Inmigración en Argentina

Inmigración en Argentina

Las migraciones al territorio actual de la Argentina comenzaron varios milenios a. C., con la llegada de las culturas de origen asiático que ingresaron al continente americano por Beringia, según las teorías más aceptadas, y fueron poblando lentamente el continente americano. A la llegada de los españoles, los habitantes del actual territorio argentino eran aproximadamente 300 000[1] personas, pertenecientes a numerosas civilizaciones, culturas, ciudades y tribus distintas.

Sobre este sustrato, el territorio argentino ha experimentado distintas corrientes migratorias:

  • la colonización hispánica entre los siglos XVI y XVIII, mayoritariamente masculina,[2] que se asimiló con los nativos en un proceso de mestizaje. No todo el actual territorio fue efectivamente colonizado por los españoles. La región chaqueña, la Patagonia, el territorio de la actual provincia de La Pampa y de la mayor parte de las actuales provincias de Buenos Aires, San Luis y Mendoza se mantuvieron bajo dominio indígena (mapuches, ranqueles, wichis y otros pueblos) hasta que fueron conquistadas por el Estado Argentino, luego de la independencia.
  • la introducción forzada de personas de piel negra llevados de África para trabajar como esclavos en la colonia entre los siglos XVII y XIX.
  • la inmigración europea fomentada por la Constitución Argentina de 1853 bajo la base del precepto alberdiano, de gobernar es poblar, destinada a generar un tejido social rural y a finalizar la ocupación de los territorios obtenidos mediante la campaña militar contra los mapuches y ranqueles denominada conquista del desierto.
  • la inmigración urbana, principalmente europea y en menor medida de Oriente Medio, producida durante finales del siglo XIX y la primera mitad del XX.
  • la inmigración de países vecinos, más o menos continúa a lo largo de los siglos XIX y XX. Este tipo de inmigración que se remonta a las primeras civilizaciones agroalfareras aparecidas en territorio argentino[3] , a diferencia de la inmigración europea fue siempre considerada un problema por no estar incluida en la que debía ser fomentada en cumplimiento de la Constitución.[4] .
  • a partir de los años '80 y '90 provienen especialmente del Perú, Bolivia, Paraguay, Centroamérica, Asia y Europa oriental.
  • en este nuevo siglo se nota el retorno de muchos argentinos provenientes de Europa y Estados Unidos, siguen las provenientes de Perú, Bolivia y Paraguay, ahora con las de México, Colombia, Cuba, Venezuela, Senegal y Ecuador y otros lugares del mundo en mucha menor medida.

Contenido

Migraciones precolombinas

El poblamiento arcaico del territorio que hoy conforma la Argentina fue realizado por diversas corrientes, quizás una inicial de paleoamericanos descendientes de las migraciones que ingresaron a América por Siberia y luego por otras más recientes de indoamericanos. De acuerdo al estado actual de las investigaciones, en la Patagonia se encuentran algunos de los asentamientos humanos más antiguos del territorio americano. Puntualmente, la primera presencia humana se ha registrado en Piedra Museo (provincia de Santa Cruz) y se remonta a casi 13.000 años adP.

Se han sostenido hipótesis sobre la posibilidad de otras corrientes poblacionales precolombinas. Una de ellas, que ha encontrado cierto apoyo en los descubrimientos de Monte Verde (Chile) y otros sitios, la temprana existencia de tal asentamiento, al parecer anterior a la mayoría de los asentamman cape !!ientos ubicados más al norte en América parece desmentir (según lo que se conoce en el 2008) la teoría que ha sido predominante: la de un poblamiento primero a través del istmo de Beringia que se habría desplazado hacia el sur por el centro de Norteamérica utilizando un supuesto corredor que atravesaba los campos de hielos del wurmiense; la ratificación de la antigüedad de Monteverde induce a pensar que la principal corriente de poblamiento de las Américas — hasta el territorio que es actualmente argentino— se realizó siguiendo las costas por largas extensiones en un tiempo relativamente breve, también se sostiene la posibilidad de un poblamiento australoide que pudo haber ingresado desde Australia alrededor del XIII milenio a. C., aprovechando las costas de la calota glaciar existente en la última glaciación. Esta hipótesis busca explicar las evidencia de poblamiento muy temprano del sur de América y las características fisiotípicas de los huárpidos (incluyendo a los llamados comechingones), e incluso algunas características de los pámpidos, difícilmente compatibles con el modelo que sostiene el poblamiento exclusivo del continente por Beringia.

Las corrientes indoamericanas ingresaron por etapas, siguiendo diferentes líneas: una lo hizo por las quebradas del NOA, otra avanzó por las costas del Atlántico, una tercera —quizás la última— lo hizo por el sistema de la Cuenca del Plata especialmente aprovechando la hidrovía del río Paraná.

La primera cultura agroalfarera en territorio argentino, la cultura Tafí (200 a. C.), fue consecuencia de una migración proveniente del altiplano boliviano.[5] A partir de entonces esta región mantuvo intercambios comerciales y migratorios con Chile y las antiguas culturas boliviano/peruanas. Entre 1470 y 1490 se produjo la conquista incaica dirigida por Túpac Inca Yupanki que derivó en la difusión parcial de la cultura y el idioma quechua en el norte argentino.[6]

El actual territorio argentino (como casi todo el Cono Sur), en tiempos prehispánicos, estaba en promedio menos poblado que otras áreas, aunque existían áreas densamente pobladas como el cuadrante noroeste, el oeste andino, y las zonas ribereñas de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay y sus afluentes.

Tradicionalmente se ha estimado que la población existente en el actual territorio argentino al momento de la conquista española llegaba a 300.000 indígenas (J. Steward, 1949:661). Más recientemente se ha estimado la población en 500.000 habitantes, de los cuales 200.000 habitaban en las sociedades de agricultores del noroeste (G..Madrazo,1991).[7]

Época colonial

Las corrientes españolas que conquistaron y colonizaron la zona donde hoy está ubicada la Argentina fueron principalmente tres:

  • la que provino del noroeste —la región peruana conquistada por Diego de Almagro y Francisco Pizarro—;
  • la que provino del oeste, desde Chile, a través de la cordillera de los Andes;
  • la que provino del este, que empleó el río de la Plata y sus tributarios, en especial el río Paraná, para asentarse a la vera de los mismos. Esta corriente a su vez se estableció en Asunción del Paraguay desde donde colonizó gran parte de la región.

Los conquistadores y colonizadores españoles fundaron ciudades y, desde ellas, establecieron explotaciones rurales para abastecerse de productos agrícolas y ganaderos. La escala de las explotaciones fue reducida, orientada sobre todo al mercado interno y a la provisión de la metrópoli.

Los asentamientos principales se ubicaron en las zonas más densamente pobladas por culturas indígenas agrarias, como los centros mineros del Alto Perú en pleno territorio incaico, y el noreste andino perteneciente al Reino del Tucma, donde se fundaron ciudades como San Miguel de Tucumán, Salta, la efímera ciudad de El Barco primero y Santiago del Estero después; algo más al sur se fundó Córdoba.

Otro importante centro poblacional fueron las ciudades de Asunción del Paraguay y Corrientes fundadas en el área de la civilización guaraní, y con importantes puertos sobre ríos navegables. Paralelamente, la migración andina proveniente de Chile se afincaba en San Juan.

Posteriormente, con el auge del contrabando y la multiplicación espontánea del ganado vacuno en la llanura pampeana, comenzaron a tomar cierto auge Buenos Aires y otras ciudades del litoral mesopotámico.

El gaucho, fruto del mestizaje de las diversas corrientes migratorias durante la colonia

La población de los asentamientos coloniales integró, aunque de manera desigual y con fuertes variaciones regionales, a indígenas y españoles, y sus descendientes criollos, constituyendo estos últimos los terratenientes, comerciantes, administrativos y gobernantes, que residían principalmente en las ciudades. El mestizaje fue importante ya que los colonizadores tomaron a numerosas mujeres nativas y dieron origen a una población criolla, étnica y culturalmente híbrida, en la que se destacarían los gauchos, un tipo de poblador rural característico de la región.

El número exacto de migrantes hispánicos hacia América es difícil de precisar, debido a lo fragmentario de las fuentes disponibles hasta el momento. No obstante existen varias estimaciones realizadas a partir de fuentes y cálculos diversos. De todos modos sus porcentajes fueron bajos con respecto a la población total, en torno al 1-2%, no superando en ningún caso el 5%.[8] El gobierno argentino informa que en 1810, habitaban en territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata unos 6.000 españoles peninsulares, sobre una población total entre 500-700 mil habitantes.[9] Es decir que representaban aproximadamente el 1% de la población.

La población indígena disminuyó drásticamente en muy breve período, tanto a causa de las muertes producidas por la conquista como por el contagio de enfermedades —como la viruela— hasta entonces desconocidas en el continente, y por el fuerte costo en vidas humanas de las explotaciones mineras de la región andina; las cifras exactas se desconocen, y es probable que sea imposible establecerlas de manera fiable, pero la mayoría de los estudios[10] concuerdan en sostener que éste fue uno de los rasgos principales de la catástrofe demográfica en América tras la llegada de los europeos.

Para reemplazar la mano de obra indígena los europeos decidieron trasladar a América, de manera forzada, a miles de africanos reducidos a la esclavitud. Se calcula que 60.000.000 de africanos fueron enviados a América, de los cuales sólo llegaron con vida 12.000.000.[11] Esa población negra ingresó al Cono Sur a partir de 1596[12] a través del puerto de Buenos Aires primero, y de Montevideo después,[13] y fueron enviados principalmente a las ciudades del noroeste.

En el primer censo, llevado a cabo por el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo en 1778, se registró la presencia de una gran población de origen africano en todo el territorio del virreinato: 54% en la provincia de Santiago del Estero, 52% en la provincia de Catamarca, 46% en la provincia de Salta,44% en la provincia de Córdoba, 42% en la provincia de Tucumán, 30% en Buenos Aires,24% en la provincia de Mendoza, 20% en la provincia de La Rioja, 16% en la provincia de San Juan, 13% en la provincia de Jujuy, 9% en la provincia de San Luis.[14]

El censo de 1778 registró una población total de 380.000 habitantes para todo el virreinato. En los territorios de la actual Argentina (excluyendo las zonas del Chaco, la Patagonia y buena parte de las pampas, aún bajo control indígena), es decir, en las nuevas intendencias de Córdoba (Cuyo y Córdoba), Salta (actuales provincias del noroeste), Buenos Aires (una pequeña franja costera de la actual provincia de Buenos Aires -incluyendo la ciudad de Buenos Aires-, Mesopotamia y Santa Fe) y Misiones (actual Misiones más territorios actuales de Paraguay y Brasil) vivían unas 180.000, personas.[15] La mayoría de la población se concentraba en los asentamientos del noroeste mientras que en la llanura pampeana se asentaba solo un 20% del total. En todo Tucumán (todo el noroeste, incluida Córdoba, pero no el Cuyo -San Luis, Mendoza y San Juan-), habitaban en 1778,126.000, personas. 35.000 eran blancos (criollos y peninsulares), un número similar Indios, unos 11.000 esclavos negros, y 44.000 castas libres (mulatos, negros libres, mestizos, etc). Hacia 1809, la población total de Tucumán y Cuyo se elevaba a 250.000 personas, aproximadamente la misma que en la época de la conquista.[16] Los actuales territorios de Perú y Bolivia, contaban con una población considerablemente mayor que la que se encontraba en el actual territorio argentino.[17]

Durante la época colonial, el actual territorio argentino se encontraban también poblado por pueblos originarios que se mantuvieron independientes del dominio del Imperio Español, en la Región Chaqueña, la llanura Pampeana, la Puna y la Patagonia. Aunque no existen datos precisos sobre la situación de los pueblos originarios independientes durante la colonia, algunos especialistas han sostenido que la densidad demográfica en esos territorios no superaba un habitante por km². Este argumento fue luego utilizado para considerar que se trataba de territorios desiertos que podían ser legítimamente ocupados por el Estado Argentino (ver conquista del desierto).

La baja densidad poblacional que registraba el territorio argentino al momento de la independencia (1810-1816), impulsó un proyecto de desarrollo socioeconómico que consideraba a la inmigración como uno de sus fundamentos esenciales. En 1853 ese proyecto tomaría cuerpo en la Constitución nacional, como un mandato terminante a los gobiernos de fomentar la inmigración europea para poblar el país.

Los inmigrantes y sus orígenes con anterioridad a la formación del estado-nación

Africanos

El tango, estilo musical tradicional de argentina.
Artículo principal: Población negra en Argentina

La inmigración forzada de personas africanas para ser usados como esclavos durante la colonia española influyó considerablemente en la formación de la población del actual territorio argentino. La mayoría de los africanos que se introdujeron en dicho territorio procedían de los territorios de la actual Angola, la República Democrática del Congo, Guinea y la República del Congo, pertenecientes al grupo étnico que habla la familia de lenguas bantú. En 1778 la población africana y sus descendientes constituía el grupo étnico mayoritario, alcanzando un 54% de la población de la provincia de Santiago del Estero, el 46% en la provincia de Salta, el 44% en la provincia de Córdoba, el 42% en la provincia de Tucumán, entre las zonas más pobladas del virreinato, y el 30% en la ciudad de Buenos Aires. Las culturas africanas influyeron sobre la cultura argentina en aspectos como el lenguaje, las organizaciones solidarias, la alimentación, el arte, las creencias religiosas, etc.[18]

Españoles

Cristianismo, introducido por los españoles.

Aunque influyeron decisivamente en la organización política, social y cultural de la Argentina, los españoles que migraron durante la colonia al actual territorio argentino fueron relativamente pocos, en relación con la población existente, la mayoría de ellos conquistadores o colonizadores. El gobierno argentino informa que en 1810, habitaban en territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata unos 6.000 españoles peninsulares, sobre una población total entre 500-700 mil habitantes.[9] Es decir que representaban aproximadamente el 1% de la población.

La inmigración total procedente de España que se dirigió a los actuales territorios argentinos con anterioridad a la formación del estado-nación es difícil de cuantificar. Según los cálculos de Boyd-Bowman, sobre más de 50.000 pobladores no americanos del siglo XVI (entre una cuarta parte y un quinto del total) identificados por nombre, lugar de procedencia y de destino, aproximadamente un 5,2% del total de los pasados a América se dirigió a los países del Plata, lo que significa que entre 10.500 y 13.125 hispánicos (y en mucha menor cuantía extramericanos de otras procedencias) inmigraron a las actuales Argentina y Paraguay en el siglo XVI, de los cuales una mayoría de entre dos tercios y tres cuartos en territorios de la actual Argentina y el resto en Paraguay.[19]

Respecto a la procedencia de estos colonizadores, se dispone de los mismos estudios de Boyd-Bowman, que indican una clara predominancia de los andaluces en dicho periodo. Según los cálculos generales para toda América, los andaluces hubieran alcanzado un 36,9 % del total (entre 80.916 y 101.145 andaluces).[20] Durante los siglos siguientes, el dominio porcentual de los andaluces sobre el total de hispánicos se mantuvo, aunque disminuyendo relativamente hasta en torno a un tercio en el siglo XVII y una cuarta parte en la segunda mitad del XVIII (los cálculos de estos dos siglos están realizados sobre una población con origen localizado mucho menor que la de los cálculos de Boyd-Bowman para el siglo XVI, siendo en todos los estudios de unos pocos miles). De todos modos, la presencia de andaluces era muy pequeña, y en una ciudad como Córdoba, en 1813, solo uno de cada mil habitantes era de ese origen.[21]

Tras los andaluces los más numerosos en el siglo XVI, pertenecían también a etnias ubicadas al sur de la península Ibérica: los extremeños (16,4%) y manchegos -habitantes del reino de Toledo o de Castilla la Nueva en la terminología de Boyd-Bowman- (15,6%). Los únicos que mantuvieron cierta relevancia porcentual tras los sureños peninsulares, fueron los castellanos viejos (14%), pero tras estos ningún otro pueblo de España alcanzó un 6% del total. Fue relativamente importante la afluencia de vascos (sobre todo vizcaínos), que ya en este siglo de predominio andaluz y sureño, alcanzaron un 3,8% del total, cifra por encima de su porcentaje en el total de la población de la monarquía hispánica de la época. Los extranjeros, no súbditos del rey de España eran alrededor de un 2,8%, la mayoría portugueses, aunque con una importante participación de genoveses y otros italianos. En los siglos siguientes, parece ser que el porcentaje de embarcados en Europa hacia el Río de la Plata sobre el total de los idos a América fue mayor, alcanzando el 10% que se ha descrito en algún estudio.[22]

Luis Vitale ha señalado la escasa migración de españoles a América, contrastándola con la de los portugueses:

Brasil contó con el aporte de una migración masiva de portugueses, fenómeno que no se registró en las colonias hispanoamericanas, a las cuales sólo arribaron menos de doscientos mil españoles entre 1509 y 1790, cifra que contrasta con los tres millones de portugueses que llegaron a Brasil.[23]

La herencia cultural más notable de los españoles en América fue la lengua castellana, que es el idioma dominante en la actualidad en todos los países hispanoamericanos. A lo largo de los años, los estudiosos han discutido la mayor o menor importancia de las distintas influencias que dieron origen a los dialectos que integran el español americano, diferenciándose dos grandes corrientes: la hispanista (Amado Alonso, Juan Antonio Frago Gracia),[24] que sostiene que la forma de hablar el español en América dependió principalmente del origen de los colonizadores; la americanista (Rodolfo Lenz), que sostiene que la influencia principal provino de los hablantes, mayoritariamente de origen indígena y africano.[21]

Aunque desde el principio existieron diferencias en el castellano hablado en las diferentes zonas, motivadas tanto por el diferente peso de determinados emigrantes en cierta zona como por la influencia de las lenguas originarias, la creciente diferenciación de dichas variedades americanas, se acrecentó en los siglos XVII y sobre todo XVIII, así como, de manera notable en ciertos países como Argentina, tras la llegada masiva de nuevos inmigrantes en los siglos XIX y XX.

