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Tārā
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Tārā (estrella en sánscrito) o Ārya Tārā, también conocida como Jetsun Dölma en tibetano, 多羅 Duoluo o 度母 Dumu en chino, es una buda típicamente asociada con la práctica del budismo tántrico en la forma en que ha sido preservado en el budismo tibetano. Ella es la "madre de la liberación" y representa las virtudes del éxito en el trabajo y en las hazañas. Tārā es una deidad tántrica cuya práctica es usada por los practicantes de la rama tibetana del vajrayāna para desarrollar ciertas cualidades interiores y comprender lo exterior, lo interior y enseñanzas secretas sobre la compasión y el vacío. Tārā no aparece en la rama japonesa del budismo vajrayāna, el Shingon.
Tārā es en realidad un nombre genérico para una serie de budas o bodhisattvas de aspecto similar. Éstas pueden ser más correctamente comprendidas como diferentes aspectos de una misma cualidad, del modo en que los bodhisattvas son a menudo considerados como la metáfora de una virtud budista.
Las formas de Tārā más ampliamente conocidas son:
- Tārā la Verde, conocida como la buda de la actividad iluminada
- Tārā la Blanca, conocida por la compasión, la larga vida, la sanación y la serenidad; también como Cintachakra (rueda que cumple los deseos)
- Tārā la Roja (Kurukula), o aspecto violento, asociado con atraer a todas las cosas buenas
- Tārā la Negra, asociada con el poder
- Tārā la Amarilla, asociada con la riqueza y la prosperidad
- Tārā la Azul o Ekajati, asociada con transmutación de la ira
- Cittamani Tārā, una forma de Tārā ampliamente practicada en el nivel alto del Tantra Yoga en la escuela Gelug del budismo tibetano, retratada verde y a menudo fundida con Tārā la Verde
- Khadiravani Tārā (Tārā del bosque de teca), quien se apareció a Nagarjuna en la selva Khadiravani del sur de la India y quien es a veces referida como la "Vigésima Segunda Tārā".
En algunas escuelas budistas se reconoce a 21 Tārās. Una texto de práctica titulado como "En alabanza de las 21 Tārās", se recita durante las mañanas en todas las cuatro sectas del budismo tibetano.
El mantra principal de Tārā es oṃ tāre tuttāre ture svāhā (pronunciado por los tibetanos y budistas que siguen las tradiciones tibetanas como oṃ tāre tu tāre ture soha).
Contenido
Surgimiento de Tārā como deidad budista
Dentro del budismo tibetano Tārā es considerada como una buda de compasión y de acción. Es el aspecto femenino de Avalokiteśvara (Chenrezig) y en algunas historias sobre su origen ella habría venido de las lágrimas de aquél. Tārā es también conocida como una salvadora, como una divinidad celeste que escucha los lamentos de los seres que expermientan la miseria en el saṃsāra. La figura de Tārā proviene del hinduismo, donde la devi Tārā, fue una dentro un sinnúmero de figuras de la diosa madre al lado de Sárasvatī, Lakṣmī, Pārvatī, y Śakti. En el siglo VI, durante la era del Imperio Pala, Tārā fue adoptada en el panteón budista como una importante bodhisattva.
No es mera coincidencia que fuera introducida pocos siglos después de la aparición del Prajñāpāramitā Sūtra en lo que llegaría a ser el budismo mahāyāna de la India. Parecería que el principio feminino hizo su primera aparición en el budismo como la "madre de la perfecta sabiduría" y más tarde Tārā llegó a ser vista como una expresión de la sabiduría de la perfecta compasión. Sin embargo, en ocasiones Tārā es también conocida como la "madre de los budas", lo cual normalmente se refiere a la sabiduría iluminada de los budas, luego al aproximarse a las divinidades budistas, se debe aprender a no imponer márgenes totalmente estricto acerca de lo que una deidad cubre, como opuesta a otra deidad.
Todas ellas pueden ser vistas como expresiones del juego de las energías de forma manifestada danzando fuera de la vasta vacuidad. Sea como sea, Tārā comenzó a ser asociada con las cualidades maternas de compasión y la misericordia. Indubablemente para la gente común que era budista en la India de ese tiempo, Tārā era una deidad más próxima. Los ojos de una divinidad que representa la sabiduría como vacío es una cosa concreta para contemplar. Quizá sea más fácil alabar a una diosa cuyos ojos miran hacia afuera con compasión infinita y que tiene una dulce sonrisa. Tārā entonces se volvió muy popular como objeto de veneración y llegó a ser integrada en la práctica del tantra alrededor el siglo VII. Con el movimiento e influencia del indo-budismo al Tíbet, la veneración y prácticas de Tārā se incorporaron al budismo tibetano. Independientemente de si se la clasifica como deidad, buda o bodhisattva, Tārā se mantiene muy popular en el Tíbet y Mongolia.
Otra razón para su popularidad fue que Tārā se convirtiera en una divinidad budista que podía ser invocada directamente por los laicos, sin necesidad o intervención de un lama o monje.
Así, como Tārā fue aceptada dentro del los rangos de los bodhisattvas budistas, ella llegó a ser popular tanto para la gente común, como una a la cual invocar en la vida cotidiana; como para los monjes, como una entrada a la comprensión de la la compasión y la misericordia como parte del camino de evolución personal dentro del budismo. (Véase también Guānyīn, el aspecto femenino de Avalokiteśvara en el budismo chino.)
Tārā como salvadora
Tārā también encarna muchas de las cualidades del principio femenino. Por ello se la conoce como la Madre de la Misericordia y la Compasión. Ella es la fuente, el aspecto femenino del universo, lo cual da nacimiento a la cordialidad, la compasión y alivio del mal karma que es experimentado por los seres comunes durante su existencia cíclica.
