Conspiración independentista en Andalucía (1641)

Conspiración independentista en Andalucía (1641)

Conspiración independentista en Andalucía (1641)

En 1641, se produce en Andalucía una conspiración nobiliaria contra el reinado de Felipe IV.

La conspiración independentista producida en Andalucía en 1641 fue un intento de secesión nobiliaria de esta región del resto de España, truncado en verano de ese año, al descubrirse los planes de rebelión.

Los protagonistas de esta conjura fueron Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, IX duque de Medina Sidonia, y Francisco Manuel Silvestre de Guzmán, VI marqués de Ayamonte, en un episodio interpretado como un intento de sublevar Andalucía contra Felipe IV y de instaurar una monarquía en Andalucía en la persona del duque, miembro de la Casa de Medina-Sidonia, una de las más antiguas de España. Después de más de tres siglos y medio, este episodio aún ofrece perfiles oscuros y aspectos polémicos.

Contenido

Finalidades de la conjura

Felipe IV, retratado por Diego de Velázquez.

El hecho de verse truncada esta conspiración hizo oscurecer los verdaderos motivos de las ideas de los dos nobles andaluces. A la interpretación tradicional una conjura por nobles ávidos de poder se ha unido la de considerar lo planeado, como un movimiento secesionista al estilo del protagonizado por portugueses y catalanes.

Otra visión sería que lo que deseaban los aristócratas es que su primo el Conde-Duque de Olivares, saliera del gobierno, que se arreglasen los difíciles problemas económicos, que bajasen los impuestos, y luego entregar de nuevo saneada Andalucía, al rey Felipe IV. Pudiera ser más bien un golpe de Estado, ceñido a Andalucía, pero no un intento independentista.

Luisa Isabel Álvarez de Toledo, descendiente del duque y XXI titular del ducado de Medina Sidonia, da una versión completamente distinta: la conspiración del poderoso noble andaluz no existió nunca y todo fue un montaje del conde-duque de Olivares provocado por la envidia que el valido de Felipe IV le tenía al duque de Medina Sidonia, por el hecho de ser miembro de la Casa de Olivares, una rama menor de la Casa de Medina-Sidonia y que si nunca se atacó a Portugal no fue por pacto sino por la debilidad del ejército español en la frontera de Huelva, ya dice que sólo llegó a 3.000 hombres en alguna ocasión.[1]

Los conspiradores

Gaspar Alonso Pérez de Guzmán y Sandoval

Gaspar Pérez de Guzmán y Sandoval, IX duque de Medina Sidonia.

El IX duque de Medina Sidonia, el personaje acusado de conspirar contra Felipe IV, era representante de la rama mayor de su familia, considerada como los reyes de Andalucía por su importancia histórica y su gran fortuna. Se convirtió en duque de Medina Sidonia al morir su padre en 1636, tenía entonces treinta y tres años y estaba casado con una tía suya, Ana de Guzmán.

Las finanzas del ducado, pese a la inmensa fortuna familiar, pasaban por un momento de hondas dificultades y sobre ellas pesaban numerosas hipotecas. A esa situación se une el gran lujo con que el duque había agasajado la visita que Felipe IV realizó en 1624 al coto de Doñana. También había influido el elevado tren de vida llevado en la corte por Gaspar Alonso durante los años anteriores a la muerte de su padre.

Al asumir la jefatura de la casa, el duque de Medina Sidonia también ocupaba cargos de relevancia como era el de la Capitanía General de la Mar Océana y Costas de Andalucía, lo que suponía la responsabilidad militar como gobernador de un amplio espacio geográfico que iba desde la desembocadura del Guadiana hasta el estrecho de Gibraltar. En el ejercicio de estas funciones, le fueron conferidas las operaciones de lucha contra los portugueses cuando un movimiento de rebelión sacudió el Algarve en 1637. La rebelión de Portugal partía del duque de Braganza que, en 1632 había contraído matrimonio con Luisa de Guzmán, hermana de Gaspar Alonso.

Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga

VI marqués de Ayamonte y miembro de otra de las ramas menores de la poderosa familia de los Guzmanes. Había nacido en 1606 y era el titular de un señorío pobre y con recursos muy limitados. Su prodigalidad le llevó a tal estado de endeudamiento que, desde 1636, la administración de sus rentas había sido asumida por el Consejo de Castilla. También tomó parte en la referida lucha contra Portugal.

