- Surgimiento de la Argentina moderna
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Este artículo es parte del artículo principal Historia de Argentina
El Surgimiento de la Argentina moderna es un período que comprende entre la derrota del régimen rosista en la Batalla de Caseros (1852) y el acceso al poder de la llamada “Generación del 80” (1880). Para su mejor redacción, se dividió el período en dos partes: 1852-1862 y 1862-1880. En este período se dan varios hechos que significarían la consolidación definitiva del estado argentino: la sanción de la Constitución Nacional (1853), la capitalización de Buenos Aires (1880), la campaña al desierto de Roca (1879-1880) y las últimas batallas entre Buenos Aires y las provincias: Batalla de Cepeda (1859) y Pavón (1861).
Consecuencias de la batalla de Caseros
Después de la Batalla de Caseros y la derrota del régimen rosista, en Buenos Aires se produjo un vacío de poder. La ciudad fue saqueada por los dispersos de Caseros y el desorden cundió. Urquiza nombró gobernador provisional a Vicente López y Planes y el Ejército Grande, encabezado por el entrerriano, entró en Buenos Aires.
Los emigrados comenzaron a emprender el regreso. Los rosistas, por su parte, no se resignaban a perder su lugar destacado en la sociedad y las masas populares sentían la ausencia de su protector. En medio de estos acontecimientos, Urquiza inició las acciones para concretar la organización constitucional. Respetó las autonomías provinciales y envió una misión para explicar sus intenciones de restablecer la vigencia del Pacto Federal y emprender la organización constitucional. Bernardo de Irigoyen cumplió eficazmente su cometido: las provincias delegaron en Urquiza el manejo de las relaciones exteriores y aceptaron el proyecto de organización nacional.
En el Litoral, los representantes de Buenos Aires,Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe firmaron el protocolo de Palermo, el 6 de abril de 1852, que restablecía la vigencia del Pacto Federal y delegaba en Urquiza el manejo de las relaciones exteriores.
Acuerdo de San Nicolás
Para agilizar la reunión del congreso constituyente y fundamentar legalmente su autoridad, Urquiza decidió tratar directamente con los gobernadores, a los cuales invitó mediante una circular a una reunión en San Nicolás de los Arroyos. El 31 de mayo de 1852 se firmó el Acuerdo de San Nicolás que establecía, entre otros puntos:
- La vigencia del Pacto Federal de 1831.
- La reunión de un congreso general constituyente en Santa Fe, integrado por dos diputados por cada provincia que actuarían libres de instrucciones que restringieran sus poderes.
- La creación del cargo de Director provisorio de la Confederación Argentina, que recayó en Urquiza.
El Acuerdo fue ratificado por todas las provincias con excepción de Buenos Aires.
Secesión de Buenos Aires (1852)
Grupos politicos después de la batalla de Caseros
La opinión porteña se había divido en distintos grupos políticos:
- Los federales o urquicistas, que defendían el proceso de organización nacional bajo un poder federal. Entre sus integrantes estaban: Vicente López y Planes, su hijo, Francisco Pico, Juan María Gutiérrez e Hilario Lagos.
- Los autonomistas o provincialistas, dirigidos por Valentín Alsina. Los autonomistas defendían los derechos de Buenos Aires sobre la Confederación: se oponían a la política de Urquiza, a la capitalización de Buenos Aires, y a la nacionalización de los derechos de la aduana. Proponían el aislacionismo de la provincia y aun la secesión de esta del Estado nacional.
- Los nacionalistas, dirigidos por Bartolomé Mitre, a quien seguía Dalmacio Vélez Sársfield y Domingo Faustino Sarmiento. Partidarios de la organización nacional, bajo la dirección de Buenos Aires, se oponían a Urquiza, a quien consideraban un caudillo provinciano que aspiraba a dominar a la provincia. Los dos últimos grupos conformaban el Partido Liberal, que triunfó en las elecciones para renovar la Junta de Representantes. La intervención de Urquiza hizo que se confirmara a López y Planes como gobernador titular, aunque carecía del apoyo de la Legislatura.