Los colonizadores españoles impusieron también la fe católica y la evangelización de los nativos. En materia de relaciones laborales, a diferencia de las colonias inglesas en Norteamérica, establecieron una cultura que consideraba al trabajo como una actividad vil, moralmente inapropiada para los europeos, razón por la cual establecieron sistemas de trabajo esclavo y servil, a los que fueron sujetados los indígenas y mestizos, y gran cantidad de personas secuestradas en África.

En materia de relaciones sexuales y reproductivas, los españoles prohibieron las relaciones entre europeos, indígenas y africanos, imponiendo la doctrina hispana de la limpieza de sangre, que establecía que solo la «sangre» europea era «limpia», en tanto que la de los indígenas y africanos de piel oscura estaba manchada, y que en caso de mestizaje con europeos, la sangre de sus descendientes quedaba manchada. Pese a la prohibición, fue habitual que los españoles mantuvieran relaciones sexuales con mujeres indígenas y africanas, muchas veces de manera forzada, surgiendo como consecuencia un población altamente mestizada y a la vez discriminada por los Estatutos de limpieza de sangre.[25] [26] [27]

Los españoles introdujeron también la escritura en la mayor parte del territorio argentino, la imprenta, y los ganados vacuno, ovino y caballar. Este último se reprodujo como animales salvajes en las pampas, sin intervención del hombre, y constituyeron luego una de las bases de la economía nacional. Muchas de las actuales ciudades argentinas fueron fundadas por los colonizadores españoles.

Judíos

Los primeros judíos llegaron al territorio de la actual República Argentina durante la conquista española, ocultando su condición debido a la persecución a la que eran sometidos por la monarquía católica. Los estudios al respecto han sido llamativamente escasos.[28] Precisamente uno de los casos más importantes de la persecución de judíos en la colonia fue la llamada «Gran Complicidad», en 1639, cuando la Inquisición de Lima procesó y ajustició a Francisco Maldonado da Silva, médico tucumano, cuyo padre era portugués. Una novela del escritor argentino Marcos Aguinis, la Gesta del Marrano, narra el caso y la situación de los judíos en el Río de la Plata durante la colonización española. El investigador argentino Boleslao Lewin, también se ha dedicado a estudiar la inmigración judía a la Argentina antes de 1810, en libros como "El judío en la época colonial: un aspecto de la Historia rioplatense" (1939), "Mártires y Conquistadores Judíos en la América Hispánica, Candelabro, Buenos Aires" (1958), entre otros.

Guaraníes

La inmigración, durante el perído prehispánico, de los guaraníes fue de gran importancia para aborígenes del territorio que actualmente es Argentina, sobre todo para los del área de la cuenca del Río de la Plata. Antes aún de llegar los europeos, la cultura agroceramista Guaraní había poblado el noreste del territorio argentino, junto con el Paraguay y el este de Brasil. Cuando los españoles llegaron aproximadamente 1.500.000 guaraníes vivían en ese territorio.

Los avá (más conocidos como "guaraníes") se establecieron en territorio de lo que actualmente es Argentina entre mediados-finales del siglo XV y comienzos del XVI, avanzando desde el noreste principalmente por los ríos y otros cursos de agua. Se subdividieron en distintos grupos dependiendo de la zona donde habitaban, como los guaraníes de las islas (en las islas del Delta del Paraná), los del Carcarañá, de Santa Ana (en el norte de Corrientes, los cáingang o cainguás (en la región mesopotámica) y los chiriguanos (en Chaco).

La cultura guaraní ha influido considerablemente en la cultura argentina, difundiendo su idioma, música, costumbres, cultivos como la mandioca (mandi'ó), la batata (jety; pronunciado "ietü" (ü parecida a la francesa, pero más gutural y mezclado con un "i")), la calabaza (andaí), el zapallo (kurapepê), el poroto (kumandá), el algodón (mandijù; pronunciado "mandiiu") y la yerba mate (ka'á), que usaban para preparar la bebida que aún hoy se sigue tomando (Ver: el mate), íntimamente relacionada con la nacionalidad argentina, entre otros aportes.

A partir de la conquista española, Asunción se convirtió en uno de los principales centros pobladores del territorio argentino. El asunceño Hernandarias encabezó la expedición proveniente del Paraguay, que llevó las primeras vacas y toros al territorio de la llanura pampeana, los que una vez allí se multiplicaron en estado salvaje en gran cantidad, y constituirían desde el siglo XVIII la base de la economía del Virreinato del Río de la Plata, con centro en Buenos Aires.

Portugueses

La inmigración de portugueses al actual territorio argentino durante la colonización española, sobre todo a Buenos Aires y la zona de las Misiones Jesuíticas, fue considerable, especialmente durante el periodo de unión dinástica entre Castilla y Portugal. Los portugueses radicados en Buenos Aires durante la colonia, casi en su totalidad varones, establecieron una red de relaciones comerciales y familiares de gran influencia en la vida económica de la capital del virreinato.[29] Tras la restauración de la independencia de Portugal, prosiguió una cierta inmigración — en este caso bastante forzada— con destinos bastante singulares, por ejemplo a poco de ser creado el Virreinato del Río de la Plata el naturalista y viajero Thadeus Haenke cita la presencia de portugueses dedicados al cultivo de la vid y la producción del vino en tierras de Mendoza confinados allí por los españoles quienes los habían deportado desde la isla de Santa Catarina y la Colonia del Sacramento.

La comunidad portuguesa de la ciudad de Buenos Aires estaba dividida en dos grupos sociales. La mayoría eran peones y artesanos pertenecientes a las clases bajas, y mantenía activas relaciones sexuales con los descendientes de españoles, indígenas y africanos. Existía también un grupo de clase media y media alta dedicado al comercio y al contrabando, así como estancieros, que evitaba el mestizaje con descendientes de españoles, indígenas y negros.[30]

La cultura portuguesa tuvo una gran influencia en la cultura argentina, en especial en lo relacionado con la cultura gaucha y en la cultura y habla rioplatense.[31]

Bastante posteriormente, ya a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX arribaron numerosos caboverdianos, pueblo mixogénico con linajes africanos y portugueses en el cual han predominado los rasgos culturales portugueses y que en tiempo de su inmigración a la Argentina poseían el pasaporte portugués, los caboverdianos (cuyos descendientes directos en el 2001 rondaban las 30.000 personas) se establecieron principalmente en la zona sur del Gran Buenos Aires (partidos de Avellaneda, Lomas de Zamora, Quilmes, Berisso y Ensenada).

La gran ola de inmigración europea (1880-1950)

Fiesta Nacional del Inmigrante, Oberá, Misiones.

Argentina, al igual que Australia, Canadá, Uruguay, Brasil o Estados Unidos, está considerado como un país de inmigración,[32] cuya sociedad ha sido influida en buena medida por un fenómeno inmigratorio masivo, que tuvo lugar a partir de mediados del siglo XIX.

Al igual que en el caso de los otros países mencionados, la Argentina constituyó uno de los principales países receptores de la gran corriente emigratoria europea, que tuvo lugar durante el período que transcurre desde 1875 hasta 1950, aproximadamente. El impacto de esta emigración europea transoceánica, que en América fue muy grande, en la Argentina fue particularmente intenso por dos motivos:

  • por la cantidad de inmigrantes recibidos;
  • por la escasa población existente en el territorio;

En efecto, en el primer censo de 1869 la población argentina no alcanzaba a 2 millones de habitantes. Por otra parte, ya para 1920, un poco más de la mitad de quienes poblaban la ciudad más grande, Buenos Aires, eran nacidos en el exterior. De acuerdo a la estimación efectuada por Zulma Recchini de Lattes la población argentina, que de acuerdo al censo de 1960 era de aproximadamente 20 millones de habitantes, si no hubiese existido el aporte de la corriente inmigratoria proveniente de Europa, y en menor medida, la proveniente de Medio Oriente, sólo hubiera tenido para ese entonces poco menos de 8 millones de pobladores.[33]

El poblamiento del campo

Hotel de los Inmigrantes, dormitorio de mujeres, 1912. Hoy Museo de la Inmigración

Las primeras colonias rurales de inmigrantes tuvieron lugar bajo el gobierno de Justo José de Urquiza; en 1855 la provincia de Corrientes firmó un acuerdo con el médico francés Auguste Brougnes, por el cual este se comprometía a gestionar la llegada de un millar de familias de agricultores en el decenio subsiguientes. La provincia les entregaría 35 hectáreas de tierra apta para el cultivo, además de vituallas, semilla, animales e instrumentos de labranza. Los pobladores arribarían en los años siguientes, asentándose en Santa Ana, Yapeyú, Empedrado, Bella Vista y los alrededores de la ciudad de Corrientes.

En 1857 se fundó, de forma particular, la Asociación Filantrópica de Inmigración, que obtuvo una subvención gubernamental y la concesión de los terrenos anexos al puerto de Buenos Aires en los que se levantaría el Hotel de Inmigrantes. Ese mismo año, Urquiza patrocinó personalmente el poblamiento de la Colonia San José, en Entre Ríos.

Los primeros experimentos datan de 1856 e incluyeron la colonia suiza de Baradero, la colonia Esperanza, que albergaba suizos, franceses y alemanes encabezados por Aarón Castellanos en Santa Fe y la colonia galesa de Gaimán, en Chubut, patrocinada por el ministro de Interior Guillermo Rawson.

Sus sucesores Bartolomé Mitre (18621868), Domingo Faustino Sarmiento (18681874) y Nicolás Avellaneda (18741880) darían estímulo a iniciativas similares, aunque inicialmente no hubo una implicación directa del gobierno en las mismas.

Tras las luchas intestinas entre unitarios y federales que impidieron el establecimiento de políticas demográficas consensuadas durante el primer medio siglo de independencia, a partir de 1854 el gobierno nacional decidió dar impulso a la inmigración europea. La decisión no se basaba simplemente en la necesidad de proveer al país de mano de obra que permitiese aumentar la producción de la tierra, para cumplir el papel agroexportador que la división internacional del trabajo vigente le asignaba; respondía también a la decisión de las élites ilustradas de modificar la composición poblacional para corregir lo que Miguel Juárez Celman calificaría de "el turbio entendimiento" del pueblo argentino. Esta política se refleja incluso en el texto del artículo 25 de la Constitución Nacional, que establece:

El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes.
La llegada de los inmigrantes a la Argentina

La intención de los constituyentes, inspirados en la política de gobernar en América es poblar de Juan Bautista Alberdi, era fomentar la inmigración de población anglosajona y alemana. Este último escribe en su carta explicativa "Gobernar es poblar" de 1879:

Poblar es civilizar cuando se puebla con gente civilizada, es decir, con pobladores de la Europa civilizada. Por eso he dicho en la Constitución que el gobierno debe fomentar la inmigración europea. Pero poblar no es civilizar, sino embrutecer, cuando se puebla con chinos y con indios de Asia y con negros de África. Poblar es apestar, corromper, degenerar, envenenar un país, cuando en vez de poblarlo con la flor de la población trabajadora de Europa, se le puebla con la basura de la Europa atrasada o menos culta. Porque hay Europa y Europa, conviene no olvidarlo; y se puede estar dentro del texto liberal de la Constitución, que ordena fomentar la inmigración europea, sin dejar por eso de arruinar un país de Sud América con sólo poblarlo de inmigrados europeos.
Juan Bautista Alberdi[34]

Esta discriminación entre inmigrantes europeos y no europeos ha sido criticada como racista, entre otros,[35] por el escritor Pacho O'Donnel:

Nada hay de reprochable en la intención de incorporar a lo nuestro aquellos progresos civilizadores de allende los mares. Lo reclamable es que se hubieran hecho mejores esfuerzos por articular la supuesta "civilización" ajena con la prejuiciada "barbarie" propia. Tarea descartable para quienes pensaban como Alberdi quien, nada menos que en el texto de "Las Bases", en el que nuestra Constitución será un apéndice, escribirá: "Es utopía, sueño y paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana, tal como salió formada de su tenebroso pasado colonial, pueda realizar hoy la república representativa"... El racismo alberdiano es transparente en cada página que fundamenta "Las Bases" de nuestra Constitución Nacional.[36]

Sin embargo, el plan alberdiano no pudo realizarse porque la inmigración anglosajona y alemana se dirigió mayoritariamente a los Estados Unidos de América y las colonias del Commonwealth británico. Argentina entonces recibió mayoritariamente la inmigración europea contra la que alertaba Alberdi, principalmente italianos y españoles y, en segundo lugar cuantitativo, de origen europeo oriental.

En 1896, llegó al entonces Territorio Nacional de Misiones, el primer contingente de polacos, y se establece en lo que será la futura localidad de Apóstoles. Más delante llegan inmigrantes alemanes y ucranianos. La casi ausencia de inmigración italiana hace de esta provincia argentina única entre sus hermanas, así como el mayor porcentaje de inmigrantes con respecto a los nativos.

El plan de Alberdi, modificaría en menos de medio siglo la composición social del país de manera radical. En 1869 el país contaba con 1.877.490 habitantes, de los cuales 160.000 habían llegado de Europa en la década inmediatamente precedente; la relación crecería exponencialmente, sumando hasta 1930 un total 6.330.000 emigrantes, de los cuales 3.385.000 se establecerían permanentemente en el país (los restantes eran los llamados trabajadores golondrina, que cruzaban el océano dos veces al año para trabajar en la cosecha).

El "Hotel de Inmigrantes" en el puerto de Buenos Aires, hoy "Museo de la Inmigración"

Los migrantes, en un comienzo, procedían sobre todo de las clases desplazadas por el excedente de mano de obra campesina debido a la Segunda Revolución Industrial y la tecnificación del agro en el hemisferio norte-occidental; la existencia de crisis económicas como la de 1875 fue posteriormente la impulsora principal de la migración.

