Siglo XVI: Ulric Zwingli

Siglo XVII: John Milton (Christian Doctrine, 1.17 y 1.20)

Siglo XIX: Matthew Henry (Exposition of the Old and New Testament, 6 vols. 1829-29 reprint, New York: Fleming h. Revell, n.d., 6:33). El Presbiteriano A. T. Pierson (The Crisis of Mission: Or the Voice out of the Cloud, New York: Carter & Brothers, 1886, p. 297)

Siglo XX: El teólogo bautista Augustus Strong (Systematic Theology, 1907, p. 842)

Teólogos actuales: John R. W. Stott (David Edwards and John R.W. Stott, Evangelical Essentials: A Liberal-Evangelical Dialogue, Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1988, p. 327) John Sanders No Other Name: An Investigation into the Destiny of the Unevangelized Eerdmans Pub Co., 1992)


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