- Nicolás I de Rusia
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Nicolás I Emperador y Autócrata de Todas las Rusias Reinado 1 de diciembre de 1825 -
2 de marzo de 1855Coronación 3 de septiembre de 1826 Nacimiento 6 de julio de 1796
Gátchina, RusiaFallecimiento 2 de marzo de 1855 (58 años)
San Petersburgo, RusiaEntierro Catedral de San Pedro y San Pablo, San Petersburgo Predecesor Alejandro I Sucesor Alejandro II Consorte Carlota de Prusia Dinastía Romanov Padre Pablo I de Rusia Madre María Feodorovna Nicolás I de Rusia (Nicolás Pavlovich, en ruso Николай Павлович), nacido en Gátchina el 6 de julio de 1796 y fallecido en San Petersburgo el 2 de marzo de 1855. Era hijo del zar Pablo I y de Sofía Dorotea de Württemberg (María Feodorovna). Fue zar de Rusia y rey de Polonia tras la muerte de su hermano mayor, Alejandro I en 1825.
Contenido
Ascenso al trono
Nicolás no había sido educado para ser emperador de Rusia, ya que tenía dos hermanos mayores. Pero en 1825 su hermano mayor, el zar Alejandro I, murió de tifus, y Nicolás tuvo que enfrentarse a la disyuntiva de ser leal a su otro hermano mayor, Constantino Pavlovich, o aceptar el trono para sí mismo. El interregno duró hasta que Constantino, que se encontraba en ese momento en Varsovia, confirmó su abdicación en tanto se había casado ocultamente con una aristócrata polaca y por ello ya había renunciado a ser heredero del trono en 1822, mediante un documento secreto presentado ante Alejandro I.
El 25 de diciembre (el día 13 según el calendario juliano) Nicolás emitió el manifiesto proclamando su acceso al trono. Ese manifiesto llamado del 1 de diciembre es considerado el inicio oficial de su reinado. Durante la confusión, unos militares aristócratas y liberales urdieron un complot para derrocar a Nicolás y usurpar el poder. Esto condujo a la Revuelta Decembrista del 26 de diciembre (fecha del calendario ruso), donde corrió peligro la vida de Nicolás, pero al final tuvo éxito en la represión de la sublevación.
Reinado
Nicolás carecía completamente de la amplitud intelectual y espiritual de sus hermanos; y contempló su papel simplemente como un gobernante autócrata y paternalista con su pueblo. Después de haber experimentado el trauma de la Revuelta Decembrista en su primer día de reinado, Nicolás estaba determinado a controlar a la sociedad rusa y evitar toda difusión o cultivo de ideas liberales que cuestionaran su absolutismo. Una policía secreta creada especialmente para tal efecto, la Tercera Sección de la Cancillería Imperial, mantuvo una enorme red de espías e informantes sobre aristócratas y funcionarios de todo nivel, con la ayuda del Especial Cuerpo de Gendarmes. El gobierno ejerció la censura y otros controles en la educación (dificultando mucho el acceso a estudios técnicos y universitarios), la edición de libros (restringiendo severamente la circulación de obras extranjeras o su traducción) y muchas otras manifestaciones de la vida pública.
En 1833, el ministro de educación, Sergéi Uvárov, ideó un programa de "autocracia, ortodoxia, y nacionalismo", como la guía ideológica principal del régimen. La gente era educada para mostrar una lealtad ilimitada a la autoridad incustionable del zar, a las tradiciones de la Iglesia Ortodoxa Rusa, y, de una forma bastante vaga, a la nación rusa. Estos principios no obtuvieron el apoyo significativo de la población, pero en cambio sirvieron de sustento al régimen para la represión de las nacionalidades no rusas del Imperio y para hostilizar a las otras religiones. Por ejemplo, el gobierno reprimió la Iglesia greco-católica en Ucrania y Bielorrusia en 1839, y estableció varias leyes que restringían derechos a los judíos.
Nicolás se negó a abolir la servidumbre de la gleba durante su reinado, y permitió a los terratenientes gobernar a los campesinos como propiedad personal, algo que la pequeña burocracia rusa no podía hacer directamente. Sin embargo, hizo algunos esfuerzos para mejorar la suerte de los campesinos del estado (siervos propiedad del gobierno) con la ayuda del ministro Pavel Kiselev.
