- Inmigración japonesa en México
-
Los primeros inmigrantes japoneses llegaron a Chiapas, México, en 1897. México fue el primer país latinoamericano al que llegaron y en tres meses se enfrentaron a múltiples adversidades que hicieron fracasar su principal objetivo que fue el cultivo del café. Sin embargo, con orgullo y superando todos los infortunios se quedaron en México, trabajaron duro y salieron adelante.[1]
Los japoneses llegaron principalmente tras de la segunda guerra mundial al suelo mexicano. Muchos de los integrantes de dicha comunidad se dedican a la empresa privada, manteniendo importantes negocios en territorio mexicano. Asimismo, algunos mexicanos de origen japonés han destacado dentro de la marina, de universidades y actividades deportivas, comerciales y culturales. Una de las colonias japonesas de México, es la Colonia Enomoto ubicada en el estado de Chiapas. Los principales asentamientos japoneses están en México, D. F., Mazatlán, Morelia, Ciudad del Carmen, San Luis Potosí, Cuernavaca, Aguascalientes, Guadalajara (en el estado de Jalisco), Tijuana y Ensenada, (en el estado de Baja California), Acacoyagua en Chiapas la cual fue la primera Colonia japonesa fundada en México en el año de 1897 y La Paz en Baja California Sur.[2]
Compañías japonesas como lo son Toshiba, Furukawa, NEC, Matsushita, JVC, Panasonic, Fujitsu, Hitachi y Sony se han visto interesados para instalar sus plantas en este complejo tecnológico fruto de una gira en el 2005 por el entonces Gobernador Eugenio Elorduy Walther.[3]
Contenido
Historia
En el 10 de mayo de 1887, llegó el primer grupo de inmigrantes japoneses formado por 35 personas que fundaron la Colonia Enomoto establecida en Acacoyagua, en la región del Soconusco, Chiapas; fue la primera migración de japoneses hacia América Latina. Este primer intento migratorio, no tuvo el éxito esperado, pero fijó la base para las nueva oleada de inmigrantes japoneses hacia los países de Sudamérica. El grupo viajó a bordo del navío inglés Garlick, desembarcando en el puerto de San Bento en Tapachula, Chiapas.
Enomoto Takeaki intentó extenderse al sur de México, para iniciar el primer proyecto migratorio de japoneses en el Continente Americano, la vida fue difícil para aquellos primeros colonos, intentaron imitar la experiencia de los inmigrantes alemanes y franceses en el Sureste de México bajo apoyo del gobierno de Porfirio Díaz.[4]
En octubre de 1891 se formó el primer consulado del Japón en México, y el Secretario Toshiro Fujita con otros miembros como Mosuke Morio, Ryukichi Enomoto, realizan un viaje de reconocimiento e investigación de la zona costera del Pacifico durante 173 días.
En junio de 1896, el Vizconde Enomoto Takeaki pidió al cónsul Yoshibumi Murota a través del Ministro de Asuntos Extranjeros a cargo de Kinmochi Saionji, que facilitaran los vínculos para comprar una porción de tierra pa cultivo. El cónsul Yoshibumi Murota en representación del Vizconde Enomoto Takeaki negoció con el gobierno de Díaz un acuerdo para comprar 65,000 hectáreas a un plazo de 15 años, firmando finalmente el contrato el 29 de enero de 1898.
En 1899 se inicia el cultivo del café, pero no sólo desconocían cómo cultivarlos, sino que nunca habían visto un cafeto; naturalmente desde ese momento comenzaba la lucha y el sufrimiento en una tierra agreste. Por lo pronto intentaron sembrar en una región húmeda cerca del río, pero no lograron obtener ninguna cosecha. Empezaron a padecer malaria, fiebre amarilla, y algunos colonos llegaron a perder la vida. La falta de recursos económicos fue otro factor que dificultó el proyecto.
