- Plebiscito constitucional en Uruguay de 1980
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El Plebiscito constitucional de 1980 realizado en Uruguay el 30 de noviembre de 1980 fue propuesto por el gobierno cívico-militar que por ese entonces regía el país, con el objetivo de modificar la Constitución y, de cierta forma, legitimar al gobierno de facto. La propuesta fue rechazada por la población por casi un 57% de los votos válidos lo que, a la postre, desencadenó el proceso de apertura democrática.
Contenido
Historia
1980 fue un año decisivo en la historia reciente del Uruguay. El hecho más importante del año ocurrió el 30 de noviembre, cuando los militares que estaban en el gobierno propusieron a la ciudadanía la aprobación de una nueva Constitución, en el Plebiscito constitucional de 1980.
La reforma constitucional había sido prevista por el decreto N° 464/973 del 27 de junio de 1973 y por los artículos 4° y 8° del llamado Acto Institucional N° 2 de 12 de junio de 1976. Este decreto constitucional preveía, en su artículo 11°, la conformación de una Asamblea Constituyente. Formaba parte del cronograma trazado por el gobierno en el "Plan Político de las Fuerzas Armadas" aprobado en agosto de 1977 en el cónclave de Santa Teresa.
El 15 de mayo de 1980 se puso en conocimiento de la ciudadanía el texto de la nota que el Presidente de la República dirigió al Presidente del Consejo de Estado, Hamlet Reyes, remitiendo a ese cuerpo el anteproyecto de Constitución que el gobierno sometía a consideración del Consejo de Estado, con el objeto de que éste procediera a: “... c) preparar el anteproyecto de Constitución que se someterá a ratificación popular de acuerdo con los principios que emanan de las pautas formalmente consagradas, los fundamentos de las Actas Institucionales y las bases a aprobar”.
El anteproyecto que el Poder Ejecutivo sometió a la consideración del Consejo de Estado iba encabezado con el título: “Principios, bases y condiciones del nuevo texto constitucional”. El anteproyecto del nuevo texto constitucional, según versiones de prensa, había sido elaborado por la Comisión de Asuntos Políticos de las Fuerzas Armadas (Comaspo).
El proyecto de la nueva Constitución fue aprobado el 31 de octubre de 1980, lo que habilitó la convocatoria de la ciudadanía para pronunciarse sobre la propuesta del texto constitucional, de cuyo proceso de elaboración estuvieron ausentes los partidos políticos.
Hubo una permanente propaganda en todos los medios de difusión a favor del SI a la reforma propuesta, y una imposibilidad casi total de realizar un debate abierto sobre el proyecto, dado que estaban suspendidas las libertades individuales, el derecho de reunión, y existían miles de presos políticos, exiliados, y destituidos.
Los partidos políticos apoyaban mayoritariamente el NO. En el Partido Colorado, todo el batllismo -sector mayoritario- estaba a favor del NO, con connotados dirigentes como Jorge Batlle, Enrique Tarigo y Julio María Sanguinetti manifestándose por esa opción. El pachequismo, incluyendo a su líder Jorge Pacheco Areco por su parte buscaba la aprobación del proyecto, aunque hubieron dirigentes como Raumar Jude que militaron por el NO.
En el Partido Nacional Movimiento de Rocha y Por la Patria, y los sectores herreristas de Jorge Silveira Zabala y Luis Alberto Lacalle apoyaron el NO, mientras que otros sectores herreristas, los dirigidos por Alberto Gallinal,[1] y políticos como Carlos Garat, Arturo Heber y Nicolás Storace apoyaron el SI al proyecto.[2]
El proyecto
Esencialmente, el proyecto:
- Eliminaba la prohibición del allanamiento nocturno y de la censura previa que figuraban en la Constitución de 1967.
- Prohibía la agremiación de diversas categorías de personas y la huelga de funcionarios públicos.