El énfasis gubernamental en estimular el nacionalismo ruso contribuyó a un debate sobre el lugar de Rusia en el mundo, el significado de la historia rusa, y el futuro de Rusia. Uno de los grupos, de tendencia occidentalizante, consideraba que Rusia seguía realmente anclada en el pasado y que sólo podría progresar entrando en contacto más estrecho con las ideas de Europa Occidental. Otro grupo, (los denominados eslavófilos), estaba a favor del mantenimiento de la cultura y las costumbres eslavas, y les disgustaba la cultura de Europa Occidental.
La filosofía eslava era vista por los eslavófilos como una fuente para el desarrollo pleno de Rusia, dentro de una tradición fuertemente religiosa y de obediencia absoluta al zar, y se mostraron escépticos con el racionalismo y el materialismo occidental, así como veían con sospecha el entusiasmo de Europa Occidental por la ciencia aplicada y la tecnología. Algunos de ellos consideraban inclusive que la comuna campesina rusa, o mir, ofrecía una alternativa atractiva frente al capitalismo occidental y por tanto Rusia podría convertirse en salvador social y moral de los demás pueblos eslavos. La eslavofilia, por lo tanto, representaba una forma de mesianismo típicamente ruso que fue indirectamente patrocinada por Nicolás I, en tanto esta ideología también mostraba repulsión hacia el liberalismo y la democracia.
A pesar de las represiones culturales en este período, Rusia experimentó un florecimiento de la literatura y las artes. A través de las obras de Aleksandr Pushkin, Nikolái Gógol, Iván Turgénev, y muchos otros, la literatura rusa ganó el reconocimiento internacional. El ballet enraizó en Rusia después de su importación desde Francia, y la música clásica se estableció firmemente con las composiciones de Mikhail Glinka. No obstante, el régimen de Nicolás I insistía en concentrar al país sobre sí mismo no sólo en el terreno cultural sino también en el científico (considerando que la técnología occidental tenía estrecha relación con el racionalismo tan detestado por los eslavófilos) e impidió que Rusia participase ampliamente de los adelantos de la Revolución Industrial que ya empezaban a experimentar Gran Bretaña, Francia y Prusia.
Política exterior
En política exterior, Nicolás I actuó como protector del legitimismo real y guardián contra la revolución y el liberalismo, siguiendo fielmente los dictados asumidos por las potencias europeas en el Congreso de Viena de 1815. Sus ofertas para reprimir las revoluciones liberales en el continente europeo fueron aceptadas en algunos casos, lo que le valió el apodo de "gendarme de Europa". En 1825, desde que fue coronado, comenzó a limitar las libertades de la monarquía constitucional que había sido aceptada en el Congreso de Viena para la denominada Polonia del Congreso. Con ello provocó la Revolución de noviembre de 1830. Nicolás I ordenó construir la ciudadela de Varsovia después de la represión del levantamiento de noviembre para reforzar el control del Imperio ruso sobre la ciudad. En 1831 el Parlamento polaco depuso a Nicolás como rey en respuesta a sus reiterados recortes de los derechos constitucionales polacos. El Zar de Rusia reaccionó con el envío de tropas a Polonia.
Nicolás I aplastó la rebelión, derogó la Constitución polaca y redujo al Reino de Polonia a la situación de una provincia rusa, embarcándose también en una política de represión hacia los católicos, y estableciendo el absolutismo sobre el sector ruso de Polonia en toda su extensión. En 1848, cuando una serie de revoluciones convulsionó Europa, Nicolás I estuvo a la vanguardia de la reacción, alentando a los monarcas europeos a rechazar las sublevaciones liberales. En 1849, mientras tropas austriacas repelían las revoluciones liberales de Italia, tropas rusas enviadas por Nicolas I intervinieron en nombre de los Habsburgo y ayudaron a reprimir una revuelta en Hungría. Nicolás I también instó a la aristocracia de Prusia a no aceptar una constitución liberal, ofreciendo su ayuda en tropas si fuera preciso. Después de haber ayudado a las fuerzas conservadoras a repeler el espectro de la revolución, Nicolás parecía dominar Europa con su influencia política.