En 1875 el gobierno federal decidió organizar el proceso de población, para lo que creó la Comisión General de Inmigración; al año siguiente se dictó la ley N.° 761/76, llamada Ley de Inmigración y Colonización, que considera inmigrantes a los extranjeros jornaleros, artesanos, industriales, cultivadores o profesores que con menos de 60 años de edad, buena moralidad y aptitudes suficientes, que lleguen en tercera ó segunda clase (en barco) al territorio de la República para establecerse en ella y establece un régimen para ellos. El estímulo incluyó propaganda en Europa a través de agencias oficiales en ciudades y puertos, así como el anticipo de pasajes durante el gobierno de Juárez Celman. Sin embargo, el alto precio alcanzado por la tierra, motivado en parte por la especulación de los sectores afines al gobierno, detuvo en parte el influjo migratorio y movió a muchos de los emigrantes a retornar a su país de origen. Desde 1888 el gobierno federal subsidió anticipos para el importe de pasajes de los inmigrantes, con resultados catastróficos; la Cancillería emitió en 1891 un informe muy negativo acerca de la experiencia, y el 31 de mayo de ese año se eliminó el subsidio. En los años siguientes, la política gubernamental se limitaría a encauzar la inmigración espontánea. Los recién llegados recibían ocho días de alojamiento y manutención en el Hotel de Inmigrantes, mientras intentaban organizar su asentamiento

La inmensa mayoría de los recién llegados se abocó a tareas agrícolas; eran en su mayoría agricultores de origen, y estaban atraídos por la promesa de distribución de tierras en los inmensos despoblados. Sin embargo, la mejor parte de los terrenos públicos se había vendido ya para 1885, dando origen a enormes latifundios en la pampa húmeda, por lo que sólo la parte más pudiente de los que se radicaron la región pudo disponer de terreno propio. Las tierras fronterizas con los dominios de mapuches y ranqueles fueron quedando, a medida que el combate contra estos los obligaba a replegarse, en manos de estancias dedicadas a la ganadería; esto no fue favorable al establecimiento de pobladores, ya que la actividad requería escasa mano de obra.

La mayoría de los inmigrantes se dedicó a labores remuneradas, dando impulso a gran cantidad de ciudades. Más efectivos resultaron los programas de colonización en Mendoza, en Entre Ríos —donde la iniciativa del barón Maurice de Hirsch dio lugar a las colonias judías, cuya memoria narró Alberto Gerchunoff— y en el norte apenas poblado, en especial Misiones y el Chaco. En estas últimas provincias el motor del asentamiento fueron las empresas forestales; la Forestal Land, Timber & Railway Company, de capitales británicos, pobló el Chaco —a medida que talaba sin remedio sus extensos quebrachales— con braceros y hacheros, muchas veces originarios de Europa del Este. Otras de sus competidoras hicieron lo propio en Santiago del Estero, y aún Salta y Jujuy.

Los asentamientos en la Patagonia argentina fueron mucho menores, dada la importante presencia de aborígenes al sur del río Negro, pero aumentaron paulatinamente, e incluyeron la importante presencia galesa en la actual provincia del Chubut. La región andina fue la menos favorecida por estos movimientos, lo que se refleja aún hoy en su demografía y sus hábitos lingüísticos.

No sólo la migración directa redundó en el aumento de la población; gran parte de los inmigrantes formó familias numerosas, un fenómeno natural en el campo, donde los hijos representan mano de obra disponible ya desde temprana edad. Así, las zonas más aptas para la agricultura recibieron directamente un mayor influjo de población, y mostraron luego además tasas más elevadas de crecimiento. De ese modo, las áreas más pobladas del país ocupan gran parte de las provincias de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.

La inmigración urbana

Casa de la Colectividad Suiza, en el Parque de las Naciones, Fiesta Nacional del Inmigrante, Oberá, Misiones.

El volumen de la inmigración, constante desde mediados del siglo XIX hasta finalizado el primer cuarto del XX, significó en términos demográficos que la población argentina se duplicara cada veinte años. En el padrón nacional, según el censo 1914 del INDEC, los nacidos fuera de la Argentina representaban un 30% del total de la población argentina. Según el censo de ese año en la Ciudad de Buenos Aires más del 60% de la población eran inmigrantes, en su mayoría de origen europeo,[37] y en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe el 30% de la población de estas eran inmigrantes europeos.[38]

Sin embargo, la falta de un programa centralizado de colonización y el reparto completo de las tierras ricas de la llanura pampeana alteraron las condiciones a las que los migrantes se veían sujetos; puestos ante la alternativa de contratos de arrendamiento rural de muy corta duración —no más de cuatro o cinco, en los que el colono estaba obligado a labrar la tierra, cultivar cereal y forraje, y devolverla plantada al vencimiento del contrato— muchos de ellos se asientan en las ciudades, especialmente Buenos Aires, su punto invariable de entrada al país. Más de la mitad de los migrantes se radicó en la Ciudad de Buenos Aires o en la Provincia de Buenos Aires. Fuera de la región litoral la Provincia de Misiones se destacó por el alto porcentaje de inmigrantes en su población; a comienzos de la década del 40 sobre una población total de 190.000 habitantes,80.000 (42%) eran extranjeros, con predominio de polacos, ucranianos, alemanes y rusos.[39]

Hacia 1895, la población argentina que vivía en centros urbanos alcanzaba el 42%, y para 1914 había superado la mitad de la población, llegando al 58%, una tasa superior a la de cualquier país Europeo con la excepción del Reino Unido y los Países Bajos. Esta relación se debía en buena medida a los inmigrantes; frente a su participación de un 30% en la población del país, en Buenos Aires eran el 50% — un millón de los dos con que contaba la capital— y en otros núcleos urbanos llegaban a ser cuatro de cada cinco. Entre estos predominaban los italianos (68,5% de los cuales se afincó en Buenos Aires) y españoles (78%); la distribución se reflejaría en la estratificación social futura de la nación.

Instalados en las ciudades, los inmigrantes se integran en los sectores secundario y terciario de la economía nacional. La construcción del ferrocarril les representó una importante fuente de trabajo, pero muchos de los mismos se abocaron al comercio y a la artesanía. El sector industrial reclutó sus principales impulsores de entre ellos; de los 47.000 industriales que registraba el censo en 1914,31.500 eran de origen foráneo. Esta expansión de la población urbana traicionó la extendida concepción del país como reservorio agrario: siempre según las cifras de 1914, sólo el 29% de la población activa estaba empleada en el sector primario, mientras que la industria daba trabajo al 35% y los servicios al 36%. Sin embargo, la reducida escala y productividad de las manufacturas, y la falta de industria pesada, daban a estas una participación relativamente reducida en el PBI. Otras actividades estaban estrechamente ligadas al modelo agroexportador: la exportación de carnes daba trabajo a muchos obreros en el aglomerado porteño.

Integración de los inmigrantes y represión

Argentina desplegó un poderoso esfuerzo gubernamental por lograr la homogeneización cultural de los inmigrantes. Favorecida por las notas comunes —el origen latino de casi el 80% de los llegados en estas oleadas—, el gobierno federal instrumentó una política de educación e inserción forzosa, basada en la obligatoriedad de la enseñanza primaria a partir de 1884, la inculcación de la épica nacional elaborada por la historiografía, y la conscripción forzosa durante un año en el ejército nacional a partir de 1902, sólo para nativos (entre ellos muchos hijos de inmigrantes).

La integración política de los migrantes siempre fue reducida; hacia 1900, sólo el 4% de los adultos en condiciones de votar eran de origen extranjero. Al desinterés del Estado argentino en nacionalizar a los recién llegados se sumaba la indiferencia de éstos para hacerlo, pues muchos conservaban la idea de volver a su país de origen luego de ahorrar lo suficiente. En 1902, durante el segundo mandato de Julio Argentino Roca, el Congreso sancionó la Ley de Residencia —redactada por el diputado nacional Miguel Cané— que le otorgaba al Poder Ejecutivo la facultad de expulsar extranjeros acusados de delitos comunes o actividades sediciosas. De este modo, el gobierno respondía a la creciente sindicalización y organización política de los trabajadores, en cuyo impulso y liderazgo los inmigrantes desempeñaban un papel importante. Ya desde la década de 1860 y 1870, grupos de inmigrantes franceses como Les Egaux y alemanes como Vorwarts, habían comenzado a organizar el movimiento obrero argentino. Coincidentemente las comunidades de inmigrantes habían comenzado a crear organizaciones de solidaridad mutua, como Unione e Benevolenza, el Club Español, el Hospital Italiano, etc. A la fundación del primer sindicato de gráficos en 1878, le siguieron en las dos décadas siguientes la organización de sindicatos en casi todas las ramas de la economía (empleados de comercio, ferroviarios, carreros, panaderos, sastres, albañiles, tabacaleros, etc.), impulsados por anarquistas y socialistas, que en 1901 dan origen a la primera central sindical estable, la Federación Obrera Argentina (FOA).

El movimiento obrero mantuvo una actitud contraria a la Ley de Residencia, cuyo tratamiento por el Congreso en 1902 fue el factor detonante de la primera huelga general. A pesar de ello la ley fue sancionada el 23 de noviembre de 1902 con el número de Ley 4144. Pese a la escisión entre anarquistas y socialistas, que fundaron la Unión General de Trabajadores (UGT), el movimiento tuvo amplio acatamiento, y representó una grave derrota política para el gobierno roquista, que tuvo que aplicar con dureza la legislación.

Numerosos inmigrantes, e hijos de inmigrantes dieron apoyo al Partido Socialista, fundado en 1896. En 1904, el barrio italiano de La Boca, eligió a Alfredo Palacios como primer diputado socialista de América. Gran cantidad de inmigrantes y sus descendientes dieron también apoyo al fracasado alzamiento cívico-militar de 1905, organizado por la Unión Cívica Radical. En 1907, debido a las pésimas condiciones de vivienda en que se encontraban los inmigrantes y sus familias, en un tipo de vivienda precaria que se conoció como conventillo, los extranjeros fueron protagonistas de una histórica huelga de inquilinos que obligó a los propietarios a moderar los abusos, e impulsó la acción de cooperativas de vivienda como "El Hogar Obrero", de inspiración socialista.

En 1912 los inmigrantes y sus descendientes desempeñaron un rol activo en la organización y apoyo a la gran huelga agraria conocida como el Grito de Alcorta.

Cuando la Ley Sáenz Peña estableció el sufragio obligatorio y secreto, muchos descendientes de inmigrantes apoyaron con su voto a Hipólito Yrigoyen y contribuyeron a que se convirtiera en el primer presidente argentino elegido en elecciones con participación masiva. El cariz urbano y obrero de la Argentina de los inmigrantes sería uno de los motores de la oposición política, sindical y social, crucial durante el siglo XX, entre oligarquía y populismo en sentido positivo.

Corrientes inmigratorias a partir de 1950

Celebración folklórica durante el Primer Tribunal de Mujeres Migrantes realizado en la Plaza de Mayo en 2006. A partir de 1950, las principales corrientes migratorias hacia Argentina, provienen desde países fronterizos y Perú.

A partir de la Segunda Guerra Mundial se observan cambios importantes en los patrones migratorios a nivel internacional. En el sur de América Latina comienza un crecimiento de las migraciones internacionales de carácter regional. Esto generó una profunda transformación de los patrones migratorios, fenómeno que tiene su reflejo en la Argentina durante las últimas décadas del siglo XX.

A partir de la crisis mundial de 1929, la inmigración hacia Argentina proveniente de Europa y otros orígenes de ultramar, comenzó a reducirse drásticamente. La última oleada, menos importante en su magnitud, se produjo entre 1948 y 1952, finalizando así con el largo período de emigración europea transcontinental como fenómeno masivo.

Por el contrario la inmigración proveniente de países limítrofes, se mantuvo relativamente estable a lo largo del siglo XX, a la vez que aumentó la corriente migratoria proveniente de otros países latinoamericanos, entre los que se destaca el Perú, de países asiáticos, principalmente China y Corea del Sur, y de países de Europa del Este.

La estabilización demográfíca de la población, ha ido reduciendo la proporción de extranjeros desde el máximo del 30% alcanzado en 1914, hasta el 4,1% registrado en el Censo de 2001. Sin embargo éste último dato parece estar afectado por la subestimación proveniente de la existencia de gran cantidad de inmigrantes en situación irregular.[40]

En cuanto a las áreas de asentamiento, la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires concentra el 70% de extranjeros y el 63% de extranjeros limítrofes, siendo también importantes como destino de estas migraciones las provincias fronterizas.

Tratados de libre residencia, Ley de Migraciones y Plan Patria Grande

En 2002, los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), Bolivia y Chile, firmaron dos tratados reconociendo el derecho a la libre residencia y trabajo en cualquiera de dichos países, de los ciudadanos de las naciones firmantes.

El 17 de diciembre de 2003 el Congreso de la Nación sancionó una nueva ley de migraciones, Nº 25.871, que tiene la particularidad de reconocer el derecho a residir y trabajar libremente a los ciudadanos de los países limítrofes. Con posterioridad, el gobierno del presidente Néstor Kirchner firmó un tratado con la República del Perú reconociendo los mismos derechos a los ciudadanos peruanos.

En 2006, el gobierno del presidente Néstor Kirchner puso en marcha el Plan Patria Grande, con el fin de conceder la residencia a los inmigrantes provenientes de países fronterizos y Perú que se encontraban en situación irregular, extendiendose también para los ciudadanos de origen ecuatoriano, colombiano y venezolano.. El Plan ha sido continuado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. En total, entre 2006 y 2008, el gobierno entregó documentos a 714.907 inmigrantes, una cantidad que constituye más de la mitad de los 1.531.940 de inmigrantes censados en 2001.[40] De este modo los inmigrantes con residencia en la Argentina sumaban al comenzar 2009, al menos 5,2 millones de personas, equivalente al 13,9% de la población.

Los inmigrantes y sus lugares de origen luego de 1853

Europa

(*) Las comunidades se listan por orden alfabético, excepto italianos y españoles, en razón de importancia cuantitativa

Italianos

Artículo principal: Inmigración italiana en la Argentina

La inmigración italiana fue la más numerosa en el periodo de la gran ola inmigratoria.La inmigración italiana en Argentina son una de las comunidades extranjeras más representativas del país desde el siglo XIX a la actualidad. Se estima que hasta 25 millones de argentinos son descendientes completa o parcialmente de italianos, el 60% de la población general de Argentina.[41] Es por esto que la cultura argentina tiene una enorme influencia de la cultura italiana. El lenguaje, las costumbres, los gustos, las tradiciones, llevan sus huellas.[42] La llegada de italianos se extiende hasta 1951, y es en 1870 cuando comienza el gran flujo de inmigrantes.

Fueron diversas la causas de emigración del pueblo italiano hacia la Argentina. Entre ellas podemos encontrar:

  • Las Guerras mundiales.
  • La débil capacidad de adaptación de la economía italiana a la revolución industrial. La modernización no logró superar problemas estructurales de organización.
  • Las crisis de subsistencia entre 1816 y 1817.
  • Las epidemias de cólera en los siguientes períodos: 1835-37; 1854-55; 1865-67; 1884-85.
  • La debilitación de los órganos asistenciales. La aparición de la burguesía desmonta a los mismos, estrechando el presupuesto estatal. Debido a esto aumenta la criminalidad, siendo expulsados de su territorio los italianos que no se "adaptaban" al sistema industrial.
  • La presión demográfica. Las familias que basaban sus ingresos en la producción agraria crecen sin encontrar nuevos territorios para sus cultivos. Por lo tanto, deben emigrar para conseguir mantener su forma tradicional de producción.
  • Entre otras principalmente debidas a motivos económicos y ligadas también a procesos de evolución en la economía europea, que afectaron directamente a los italianos y los motivaron a emigrar.
Ocupaciones

Podemos considerar que se formaron siete grandes categorías ocupacionales: agricultores, jornaleros, artesanos, comerciantes, profesionales liberales, varios y sin profesión. En los primeros momentos de corriente inmigratoria, los datos brindados por los inmigrantes de su actividad ocupacional muestran que era nulo el número de personas sin ocupación. Es muy probable que algunos de ellos haya mentido por temor a no ser aceptado. Recién en este siglo comienzan a aparecer contingentes sin ocupación (entre 10% y 15% de la población mayor de 16 años) llegando a un 20% en los años de la guerra y el fascismo.