Jornadas de junio
La noticia de lo resuelto en San Nicolás agitó el localismo porteño. Estos se oponían al criterio de igualdad de las provincias –que fijaba una representación de dos diputados por cada una de ellas sin tener en cuenta la cantidad de población-, al aporte de la aduana para sostener las autoridades nacionales y a los poderes otorgados a Urquiza. La Legislatura de Buenos Aires debatió en las llamadas jornadas de junio la aceptación o rechazo del Acuerdo de San Nicolás.
Los principales oradores en contra de su aprobación fueron Mitre y Dalmacio Vélez Sársfield. El primero fundamentaba su rechazo en el poder despótico que se entregaba a Urquiza; el segundo sostenía que los gobernadores carecían de atribuciones para crear autoridades, lo cual competía al Congreso Constituyente. Los ministros Vicente Fidel López y Juan María Gutiérrez defendieron el acuerdo como un acto de gobierno para dar cumplimiento al Pacto Federal vigente.
El pueblo se manifestó en contra. El rechazó del acuerdo era previsible; el gobernador López y Planes renunció. La Legislatura aceptó su renuncia y nombró a su presidente, Manuel Guillermo Pinto, gobernador provisional de la provincia.
La intervención de Urquiza en Buenos Aires
El General Justo José de Urquiza decidió intervenir en Buenos Aires. Desde Palermo ordenó el avance de las tropas, disolvió la Legislatura, repuso a López y Planes en el cargo y ordenó la detención y destierro de numerosos opositores. Ante la posterior renuncia del gobernador, Urquiza asumió personalmente el gobierno de Buenos Aires.
Como director provisorio de la Confederación, dispuso la convocatoria al Congreso Constituyente; prohibió la confiscación de bienes en toda la Nación; abolió la pena de muerte por delitos políticos y nacionalizó lo producido por las aduanas exteriores. En septiembre de 1852, Urquiza partió hacia Santa Fe para iniciar las sesiones del Congreso Constituyente, dejando al general José Miguel Galán a cargo del gobierno de Buenos Aires.
Revolución del 11 de septiembre de 1852
La ausencia de Urquiza alentó el levantamiento de los porteños que se oponían a su autoridad y defendían el papel hegemónico de Buenos Aires y el manejo de los derechos aduaneros.
Los autonomistas y nacionalistas se unieron con los rosistas; el gobernador de Buenos Aires -designado por Urquiza- debió retirarse y la Legislatura fue restablecida. El espíritu de separación se impuso. La Legislatura decidió desconocer al Congreso Constituyente, retiró los diputados enviados a Santa Fe y reasumió el manejo de las relaciones exteriores. Buenos Aires quedó separada de la Confederación. Urquiza se dispuso a marchar sobre esta, pero informado de que el movimiento contaba con amplio apoyo y recursos, abandonó la idea de reiniciar la guerra.
La revolución porteña no se contentó con el aislacionismo: pretendió expandirse hacia el interior, con el objeto de atraer a las provincias a un proceso de organización nacional bajo su dirección y hacer fracasar el Congreso de Santa Fe. En octubre fue elegido gobernador Valentín Alsina, partidario de una política agresiva frente a la Confederación. Sin embargo, luego de intentar convencer a Santa Fe y Córdoba y de que las fuerzas porteñas fueran derrotadas en Concepción del Uruguay, Buenos Aires abandonó la idea.
Levantamiento de Lagos y sitio de Buenos Aires
En Buenos Aires surgieron discrepancias. Los federales de la campaña (el campo) buscaban incorporar la provincia a la Confederación y reconocer el Congreso Constituyente. El general Hilario Lagos se levantó contra el gobierno de Alsina y puso sitio a la ciudad, en diciembre de 1852. Alsina debió renunciar; Pinto, asumió nuevamente el gobierno provisional y tomó medidas para la defensa de la ciudad.