- Creaba nuevas categorías de “estados de emergencia”, además de las “medidas prontas de seguridad” ya existentes. Se creaba el “estado de subversión” y el “estado de guerra”. El “estado de subversión” se definía como la “situación grave de carácter interno con o sin apoyo exterior, tipificada por hechos o actitudes que afecten la institucionalidad, la vida, la libertad y la seguridad nacional”. Podía decretarlo el Presidente con el Consejo de Seguridad Nacional. El órgano legislativo sólo podía levantarlo después de 60 días y por dos tercios de sus componentes.
- Prohibía la constitución de partidos políticos que por su ideología, principios o denominación, denotasen vinculación o conexión con partidos políticos, instituciones, organizaciones extranjeras o con otros Estados, ni que estuviesen integrados por quienes hayan constituido organizaciones sociales o políticas que, por medio de la violencia, o propaganda que incitara a la misma, hayan tendido a destruir las bases fundamentales de la nacionalidad, o por quienes hayan integrado asociaciones declaradas ilícitas por la autoridad competente.
- Eliminaba la inamovilidad de los funcionarios públicos.
- Condicionaba la reglamentación del derecho de huelga a la iniciativa del Poder Ejecutivo, previa aprobación parlamentaria por mayoría calificada.
- Instituía el Consejo de Seguridad Nacional, un órgano que se preveía que podría llegar a tutelar la democracia.
- Establecía que el Presidente de la República, “conjuntamente con la Junta de Comandantes en Jefe será responsable de la seguridad y la defensa nacional”.
- Definía la “seguridad nacional” como “el estado según el cual el patrimonio nacional en todas sus formas y el proceso de desarrollo hacia los objetivos nacionales se encuentran a cubierto de interferencias o agresiones internas o externas”.
- Creaba un Tribunal Constitucional con funciones de control político. Este órgano se integraría “por el Consejo de la Nación antes de su disolución”. El Consejo de la Nación era un órgano formado por todos los Generales en actividad (y jefes de grado equivalente de la Marina y la Fuerza Aérea) y los miembros del Consejo de Estado. Las vacantes que se produjeran en el Tribunal Constitucional se llenarían posteriormente por un sistema basado en la cooptación (el Presidente elegiría a un candidato de una terna propuesta por el propio Tribunal). Sus funciones y poderes serían extraordinariamente amplios. Podía “decretar separaciones del cargo” en casos de “incumplimiento de normas éticas, morales o cívicas”. Podría actuar a iniciativa propia y “decidir por convicción”.
- Cambiaba las reglas electorales
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- Eliminando el doble voto simultáneo.
- Obligando a un candidato presidencial único por partido para las elecciones que se cumplirían en 1981.
- Otorgando mayorías parlamentarias al partido triunfador en las elecciones, más allá de los votos obtenidos.
- Convalidaba “todos los actos jurídicos y administrativos dictados desde 1973 a la fecha de vigencia del nuevo texto constitucional”. Entre estos actos jurídicos se encontraban los llamados “Actos Institucionales”. En particular, mantenía la vigencia del llamado Acto Institucional Nº 4, que había privado miles de ciudadanos de sus derechos políticos por 15 años.
- Consagraba la competencia de los tribunales militares para juzgar a civiles en determinadas circunstancias. “La jurisdicción militar quedará limitada a los delitos militares, de lesa nación, los utilizados como medios de acción y conexos o vinculados de cualquier manera con la subversión y al caso de estado de guerra. Estos delitos serán competencia de la justicia militar aun cuando su autor sea civil. Los delitos comunes cometidos por militares en tiempo de paz y los delitos militares cometidos por civiles estarán sujetos a lo que determine la ley”.
- Restablecía algunos elementos de autonomía del Poder Judicial, que habían sido eliminados por el llamado Acto Institucional Nº 8, pero se mantenía el control administrativo sobre la justicia civil. Los jueces serían designados por la Corte de Justicia, pero con intervención previa obligatoria del Ministerio de Justicia, “cuya oposición fundada constituirá un impedimento”. El Ministerio de Justicia podrían intervenir también “para regularizar la situación”, en caso de funcionamiento irregular de las oficinas judiciales.