Resultados censales
Población italiana residente en Argentina[cita requerida]
Año Población extranjeros Población italianos  % italianos sobre extranjeros  % italianos sobre población total
1869 210.330 71.403 33,9 3,8
1895 1.006.838 492.636 48,9 12,2
1914 2.391.171 942.209 39,4 11,9
1947 2.435.927 786.207 32,3 4,9
1960 2.604.447 878.298 33,7 4,4
1970 2.210.400 637.050 28,8 2,7
Clase media, industriales y comerciantes italianos y fascismo

De acuerdo a Eugenia Scarzanella, licenciada en Ciencias Políticas y profesora de Historia de la Universidad de Bolonia, autora del libro "Fascistas en América del Sur", la mayoría de los industriales y comerciantes italianos en la Argentina, así como la clase media de ese origen, "apoyó el régimen de Mussolini".[43] Y agrega que "después de la caída del régimen, la mayoría de los fascistas en la Argentina prefirieron, como ocurrió en Italia, negar su previa adhesión al régimen" que gobernaba en aquel país. Por su parte, Federica Bertagna, profesora de Historia de la Universidad de Verona, autora del libro "La inmigración fascista en la Argentina", sentencia:

Ningún país albergó fascistas como la Argentina. Algunos criminales fascistas italianos ingresaban con un pasaporte de la Cruz Roja Internacional (en los demás países de América y de Europa, ellos no podían hacerlo con este documento).[44]

En "Orígenes del fascismo en la Argentina" la Dra. en Filosofía con mención en Historia e investigadora y profesora de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional del Comahue Leticia Prislei, relata:

El 7 de mayo de 1936 una masa compacta de 50.000 personas avanza por la avenida Las Heras, en dirección al centro. No forman parte de ningún sindicato ni partido político argentino, se dirigen a la Embajada italiana a celebrar la invasión de Etiopía por las fuerzas de Mussolini. Es decir, son genuinos fascistas italianos habitando la Argentina. Esa muchedumbre, por curioso que pueda parecer hoy, no es casual ni singular. Desde hacía años los fascistas venían trabajando en Buenos Aires y en ciudades grandes del interior del país con el fin de captar devotos para su causa. En 1930, fundaron un diario, Il Mattino d´Italia, que en un año superó con creces la expectativa de los 10.000 ejemplares; las oficinas consulares y sus extensiones culturales desarrollaban una prédica incesante, que iba desde la propaganda al liso y llano espionaje.[45]

Españoles

La causa principal de la inmigración de españoles a mediados del siglo XIX fue la pobreza, así como también el arduo servicio militar que obligaba a los soldados a prestarlo durante unos tres años. Los lugares de procedencia fueron predominantemente Galicia (puede que hasta un 70% del total),[46] Andalucía (15-20%),[47] Asturias, Cantabria y el país Vasco (Véase: Asentamientos vascos en Argentina), aunque también embarcaron de Madrid, Extremadura o las islas Canarias. En 1870, las condiciones rurales en España (jornales magros, crítica situación económica) más las posibilidades que otorgó ese país para emigrar favorecieron quizás a la mayor emigración en España. El flujo inmigratorio se prolongó hasta 1952, pasando el período post-guerra.

Los gallegos y los catalanes se radicaron, en general, en la ciudad de Buenos Aires y de Rosario. Los meridionales, en Santa Fe, Mendoza, Río Negro, Entre Ríos, dedicándose, principalmente al trabajo rural en las plantaciones. Los valencianos fueron a Corrientes y a Misiones. Los asturianos se instalaron en las provincias andinas, en el noroeste del territorio argentino. Los andaluces se dedicaron, mayormente, a la horticultura. Los vascos se dedicaron al campo argentino con empeño singular, como ganaderos, tamberos y fruticultores. La figura del vasco tambero integra la más pura tradición argentina Santa Fe.

En los catorce años que componen los periodos 1885-1895 y 1912-1914, unos 150.000 andaluces emigraron a la Argentina. Entre 1880 y 1930, la media porcentual sobre el total de españoles se situaría entre un 15% y un 20%.[48] Provienen sobre todo de las provincias de Almería, Cádiz, Granada, Huelva, Jaén y Málaga y se establecieron en su mayoría en Buenos Aires y La Plata, pero también en Mendoza y San Juan, que poseen un clima similar al de Andalucía, donde se dedicaron al cultivo de la vid y el olivo y a la producción de vino.[49]

En 1889 se crea una comisión para defender y fomentar la inmigración española: la Sociedad Hispano-Argentina protectora de los inmigrantes españoles. Desde 1810 hasta comienzos del siglo 20, ingresaron 2.100.000 españoles, de los cuáles un 54% se estableció en Argentina definitivamente. En 1895 los españoles representaban el 5% de la población; para 1914 ya eran 830.000 (10% de la población nacional). Debido a la Primera Guerra Mundial, la inmigración empieza a decaer. A mediados del siglo XIX había en el país casi 700 mil españoles.

Ocupaciones

Alrededor del año 1857 en adelante, se observan algunas profesiones definidas, por ejemplo en los catalanes: en los hombres, talabartero y hojalatero; en las mujeres, planchadoras, modistas y peluqueras. En el caso de los gallegos, en su gran mayoría se inscribían como empleados en el servicio doméstico. Los vascos, por su parte, se dedicaban a la cría de ganado ovino, alcanzando reputación como estibadores, trabajadores de la construcción, alambradores, transportistas, leñadores, carboneros, hoteleros o fabricantes de ladrillos aunque se sabe que se dedicaron fundamentalmente, a la salazón de carnes y la industria de productos lácteos. Aproximadamente a partir del año 1920, el nivel ocupacional de los españoles se concentró en la industria manufacturera, el comercio minorista, preferentemente en la rama de bares y restaurantes, almacenes y en los servicios comunales.

Alemanes

Artículo principal: Inmigración alemana en Argentina
Carlos Germán Burmeister, uno de los tantos científicos alemanes radicados en la Argentina

La embajada alemana en la Argentina informaba en 2009, que aproximadamente vivían en ese país unas 600.000 personas con algún antepasado alemán (llegado desde Alemania, es decir, sólo contando a descendientes de ciudadanos alemanes, sin sumar a los descendientes de alemanes étnicos), y que allí residen 50.000 ciudadanos alemanes.[50] El Consejo Directivo de la Asociación Argentina de Descendientes de Alemanes del Volga, estimaba en 2008, que la cantidad de descendientes de alemanes del Volga era superior a 1,2 millones de personas.[51] Por su parte, el Centro Argentino Cultural Wolgadeutsche estimaba en 2007 que había 2 millones de descendientes de alemanes del Volga en el país.[52] No se incluyen en esta cifra a los descendientes de otros grupos de alemanes étnicos, como los alemanes del Mar Negro, los Suabos del Danubio, los judíos alemanes, etc. Argentina es el cuarto país del mundo (después de Estados Unidos, Canadá y Brasil) con mayor cantidad de descendientes de alemanes.[53]

Entre los alemanes que llegaron a la Argentina, se diferencian claramente los provenientes de la Alemania propiamente dicha ( divididos en dos ramas: Siglo XIX y pre Segunda Guerra Mundial y post guerra), y a los diferentes grupos de alemanes étnicos que, como los alemanes del Volga, emigraron hacia la Argentina desde otros países de Europa, y al ingresar al país fueron registrados de acuerdo a su lugar de nacimiento, como rusos, ucranianos, polacos, etc, engrosando filas ajenas.

Su arribo se prolonga en un extenso período: desde mitad del siglo XIX hasta mediados de los años 60 del siglo XX. Se destacan así, tres momentos cruciales:

  • mediados y finales del siglo XIX por cambio de política zaristas y persecución bolchevique a causa de su fe cristiana
  • el periodo de entreguerras (décadas del 20´ y del 30´)
  • el período posterior a la Segunda Guerra Mundial (1945 en adelante)

Los colonizadores alemanes y suizos

Llegaron desde Dunquerque en 1856 provenientes de la zona de Hesse y Pfalz junto a familias suizas, belgas, luxemburguesas y francesas que fundaron la Colonia de la Esperanza (Esperanza (Santa Fe)). Establecieron la primera colonia agrícola y fundaron otros pueblos de la zona (Guillermo Lehmann fundó Rafaela, Pilar, Amalia, etc).

Los "Alemanes del Volga"

Los grupos de inmigrantes que ingresaron a partir de 1878, los alemanes del Volga, provenían de un doble proceso migratorio, que en su inicio los llevó de su Alemania natal, a las riberas rusas del río Volga desde 1763, atraídos por las facilidades ofrecidas por la zarina alemana Catalina II de Rusia, para terminar luego en América del Sur y especialmente en Argentina a partir de 1878, huyendo del endurecimiento de la política rusa sobre ese pueblo de colonos alemanes que se mantuvo más de 100 años sin mezclarse con los eslavos- manteniendo su lengua y sus tradiciones-; y más tarde también de la persecución que sufrieron a causa de su fe cristiana durante la época de la Rusia comunista, en donde la gran mayoría fueron deportados a Gulags y otros campos de concentración en Siberia, situación que derivó prácticamente en su exterminio en masa.[54]

Carlos Berg, zoólogo, científico y educador alemán nacionalizado argentino con más de 200 trabajos de investigación publicados en el país

Todos estos problemas, movieron a los alemanes de Rusia a emigrar a distintos países de América. Las emigraciones más importantes fueron con destino a Canadá, Estados Unidos, Brasil y Argentina.

A partir de fines de 1878 se produjo la llegada de los alemanes del Volga a la Argentina. Hubo 2 corrientes. Una fue la que llegó en forma directa al puerto de Buenos Aires (la más importante) y otra que provino del Brasil. Esta última estaba formada por familias que habiéndose establecido en el Brasil, al no soportar la rigurosidad del clima y no hallar tierras aptas para el cultivo del trigo, decidieron trasladarse a la Argentina. Sobre todo al Alto Paraná, en la Provincia de Misiones.

Conformaban grupos colonizadores gente de una misma aldea. Los primeros colonizadores, nacidos en Rusia, se separaban entre Bergseiter (colonos de la orilla alta del Volga) y Wiesenseiter (colonos de la orilla llana del Volga) y ambos grupos se subdividían a su vez en católicos y protestantes. Ambas márgenes del río Volga atravesaban de norte a sur la República Autónoma de los Alemanes del Volga. Esta república les fue borrada del mapa en 1941 por decreto de Stalin (Ukase del 28 de agosto de 1941), y absolutamente todo el territorio les fue confiscado. Los pocos alemanes del Volga que pudieron sobrevivir, debieron emigrar como desposeídos.

Bariloche, eje de una región con gran presencia de la comunidad alemana.

En Argentina fundaron diversas colonias en tres zonas principales: una es la Provincia de Entre Ríos (Crespo: Marienfeld, Köhler, Pfeiffer, Santa Anita, etc.), la Provincia de Buenos Aires (Coronel Suárez, Sierra de La Ventana, Tornquist, Olavarría: Colonia Hinojo, entre otras), y la Provincia de Misiones (Eldorado, Montecarlo, Alem, Puerto Rico, Libertad, Jardín América) desde donde se fueron extendiendo formando nuevas colonias agrarias principalmente en la Provincia de La Pampa (Colonia Santa María, Santa Teresa, y Winifreda entre varias otras), Provincia de Córdoba, Provincia de Santa Fe, Provincia del Chaco (Juan José Castelli) y también en otras provincias con posibilidades trigueras o frutícolas.

En el Gran Buenos Aires se asentó una numerosa comunidad, mayoritariamente en la zona norte, en las localidades de Martínez, San Isidro, Olivos, Florida, Villa Ballester y Villa Adelina. En la zona oeste, en Ciudad Jardín Lomas del Palomar, Los Polvorines y en la zona sur, en Quilmes, entre otras.

La comunidad alemana en la Argentina se mestizó con los demás argentinos, abandonando el aislamiento defensivo que los mantuvo más de un siglo unidos sin mezclarse en las estepas rusas, con excepción de los principales centros de asentamiento en donde todavía se los encuentra sin mezclarse, y aún son de padre y madre descendientes de alemanes, en tanto conforman el grupo étnico mayoritario de tales ciudades. En la actualidad, los alemanes del Volga viven prácticamente diseminados por toda la Argentina. Su numerosa prole de los primeros tiempos y la división y reparto de las propiedades en parcelas cada vez más pequeñas obligaron a muchos a abandonar los sitios de colonización originales y a dedicarse a otros oficios o profesiones.

Aunque en menor medida que los alemanes del Volga, también ingresaron a la Argentina otros grupos de alemanes étnicos, como por ejemplo los alemanes del Mar Negro.

El Nazismo

Un amplio sector de la colectividad alemana en la Argentina apoyó a Hitler. Este sector estuvo representado "especialmente por las empresas germanas de los monopolios Krupp y Thysen. El partido Nazi, sección Argentina, tuvo aproximadamente 70.000 afiliados cotizantes".,[55] Durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón (1946-1955) entraron clandestinamente a la Argentina varios jerarcas nazis como Adolf Eichmann, Joseph Mengele y Erich Priebke, todos ellos con documentos falsos.[56] En el mismo período ingresaron a la Argentina gran cantidad de alemanes (y no alemanes) judíos.[57] [58]

La gran masa de alemanes que emigró a la Argentina entre 1930-1950 se radicó en lugares relativamente apartados, como en la Provincia de Córdoba (una fuerte comunidad en Villa General Belgrano donde se instalaron 117 familias de origen alemán, siendo Villa General Belgrano la principal y mayor colonia alemana en todo el país, La Cumbrecita y aledaños), la Provincia de Río Negro (con una importante radicación en la zona de Bariloche), Villa Traful en la Provincia del Neuquén, Villa Gesell en la zona atlántica de la Provincia de Buenos Aires, y otras zonas apacibles del país.

La población argentina descendiente de alemanes oscila entre 1,85 y 2,65 millones de habitantes, de acuerdo al cruzamiento de datos de diferentes fuentes.

Los inmigrantes alemanes fundaron asociaciones como el el Club Alemán de Buenos Aires (Deutscher Klub) fundado en 1858; el Hospital Alemán fundado en 1867; el diario Argentinisches Tageblatt, fundado en 1874 y que mantuvo una posición liberal contraria al nazismo; la Asociación Vorwärts, que reunía a alemanes socialistas, comunistas y sectores progresistas, la Escuela Juan Enrique Pestalozzi, Hölters Schule, fundado en 1931, la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester, la Asociación Argentina de los Descendientes de los Alemanes del Volga fundada en 1976, etc. En la actualidad funcionan en Argentina 21 instituciones de origen germano. Argentina es el cuarto país del mundo en cantidad de descendientes de Alemanes, después de Estados Unidos, Canadá y Brasil.[59]

Las provincias de Argentina por mayor cantidad de descendientes de alemanes son, Córdoba (500.000), Provincia de Buenos Aires (425.000), Entre Ríos (350.000), Misiones (325.000) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (300.000)[60]

Judíos alemanes

Entre los inmigrantes alemanes ingresados después de 1928, y sobre todo a partir del nazismo, hubo también miles de judíos alemanes que escapaban de las políticas antisemitas implementadas durante aquel régimen. Sin embargo, muchos de ellos ingresaron ilegalmente,[61] pues en la Argentina, a partir de 1928,[62] y sobre todo a partir de una circular secreta firmada por el canciller radical antipersonalista José María Cantilo en 1938 (presidencia de Roberto M. Ortiz), se ordenó "a cónsules argentinos en Europa negar visados a 'indeseables o expulsados', en alusión a ciudadanos judíos de ese continente".[61]

Austríacos

Es Argentina, etnográficamente, el País latinoamericano con mayor cantidad de Inmigrantes y descendientes de inmigrantes austríacos (en el segundo lugar se ubica Brasil y en el tercero Uruguay),[63] poco se sabe sobre los descendientes austríacos en Argentina, pero la principal comunidad austríaca, se encuentra en la provincia de Córdoba que es la provincia con mayor población de descendientes inmigrantes tanto alemanes como austríacos en el país.