El Congreso Constituyente dispuso la intervención de Urquiza en apoyo de Lagos; la escuadra de la Confederación bloqueó la ciudad. Buenos Aires recurrió al soborno para alentar la disección de las tropas sitiadoras y logró que la escuadra, dirigida por el norteamericano John Halstead Coe, se entregara al gobierno porteño. En julio de 1853, el ejército sitiador se disolvió y Urquiza regresó a Entre Ríos.
La sanción de la Constitución Nacional (1853)
Congreso Constituyente de Santa Fe
El Congreso Constituyente fue inaugurado en Santa Fe en noviembre de 1852. Urquiza, impulsor del Congreso, no pudo asistir debido a la invasión porteña a Entre Ríos. Los diputados habían sido elegidos, salvo excepciones, por los gobernadores con la anuencia de Urquiza; sin embargo, representaban las grandes tendencias del pensamiento político argentino: federales, antiguos unitarios, integrantes de la generación del ’37, ultracatólicos y liberales. Facundo Zuviría, diputado salteño, fue el único que se levantó para señalar que no era momento de constituir el país, proponiendo la postergación de la constitución; pero la mayoría rechazó esa posición.
La Constitución Nacional
La tarea de redactar el proyecto recayó fundamentalmente en los diputados Benjamín Gorostiaga y Juan María Gutiérrez. El proyecto proponía un sistema donde el Estado resguardase el bien público, las libertades individuales y el progreso de la sociedad, a través de un gobierno representativo y el balance de los poderes. Las fuentes de la Constitución fueron los documentos para la organización política confeccionados desde tiempos de la Revolución de Mayo: el Reglamento Orgánico, Estatuto Provisional de 1811, Estatuto del Supremo Poder Ejecutivo de 1813 y el Estatuto provisional de 1815, entre otros; las constituciones de 1819 y 1826; los pactos interprovinciales y el sistema de autonomías provinciales. También se consultaron obras como Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, de J. B. Alberdi; el Dogma Socialista de Echeverría y la Constitución de EEUU.
La elección de la forma de gobierno, un gran problema en otros tiempos, se había superado: todos aceptaban la republicana, representativa y federal. Los poderes delegados al gobierno federal fueron amplios. En el artículo 14 se establecieron las libertades esenciales. También se fomentaba expresamente la inmigración. Las discrepancias se presentaron en temas como la libertad de cultos y religión de Estado (algunos diputados consideraban indispensable establecer el catolicismo como religión de Estado; la mayoría sostenía la libertad de culto. Finalmente se aprobó una fórmula mixta: el catolicismo sería la religión sostenida por el Estado pero se garantizaba la práctica de otras religiones), la capital de la república (a pesar de la ausencia de Buenos Aires el artículo 3 la proclamaba capital) y la nacionalización de los derechos de la aduana.
Se estableció un Poder Legislativo bicameral (la cámara de diputados representando al pueblo y la cámara de senadores representando a las provincias); un Poder Ejecutivo desempeñado por el presidente de la Nación y acompañado por un vicepresidente, elegidos en forma indirecta y con un período de gobierno de seis años y un Poder Judicial integrado por la Corte Suprema de Justicia y los tribunales inferiores. Las provincias conservaban su autonomía y debían darse su propia constitución.
El 1° de mayo de 1853 fue sancionada la Constitución, la cual, una vez promulgada por Urquiza, fue jurada por el pueblo de la Confederación Argentina.
Confederación Argentina
Presidencia de Urquiza (1854-1860)
Realizadas las elecciones, Justo José de Urquiza fue elegido presidente y se estableció en Paraná la sede de las autoridades nacionales. La unión nacional, afectada por la secesión de Buenos Aires fue una de las preocupaciones del nuevo gobierno, junto con las carencias materiales y culturales de la Confederación; así que se propuso como fin institucionalizar el país, unificarlo y establecer las bases del progreso.
