- Sexo seguro
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Sexo seguro es la denominación de una serie de recomendaciones y prácticas en las relaciones sexuales con el propósito de reducir el riesgo de contraer o contagiar alguna enfermedad de transmisión sexual, como el SIDA u otra infección así como el de facilitar el control de la natalidad mediante el uso de métodos anticonceptivos u otras prácticas sexuales.[1] [2]
El concepto sexo seguro es recíproco por lo que implica el mantenimiento de relaciones sexuales que no pongan en riesgo la salud de otros. Algunas prácticas de sexo seguro como el uso del preservativo son eficaces para prevenir las enfermedades de transmisión sexual y como métodos anticonceptivos por lo que contribuyen, en las parejas heterosexuales, a evitar embarazos no deseados.[2]
Contenido
Factores de riesgo
Como en cualquier actividad, no existe una garantía de tener una relación sexual sin riesgo alguno, o 100% segura; sin embargo, las circunstancias en las cuales son realizadas las relaciones sexuales puede modificar sustancialmente, incrementando o decreciendo, el nivel de riesgo al contagio de ETS al cual se enfrentan las personas.[2]
El riesgo a nivel biológico
Las ETS principalmente se tansmiten por el intercambio de fluidos durante el acto sexual, pues éstas son provocadas por microbios (bacterias, hongos y protozoarios) y virus, los cuales necesitan de estos medios, cada cual de un modo específico, para infectar un nuevo hospedero; por tanto, es importante tener en cuenta las regiones (y fluidos) del cuerpo que entrarán en contacto para la evaluación del riesgo de contagio. Típicamente, son las mucosas, el semen y la sangre donde se encuentra la mayor concentración de factores de contagio.
La piel es una excelente barrera para una gran cantidad de infecciones no sólo sexuales sino de una sintomatología mucho más diversa. Sin embargo, algunos ectoparásitos como la ladilla (Phthirus pubis) pueden infectar otro cuerpo por el contacto de la región infectada, en este caso, el pubis.
Las demás regiones de contacto con el exterior, tapizadas por mucosa (como la boca, el ano y la vagina en la mujer), presentan menor protección frente a infecciones venéreas, según sus características histológicas, fisiológicas y ecológicas. De las mencionadas en este párrafo, sólo la vagina está preparada histiológicamente para resistir la fricción del coito, mientras que en los demás casos ésta puede provocar la formación de micro-heridas, por tanto imperceptibles, que pongan en contacto la sangre con los fluidos corporales del compañero. Por otro lado, la flora bacterina del ano es más propicia para las infecciones por constituir la zona de evacuación de las heces.
Todos estos factores a su vez se articulan con otro tan importante como éstos al menos en el caso de las mujeres: la edad biológica. se ha detectado que las adolescentes y las jóvenes (mujeres que han desarrollado caracteres sexuales secundarios recientemente o se encuentran entre los 12 y 21 años) son mucho más vulnerables a infecciones como el virus del papiloma humano. [cita requerida]
El riesgo a nivel social
Por otro lado, algunas costumbres o las de las personas con las cuales un individuo se relaciona pueden incrementar las posibilidades de contagio para el mismo, por lo que es posible establecer estadísticamente las llamados prácticas de riesgo.
En otras palabras, mientras una persona cometa actos con mayor riesgo de contagio y a mayor frecuencia no solo eleva sus probabilidades de quedar infectado sino que también eleva las de las personas con las cuales se relaciona en una situación de riesgo.
Por lo tanto, las consideraciones en cuanto a profilaxis en las relaciones sexuales no debe quedar limitado al plano físico sino además debe tenerse en cuenta el conductual: con quién(es) se intima, con qué frecuencia, con qué alternancia, etcétera.[2]
Prácticas sexuales asociadas a un bajo riesgo de contagio
El empleo de medios físicos adecuados (llamados de barrera) pueden reducir sensiblemente, según la patología propia del organismo en cuestión, la probabilidad de contagio. Sin embargo, a la actualidad ninguno de estos métodos han logrado evitar completamente el contagio de todas las enfermedades de transmisión sexual, es decir, su empleo no garantiza por completo el no quedar contagiado.[2] [3]
Masturbación
La masturbación en pareja es una práctica completamente segura siempre y cuando no se ponga en contacto los fluidos corporales de ambos (semen, fluidos vaginales o sangre).
Factores sociales
Los siguientes factores sociales son efectivos en ayudar a prevenir las enfermedades de transmisión sexual (ETS):[2]
- Comunicación en la pareja. Es importante saber si la pareja tiene alguna ETS, ha tenido o tiene relaciones sexuales inseguras o pertenece a algún otro grupo de riesgo (uso de drogas inyectables, etc). Esta comunicación es importante especialmente cuando la pareja es supuestamente o inicialmente monógama y se sospecha que no lo sea.
- Delimitación de las apetencias sexuales antes del comienzo de los juegos sexuales, ya que durante los mismos o durante el coito, es poco frecuente que se establezca una comunicación con la seriedad que corresponde.
- Consultar con un médico cualquier señal que pueda ser un síntoma de una ETS, especialmente las que aparecen en los genitales o en la boca.
- Elegir parejas sexuales que practiquen sexo seguro, reducir la cantidad de parejas sexuales, practicar la monogamia o la abstinencia sexual.
- No utilizar drogas ni alcohol antes del coito, porque aumentan el riesgo de no practicar sexo seguro.
Referencias
- ↑ Clasificación de intervenciones de enfermería (NIC), Bulechek, G.M., Elsevier, 2009, ISBN 978-84-8086-388-9, pág. 362
- ↑ a b c d e f Guía de sexo más seguro para hombres gays y bisexuales, feltgtb.org
- ↑ Medicina de familia: principios y práctica, Robert B. Taylor, Elsevier Mason, 2006, ISBN 84-458-1298-X pág. 536
Véase también
- Enfermedades de transmisión sexual
- SIDA
- Comportamiento sexual humano
- Preservativo
Categorías:- Prácticas sexuales
- Sexología
- Educación sexual
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