Británicos

Artículo principal: Inmigración británica en Argentina

La inmigración británica en la Argentina ha tenido un impacto particularmente destacado en la cultura de la población organizando una sólida comunidad. El primer aflujo importante documentable se debió a las llamadas Invasiones Inglesas (1806 a 1807), tras ser derrotadas las tropas del Reino Unido de Gran Bretaña muchos de los prisioneros se radicaron en el territorio argentino, unos lo hicieron voluntariamente por lo general casándose con jóvenes criollas otros inicialmente fueron llevados prisioneros (por ejemplo a Río Seco en el norte de Córdoba o a la ciudad de Tucumán) en donde luego decidieron afincarse. Hacia 1825 en tiempos de Bernardino Rivadavia hubo una primera pequeña inmigración organizada de británicos que se establecieron en, entonces, «las afueras» de la ciudad de Buenos Aires. Entre 1857 y 1940 ingresaron al país 75.000 británicos, que representan el 1,1% del total de inmigrantes (ver cuadro abajo). Muchos de ellos fueron ejecutivos de empresas, terratenientes, o comerciantes relacionados con la gran afluencia de inversiones británicas a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En 1893 el Consulado británico en Buenos Aires desaconsejaba emplear obreros británicos con la siguiente explicación:

Puestos a elegir entre trabajadores de diversas nacionalidades -ingleses, italianos, alemanes y franceses-, todos igualmente buenos, quienes emplean personal obrero apartarían de inmediato al trabajador británico y optarían por cualquiera de los otros, con preferencia el italiano. Todos trabajarían con mayor dedicación que el inglés, serían más tratables, y no se embriagarían.[64]

La comunidad británica fundó solidas instituciones como el Hospital Británico, el periódico Buenos Aires Herald, prestigiosas escuelas bilingües y clubes como el Lawn Tennis Club, el Hurlingham Club, etc. Los inmigrantes británicos impactaron fuertemente en el gusto deportivo de los argentinos, a través del desarrollo del fútbol, el polo, el hockey, el rugby, entre otros. Por su parte el inmigrante y educador británico William C. Morris, fundador de escuelas, tuvo una fuerte presencia en la educación argentina.

En la Patagonia la presencia de británicos de origen inglés hacia fines del siglo XIX ha sido interesante: los misioneros anglicanos como Thomas Bridges sentaron bases en Tierra del Fuego, posteriormente a su actividad misional sus descendientes obtuvieron estancias dedicadas a la cría de ganado ovino, casi paralelamente a finales de los 1870s el entonces gobernador de Santa Cruz, Carlos María Moyano se casaba con la kelper Ethel Turner la cual por su parte era sobrina del administrador colonial británico establecido en Malvinas, el matrimonio de Moyano con Ethel Turner facilitó la adquisición de grandes latifundios a súbditos británicos en Santa Cruz.

Se debe tener en cuenta que el término británico encubre el lugar de origen de estos inmigrantes que hasta mediados del siglo XX eran usualmente llamados «ingleses»; la mayoría de los británicos o «ingleses» eran irlandeses (los cuales por su aporte numérico y por la posterior independencia de la mayor parte de Irlanda merecen un párrafo aparte), seguidos numéricamente de escoceses y (en especial en Chubut a partir de 1865) de galeses; los ingleses propiamente dichos parecen haber sido una minoría que ocupaba los primeros puestos de las empresas de capital británico (por ejemplo en los ferrocarriles), un número exiguo aunque influyente culturalmente ha sido el de misioneros ingleses principalmente metodistas (como el citado W.C.Morris) y anglicanos, los anglicanos en efecto han operado con sus «misiones» durante el siglo XX principalmente en la región chaqueña motivo por el cual aún hoy ciertas comunidades de pueblos originarios en esa zona utilizan en ciertas ocasiones el idioma inglés. Argentina es el segundo país de América Latina con más descendientes de británicos después de Chile.[65]

Búlgaros

La inmigración búlgara en Argentina comenzó de manera intensiva en la década de 1920 y tuvo un segundo período de auge entre 1937 y 1938. Llegaron sobre todo campesinos de las regiones septentrionales de Bulgaria. La mayoría de ellos se establecieron en la provincia del Chaco[66] (Saénz Peña y Las Breñas) y en las ciudades de Berisso (Buenos Aires) y Comodoro Rivadavia (Chubut).

Checos

Artículo principal: Inmigración checa en Argentina

Los checos también formaron parte de la Gran inmigración de principios del siglo XX. La mayor parte de los descendientes de checos en el país viven en las provincias de Chaco (notablemente en Roque Saenz Peña), Buenos Aires (La Plata, Ensenada y Berisso) y Mendoza.[67]

Croatas

Se distinguen tres corrientes migratorias del pueblo croata hacia la Argentina. El primer período abarca desde 1870 hasta 1914. En estos años los croatas emigraban principalmente de la costa dálmata, preponderantemente desde la franja que componen Split - Boka Kotorska —en el sur de Dalmacia— y sus respectivas islas —en especial Brač y Hvar—. Su principal motivación en el momento de emigrar fue económica. Se distribuyeron en la ciudad de Buenos Aires, sobre todo en La Boca y Avellaneda y en las zonas agropecuarias de la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Chaco, Formosa y también una importante cantidad en la Patagonia y Cuyo.

El segundo período corre de 1918 a 1935. Luego de la Primera Guerra Mundial, la pobreza empujó nuevamente a los croatas a emigrar. Dalmacia siguió siendo la región con más emigrantes, aunque se le sumaron importantes contingentes de Istria y Herzegovina. Esta migración se distribuyó geográficamente por todo el país, tanto en las zonas agropecuarias como en los grandes centros urbanos.

La tercera corriente fue el resultado del fin de la Segunda Guerra Mundial. Emigrados políticos contrarios al régimen de Tito y la supremacía serbia fueron llegando hasta mediados de los años 60. De todas las regiones croatas y de todas las clases sociales, se afincaron principalmente en los grandes centros urbanos, siendo escaso el establecimiento en zonas rurales.[68]

Daneses

Se calcula que entre 1857 y 1930, arribaron a la Argentina, unos 18 mil daneses.[69] Se establecieron principalmente en la ciudad de Buenos Aires y en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, en los partidos de Tres Arroyos, San Cayetano y Necochea. Muchos de ellos mantienen sus tradiciones en el campo, en pequeñas localidades rurales como Reta y Claromecó, también se estableció a principios de s. XX una pequeña comunidad danesa en Misiones.[70] En cuanto a la religión, muchos de los descendientes de los primeros daneses aún hoy acuden a templos dinamarqueses como los que existen en Tandil, Necochea, Tres Arroyos y el barrio porteño de San Telmo (en la calle Carlos Calvo).[71]

Eslovenos

Estadio del Club Atlético Boca Juniors, uno de cuyos arquitectos, Viktor Sulčič, fue eslovenoargentino. Fue también uno de los arquitectos del Mercado de Abasto

De acuerdo con Jernej Zupančič de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes, el número de eslovenos y sus descendientes en Argentina asciende a 30 000[72] . Se asentaron sobre todo en Entre Ríos, Vicente López y San Martín (en la provincia de Buenos Aires), la ciudad de Buenos Aires y la ciudad de Córdoba.

Finlandeses

La mayoría de los inmigrantes finlandeses llegaron a partir de 1906 y, previo paso por Buenos Aires, se establecieron sobre todo en la ciudad misionera de Oberá, dónde los descendientes aún conservan algunas de sus tradiciones.[73]

Franceses

Clément Cabanettes, uno de los fundadores de la colonia agrícola francesa de Pigüé.

Menos importante en cuanto a su volumen frente a la inmigración española o italiana, la inmigración francesa constituyó, sin embargo, un aporte fundamental por el papel económico desempeñado. Los franceses que arribaron al país se distinguían en relación a otras corrientes migratorias por disponer a menudo de calificación profesional, cierto grado de instrucción y a veces capital. No sorprende entonces hallarlos entre los propulsores de iniciativas que contribuyeron enormemente con el proceso de modernización de la Argentina.

En el período de mayor inmigración —entre 1857 y 1920— llegaron 220.000 franceses a la Argentina, de los cuales retornaron 120.000. La mayor cantidad de arribos se verificaron en el segundo quinquenio de la década de 1880. Para entonces los franceses constituían el 10% del total de inmigrantes, el tercer contingente detrás de italianos y españoles. En 1901 había 94 mil franceses en el país, cantidad sólo superada mundialmente por los 104 mil que habían emigrado a los Estados Unidos. En 1912, sobre 138 mil franceses en América del Sur,100 mil se encontraban en la Argentina.[74]

Las razones que explican este fenómeno son las mismas que se aplican a otros contingentes migratorios europeos que también afrontaron el duro desafío de mejorar sus destinos lejos de su tierra natal. La deliberada política migratoria del país, los comparativamente mejores salarios ofrecidos en un país poco poblado como la Argentina y ciertas posibilidades de acceso a la tierra hacían del Río de la Plata un destino particularmente atractivo para muchos franceses.

Generalmente salían por Burdeos (en el oeste de Occitania) hacia el puerto de Buenos Aires y provenían mayoritariamente de las ciudades cercanas a París y sobre todo de las regiones rurales del sudoeste: el País Vasco, el Béarn, el Aveyron y el Rouergue.

Los inmigrantes franceses tendieron a instalarse en barrios de la ciudad de Buenos Aires como el Socorro, cerca de la plaza San Martín, el puerto y las estaciones, donde existían cafés, hoteles y restaurantes que los empleaban como cocineros y mucamos. En los prostíbulos creció la fama de las mujeres francesas, mientras que otras se empleaban de vendedoras, modistas o institutrices en familias de clase alta. Las planchadoras francesas eran muy requeridas, en especial en la zona cercana a los teatros.[75] Fuera de la ciudad de Buenos Aires los franceses se diseminaron por diversas zonas, particularmente Tandil y Pigüé en la provincia de Buenos Aires, Esperanza y Rosario en la provincia de Santa Fe, San Rafael en el sur de Mendoza, zonas de la provincia de Tucumán (Villa Nougués da ejemplo de ello) y el entonces territorio del Chaco (actual provincia de Chaco), otra zona que ha recibido una relativamente importante inmigración francesa y suizofrancesa ha sido el este de la provincia de Entre Ríos por ejemplo la ciudad de Concordia.

Los inmigrantes franceses aportaron características destacadas a la cultura argentina, especialmente en la reiniciación de la producción de yerba mate, la producción de vino, azúcar (Hileret).[76] Liniers, uno de los grandes héroes de la historia argentina, era francés. Tres presidentes argentinos fueron hijos de franceses (Pueyrredón, Pellegrini —con orígenes saboyardos— e Yrigoyen — con orígenes vascofranceses—).[76] También fueron importantes instituciones solidarias de la comunidad francesa, como el Hospital Francés, aún en actividad, y el grupo socialista Les Egaux, uno de los fundadores del movimiento obrero argentino. Inmigrantes franceses como Amadeo Jacques y Paul Groussac tuvieron un impacto directo sobre la educación y la cultura argentinas. Algunas ciudades argentinas, como la citada Pigüé, fueron originadas por colonias de inmigrantes franceses, y generaron una cultura local argentino-francesa.

Gitanos (Rom)

Los primeros miembros del pueblo Rom (gitanos) comenzaron a inmigrar a la Argentina hace más de 100 años. Se estima que viven alrededor de 300.000 integrantes que pertenecen a los siguientes grupos: Kalderash griegos, rumanos, ucranianos, búlgaros, moldavos y rusos, algunas familias Lovari y algunos Xoraxane Roma, Calé argentinos, españoles y los Boyash.[77]

En general como modo de preservar su cultura, los Rom tienen un alto rechazo al sistema educativo formal, aunque esto ha ido cambiando en los últimos tiempos.

Se dedican mayoritariamente a la reparación de la maquinaria hidráulica, metalurgia industrial, compra y venta de automóviles y maquinaria agrícola, venta minorista, etc., con muy buenos resultados económicos.

La mayoría de los Rom es de religión evangélica.

La relación con los vecinos es buena, pero existe cierta clase de discriminación oculta contra los Rom y los judíos y menos en contra de los descendientes de árabes en una creciente minoría del pueblo argentino, la cual puede ser vista al tratar un negocio o en algunos lugares públicos, a pesar de la ley anti-discriminatoria existente, sin embargo, esta siempre es oculta, --la casa se vendió--, no hay lugar en el restaurante, discúlpeme, y raramente un insulto son las expresiones discriminatorias comunes.[77]

Las crisis económicas de los últimos años han producido una importante migración de Rom hacia otros países, principalmente Estados Unidos, España y Francia.

Húngaros

La mayor parte de los inmigrantes húngaros llegaron entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Se establecieron sobre todo en la zona sur del Gran Buenos Aires así como en Bariloche, Rosario y la provincia del Chaco.[78]

Irlandeses

Las razones que llevaron a los irlandeses a emigrar de su patria hacia otros países se debió a que fueron por siglos empujados por la opresión inglesa, por la gran hambruna –consecuencia de la peste de la papa, que entre 1845 y 1850 diezmó a la población y la lucha por mantener su religión (Catolicismo Romano) y sus costumbres.

Emigraron a la Argentina en el siglo XIX en especial entre 1830 y 1875. En 1889 arribó el SS City of Dresden, con alrededor de 2000 pasajeros irlandeses, quienes se asentaron al sur de la ciudad de Bahía Blanca. En este período llegaron en total unos 10 mil irlandeses y hoy sus descendientes suman unas 500.000 personas.[79] La inmigración irlandesa fue una gran colonizadora del campo de la provincia de Buenos Aires principalmente, para extenderse después a Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. En el mes de marzo se preserva un legado cultural que se remonta a los celtas, más precisamente al festejo del día de su patrono, San Patricio. Aunque no se rinde culto al santo, el objetivo principal de estas celebraciones es el encuentro social en pubs irlandeses porteños. Del mismo modo, un nutrido grupo de familias descendientes de irlandeses de Bahía Blanca se reúnen en forma semanal para ofrecer a los vecinos de la ciudad la posibilidad de tomar un tradicional té con otras especialidades de la mesa irlandesa.[80] Argentina es el quinto país del mundo (después de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia) con más descendientes de irlandeses.[81]

Lituanos

Llegaron mayoritariamente después de la Primera Guerra Mundial. Se estima que entre 1925 y 1930, arribaron unos 35.000 lituanos.Se radicaron sobre todo en el sur del Gran Buenos Aires (Avellaneda, Lanús), Berisso y Rosario.

Macedonios

Bandera de los macedoargentinos

Muchos macedionios de Argentina son descendientes de los pečalbari (trabajadores estacionales), quienes llegaron a la Argentina en los principios del siglo XX. Muchos de ellos decidieron permanecer en Argentina asentándose en colonias macedonias en las Pampas y otras regiones. La mayoría de ellos se encuentran en la ciudad de Buenos Aires, las Pampas y Córdoba. Se estima que viven en la Argentina cerca de 30 000 macedoargentinos.[82]

Montenegrinos

Los montenegrinos constituyen una minoría étnica en Argentina. Durante los comienzos del siglo XX los primeros monenegrinos desde el entonces Reino de Montenegro comenzaron a emigrar al país, actualmente existen cerca de 50 000 desdencientes de montenegrinos en la Argentina. Luego de los polacos (450 000), los croatas (440 000), los ucranianos (300 000) y los rusos (250 000) y antes que los búlgaros (40 000), los eslovenos (30 000) y los macedonios (30 000), son una de las comunidades eslavas más numerosas de Argentina. La mayoría de ellos se localiza en la provincia de Chaco, mientras que otros viven en la ciudad de Buenos Aires, Tandil, Venado Tuerto y General Madariaga, un pueblo de cerca de 5 000 habitantes limítrofe con el partido costero de Pinamar.

A su vez descendientes de montenegrinos establecieron la Colonia la Montenegrina, la mayor colonia montenegrina en América del Sur. El partido de General Madariaga es un sitio especialmente importante para los montenegrinos de Argentina dado que muchos de ellos han logrado un remarcable desarrollo allí a través de la actividad ganadera. Asimismo, la organización montenegrinoargentina Sociedad Yugoslava Njegoš (previamente llamada Sociedad Montegrina y Sociedad Montegrinoyugoslava para Ayuda Mutual antes de la Segunda Guerra Mundial) provee ayuda mutual dentro del pueblo.

Neerlandeses

La primera inmigración organizada desde los Países Bajos ocurre desde 1889, cuando llegaron inmigrantes agricultores y ganaderos procedentes de la zona de Frisia (muchos de los imigrantes erróneamente llamados "holandeses" hablaban el frysk o frisón, o si no; el dialecto neerlandés septentrional bastante diferente entonces del holandés. Una segunda inmigración tuvo lugar hacia 1924. La última mucho más pequeña, llegó a principios de los años 1950. La mayoría de estos neerlandeses-frisones se estableció inicialmente en el sur de la provincia de Buenos Aires, especialmente en la zona de Tres Arroyos, Quequén, Necochea, grupos mucho menores se establecieron en Mar del Plata, Bahía Blanca y Comodoro Rivadavia, en esta última zona se encontraron con una población que también poseía linajes neerlandeses: los bóers inmigrados al sur del territorio de la actual provincia de Chubut y norte de la Santa Cruz tras la conclusión de la llamada Guerra de los bóers (afrikaans) a inicios de siglo XX. En total, los neerlandeses provenientes directamente del estado de los Países Bajos, hasta mediados de siglo XX, no superaron las 20.000 personas.