Una vez establecido en Paraná, Urquiza convocó a elecciones de diputados y senadores, inaugurando las primeras sesiones del Congreso Nacional. La organización del Poder Judicial presentó mayores dificultades debido a la escasez de personas capacitadas. El presidente designó a los miembros de la Corte Suprema de Justicia y sancionó la ley para la organización de las Cámaras Federales, pero en la práctica el Poder Judicial no pudo comenzar a funcionar.
En su carácter de Presidente, Urquiza viajó a Córdoba, donde reunió a los gobernadores de las provincias vecinas, logrando el compromiso de trabajar por la organización nacional. Sin embargo, debió intervenir en conflictos provinciales como la separación de Buenos Aires, la guerra entre Santiago del Estero y Tucumán y las rebeliones en Santa Fe y San Juan.
Economía
La Confederación inició su etapa constitucional con serios problemas económicos: falta de recursos, dependencia del puerto de Buenos Aires para el comercio exterior, trabas interiores derivadas de las aduanas provinciales y derechos tránsito, dificultades en las comunicaciones y en el tránsito de mercaderías, escaso desarrollo de la agricultura y estancamiento de la industria artesanal.
Urquiza tomó medidas como abolir las aduanas interiores y los derechos de tránsito, mejorar el sistema de correos, caminos y mensajerías, habilitar el puerto de Rosario, realizar estudios para el trazado de líneas férreas y fomentar el establecimiento de colonias agrícolas.
La organización del tesoro nacional presentó dificultades por la escasa recaudación de las aduanas exteriores de la Confederación y la falta de un sistema impositivo eficiente; de allí la penuria económica de la administración confederal.
El ministro de Hacienda, Mariano Fragueiro, elaboró un proyecto para impulsar el desarrollo nacional a través del crédito público, evitando recurrir al capital extranjero. Por otra parte, el Banco Nacional de la Confederación abrió sus puertas en 1854; pero el papel moneda lanzado careció de respaldo y no se pudo reunir el fondo previsto para el crédito público. El gobierno declaró de curso forzoso los papeles de Fraguiero, pero las provincias los rechazaron. El banco debió cerrar y se retiró de circulación la moneda. El sistema creado por Fraguiero terminó fracasando por escasez de recursos y falta de confianza en las posibilidades económicas de la Confederación.
Las penurias económicas del gobierno de Urquiza llevaron a la búsqueda de alternativas para romper una estructura económica que beneficiaba a Buenos Aires. Le ley de derechos diferenciales -sancionada en 1856- buscó incrementar el comercio de la Confederación con las potencias extranjeras y perjudicar a los intereses de Buenos Aires. La ley estableció que las mercaderías extranjeras provenientes de cabos adentro (previamente desembarcadas en otro puerto del Río de la Plata) que se introdujesen en la Confederación pagarían el doble del derecho ordinario al que estaban sujetas las que entraban directamente a los puertos de la Confederación. Una ley posterior estableció derechos diferenciales a la exportación. Sin embargo, las medidas no dieron los resultados esperados: aunque aumentó el volumen comercial en el puerto de Rosario, Buenos Aires seguía siendo el centro financiero del país. Urquiza comprendió que el único camino para terminar con los problemas económicos era la reincorporación de la provincia disidente.
Estado de Buenos Aires (1853-1859)
Mientras tanto, Buenos Aires conformaba un estado aparte. En la provincia se afirmaba el sector segregacionista, que la organizó como estado independiente, desentendiéndose de los problemas nacionales. En 1854 se sancionó la constitución que proclamaba el ejercicio de su soberanía interior y exterior. Su territorio se fijó desde el Arroyo del Medio hasta donde la cordillera se internaba en el mar, incorporando la Patagonia. El aislacionismo le permitió disfrutar de las rentas aduaneras sin tener que hacer frente a gastos nacionales.
Gobierno de Obligado
Pastor Obligado, fue elegido gobernador constitucional. Su política de intolerancia con los opositores originó destierros y emigraciones de los partidarios de la unión nacional.