Pero más allá del proyecto de Constitución en sí y las posibles interpretaciones sobre sus consecuencias, la ciudadanía interpretó el planteo como un sí o un no al gobierno de facto.
Propaganda por el NO
Si bien no hubo disposiciones oficiales que prohibieran la propaganda a favor del NO en los medios de comunicación, ésta prácticamente no existió. La expresión opositora se manifestó fuertemente a través de volantes, pegatinas y el "boca a boca" sobre todo estos medios utilizados por la izquierda que, con los militantes que aún estaban libres y quienes habían salido de prisión poco tiempo antes realizaron un trabajo clandestino y muy arriesgado en favor del fin de la dictadura. También hubo propaganda en los medios de prensa opositores al régimen: la prédica del semanario Opinar, recientemente fundado, la revista La Plaza (un mensuario de Las Piedras, nacido a fines de 1979), algunos editoriales con firma en el diario El Día, los comentarios de Germán Araújo en CX 30 La Radio y unos pocos actos, en locales cerrados, varios de los cuales terminaron con oradores y/o organizadores presos o proscritos.
El viernes 14 de noviembre el Partido Nacional organizó un acto a favor del NO en el Cine Cordón, situado en la avenida 18 de Julio entre las calles Martín C. Martínez y Joaquín Requena. Hicieron uso de la palabra cuatro oradores: Juan Andrés Ramírez (por el Movimiento Divisa Blanca lista 400), Eduardo Pons Etcheverry (por el Consejo Nacional Herrerista), Héctor Lorenzo Ríos (por el Movimiento Nacional de Rocha) y Fernando Oliú (por el Movimiento Por la Patria).
Forzando el alcance del permiso otorgado por las autoridades, se colocó parlantes en la vereda sobre la principal avenida. Desde el bar de la esquina seguían el acto los entonces proscriptos dirigentes provisionales del Partido Nacional, Carlos Julio Pereyra, Dardo Ortiz y Jorge Silveira Zabala.
Al final, en la calle, las fuerzas policiales reprimieron a la gente que había quedado afuera del cine, los caballos llegaron a ingresar al hall de entrada y acordonaron la salida de los que se encontraban dentro de la sala. Aquel acto del Cine Cordón fue una de las primeras manifestaciones contra la dictadura.
Por su parte las facciones afines al "NO" a la reforma del Partido Colorado, organizaron dos actos. El primero fue convocado por la Coordinadora de las Juventudes Coloradas y se desarrolló el 24 de octubre en el Cine Cordón. El segundo fue organizado por la recién creada Corriente Batllista Independiente el 24 de noviembre en el Cine Arizona, en la calle Rivera y 14 de Julio. En este último se leyó una proclama de la Corriente Batllista Independiente (CBI) que había sido redactada por Manuel Flores Silva, Enrique Alonso Fernández y Ope Pasquet. El momento culminante de este acto fueron las palabras de cierre de Enrique Tarigo.
Debate televisivo
También el 14 de noviembre a las 21 y 30 horas en Canal 4 se realizó el único debate televisivo. Propuesto por el periodista Avedis Badanian, fue moderado por los conocidos informativistas Carlos Giacosa y Asadur Vaneskaian. Se emitió en diferido, pero no tuvo cortes, ni siquiera las tandas comerciales. En el mismo participaron, en defensa del SÍ, los consejeros de Estado Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes y, en defensa del NO, Eduardo Pons Etcheverry y Enrique Tarigo.[3]
Tarigo dirigía el semanario Opinar, que había editado su primer número tres días antes, y que tendría un importante rol en la campaña contra la reforma constitucional. Su participación en este debate marcaría el inicio de su carrera política en el Partido Colorado. Pons Etcheverry había ocupado el cargo de ministro de Educación en el primer gobierno del Partido Nacional (1959-63), integraba el Consejo Nacional Herrerista y se desempeñaba como miembro del directorio del Banco Comercial y presidente del Jockey Club.[3]
La intervención de Pons Etcheverry resultó particularmente impactante por la audacia, la sutileza y el sentido del humor que demostró al comparar a los colaboradores de la dictadura con los rinocerontes de la conocida pieza teatral de Eugène Ionesco, que por esos días se representaba en Montevideo. Según algunos observadores, el debate fue determinante para que muchos uruguayos decidieran votar en contra de la reforma constitucional.[3]
El plebiscito
El domingo 30 de noviembre se realizó ordenadamente el plebiscito. Los militares estaban convencidos de que la opción por el SI triunfaría por amplio margen. Siendo así, eufóricos de antemano, permitieron que se televisase el recuento de votos. Algunos días antes de la votación, la empresa Gallup había adjudicado un 60% de la intención de voto al SI.