Polacos

Los polacos repoblaron Misiones e impulsaron la producción de yerba mate.

No es fácil determinar la cantidad de polacos que inmigraron a la Argentina. Hasta 1919 los mismos eran registrados como rusos, alemanes o austríacos. Con posterioridad a esa fecha, los polacos ocuparon el cuarto lugar entre las colectividades inmigrantes hasta 1945. Los inmigrantes polacos estuvieron divididos en tres grandes grupos: los polacos cristianos católicos (25%), los rutenos cristianos ortodoxos (45-50%) y los polacos judíos (25-30%). En 2004, la embajada de Polonia en Argentina consideraba que la comunidad polaca era la tercera entre las colectividades de descendientes de inmigrantes, detrás de la italiana y la española, estimándola en unas 500.000 personas,[83] resultando así la sexta congregación de polacos fuera de Polonia.[84]

Los primeros polacos en arribar a territorio argentino eran soldados de Napoleón que lucharían luego por la independencia del país.[85] Durante el siglo XIX fueron contratados polacos por el gobierno argentino para realizar tareas de cartografía o para que se dedicaran a la enseñanza, la medicina, etnografía y geología.

La inmigración polaca organizada comenzó en 1897 y tuvo una influencia decisiva en el poblamiento de Misiones. Ese año inmigraron 14 familias polacas y ucranianas procedentes de la región de Galitzia. Arribaron al puerto de Buenos Aires y fueron enviados a Apóstoles (Misiones), una ex misión jesuítica abandonada desde 1770, donde se instalaron. Se trataba del primer proyecto de colonización agrícola efectivo, en tierra misionera, desde la expulsión de los jesuitas en tiempos de la colonia. En la zona es común referirse a los habitantes de Apóstoles, como "apostolacos". Con posterioridad llegaron grupos de colonos para radicarse en otras localidades de la zona: San José, Azara, Cerro Corá, Bonpland, Yerbal Viejo (hoy Oberá), Gobernador Roca, Colonia Lanusse y más tarde llegarán a fundar Colonia Wanda.

A principios del siglo XX, debido al descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia (provincia de Santa Cruz) un grupo de polacos se instaló en la Patagonia para dedicarse a esa industria.

También desde comienzos del siglo XX, se estableció una importante comunidad polaca en Berisso, Gran Buenos Aires, centro de la industria de la carne en la Argentina. Allí, en 1913, se fundó la Sociedad Polaca de Berisso, que constituye hasta el presente un importante centro de la comunidad polaca.

Entre las dos guerras mundiales (1918-1939) inmigraron grandes cantidades de polacos, mayoritariamente campesinos, que se dispersaron por todo el país. En este período se fundaron varias asociaciones de polacos en ciudades del conurbano industrial de Buenos Aires, como Llavallol, San Justo, Valentín Alsina, San Martín, Quilmes, etc. En 1940 se creó la Unión de los Polacos en Argentina con sede en Buenos Aires.

Entre 1946 y 1950 se produjo una importante ola inmigratoria de polacos refugiados de guerra entre los que se encontraban 16.020 ex soldados polacos.[86] Fue el último gran grupo polaco en inmigrar a la Argentina.

Durante su segunda visita a la Argentina, el Papa Juan Pablo II tuvo un encuentro con los polacos en el Luna Park, el día 10 de abril de 1987.

Rusos

Iglesia Ortodoxa de la Santísima Trinidad en el barrio de San Telmo, Buenos Aires. A su vez, su arquitecto, Alejandro Christophersen era de nacionalidad noruega

Existen cerca de 250 000 personas de ascendencia rusa en Argentina. La mayor parte residen en la ciudad de Buenos Aires y en su área metropolitana, el Gran Buenos Aires. La mayoría de los inmigrantes rusos llegaron entre 1880 y 1921. Una pequeña ola llegó al país en la década de 1990.

Las relaciones entre los dos países fueron establecidas desde el 22 de octubre de 1885. La Iglesia Ortodoxa de la Santísima Trinidad, construida en 1903, fue provista de cincuenta cajones con piezas artísticas y religiosas de gran valor por los entonces zares de Rusia Nicolás II y Alejandra Románova.[87] Ambos países tienen una embajada en la capital opuesta.

Ucranianos

Parte de la Colectividad Ucraniana en la Fiesta Nacional del Inmigrante de Oberá, Misiones

De todas las nacionalidades que forman la inmigración europea hacia la Argentina, la ucraniana es quizás la única que no figura en el Registro Nacional de Inmigración. Es que en vísperas de la segunda mitad del siglo XIX, Ucrania había perdido su independencia, y la recuperó recién en la última década del siglo XX; por lo tanto, los ucranianos que emigraban en esa época de su país lo hacían provistos de pasaportes austro-húngaros, rusos o polacos, y su nacionalidad fue confundida con la ciudadanía que figuraba en los pasaportes.

La inmigración regular de ucranianos a la Argentina comienza en el siglo XIX, siendo Apóstoles, en la provincia de Misiones, el primer asentamiento ucraniano en el país, en 1897. La mayor parte de ellos provenía de las regiones sudoccidentales de Ucrania. Posteriormente, nuevas grupos de inmigrantes se radicaron en la Ciudad de Buenos Aires, en la Provincia de Buenos Aires básicamente en la ciudad de Berisso, en la Provincia de Misiones (Oberá, Aristóbulo del Valle, 2 de mayo) y luego en el resto del país, principalmente en las provincias de Chaco, Corrientes, Formosa, Mendoza y Río Negro.

La cantidad de inmigrantes y sus descendientes residentes en la Argentina se estima en 300.000 habitantes aproximadamente.[88] Es el séptimo país del mundo con más descendientes de ucranianos.[89]

Suecos

Los asentamientos suecos en Argentina tuvieron lugar principalmente entre mediados y fines del siglo XIX. Muchos suecos emigraban a la Argentina por motivos económicos y para comenzar una nueva vida. Los suecos también ayudaron en la construcción, en particular ayudando a construir las vías de los ferrocarriles argentinos a mediados del siglo XIX.

Los primeros suecos que arribaron a la Argentina fueron registrados como convertidos al catolicismo por la Compañía de Jesús presente en Córdoba en 1763. Muchos de los suecos que habían llegado durante la primera mitad del siglo XIX lucharon en la Guerra Civil entre Federales y Unitarios de ambos lados.

América

Bolivianos

Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta, fue un potosino migrante a Buenos Aires

El censo 2001 registró 233.464 bolivianos radicados en Argentina, en partes iguales para mujeres y varones. La Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia considera que más de dos millones de ciudadanos viven en diferentes países extranjeros.[90] De ellos “la migración hacia la Argentina representa el 73%”.[91] "Hoy en día se calcula que hay entre 650 mil y 700 mil bolivianos viviendo en Argentina",[92] el 1,7% de la población total argentina. Es por eso que actualmente los bolivianos son la comunidad de extranjeros más importante y numerosa de Argentina.

A principios del siglo XX la inmigración boliviana se dirigía al norte argentino para trabajar en las temporadas del azúcar y el tabaco. A partir de los años ’50 se constituyó en una parte importante del mercado de trabajo relacionado con los cultivos de tomate, pimientos, y bananos, entre otros, en el norte argentino. Durante las años 60 y años 70 se hicieron presentes en la vendimia y otros cultivos del oeste del país y comenzaron a mantener una presencia permanente en la ciudad de Buenos Aires destacándose en el trabajo hortícola. Desde entonces se encuentran presentes en todo el país.[93]

La mayoría de los bolivianos viven en el Gran Buenos Aires, principalmente en los partidos de La Matanza, Morón y Tres de febrero. También hay una comunidad muy importante en la Ciudad de Buenos Aires y en las provincias de Salta,Tucumán Jujuy[94] En las provincias de Río Negro y Neuquén hay 50.000 bolivianos.[95]

Chilenos

Según el censo del 2010, habían 211.147 chilenos radicados en Argentina; constituyéndose en la mayor comunidad chilena fuera de su país.[96]

La concentración de inmigrantes chilenos es muy alta en las provincias argentinas fronterizas con Chile, sobre todo en la Patagonia; donde vive el 53%, superando el 5% del total de la población de cada provincia, y en las de Cuyo, donde vive el 12%. El 18% restante vive en Buenos Aires.[97]

La inmigración chilena está relacionada con la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), lapso durante el cual se alcanza el pico de emigrantes hacia la Argentina.[97] Desde entonces se ha registrado un importante retorno, con el efecto de la emigración hacia Chile de una gran cantidad de niños argentinos, hijos de los chilenos que están retornando.[98]

El ex presidente Néstor Kirchner es hijo de una inmigrante chilena de ascendencia croata.[99] Patricio Contreras es un conocido actor chileno de cine y televisión radicado en Argentina.

Paraguayos

Espectáculo en el Deportivo Paraguayo en Buenos Aires.

La inmigración de paraguayos es la segunda histórica en cantidad, detrás de los bolivianos. El Censo 2001 registró 325.000 paraguayos viviendo en la Argentina; de ellos el 57% son mujeres. Sin embargo, según informaciones del Cónsul de Paraguay, teniendo en cuenta la proporción de paraguayos en situación documentaria irregular, la cantidad total podría encontrarse cerca de 600 mil paraguayos en la Argentina, y entre tres un millón y medio y dos millones de descendientes de paraguayos.[100]

Los motivos principales de la inmigración paraguaya fueron la desigualdad social, empezando por la ausencia de una distribución equitativa de las tierras y de los productos, la falta de trabajo, los profundos trastornos financieros y el temor a las represiones políticas. Existen otras causas menores.

Durante los primeros años, los paraguayos se instalaron en las provincias de Formosa, Misiones, Corrientes, Chaco y Entre Ríos.

El mayor porcentaje de emigración a la Argentina se produjo entre 1947 —en esa fecha estalló la guerra civil que duró 4 meses y que provocó el éxodo de miles de paraguayos— y 1960. Hasta la década del 50 la principal emigración de paraguayos no era definitiva o permanente. Es recién a partir de la década del 60 cuando este flujo tiende a fijar residencia en el país de destino, en esa década un 23,7% del total de paraguayos viviendo en ese país decidieron adoptar la nacionalidad argentina.

El 60% se ha radicado en Buenos Aires, entre un 25-30% en la zona de frontera, y un 5-10% en el resto del país. La mayor concentración se encuentra en el Gran Buenos Aires, particularmente en el Partido de La Matanza, donde viven unos 100.000 paraguayos. Otros partidos del conurbano bonaerense en el se encuentran concentraciones importantes son Florencio Varela, Berazategui, La Plata, Tigre, Gral. San Martín y San Fernando.

En la Ciudad de Buenos Aires viven entre 30 y 40 mil paraguayos, pero no están concentrados en ninguna zona particular.

La comunidad paraguaya en la Argentina ha creado gran cantidad de instituciones. Muchas de ellas se organizan por el lugar de procedencia. Algunos centros de gran tradición son el "Hogar Paraguayo de Berazategui" y "La Casa Paraguaya". Otras entidades paraguayas en la Argentina son el Equipo Pastoral Paraguayo, la Asociación de Excombatientes de la Guerra del Chaco, la Asociación de Jubilados, Pensionados Residentes Paraguayos en la Rep. Argentina, la Asociación Paraguaya de Mujeres, etc. Más recientemente se ha creado la Federación de Entidades Paraguayas en la República Argentina (FEPARA).

Los inmigrantes que vinieron de Paraguay han llevado a Buenos Aires el idioma guaraní, y las costumbres, gustos y tradiciones paraguayas, las cuales casi en su totalidad son idénticas a las del centro-norte del Litoral argentino, debido a que ésta región y Paraguay comparten un "antepasado cultural" común, al "avá" más conocido como guaraní.

La comunidad paraguaya ha organizados gran cantidad de radios FM locales, publicaciones gráficas como la revista "Ñeengatú", un periódico llamado "Paraguay nuestro país", dos programas de TV por cable, llamados "Viva Paraguay" y "Pájaro Campana".

La comunidad paraguaya en la Argentina ha organizado un club, el Deportivo Paraguayo, asociado a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), y participante del Campeonato Argentino de Fútbol en las divisiones menores del ascenso.

Ocupaciones

Los varones se desempeñan principalmente como obreros en la industria de la construcción y del cuero y calzados, y secundariamente en los sectores metalúrgico y plásticos. Más recientemente ha comenzado a crecer un importante grupo de comerciantes y pequeños empresarios de la construcción.

Resultados censales
Población paraguaya residente en Argentina
Año Número  % sobre población total  % sobre población extranjera
1869 3.288 0,2 1,6
1895 14.562 0,4 1,5
1914 38.592 0,4 1,2
1947 97.248 0,6 3,8
1960 135.269 0,8 6,0
2001 325.046 0,9 21,2
Población paraguaya en Argentina según lugar de residencia
Lugar de residencia 1914 1947 1960
Gran Buenos Aires 11,2% 13,3% 29,6%
Formosa y Misiones 46,2% 62,4% 54,8%
Otras provincias 42,7% 24,3% 15,6%
  • Anexo:Entidades fundadas por la colectividad paraguaya en Argentina

Peruanos

La inmigración peruana a la Argentina como corriente importante recién comenzó a producirse a partir de 1980. El censo 2001 registró 88.260 peruanos que significa el 5,76% de los extranjeros, convirtiéndola en la séptima comunidad (bolivianos, paraguayos, chilenos, italianos, españoles, uruguayos, peruanos). En 2003 la Cancillería del Perú estimaba aproximadamente en 140.000 la cantidad de peruanos viviendo en la Argentina.[101]

Residen principalmente en la ciudad de Buenos Aires, particularmente en los barrios de Balvanera y San Telmo. También suman gran cantidad en la capital bonaerense, La Plata, y en Mendoza.

La comunidad peruana ha creado numerosas organizaciones de migrantes como la Asociación de Damas Peruanas, las Asociaciones de Médicos Peruanos, la Asociación de Estudiantes y Residentes Peruanos, el Centro Cultural Peruano de Rosario, el Frente Juvenil Peruano, la Fundación para la Integración Latinoamericana, la Hermandad del Señor de los Milagros.

Asimismo existen varios periódicos ligados con la comunidad como "El Peruano", la "Gaceta del Perú" y el "El Sol del Perú", todos en Buenos Aires.

Aunque hoy en día no se tienen datos certeros, se estima que la cantidad de peruanos radicados en Argentina llegaría a los 350 mil personas.

Uruguayos

El escritor Horacio Quiroga, inmigrante uruguayo, hijo de un vice cónsul argentino

La inmigración uruguaya a la Argentina se remonta a los orígenes mismos como país independiente. Miles de artistas y deportistas uruguayos migrantes se han vuelto famosos en la Argentina, entre ellos figuras de gran reconocimiento popular como Horacio Quiroga, Enzo Francescoli, Horacio Ferrer, Luis Cubilla, Irineo Leguisamo, Julio Sosa, China Zorrilla, Natalia Oreiro, Víctor Hugo Morales, Osvaldo Laport, Ricardo Espalter, Henny Trailes, William Adolfo Torena de León, entre muchos otros.

Entre 1960 y 1980, debido a razones políticas y económicas, inmigraron a Argentina 118.000 uruguayos, casi el 4% de la población total del Uruguay[102]

Otros orígenes latinoamericanos

La inmigración de países limítrofes siempre ha existido a niveles relativamente similares: según el INDEC, desde 1869 hasta hoy configuró entre un 2% y un 2,9% de la población del país.

La comunidad de Brasil está cercana a 100.000 individuos y los provenientes de Colombia a los 40.000, la gran mayoría en la ciudad de Buenos Aires. Finalmente, según el censo de 2001, una cantidad aproximada de 30.000 inmigrantes proceden de otros países latinoamericanos, principalmente Ecuador, República Dominicana, Cuba, Venezuela y México.

Actualmente se estima que ese número ronda los 100.000.