Engendra, nutre, sonríe a la vitalidad de la creación, y tiene empatía por todos los seres como una madre lo hace por sus hijos. Como Tārā la Verde ofrece socorro y protección de todas las circunstancias desafortunadas que se pueden encontrar en el mundo samsárico. Como Tārā la Blanca expresa la compasión maternal y ofrece sanación a los seres que están heridos o dañados, sea física o psicológicamente. Como Tārā la Roja enseña la conciencia que discrimina acerca de los fenómenos creados y cómo transformar el deseo crudo en compasión y amor. Como Tārā la Azul (Ekajati) llega a ser una protectora en el linaje Nyingma, que expresa una energía femenina fero e iracunda cuya invocación destruye todos los obstáculos dhármicos y engendra buena suerte y promueve el despertar espiritual.[1]
Tārā como divinidad tántrica
Tārā como divinidad tántrica del yoga puede ser rastreada hasta el período de Padmasambhava. Hubo una práctica de Tārā la Roja que fue dada por Padmasambhava a Yeshe Tsogyal. Él le pidió a ella que lo ocultara como tesoro. No fue hasta este siglo que un gran lama nyingma, Apong Tertön lo redescubrió. Este lama se reencarnó como Su Santidad Sakya Trizin, actual líder de la secta Sakyapa. Un monje que había conocido a Apong Tertön logró retransmitirlo a Su Santidad Sakya Trizin, y el mismo monje también se lo dio a Chagdud Tulku Rinpoché, quien lo difundió a sus discípulos occidentales.
Sadhanas de Tārā
Las Sadhanas (practicas espirituales) en donde Tara es el Yidam (deidad de meditación) puedes ser extensas o más bastante breves . La mayoría de ellas incluyen algún tipo de plegaria u homenaje para invocar su presencia y oraciones de toma de refugio. Loego se canta su mantra, seguido de una visualización de ella ya sea en su forma o como una luz del color correspondiente. Luego más mantra y la visualización se disuelve. A esto le sigue la dedicación de los méritos obtenidos por la practica a todos los seres sintientes. Adicionalmente pueden haber plegarias de aspiraciones y de larga vida para el Lama que originó la practica. Muchas de las sadhanas de Tara son consideradas como practicas iniciales en el mundo del buddhismo Vajrayana, sin embargo lo que ocurre durante la visualización de la deidad realmente invoca algunas de las más sublimes enseñanzas del Buddhismo.
En estos casos durante la fase de creación de Tara como Yidam, ella es vista con tanta realidad como cualquier otro fenómeno percibido por la mente. Por medio de la recitación del mantra y la visualización de su forma en frente o en sobre la cabeza del adepto, uno se abre a sus energías de compasión y sabiduría. Después de un periodo de tiempo el practicante comparte algunas de estas cualidades, se vuelve imbuido con su ser y todo lo que representa. Al mismo tiempo todo esto es visto como emanando de la vacuidad y teniendo una cualidad traslucida como un arco iris. Entonces, muchas veces hay una visualización de uno mismo como Tara. Uno simultáneamente se vuelve inseparable de todas sus buenas cualidades mientras, al mismo tiempo, dándose cuenta de la vacuidad de uno mismo como el Yidam y de uno mismo como "yo" ordinario.
Esto ocurre en la parte final de la practica. Uno disuelve la forma creada de a deidad y al mismo tiempo se da cuenta de cuanto de lo que uno mismo considera como "Yo" es una creación de la propia mente y carece de existencia inherente de largo plazo. Esta parte de la practica está preparando al practicante para ser capaz de confrontar la disolución de uno mismo durante la muerte y para ser capaz de acercarse a través de varias etapas de la meditación a la Vacuidad, la realización de la verdad última como un vasto despliegue del vacío y la Luz.
Al mismo tiempo la recitación del mantra ha estado invocando la energía de Tara a través de su "sonido semilla" sánscrito purificando y activando ciertos centros psíquicos en el cuerpo (chakras). Esto desata los nudos de energía psíquica que ataban al practicante impidiéndole desarrollar un cuerpo Vajra, el cual es necesario para ser capaz de progresar a practicas más avanzadas y a estados más profundos de realización.
Entonces aun en una simple sadhana de Tara están tomando lugar una serie de eventos invisibles, tanto internos como externos y existen muchos trabajos como Yoga Divino compilados por S.S. el Dalai Lama, los cuales exploran todas las ramificaciones del trabajo con un Yidam en las prácticas Tántricas.
Los resultados de hacer tales practicas de Tara son muchos. Uno de ellos es reducir las fuerzas de la ilusión en la forma de karma negativo, enfermedad, aflicciones por klesha (intoxicaciones mentales) y otros obstáculos y oscuridades. El mantra ayuda a generar Bodhicitta en el corazón del practicante y purifica los canales psíquicos (nadis) en el cuerpo permitiendo una expresión más natural de generosidad y compasión que fluye desde el centro del corazón. Experimentando la forma perfecta de Tara uno se hace consciente de su propia forma perfecta, o sea de la intrínseca naturaleza de Buddha la cual esta tapada por obscuridades y nuestra inclinación a ver los fenómenos dualisticos como verdaderos y permanentes.
Tal como Chagdud Tulku Rinpoché escribió en su "Introducción a la Sadhana de Tara Roja": "Tara es la expresión impecable de la inseparabilidad del vacío, conciencia y compasión. Tal como nos miramos en un espejo para ver nuestra cara, la meditación en Tara es un medio de ver el verdadero rostro de nuestra mente libre de cualquier rastro de ilusión".
Notas
- ↑ Beyer (1978)
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