En ese estado de gravedad, 18 hombres deciden ir en busca de auxilio y, después de una larga caminata a través de las selvas tropicales, llegan finalmente a la capital, solicitando ayuda al Ministro (ya existía una Legación entonces). El Ministro Murota, alarmado por la situación se comunica inmediatamente por vía telegráfica al Japón, retornando el grupo acompañado por un representante de la Legación. Posteriormente, el Ministro se dirige personalmente hacia Chiapas para conocer e investigar aquella región.
En 1901, Fujino envió a Sutezo Misumi como su representante, con la finalidad de investigar la posibilidad de recuperar los restos de la Colonia; Misumi se preocupa principalmente por la falta de higiene en la región y de la colonia, por lo que contrata a un médico amigo y paisano, TSUNEKI HORITA. Al año siguiente (1902) Fujino lo envía a la colonia acompañado de Tsunematsu Fuse como gerente para que se dedicara a la reformación de dicha área. Siendo así el inicio de la SEGUNDA COLONIA ENOMOTO, llamado también los INMIGRANTES FUJINO.
Los sucesores de la Colonia Enomoto que subsisten hoy día, son en su mayoría provenientes de este segundo grupo de colonos, quienes llegaron a México gracias al Ingeniero Agrónomo egresado de la Universidad de Komaba, Tsunematsu Fuse, gran cristiano y discípulo de Kanzo Uchimura.[5]
El Dr. Horita regresó al Japón en 1904 y en 1906 volvió a México, ya casado, y acompañado del farmacéutico Naraki. Este por su parte, fue el precursor de los múltiples farmacéuticos de origen japonés. Después de 3 años sale a Alemania y no se supo más de él.
Entre los 6 inmigrantes particulares de los primeros colonos se encontraban Renzi Ota, Médico Veterinario, que conocía la medicina humana a fondo, quien trabajó arduamente entregándose totalmente a sus pacientes, obteniendo la confianza y simpatía de todos ellos, pero en 1921 se contagió de fiebre amarilla y falleció; su funeral fue tan ostentoso que aún ahora se comenta; la calle donde vivía lleva su nombre: Avenida Dr. Ota.
El segundo grupo colonizador carecía de fondos desde un principio, tanto que tuvieron que suspender el envío de nuevos inmigrantes. Imposibilitados a continuar pagando la deuda anual, decidieron quedarse con el lote correspondiente al pago inicial equivalente al de 3 años, que eran aproximadamente 13,000 hectáreas y el derecho sobrante lo dividieron entre el diputado Castillo y el Embajador Walheim.
Con esto, el área correspondiente a la primera Colonia Enomoto fue dividida verticalmente en tres partes, quedando solamente la porción central, menor a la tercera parte de lo que poseían.
Ya para 1910, esta segunda Colonia logró cultivar, en una pequeña área de 400 hectáreas, caucho y café, además de criar ganado. En esa forma muchos japoneses de diversos lugares se reúnen en este lugar con nuevas esperanzas; desgraciadamente, en esta época trascendental, muere Tatsujiro Fujino.
El Liceo Mexicano-Japonés es una de las escuelas más reconocidas en la ciudad de México. Como sabemos, este proyecto educativo logró hacerse realidad mediante el esfuerzo y las aportaciones de la gran mayoría de la comunidad japonesa y también con el apoyo de los gobiernos mexicano y japonés. Al abrir sus puertas, en el año de 1977, el Liceo no sólo recibió a los descendientes de japoneses y a niños japoneses que venían con sus padres directamente de Japón, sino también a jóvenes mexicanos que deseaban tener una educación de calidad, basada en los principios y valores de la cultura de Japón.
El prestigio del Liceo Mexicano-Japonés es ampliamente conocido; sin embargo, no lo es el hecho de que este colegio recogió una tradición que venía de décadas atrás, pues en México desde que llegaron los primeros emigrantes a fines del siglo XIX, fundaron escuelas donde sus hijos aprendieran la escritura y la cultura japonesas. El objetivo de los primeros inmigrantes japoneses era mejorar sus condiciones de vida y llegar a poseer un cierto capital que les permitiera regresar a su país, pero además consideraban muy importante que sus hijos no sólo hablaran el idioma japonés, sino que lo pudieran leer y escribir por lo que una de sus mayores prioridades se centró en la construcción de esas escuelas donde los pequeños dominaran la lengua, herramienta que no sólo les permitiera no desarraigarse de su cultura, sino que, pensaban, sería de vital importancia cuando regresaran a Japón.