Asia

Sirios y Libaneses

Señalan algunos documentos que la inmigración de sirios y libaneses comenzó a partir de 1860, continuando con mayor intensidad debido a problemas que atravesaban esos países, quienes se encontraban bajo dominio Otomano al principio y luego bajo dominio Francés. Se repite una historia oficial que deja de lado estudios sobre los primeros árabes llegados a nuestro continente, infiltrados en las embarcaciones de los conquistadores tras el ocaso de la civilización de Al-Alándalus, de la España musulmana.

La mayor ola inmigratoria se produjo a principios del siglo XX a causa de la Primera Guerra Mundial, siguió luego con la Segunda Guerra Mundial, que trajeron a esos países inconvenientes en su aspecto económico y social, además de problemas políticos y culturales, los que colaboraron a una mayor inmigración.

La corriente inmigratoria procedente del ex Imperio otomano la formaban árabes libaneses (gran parte de ellos cristianos maronitas) y sirios, cristianos y musulmanes. Los primeros inmigrantes eran jóvenes campesinos, jornaleros, agricultores y braceros, cristianos y musulmanes que fueron motivados por las noticias que le llegaban de América y además por las ofertas de trabajo que las empresas ferroviarias inglesas y francesas estaban haciendo en sus respectivos países, para realizar labores de jornaleros en el tendido de vías ferroviarias en distintos lugares de Buenos Aires y el interior del país. Llegaban con documentación turca primero, siendo recibidos en el puerto de Buenos Aires por el Consulado Turco, único en aquella época (es por ello, la errónea denominación de turcos a los descendientes de árabes).

Todos ellos se radicaron a lo largo y ancho del país, aunque optaron preferentemente, además de Buenos Aires y Córdoba, por el Noroeste,Noreste argentino y Cuyo, y parte de la Patagonia.

Las seis provincias del Noroeste argentino: Tucumán, Santiago del Estero, Salta, La Rioja, Catamarca y Jujuy atrajeron al mayor número de árabes. Hasta la llegada de los árabes, estas provincias no habían conocido grandes contingentes migratorios, en comparación con los de Buenos Aires.

Los sirios y libaneses se vincularon en instituciones comunes, motivando a que se les conociese erróneamente como sirio-libaneses. Fueron o son expresión de ello el Banco Sirio Libanés del Río de la Plata (luego transformando en el Banco Crédito Rural Argentino), el Hospital Sirio Libanés de Buenos Aires, el ya desaparecido Diario Sirio Libanés, que se publicaba en árabe, la Árabe Argentina Islámica, la Fundación Los Cedros, la Asociación de Damas Libanesas, la Asociación de San Marón, la Asociación de Damas de San Jorge, la Asociación Akarense, la Cámara de Comercio Argentino – Libanesa, el Club Libanés de Buenos Aires, la Misión Maronita Libanesa entre otras.[103]

Actualmente se estima en más de un millón y medio los ciudadanos de ascendencia libanesa. El ex presidente Carlos Menem es hijo de inmigrantes sirios.

La afluencia de la población árabe tuvo tal dimensión que actualmente un diez por ciento de la población del país es de origen árabe.[104]

  • Anexo:Entidades fundadas por la colectividad árabe en Argentina

Armenios

Hubo también inmigración de origen armenio, gran cantidad de cuyos naturales fueron acogidos por el Líbano tras la persecución turca.

La colectividad armenia en la Argentina está integrada por unos 100-120 mil descendientes de armenios. Cuenta con siete escuelas armenias, iglesias católicas y evangélicas armenias, dos diarios, varios clubes sociales y deportivos, grupos culturales y de danzas folclóricas, etc.[105]

Asiáticos del Extremo Oriente

Judíos

El Anuario Judío-Americano 2005 establece una población de 185.000 judíos en Argentina, la séptima comunidad judía del mundo, precedida por Estados Unidos (5,28M), Israel (5,23M), Francia (0,49M), Canadá (0,37M), Reino Unido (0,29M) y Rusia (0,23M).[106] Como porcentaje sobre la población, implica un 0,49%, la sexta comunidad, superada solo por Estados Unidos (1,8%), Canadá (1,17%), Francia (0,82%), Uruguay (0,57), Reino Unido (0,50%).[107] Por su parte el Congreso Judío Latinoamericano estima la comunidad judía en Argentina en 230.000 personas.[108]

El 80% reside en la Ciudad de Buenos Aires, principalmente en los barrios de Once, Flores, Villa Crespo y en la Provincia de Buenos Aires. La segunda comunidad en importancia reside en la ciudad de Rosario estimada en 20.000 personas, en tanto que en Córdoba viven unos 9.000 judíos. También existen comunidades judías considerables en las ciudades de Santa Fe, Corrientes, La Plata, Bahía Blanca, Mendoza y Mar del Plata estimadas en 4.000 personas en cada una.[109] Finalmente existen varias colonias rurales judías, conocidas culturalmente bajo el nombre de los gauchos judíos a raíz de un libro con ese título de Alberto Gerchunoff.

Cerca del 85% del total es Ashkenazí, provenientes de Europa Central y Oriental, en tanto que un 15% es Sefardí, provenientes de Siria, Turquía y África del norte.

Una importante cantidad de argentinos judíos han emigrado hacia Israel, constituyendo a la comunidad judeo-argentina en el grupo de origen latinoamericano más importante de la población israelí.[110]

Historia

Artículo principal: Historia de los judíos en Argentina

Si bien no se poseen datos fehacientes sobre los años de arribo, se puede señalar que entre 1846 y fines del siglo XIX, ocurrió la gran inmigración judía. En la década de 1890, llegaron a Argentina más de 30.000 judíos.

En 1846 una corriente de judíos llega al país desde Alemania, cuyo número se desconoce. Antes de 1855, los judíos emigraron de Europa Occidental y se asentaron en Buenos Aires. En el año 1853, comienza la existencia del judaísmo argentino como comunidad.

Entre 1881 y 1889 llegan de Rusia y Rumania miles de inmigrantes y a finales de 1885, un total de 120 judíos emigran a Argentina, de los cuales 96 permanecen en el país. En el mismo año se establecen relaciones diplomáticas entre Rusia y Argentina, las que traen como consecuencia que en 1886,918 rusos emigren, que en 1887 sean 955 los inmigrantes a esta región y que en 1888 sean 512 los nuevos pobladores argentinos. En los tres años un total de 2.385 judíos llegaron al país, a bordo del barco Weser, a causa de la intensificación de las amenazas de expulsión de los judíos de las zonas rusas, y de los cuales se sabe 2.260 permanecieron en el país.

En 1889 llegan de Alemania unos 1.200 inmigrantes, una vez más a bordo del barco Weser y Bremer. Pero en 1889 se produce un giro decisivo para la inmigración, ya que se producen cambios en el gobierno y en la política de inmigración y colonización. Un año más tarde, en 1890, llegaron a Argentina unos 20.121 judíos.

A finales de 1890 Argentina lanza su plan de inmigración, el cual consiste en pagar los pasajes, lo que trae como consecuencia que desde 1891 hasta 1896 unos 10.000 judíos emigren a Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe.

La zona de proveniencia fue principalmente Europa Occidental, sobre todo Alemania y también Rusia, Rumania, etc. Las causas de la emigración se deben principalmente a las políticas opresivas (el zarismo del Imperio Ruso) o situaciones de crisis que ponían en riesgo la base económica de las familias judías. La discriminación (antisemitismo) que recibieron los judíos en Europa durante el período de entreguerras (Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial), especialmente por el nazismo, fue el motor para que embarcaran hacia los Estados Unidos y América del Sur.

Los inmigrantes judíos al llegar a Argentina, trabajaron como agrónomos y viñateros en Mendoza, y como ingenieros en Tierra del Fuego, durante los años 1883 a 1886. Otros desempeñaron cargos obreros, estancieros e industriales.

En 1887 y 1888 llegaron a Argentina varios judíos que se dedicaron a la artesanía y a la agricultura. En cada colonia la explotación agrícola se adapta a las condiciones especiales de la zona donde se encuentra, la explotación es mixta, basada sobre la agricultura, la cría de ganado con sus derivados, la aricultura, apicultura, horticultura, etc.

También hay empresarios, técnicos y obreros de la industria textil, química y farmacéutica. Desde 1894 existen en Buenos Aires mueblerías de propiedad judía y aparecieron las primeras roperías judías.

A partir de 1928,[62] y especialmente desde 1938, la Argentina desarrolló una política migratoria marcadamente antisemita, destinada a evitar la inmigración de judíos y a negarles refugio ante las persecuciones que sufrían en Europa desde el advenimiento de Hitler.

En 1937, el cónsul argentino en Gdynia (Polonia), envió varias notas al ministro Carlos Saavedra Lamas, bajo el título "problema semita", que muestran la orientación general antisemita del gobierno argentino. En la carta del 14 de julio de 1937, en vísperas de la invasión nazi, puede leerse:

Soy de opinión que convendría que se opusieran más trabas a la inmigración de esa raza, que parte de Polonia animada del más profundo rencor hacia el cristiano, y dispuesto a cometer los mayores excesos.[111]

En 1938, Poco antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno argentino del presidente Roberto M. Ortiz, a través de una circular secreta firmada por el canciller radical José María Cantilo, se ordenó "a cónsules argentinos en Europa negar visados a 'indeseables o expulsados', en alusión a ciudadanos judíos de ese continente".[61]

El periodista argentino Uki Goñi sostiene en su libro "La auténtica Odessa" (2002) que ”probablemente ningún país tomó medidas tan extraordinarias para cancelar sus permisos de entrada a los judíos como Argentina”.[61]

Pese a las restricciones, Argentina fue el país latinoamericano que incorporó más refugiados judíos entre 1933 y 1945. Desde 1928 el país recibió alrededor de 45.000 judíos europeos, de los cuales probablemente la mitad ingresó de manera ilegal.[61]

En 2001 la cancillería argentina colocó una placa en la sede del ministerio en honor a doce diplomáticos argentinos que, a pesar de las prohibiciones contribuyeron a dar refugio a judíos perseguidos. El Centro Simon Wiesenthal y la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, han cuestionado la decisión debido a que al menos uno de esos honrados ignoró la situación de un centenar de judíos argentinos que vivían en Grecia, Holanda y Polonia y que los demás funcionarios solo cumplieron su trabajo consular.[61]

En 1992 y 1994, la embajada de Israel en Argentina y la AMIA (Asociación Mutual Israelí Argentina), fueron objeto de dos ataques terroristas que dejaron 29 muertos en el primer caso y 84 en el segundo. Ninguno de ambos atentados ha sido esclarecido debido al evidente encubrimiento de funcionarios argentinos.[112]

En la Argentina el antisemitismo ha sido un fenómeno endémico y sujeto a procesos complejos y contradictorios. Los gobiernos militares y los sectores militaristas y conservadores, utilizaron el antisemitismo como arma política para desestabilizar gobiernos constitucionales. Pero a su vez, los gobiernos constitucionales y los partidos políticos no han mostrado una clara política activa contra el antisemitismo.[113]

La cultura judía ha realizado aportes considerables a la cultura argentina, en la ciencia, el arte, la música, el humor y los valores. A modo de ejemplo, uno de los 5 premios Nobel con que cuenta el país, César Milstein es judío; la música y los músicos judíos desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo del chamamé, estilo folclórico de la Mesopotamia argentina.[114]

Instituciones

La principal institución judía es la Delegación de las Asociaciones Israelitas de Argentina (DAIA), representativa de toda la comunidad ante las autoridades. También desempeña un papel de primer orden la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), a cargo de las actividades religiosas y culturales de la comunidad, así como de servicios de salud. Las comunidades asentadas en las provincias están coordinadas por el Vaad ha-Kehilot. La sede central del Congreso Judío Latinoamericano se encuentra en Buenos Aires.

Tradicionalmente los askenazis y sefaraditas mantienen sus propias sinagogas e instituciones religiosas por separado.

En Buenos Aires hay 56 sinagogas, casi todas ellas pertenecientes al movimiento conservador, pero también incluye cinco ortodoxas y una reformista. En Buenos Aires existe una gran cantidad de carnicerías, mercados y restaurantes kosher.

La comunidad posee alrededor de 70 instituciones educativas, tanto para la educación preescolar, como primaria y secundaria. También existe en Buenos Aires una rama independiente del instituto de YIVO para la investigación judía y un Museo Judío.

Entre los clubes judíos más conocidos se encuentran Hebraica, Hacoaj y Macabi, en Buenos Aires, y un importante centro comunitario, educativo y deportivo en Córdoba.

Historia institucional

A mediados del siglo XIX los judíos que vivían en la Argentina no superaban los 100. En 1862, ante la proximidad de Peisaj, ese reducido grupo pensó en reunirse en una entidad comunitaria. Diez hombres se reunieron para orar y así nació la Congregación Israelita de Buenos Aires, más adelante llamada Congregación Israelita de la República Argentina. Su primer presidente fue Segismundo Aguerbag. En 1876 el gobierno argentino autorizó el ejercicio del Ministerio del Rabinato Judío., promoviendo el impulso de la inmigración judía desde el imperio ruso. En 1888 ocho familias de agricultores judíos inmigraron y fundaron Moisesville, en la Pcia. de Santa Fe. Luego 50 familias fundaron la desaparecida Colonia de Aronsville. En 1889,824 judíos llegaron en el vapor Weser, desde Bremen. En general provenían de la región de Podolia en Ucrania. Respetaban estrictamente la religión y así como la vestimenta y el uso de barba.[115]

En Londres se formó la Jewish Colonization Association, una empresa colonizadora dirigida por el barón Mauricio Hirsch de Guereuth, con el fin de promover la inmigración judía desde los países en los que sufrían persecuciones. En 1891, el vapor Pampa rentado por el Barón Hirsch trajo 817 inmigrantes judíos desde Ucrania, Polonia, Lituania y Besarabia. Esta inmigración dio origen a las colonias de Carlos Casares y Entre Ríos.[115]

En 1888 se publicó en Buenos Aires el primer periódico escrito con caracteres hebraicos, con el nombre de ``El Fonógrafo Hebraico´´, dirigido por Fabián S. Halevy. El 27 de septiembre de 1897 se colocó la piedra fundamental de la Sinagoga de la Congregación Israelita-Argentina, en Libertad 785, frente a la Plaza Lavalle, ceremonia a la que asistió el Intendente Municipal, Francisco Alcobendas.[115]

Africanos

El Censo 2001 registró 1.883 africanos provenientes principalmente de Cabo Verde viviendo en la Argentina.

Sudafricanos

Colonos bóers en una estancia de Pastos Blancos, Chubut.

Entre 1902 y 1907 Llegaron a la Argentina alrededor de 600 colonos bóers,[116] [117] a su vez descendientes de los colonos holandeses y franceses de Sudáfrica (también llamados afrikáners). Provenían en su mayoría del Transvaal y el Estado Libre de Orange. En gran parte esta migración se debió a las atrocidades sufridas por los afrikáners en manos de las fuerzas británicas, muchos de ellos muertos en campos de concentración, durante la Segunda Guerra Anglo-Bóer. Gran parte de éstos inmigrantes se asentaron en la provincia del Chubut, Patagonia Argentina, principalmente en la localidad de Comodoro Rivadavia y sus alrededores. En la década de 1910 cerca de la mitad de los colonos retornaron a su país natal, dada la creación de la Unión Sudafricana. Entre las famílias que llegaron en aquellos tiempos estuvieron: Baumann, Coulter, du Plessis, Visser, Verwey, Weber, Fillmore, Palmer, Behr, Van Wyk, Viljoen, Vorster, Myburg, Botha, Venter, Kruger, Norval, Louw, Henning, Kock, Coetzee, Viviers, Cook, Blackie, Grimbeck, de Bruyn, van Zyl, van Vuuren, por citar algunas.[118] En el año 2002 se construyó en Comodoro Rivadia un monumento en conmemoración del centenario de la llegada de los colonos sudafricanos a la Argentina.

