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Batalla de Vercelae
Batalla de Vercelae
La batalla de Vercelae, por Giovanni Battista Tiepolo, 1725-1729Fecha 101 a. C. Lugar Vercelli, en la Galia Cisalpina Resultado Decisiva victoria romana Beligerantes República romana Cimbrios Comandantes Cayo Mario
Quinto Lutacio Catulo César
Lucio Cornelio SilaRey Boiorix † Fuerzas en combate 50.000 (8 legiones con caballería y auxiliares) 160-200.000, incluyendo no combatientes Bajas Alrededor de 1.000 90.000 - 140.000 muertos
60.000 capturadosNoreia - Arausio - Aquae Sextae - Vercelae La Batalla de Vercelae, también conocida como la batalla de la planicie de Raudine, tuvo lugar en el año 101 a. C. y en ella se enfrentaron la antigua república romana, dirigida por el cónsul Cayo Mario y una gran fuerza de invasión de la tribu germánica de los cimbrios, cerca del asentamiento de Vercelae, en la Galia Cisalpina.
Los cimbrios fueron virtualmente barridos, con más de 140.000 muertos y 60.000 capturados, incluyendo un gran número de mujeres y niños. También se ha dado gran parte del mérito de esta victoria al entonces legado de Quinto Lutacio Catulo César, Lucio Cornelio Sila, que dirigió la caballería romana e italiana.
Contenido
Batalla
Theodor Mommsen cuenta:
Los dos ejércitos se encontraron en Vercelae, no muy lejos de la union del río Sesia con el Po, justo donde Aníbal luchó por primera vez en suelo italiano. Los cimbrios deseaban la batalla, y de acuerdo con sus costumbres, enviaron un mensajero para establecer la fecha y lugar del combate. Mario les satisfizo y escogió como fecha el día siguiente, 30 de julio del 653 (101 a. C.), y la llanura de Raudine, como escenario. Esta planicie permitíría a los romanos aprovechar todo el potencial de su caballería. Allí cayeron sobre el enemigo, que a pesar de que los esperaba, fueron cogidos por sorpresa; ya que la densa niebla mañanera impidió a la caballería cimbria ver cómo la caballería romana, más fuerte, se aproximaba a ellos para luchar cuerpo a cuerpo, siendo empujado todo el ejército cimbrio hacia las posiciones de los legionarios romanos, que ya estaban en formación de combate. Boiorix cargaba una y otra vez contra el muro de escudos romano, pero éstos aguantaban la embestida y apuñalaban con sus gladios los desprotegidos cuellos y muslos germanos, tal y como Mario los había enseñado. Los romanos consiguieron una victoria completa con leves pérdidas, siendo totalmente aniquilados los cimbrios, que veían impensable el retirarse.
Aquellos que perdieron la vida durante el combate, la mayoría, incluido el valiente rey Boiorix, podrían considerarse afortunados; más afortunados al menos que aquellos que tuvieron que hacerlo con sus propias manos, o que los que fueron esclavizados y vendidos en el mercado romano, aguantando las represalias por haberse atrevido a tal osadía. Los Tigorini, que habían quedado esperando el resultado de la batalla tras el paso de los Alpes, volvieron a su tierra natal. La avalancha humana, que durante trece años había alarmado a todas las naciones desde el Danubio al Ebro, y del Sena al Po, yacían bajo tierra o trabajaban bajo el yugo de la esclavitud; las vanas esperanzas de las migraciones alemanas habían terminado en derrota; los cimbrios y sus camaradas desaparecieron.
Theodor Mommsen,"Historia de Roma"Consecuencias
La victoria de Vercelae, junto con la destrucción del pueblo teutón en la Batalla de Aquae Sextae, acabaron con los planes bárbaros de invadir Roma. Políticamente, esta batalla tuvo grandes repercusiones en Roma. Acentuó la rivalidad entre Mario y Sila, lo que finalmente conduciría a la Primera Guerra Civil de la República de Roma. Los consules Mayo y Catulo celebraron un triunfo para ambos por su victoria sobre los germanos, en el que ejecutó a Teutobog, rey teutón, sin embargo el pueblo le dio todo el credito de la victoria a Mario, creando una futura rivalidad entre ambos.
Como recompensa por su valiente servicio, Mario concedió la ciudadanía romana a sus soldados procedendes de la Italia aliada, sin consultar con el senado en primer lugar. Cuando algunos senadores cuestionaron esta acción, él contestó diciendo que en el fragor de la batalla era incapaz de distinguir entre la voz de un romano y la de un aliado italiano. De allí en adelante, todas las legiones italianas se considerarían legiones romanas. También fue la primera vez que un general victorioso desafiaba al senado. Tampoco sería la última vez; en el 88 a. C. Sila entró con su ejército en Roma, traicionando tanto al senado como a la tradición romana. Y Cayo Julio César, cuando le fue ordenado por el senado deponer el mando del ejército y regresar a Roma para hacer frente a cargos por mala conducta. En su lugar, César cruzó el Rubicón (49 a. C.) con una de sus legiones, desencadenando una guerra civil entre él y Pompeyo, cuyo desenlace terminaría con la República Romana.
Véase también
Referencias
- Theodor Mommsen, Historia de Roma.
- Lucio Anneo Floro, Compendio de la historia romana (Epitome rerum Romanarum).
- Malcolm Todd, Los bárbaros - godos, francos y vándalos.
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