Sin embargo, la influencia rusa era una ilusión. Mientras que Nicolás estaba tratando de mantener el statu quo en Europa, adoptaba en simultáneo una política agresiva hacia el Imperio Otomano. Volvió a la tradicional política rusa de la llamada Cuestión Oriental, tratando de separar el Imperio Otomano en varios estados y de establecer un protectorado ruso sobre la población cristiana ortodoxa de los Balcanes, todavía bajo control otomano en la década de 1820. Rusia libró una guerra con éxito contra los otomanos entre 1828 y 1829, firmándose en 1833 el Tratado de Unkiar-Skelessi. Las potencias europeas creyeron erróneamente que el tratado contenía una cláusula secreta por la que se concedía a Rusia el derecho a enviar buques de guerra a través de los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos. En 1841, en un convenio en Londres, se afirmó el control otomano de los estrechos y prohibía a toda potencia, incluida Rusia, enviar buques de guerra por tales estrechos.
En su errónea creencia de que tendría el apoyo diplomático británico, Nicolás I envió sus tropas contra los otomanos, que declararon la guerra a Rusia en 1853. Temiendo los resultados de una derrota otomana, en 1854 Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Rusia y se sumaron a lo que se conoció como la guerra de Crimea, a quienes luego se unió el pequeño reino italiano de Piamonte-Cerdeña. Austria ofreció a los otomanos apoyo diplomático, y Prusia se mantuvo neutral, lo que dejó a Rusia sin aliados en el continente. Los aliados europeos desembarcaron en Crimea y sitiaron a la bien fortificada base rusa de Sebastopol. Después de un año de asedio, la ciudad cayó en poder de la coalición anti-rusa, lo que expuso dramáticamente la incapacidad del ejército ruso para defender una importante fortificación en su propio suelo, así como el atraso bélico de Rusia respecto de otras potencias europeas. Nicolás I murió antes de la caída de Sebastopol, pero ya había reconocido el fracaso de su régimen al hacerse evidente la derrota rusa y la humillación de los tratados de paz que impondrían los vencedores. Rusia se enfrentaba ahora a la opción de iniciar grandes reformas o de perder su estatus como potencia europea.
Vida personal
Nicolás casó en el año 1817 con Carlota de Prusia (Alejandra Feodorovna). Era hija de Federico Guillermo III de Prusia y de Luisa de Mecklemburgo-Strelitz. Nicolás y Carlota tuvieron siete hijos:
- Alejandro II (1818-1881). Casado con María de Hesse-Darmstadt (María Alexandrovna).
- María Nikolaievna (1819-1876). Casada con Maximiliano de Beauharnais.
- Olga Nikolaievna (1822-1892). Casada con el rey Carlos I de Württemberg.
- Alejandra Nikolaievna (1825-1844). Casada con Federico de Hesse-Kassel.
- Constantino Nikolaievich (1827-1892). Casado con Alejandra de Sajonia-Altenburg (Alejandra Iosifovna).
- Nicolás Nikolaievich (1831-1891). Casado con Alejandra de Oldenburgo (Alejandra Petrovna).
- Miguel Nikolaievich (1832-1909). Casado con Cecilia de Baden (Olga Feodorovna).
Muchas fuentes afirman que Nicolás no tuvo relaciones extramaritales hasta después de 25 años de matrimonio, en 1842, cuando los doctores prohibieron a la emperatriz tener relaciones sexuales por su mal estado de salud y recurrentes ataques de corazón. Aun así muchos hechos discuten esta información, pues Nicolás era padre de tres niños antes de 1842, uno de ellos con su más famosa amante, Barbara Nelidova.
Con Ana María Carlota de Rutenskiold (1791-1856)
- Youzia Koberwein (1825-1923)
Con Bárbara Yakovleva (1803-1831)
- Olga Carlovna Albrecht (1828-1898)
Con Bárbara Nelidova (m. 1897)
- Alexis Pashkine (1831-1863)
Ancestros
Ancestros de Nicolas I de RusiaPredecesor:
Alejandro I
Zar de Rusia
1825 - 1855Sucesor:
Alejandro IINotas
Todas las fechas indicadas están basadas en nuevo calendario (gregoriano); En el siglo XIX, el calendario Ruso (juliano) estaba atrasada del occidental por unos 11 días en el siglo XVIII, 12 días en el XIX, y 13 días a principios del Siglo XX. No sería hasta 1918, después de la Revolución cuando se ajustó el calendario ruso al occidente.
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