Cuadros estadísticos

Origen de los inmigrantes en Argentina hasta 1940

Inmigración bruta por nacionalidad (1857-1940)
Nacionalidad Cantidad (en miles) Porcentaje sobre el total
Bandera de Italia Italianos 2.970 44,9%
Bandera de España Españoles 2.080 31,5%
Bandera de Francia Franceses 239 3,6%
Bandera de Polonia Polacos 180 2,7%
Bandera de Rusia Rusos (1)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 177 2,7%
Bandera de Turquía Turcos(2)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 174 2,6%
Bandera de Alemania Alemanes 152 2,3%
Flag of Austria-Hungary 1869-1918.svg Austrohúngaros(3)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 111 1,7%
Bandera del Reino Unido Británicos(4)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 75 1,1%
Bandera de Portugal Portugueses(5)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 65 1,0%
Bandera de RFS de Yugoslavia Yugoslavos(6)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 48 0,7%
Flag of Switzerland.svg Suizos 44 0,7%
Flag of Belgium (civil).svg Belgas 26 0,4%
Bandera de Dinamarca Daneses 18 0,3%
Bandera de los Estados Unidos Estadounidenses 12 0,2%
Bandera de los Países Bajos Neerlandeses 10 0,2%
Bandera de Suecia Suecos 7 0,1%
Otros 223 3,4%
Total(7)La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias. 6.611
Fuente: Dirección Nacional de Migraciones,1970
Nota 1: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.Incluye a ucranianos, alemanes del Volga, bielorusos, polacos, lituanos etc. que por estar entonces sometidos al zarato ruso ingresaron con pasaporte ruso.
Nota 2: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.Cabe aclarar que la distinción entre turcos, palestinos, sirios, libaneses, y árabes sólo se hizo en el ámbito oficial después de 1920. Hasta ese período, todos emigraban con pasaporte turco -lo cual generalizó el uso del calificativo hasta la actualidad- por estar jurídicamente residiendo dentro del Imperio otomano. De hecho, cada uno de ellos se identificaba con su aldea o pueblo de origen.
Nota 3: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.En 1867 el Imperio Austríaco y el reino de Hungría firmaron un tratado conocido como Ausgleich, creando una monarquía dual: el Imperio Austrohúngaro. Se desintegró a finales de 1918 con el fin de la Primera Guerra Mundial. Lo que era el Imperio Austrohúngaro se reparte actualmente en trece estados europeos que son en la actualidad las naciones de Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y las regiones de Voivodina en Serbia, Bocas de Kotor en Montenegro, Trentino-Alto Adigio y Trieste en Italia, Transilvania y parte del Banato en Rumanía, Galicia en Polonia y Rutenia (región Subcarpática en Ucrania), la mayor parte de los inmigrados con pasaporte "austrohúngaro" han sido personas de los colectivos: croata, polaco, húngaro, esloveno, checo, rumano, e incluso italianos del noreste.
Nota 4: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.El Reino Unido hasta 1922 incluyó a toda Irlanda, gran parte de los inmigrantes británicos -llamados entonces comúnmente "ingleses"- fueron de procedencia irlandesa, sumada a la población de origen galés y escocés.
Nota 5: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.Portugal hasta 1974 poseía las siguientes dependencias Angola, Cabo Verde, Guinea Bissau, Macao, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe, Timor Leste.
Nota 6: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.El estado conocido genéricamente como Yugoslavia agrupó, entre 1918 y 1992, los actuales estados independientes de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia.
Nota 7: La plantilla {{Fn}} está obsoleta, véase el nuevo sistema de referencias.Alrededor del 52% de los inmigrantes del período 1857-1939 se radicaron definitivamente.

La inmigración neta

Inmigración neta (1857 - 1976)
Período Total
1857/59 7.524
1860/69 63.514
1870/79 92.687
1880/89 622.202
1890/99 283.472
1900/09 924.889
1910/19 432.332
1920/29 854.331
1930/39 159.167
1940/49 336.030
1950/59 653.919
1960/69 379.864
1970/76 667.676
Total 5.477.607
Fuente: Resumen Estadístico del Movimiento Migratorio en la República Argentina (1857-1924)", Ministerio de Agricultura de la Nación, sección Propaganda e Informes, Bs. As.,1925. Posteriores (Dirección Estadística de la Dirección Nacional de Migraciones).
Tasa de migración neta (1869 - 2001)
Período Migrantes netos
(promedio anual)
Población total del país
(promedio anual en miles)
Tasa de migración neta
(por cada mil habitantes)
1870/1900 33.962 3.038 11,5
1900/10 108.416 5.702 18,4
1910/20 32.893 7.970 4,6
1920/30 83.991 10.349 8,2
1930/40 21.945 13.054 1,7
1940/50 47.752 15.491 3,1
1950/60 60.158 18.892 3,2
1960/70 32.969 22.277 1,5
1970/75 57.986 26.031 2,8
1975/90 -1,388 29.245 -0,05
1990/2000 -2,155 34.732 -0,01
Fuente: Solimano (2002b); Ferenczi and Willcox (1929) and Maddison (2001)

Extranjeros en Argentina

Proporción de extranjeros sobre la población total
Año Población total Total de extranjeros Tasa media anual de crecimiento
(por cada mil habitantes)
Porcentaje de extranjeros sobre la población total
Total Varones Mujeres
1869 1.877.490 210.330 11,2%
1895 4.044.911 1.006.838 24,9%
36,0
1914 7.903.662 2.391.171 30,3% 34,9% 24,2%
20,4
1947 15.893.811 2.435.927 15,3% 17,4% 13,2%
17,9
1960 20.013.793 2.604.447 13,0% 14,2% 11,8%
15,6
1970 23.364.431 2.210.400 9,5% 10,0% 8,9%
18,1
1980 27.949.480 1.903.159 6,8% 6,9% 6,7%
14,7
1991 32.615.528 1.628.210 5,0% 4,9% 5,1%
10,1
2001 36.260.130 1.531.940 4.2% 4,0% 4,5%
Fuente: Lattes (1975); INDEC (1980), (1991b), (2001).
Porcentaje de la población nacida en países limítrofes y no limítrofes
Año % de nacidos en el extranjero sobre la población total % de nacidos en países limítrofes sobre la población total % de nacidos en países no limítrofes sobre la población total
1869 11,2 2,2 9,0
1895 24,9 2,9 22,0
1914 30,3 2,6 27,6
1947 15,3 2,0 13,4
1960 13,0 2,3 10,7
1970 9,5 2,3 7,2
1980 6,8 2,7 4,1
1991 5,0 2,5 2,5
2001 4,2 2,5 1,7
Fuente: INDEC (1997), (2001).
Tamaño y composición de la población no nativa según país de origen
País de nacimiento 1869 1895 1914 1947 1960 1970 1980 1991 2001 2010
Total 210.330 1.006.838 2.391.171 2.435.927 2.604.447 2.210.400 1.903.159 1.628.210 1.531.940 1.805.957
100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%
Países limítrofes 41.360 115.892 206.701 313.264 467.260 533.850 753.428 817.144 923.215 1.245.054
19,7% 11,5% 8,6% 12,9% 17,9% 24,2% 39,6% 50,2% 60,3%
Bolivia 6.194 7.361 18.256 47.774 89.155 92.300 118.141 145.670 233.464 345.272
2,9% 0,7% 0,8% 2,0% 3,4% 4,2% 6,2% 8,9% 15,2%
Brasil 5.919 24.725 36.629 47.039 48.737 45.100 42.757 33.966 34.712 41.330
2,8% 2,5% 1,5% 1,9% 1,9% 2,0% 2,2% 2,1% 2,3%
Chile 10.883 20.594 34.568 51.563 118.165 133.150 215.623 247.987 212.429 191.147
5,2% 2,0% 1,4% 2,1% 4,5% 6,0% 11,3% 15,2% 13,9%
Paraguay 3.288 14.562 28.592 93.248 155.269 212.200 262.799 254.115 325.046 550.713
1,6% 1,4% 1,2% 3,8% 6,0% 9,6% 13,8% 15,6% 21,2%
Uruguay 15.076 48.650 88.656 73.640 55.934 51.100 114.108 135.406 117.564 116.592
7,2% 4,8% 3,7% 3,0% 2,1% 2,3% 6,0% 8,3% 7,7%
Países no limítrofes 168.970 890.946 2.184.496 2.122.663 2.137.187 1.676.550 1.149.731 811.032 608.725
80,3% 88,5% 91,4% 87,1% 82.1% 75,8% 60,4% 49,8% 39,7%
España 34.068 198.685 841.149 749.392 715.685 514.500 373.984 244.212 134.417 94.030
16,2% 19,7% 35,2% 30,8% 27,5% 23,3% 19,7% 15,0% 8,8%
Italia 71.403 492.636 942.209 786.207 878.298 637.050 488.271 356.923 216.718 147.499
33,9% 48,9% 39,4% 32,3% 33,7% 28,8% 25,7% 21,9% 14,1%
Otros Países 63.499 199.625 401.138 587.064 543.204 525.000 287.476 209.897 257.590
30,2% 19,8% 16,8% 24,1% 20,9% 23,8% 15,1% 12,9% 16,8%
Fuente: INDEC (1997), (2001).
Tamaño y composición de la población extranjera (2001)
Lugar de nacimiento Habitantes Porcentaje con respecto al total de extranjeros
AMÉRICA 1.041.117 67,96%
Países limítrofes 923.215 60,26%
Paraguay 325.046 21,22%
Bolivia 233.464 15,24%
Chile 212.429 13,87%
Uruguay 117.564 7,67%
Brasil 34.712 2,27%
Países no limítrofes 117.902 7,70%
Perú 88.260 5,76%
Resto de América 29.642 1,93%
EUROPA 432.349 28,22%
Alemania 10.362 0,68%
España 134.417 8,77%
Francia 6.578 0,43%
Italia 216.718 14,15%
Polonia 13.703 0,89%
Ex Yugoslavia 3.210 0,21%
Ex U.R.S.S. 4.156 0,27%
Resto de Europa 43.205 2,82%
ASIA 29.672 1,94%
China 4.184 0,27%
Corea 8.205 0,54%
Japón 4.753 0,31%
Líbano 1.619 0,11%
Siria 2.350 0,15%
Taiwán 3.511 0,23%
Resto 5.050 0,33%
ÁFRICA 1.883 0,12%
OCEANÍA 747 0,05%
Desconocido 26.172 1,71%
TOTAL 1.531.940 100%
Fuente: INDEC Censo 2001

Índice de masculinidad

Índices de masculinidad en
de 1898, 1914 y 1960
Nacionalidad 1898 1914 1960
Argentinos 95 99 97,3
Españoles 189 161 103,6
Franceses 148 124 79,4
Italianos 179 171 127,4
Rusos 121 142 111
Turcos 335 428 125,7
Total de extranjeros 172 172 119,8
Total general 111 115 100
Fuentes: Censos nacionales 1898, 1914 y 1960.

Destino de los inmigrantes

Provincias con más de 5% de población extranjera
(Censo 2001)
Provincia Población total Extranjeros  % extranjeros sobre total
Santa Cruz 196.958 23.665 12,02
Ciudad de Buenos Aires 2.776.138 316.739 11,41
Tierra del Fuego, A e IAS 101.079 11.200 11,08
Río Negro 552.822 48.416 8,76
Neuquén 474.155 33.999 7,17
Partidos del Gran Buenos Aires 8.684.437 596.766 6,87
Chubut 413.237 27.425 6,64
Jujuy 611.888 30.593 5,00

Referencias

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  8. Existen varias estimaciones realizadas a partir de fuentes y cálculos diversos desde el recuento de pasajeros localizables en el Archivo de Indias, hasta cálculos a partir de las características de los navios pasados a Indias, su tonelaje y la media de pasajeros para los años en que si tenemos datos. Así M. Mörner, ha efectuado una estimación para el periodo 1506-1650 a partir de datos sobre número de navios, tonelaje de cada uno, número de pasajeros y marineros en determinados años, de H. y P. Chaunu, según la cual habrían pasado a América 242.853 colonos entre 1506 y 1600 y habría aumentado la cantidad anual en la primera mitad del siglo XVII, emigrando unos 194.816. Por tanto habrían pasado 437.669 hispánicos a América entre el siglo XVI y la primera mitad del XVII.
    Sánchez-Albornoz, Nicolás, La población de América Latina. Desde los tiempos precolombinos al año 2025., pags. 77-78, Alianza Editorial,1994, Madrid.
    También el lingüista Boyd-Bowman realizó un amplio estudio sobre migrantes hispánicos en la época colonial, con el fin de establecer certezas sobre el parentesco lingüístico entre el andaluz y las variedades castellanas de América. Boyd-Bowman, consiguió identificar a partir de fuentes americanas y sevillanas (del Archivo de Indias) a más de 54.000 pobladores por nombre, lugar de procedencia y de destino en América, desde 1493 a 1600. El número real de pobladores se estimaría según dicho autor entre un mínimo de cuatro veces más y un máximo de unas cinco veces más (esta cifra máxima sería muy aproximada a la calculada por Mörner, mientras que algo menos que la multiplicación por cuatro -unos 200.000- pobladores españoles para toda América es el mínimo aceptado por la mayoría de los autores para dicho siglo). Para el Río de la Plata, sin incluir Charcas (Bolivia), Boyd-Bowman, logró identificar 2.625 hispánicos, para el primer siglo colonial, es decir un 5,2 % del total de emigrados. Por tanto el total de migrantes españoles hasta 1600 a las actuales Argentina, Paraguay y Uruguay sería de un mínimo de 10.500 y un máximo de 13.125 (de los que más de dos tercios a la actual Argentina).
    Sánchez-Albornoz, Nicolás, La población de América latina. Desde los tiempos precolombinos al año 2025., pags. 78-80, Alianza Editorial,1994, Madrid.
    Ese reducido porcentaje de migración española hacia los países del Plata aumentó considerablemente en el siglo XVII hasta superar el 10% del total españoles emigrados a América, a mediados del siglo XVIII. Historia general de la emigración española a Iberoamérica, Historia 16, pag. 65-67,1992, Madrid.
    Los datos para periodos posteriores al siglo XVI son escasos. Parece ser que durante la primera mitad del siglo XVII el flujo de emigrantes hacia América se mantuvo o incluso aumentó, como sugiere Mörner. En la segunda mitad de ese siglo, sin embargo el número se reduciría drásticamente, para mantenerse en niveles muy bajos de emigración legal en el siglo XVIII, sin embargo todo parece indicar que la emigración irregular aumentaría de forma exponencial en dicho siglo.Bethell, Leslie, ed., Historia de América latina, Vol. 4: Población, sociedad y cultura., Editorial Crítica,1990, Barcelona
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  27. El biólogo argentino Daniel Corach, especializado en genética de poblaciones, ha sostenido que el componente genético amerindio «se refleja mejor en el ADN que viene por línea materna (el ADN mitocondrial) que el paterno (el del cromosoma Y), porque el mestizaje se hizo básicamente sobre el vientre materno. Las mujeres eran violadas. Era más fácil que un español violara a una india que una española se cruzara con un indio». Diálogo con el biólogo Daniel Corach: “La historia también se escribe en los genes”, Leonardo Moledo, Página/12,10 de agosto de 2005
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    ...Por encima de estas cifras y estos porcentajes concretos y significativos es posible concluir afirmando la básica continuidad y regularidad de la corriente migratoria andaluza a la Argentina, que siempre supondrá un porcentaje significativo del total español, difícilmente inferior a un porcentaje cuya media oscilaría entre el 15% y el 20%.
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  102. Cabe destacar que las semejanzas culturas y étnicas de uruguayos y porteños, hace que, en la ciudad de Buenos Aires, las diferencias sean muy poco notables dentro de la población local, a diferencia de lo que ocurre con otras comunidades como los italianos, españoles, bolivianos, chilenos, japoneses, etc. El censo 2001 registró 217.564 uruguayos que significa el 7,67% de los extranjeros, convirtiéndola en la sexta comunidad (bolivianos, paraguayos, chilenos, italianos, españoles, uruguayos). Sin embargo en la última década la cantidad de uruguayos residentes en Argentina sufrió el mayor descenso de la historia al reducirse prácticamente a la mitad. El reciente censo de 2011 indica que los uruguayos que viven en Argentina son 116.592. SegúnColectividad uruguaya, ONI
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  108. . Un número creciente de judíos israelíes ha arribado en los últimos años para residir en el país. La mayoría no tienen contactos con los nativos ya establecidos y sus instituciones. Se ignora el número preciso de los mismos pero eligen principalmente Buenos Aires, Bariloche y en menor proporción otras localidades. Argentina, Congreso Judío Latinoamericano
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Véase también

Fuentes

Bibliografía

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Enlaces externos


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