Respaldada por un activo comercio exterior, Buenos Aires inició su marcha hacia el progreso, en contraste con la pobreza de la Confederación. Entre las realizaciones se destacaron la iluminación a gas, el Teatro Colón, la pavimentación de calles, el muelle y la Aduana Nueva. En1857 se inauguró el primer ferrocarril. La educación fue reorganizada. La Sociedad de Beneficencia encaró la construcción del Hospital de Mujeres, la reapertura de la Casa Cuna, la creación de escuelas de niñas y huérfanas.
El progreso urbano desentonaba con el estado de la campaña, donde se habían incrementado los malones indígenas sobre las estancias, llegando a retroceder la frontera hasta el Río Salado.
Grupos políticos
Hacia 1856 resurgió en importantes núcleos porteños la propuesta de la unión nacional en base a pactos preexistentes. Con esta finalidad fue organizado el Partido Federal Reformista. Por otra parte, en el Partido Liberal se mantenía la línea autonomista de Alsina, partidaria de la secesión, y la nacional de Mitre, que propiciaba la unión sobre la base de la hegemonía porteña. Las elecciones de 1857 dieron lugar a serios enfrentamientos entre los dos partidos dispuestos a imponerse mediante el fraude. El Partido Liberal triunfó y Valentín Alsina fue elegido gobernador. Las relaciones con la Confederación se tornaron tensas.
Relaciones entre Buenos Aires y la Confederación
Después del sitio de Hilario Lagos, Buenos Aires y la Confederación buscaron formas de convivencia. Los hechos bélicos se redujeron a invasiones de los emigrados porteños que trataban de sublevar la campaña. La más importante, dirigida por Jerónimo Costa, originó la entrada de Buenos Aires en la Confederación.
Superados estos hechos, los gobiernos se propusieron mantener la paz. Las gestiones culminaron en el Tratado de Pacificación, por el cual se reconocía el estado anterior a la invasión y se suspendían los preparativos militares. Al año siguiente, un nuevo tratado estableció el carácter provisional de la separación.
Sin embargo, la sanción de la ley de derechos diferenciales, por parte de la Confederación, dejó de lado los tratados. Una creciente rivalidad creó tensiones entre los dos estados. El Estado porteño trató de quebrar la unión confederal, apoyando en las provincias movimientos tendientes a integrarse en un proceso de unidad bajo su dirección.
Los sucesos más graves ocurrieron en San Juan, donde Nazario Benavídez, gobernador de la época rosista, había sido desplazado por Manuel José Gómez Rufino, partidario de la política porteña. Acusaciones de corrupción provocaron la prisión de Benavídez, que aun conservaba la comandancia de armas. La Confederación envió una comisión interventora encabezada por Derqui, pero antes de que llegara, el ex gobernador fue asesinado en su celda. La prensa porteña saludó el acontecimiento como un servicio a la patria y anunció que lo mismo le ocurriría a Urquiza. Esta intervención de los porteños en la política interna de la Confederación indignó al gobierno de Paraná. El Congreso autorizó a resolver el problema de la unidad nacional por la fuerza. Por otra parte, los fracasos económicos de la Confederación señalaban la necesidad de incorporar a Buenos Aires al cuerpo nacional.
Batalla de Cepeda (1859)
El ejército de la Confederación, dirigido por Urquiza, inició la campaña hacia Buenos Aires. Por su parte, esta se preparó bajo la comandancia de Mitre, ministro de guerra.
El encuentro se produjo en la cañada de Cepeda, el 23 de octubre de 1859. Victorioso, Urquiza marchó sobre Buenos Aires y se estableció en San José de Flores, exigió la renuncia de Alsina e inició negociaciones para reincorporar a la provincia disidente.
Pacto de San José de Flores
Como consecuencia de las negociaciones, se firmó el Pacto de San José de Flores, también llamado de Unión Nacional, con las siguientes disposiciones, entre otras:
- Buenos Aires se declaraba parte integrante de la Confederación.
- Una convención provincial estudiaría la Constitución de 1853 y propondría reformas.