La primera escuela de este tipo que se creó en nuestro país, y en todo el continente americano, fue en el estado de Chiapas a principios del siglo XX, donde llegó la primera oleada de japoneses. El nombre de esta escuela pionera evocaba con toda claridad el espíritu y la ilusión con que llegaron esos primeros emigrantes: “La Aurora”. La aurora es esa tenue luz que se ve al amanecer y que se va aclarando poco a poco hasta convertirse en un enorme resplandor. Después de la escuela La Aurora, los descendientes de japoneses construyeron diversas escuelas en los lugares donde era posible hacerlo, pues básicamente se levantaban con los recursos que las mismas comunidades generaban. Fue así que en Mexicali, Baja California, y en Navojoa, Sonora, antes de la Guerra del Pacífico se crearon otras escuelas más. En algunas ocasiones, de acuerdo con testimonios de los asistentes a las mismas, se contó con el apoyo de los gobiernos prefecturales de Japón que enviaban a maestros para que ayudaran en la enseñanza de los niños. Posteriormente, durante la concentración de todos los descendientes de japoneses que ordenó el gobierno del presidente Ávila Camacho a finales de 1941 en la ciudad de México, se crearon importantes escuelas donde asistieron los niños de la concentración. En los barrios de Tacuba, Tacubaya, Tlalpan, Contreras y Algarín (en el centro de la ciudad) la comunidad de japoneses levanto no sólo sus escuelas sino pudo reconstruir poco a poco, a base de mucho esfuerzo, el prestigio con el que cuenta la comunidad japonesa hoy en día.
El estudio de la lengua y la historia del Japón se impartían en doce libros o makis que sirvieron como libros de texto donde los niños estudiaron el hiragana y el katakana, además de los primeros kanjis que les permitieron leer el japonés. De todas esas escuelas, además del Liceo, la escuela Chuo, en el centro de la ciudad, sigue atendiendo a niños descendientes de japoneses y a mexicanos con objeto de que conozcan aspectos de la cultura del Japón.
Hoy en dia la inmigracion japonesa es tan importante como en peru ya que muchas empresas de origen japones han encontrado en México un Mercado tan nutrido para ofrecer sus productos a un bajo costo y en algunos casos reduccion de costos en cuanto a manufactura total.
En el terreno automovilistico Japon llego a traer la Marca Datsun,la cual se convertiria en Nissan mas tarde, quien a principios de los noventa trajo la segunda generacion del Nissan Sunny el cual se fabricaria aun hoy en dia como Nissan Tsuru siendo igualmente fiable a la competencia alemana de Volkswagen, otras marcas llegaron y se asentaron de manera permanente como Mitsubishi Motors, Subaru, Suzuki entre otras así como Honda y Toyota que instalaron plantas de ensamblaje en Suelo Mexicano, en el terreno de los camiones Hino e Isuzu han sido las unicas marcas de origen oriental que han incursionado en el segmento,inclusive Isuzu ya prueba suerte con Minibuses urbanos
Flujos Migratorios
Fuente: Estadísticas históricas de México 2009 y Censo de Población y Vivienda 2010
Mexicanos notables del origen japonés
- Luis Nishizawa, pintor mexicano
- Pablo Larios, futbolista
- Kenya Mori, actriz
- Gabriel Cobayassi, actor
- Noé Murayama, actor
- Jesús Kumate Rodríguez, médico
- Carlos Kasuga, Empresario
Referencias
- ↑ La verdadera historia de los primeros inmigrantes en América Latina
- ↑ Japanese migration to Mexico.
- ↑ «Japoneses interesados en Silicon Border».
- ↑ Inmigración japonesa en el Soconusco
- ↑ Japoneses en Chiapas.
Véase también
Enlaces externos
Categorías:- Inmigración en México
- Diáspora japonesa
- Relaciones Japón-México
Wikimedia foundation. 2010.