Las papeletas por el SI estaban impresas en color celeste y las del NO en color amarillo.
Para sorpresa del mundo entero, el corolario fue un rotundo triunfo del NO a la propuesta constitucional del gobierno, que hubiese significado institucionalizar el militarismo y su tutela del sistema político.
Por el SI hubo un 42,51% de los votos válidos y por el NO un 56,83%. Hubo, además, un 0,66% de votos en blanco. En Montevideo el SI obtuvo el 36,04% de los votos válidos, el NO el 63,25% y los votos en blanco el 0,71%. El Departamento en el que el SI tuvo más apoyo fue Treinta y Tres, con 67,74% de los votos válidos, y donde menos apoyo tuvo fue en Paysandú, con 34,68%.
El final de la dictadura
La derrota en el plebiscito fue el inicio del proceso de restablecimiento de la democracia. A comienzos de julio de 1981 se inició un diálogo entre la Comisión de Asuntos Políticos de las Fuerzas Armadas (Comaspo) y los representantes de los partidos Colorado, Nacional y Unión Cívica. Se negoció un Estatuto de los partidos políticos, básicamente entre el Partido Colorado y los militares. Este Estatuto fue plasmado en la llamada Ley Fundamental N° 2 del 7 de junio de 1982. El 28 de noviembre de 1982 se llevaron a cabo elecciones internas en los partidos Colorado, Nacional y Unión Cívica. El Frente Amplio no fue habilitado a participar.
El 13 de mayo de 1983 se comenzó una ronda de negociaciones entre los militares y los políticos, conocida como Negociaciones del Parque Hotel, por el lugar donde se llevaban a cabo. Se realizaron siete reuniones. Al final de la última, el 5 de julio de 1983, y ante las discrepancias insalvables y el clima político existente, Julio María Sanguinetti anunció la decisión de los grupos políticos de retirarse de las negociaciones.
En 1984 se retomaron las negociaciones, esta vez el el Club Naval. Estas negociaciones culminaron el 3 de agosto de 1984 en el llamado Pacto del Club Naval, entre los máximos jerarcas militares y representantes de los partidos Colorado, Frente Amplio y Unión Cívica; el Partido Nacional se negó a participar en protesta por la prisión de su líder. Como consecuencia del acuerdo, el gobierno convocó a elecciones el 25 de noviembre del mismo año, en las cuales fue elegido presidente Julio María Sanguinetti del Partido Colorado, quien asumió el 1º de marzo de 1985. No fue sencillo restaurar la institucionalidad democrática del país. El gobierno y parlamento recién asumidos debieron lidiar con una economía que había vivido una terrible crisis cambiaria, obreros y empleados con salarios muy deprimidos, reparar a muchos damnificados por la dictadura, y otros problemas. También, el problema nada menor que significaba la legalidad durante un periodo de facto tan prolongado, desembocó en la aprobación de una ley de convalidación de los actos del gobierno de facto. Y el delicado tema de las violaciones a los derechos humanos en la dictadura, tuvo dos consecuencias: por un lado, la aprobación de una ley de amnistía para todos los presos políticos y varios presos comunes; y, la decisión más polémica, la aprobación de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, muy criticada y cuestionada, pero todavía hoy vigente.
Referencias
Enlaces externos
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