- Se nacionalizaba la aduana, durante cinco años la Nación aseguraba el presupuesto provincial con base en el de 1859.
- Buenos Aires renunciaba al manejo de las relaciones exteriores.
Reforma constitucional de 1860
Reunida la Convención Provincial encargada de estudiar la Constitución, esta propuso una serie de reformas tendientes a asegurar la autonomía de Buenos Aires frente al gobierno federal. Las principales modificaciones fueron:
- Se reemplazó el artículo que declaraba a Buenos Aires capital de la república. La capital se fijaría por ley del Congreso, previa cesión de la Legislatura o Legislaturas del territorio a nacionalizar.
- Se restringió el régimen de intervenciones en las provincias.
- Se eliminó el requisito de aprobación de las constituciones provinciales por parte del Congreso Nacional.
- Se suprimieron los juicios que el congreso Nacional podía hacer a los gobernadores provinciales.
- Se prohibió la eliminación de las aduanas exteriores existentes al tiempo de la integración y la fijación de diferencias en beneficio de algunos puertos.
- El artículo 101 aclaraba que las provincias conservaban todo el poder no delegado por la Constitución en el gobierno federal y el que se habían reservado en tiempos de su incorporación.
Derqui, presidente de la Confederación
Hacia el fin del mandato de Urquiza hubo propuestas de reformar la Constitución para permitir su reelección, pero él mismo se opuso. Realizadas las elecciones, fue elegido presidente Santiago Derqui, y vicepresidente Juan Esteban Pedernera. Desde la presidencia, Derqui trató de lograr cierta independencia frente a Urquiza, que ejercía un poder importante desde la provincia de Entre Ríos.
Lucha por el poder político: hacia Pavón
La unión constitucional no suprimió las diferencias existentes entre Buenos Aires y la Confederación; subsistieron las rivalidades políticas y económicas. Acostumbrado en manejarse en forma independiente y disponer de los fondos de la aduana, el gobierno porteño trató de conservar su autonomía y la categoría de Estado. Cuando Bartolomé Mitre fue elegido gobernador de Buenos Aires, Sarmiento, su ministro de Gobierno, trató de retrotraer la situación a la etapa anterior a Cepeda.
Un convenio, del 6 de junio de 1860 -complementario al pacto de San José de Flores- estipuló que Buenos Aires mantenía el manejo de la aduana por un tiempo indeterminado, pero se comprometía a entregar 1.500.000 pesos mensuales a la Confederación.
Las relaciones entre Mitre y Derqui se tornaron cordiales. El presidente y el gobernador de Entre Ríos visitaron Buenos Aires en julio de 1860. Posteriormente Urquiza recibió a ambos en el palacio San José. Sin embargo, la rivalidad entre partidarios de la Confederación y de Buenos Aires se acentuaba en el interior. Por su parte, el gobierno porteño postergaba el pago de los fondos acordados mientras crecía el problema económico de la Confederación.
- Sucesos de San Juan: La intervención nacional en San Juan recayó en el correntino José Vicente Virasoro, que se hizo elegir gobernador. Su acción despertó en la provincia una gran oposición que fue apoyada desde Buenos Aires, y desembocó en un levantamiento que trajo como consecuencia el asesinato del gobernador y su reemplazo por un gobierno liberal. Luego de los sucesos, la Confederación determinó una nueva intervención en la provincia. Buenos Aires procuró presionar para que ésta no fuese armada, pero el interventor de Juan Saá, gobernador de San Luis, se presentó con un ejército que derrotó a las fuerzas sanjuaninas y ejecutó al gobernador Aberastáin. El gobierno de Buenos Aires protestó ante Derqui y Urquiza. Mitre calificó el episodio como “el último estertor de la barbarie y la violencia”. Las relaciones entre los dos gobiernos quedaron aún más deterioradas.
- Conflicto por la incorporación de los diputados porteños: La situación se agravó con la llegada a Paraná de los diputados de Buenos Aires que debían incorporarse al Congreso Nacional, en el período legislativo 1861. Estos fueron rechazados por haber sido elegidos según la ley provincial y no según la legislación nacional. El gobierno de Buenos Aires se negó a realizar otra elección, con lo cual se concretó una segunda ruptura.
Batalla de Pavón
Derqui organizó en Córdoba las fuerzas del centro del país; Urquiza movilizó las del litoral. En marcha hacia Buenos Aires, el ejército de la Confederación fue puesto bajo la jefatura de Urquiza. Mitre asumió personalmente la dirección de las operaciones. Contaba con la Guardia Nacional porteña, especialmente preparada y disciplinada.
El encuentro se produjo en Pavón, el 17 de septiembre de 1861, y resultó favorable a Buenos Aires. Urquiza se retiró del campo de batalla, sin comprometer las mejores fuerzas entrerrianas; el comportamiento de los subordinados le hizo temer un atentado contra su persona. Derqui trató de rehacer las fuerzas en Rosario y Córdoba, pero finalmente, ante su carencia de autoridad decidió retirarse del país, delegando el mando en el vicepresidente Pedernera que no pudo imponerse.
Mitre, dueño de la situación, avanzó hacia el Norte y ocupó Rosario. Desde allí puso en marcha su plan político que tenía por finalidad reorganizar el país bajo la hegemonía de Buenos Aires, respetando la Constitución Nacional. Para ello se proponía:
- Desconocer las autoridades nacionales.
- Hacer que las provincias reasumiesen su soberanía y retirasen sus poderes al gobierno nacional, delegando en el gobierno de Buenos Aires el Ejecutivo Nacional provisional.
- Reconstruir los poderes públicos del Estado sobre la base de la Constitución Nacional.
- Renovar las autoridades provinciales con el apoyo de fuerzas porteñas: los gobernadores federales serían reemplazados por hombres fieles a la política de Buenos Aires.
Urquiza inició tratativas con Mitre. Una ley provincial dispuso la recuperación del territorio entrerriano, incluyendo Paraná, por lo cual las autoridades nacionales se quedaron sin lugar de residencia. El 12 de diciembre de 1861, Pedernera y sus ministros declararon en receso el Ejecutivo Nacional.
El triunfo porteño en el interior
El plan de Mitre se cumplió: el ejército porteño avanzó hacia Santa Fe, donde las fuerzas confederadas, sorprendidas, fueron ultimadas. Para asegurar el dominio del interior, despachó al general Paunero con una fuerza expedicionaria; su primer objetivo fue Córdoba, llave del interior, donde Marcos Paz, delegado de Mitre fue elegido gobernador.
Una división, comandada por el coronel Rivas y Sarmiento, se dirigió a Cuyo y renovó los gobiernos de San Luis, Mendoza y San Juan. Sarmiento fue elegido gobernador de su provincia natal.
En el norte, los caudillos santiagueños Taboada, partidarios de los porteños, atacaron Tucumán, Salta y Catamarca. El caudillo riojano “Chacho” Peñaloza ofreció su mediación; los Taboada se retiraron a su provincia.
Mitre comisionó a Marcos Paz para normalizar la situación en el Norte; su misión tuvo éxito en Salta y Catamarca. En La Rioja, las fuerzas federales de Peñaloza se opusieron al ejército mitrista, que no pudo tomar la provincia. Ante la imposibilidad de vencer al caudillo, los jefes de las fuerzas porteñas aconsejaron a Mitre llegar a un acuerdo: por la Paz de la Banderita (4 de junio de 1862) Peñaloza reconoció a las autoridades nacionales.
Todas las provincias, incluida Entre Ríos, fueron delegando en Mitre el manejo de los asuntos nacionales. El centro del poder político se desplazó del Litoral a Buenos Aires.
Véase también
- Historia de Argentina
- Surgimiento del Estado Argentino
- Argentina de 1862 a 1880
Categoría:- Historia de la Argentina Moderna
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