La rebelión portuguesa y los Guzmanes

Aunque siempre se ha separado la independencia de Portugal del intento independentista de Andalucía, no se puede comprender el primero sin el segundo ni al revés.

Retrato de Juan IV de Portugal.

Es imprescindible el estudio conjunto de la conjura portuguesa con la andaluza, ya que ciertamente se apoyaron una en la otra, ya que por una parte, parece que el marqués de Ayamonte avisó a su primo político, Juan IV de Portugal, duque de Braganza, de la operación que se tramaba para recuperar Portugal, y a la vez que el rey portugués prestó todo su apoyo a Medina Sidonia y Ayamonte para conspirar, más que contra el Rey de España, contra el Conde-Duque de Olivares y dado los pocos medios con que contaba el destrozado ejército de Olivares, si no llega a ser por un traición quizá hubiesen podido conseguir el objetivo. La conspiración de Portugal fue en diciembre de 1640 y en verano de 1641, se descubría la andaluza. La coincidencia de fechas es de lo más elocuente.

La primera sublevación de Portugal comenzó en agosto de 1637 y culminó en 1640, inmediatamente sofocada por la virreina de Portugal, Margarita de Saboya, duquesa de Mantua, hija del duque de Saboya y nieta de Felipe II, que sucedió en el cargo a Filiberto de Saboya y al Cardenal-Infante Fernando de Austria.

La sublevación insiste en 1640, y los mismos nobles portugueses que combatían la primera sublevación son ahora los que la propician y terminan matando a Miguel de Vasconcelos, apresando a la virreina y coronando rey a Juan IV en Évora, primero de los reyes de la dinastía Braganza. El 1 de diciembre de 1641, Felipe IV y Olivares empezaron a preparar la reconquista de Portugal, desde la frontera de Ayamonte.

En Madrid nombraron al duque de Medina Sidonia capitán general de un ejército que debería atacar a los rebeldes desde Andalucía. Con tal motivo el duque se trasladó a Ayamonte, donde instaló su cuartel general y dio órdenes para que se concentrase, procedentes de diferentes puntos de Andalucía, un ejército de diez mil hombres. Sin embargo, la concentración del ejército se realizó con lentitud desesperante, incluso podemos hablar de desidia cuando el duque rechazó las tropas enviadas por el asistente de Sevilla, conde de Salvatierra, alegando que en este ejército faltan diversas cosas para formarse que se han de proveer de Madrid. Era una actitud que resultaba, cuando menos, extraña. Sólo aceptó trescientos hombres para guarnecer la frontera porque en sus planes no entraba atacar a los portugueses, que habían convertido a su hermana en reina. Su pasiva actitud colaboró, sin duda, al fracaso del levantamiento que a favor de España se produjo en Portugal.

Comenzó a sospecharse de la actitud mantenida por el duque cuando llegaron rumores de que conspiraba y preparaba un plan para sublevar Andalucía. Parece ser que la primera idea del levantamiento partió del marqués de Ayamonte, quien se relacionaba con el duque a través de una serie de contactos. En el plan se contaba con el apoyo de Portugal y con la colaboración de las flotas de Francia y Holanda.

Toda aquella trama hizo que se produjesen numerosas idas y venidas por la frontera portuguesa y que por Ayamonte circulasen extraños rumores, cuya gravedad hizo que, en el verano de 1641, apareciese por allí un enviado especial de Madrid, Antonio de Isasi, quien interceptó una carta, que envió a la corte, remitida por Ayamonte a Medina Sidonia en la que quedaba al descubierto la trama de la conspiración.

A la corte también llegaban graves informaciones sobre la conjura facilitadas por Fray Nicolás de Velasco, Fray Luis de las Llagas y la declaración incriminatoria de Francisco Sánchez Márquez, presidente de la Contaduría Mayor de Cuentas, que escuchó, estando en la cárcel en Portugal, la conversación entre Fray Nicolás de Velasco (que se hacía pasar por preso para obtener información) y un albañil que en palacio oyó comentar a dos criados del duque de Braganza que se preparaba la armada para conquistar Cádiz. Puesto en libertad y de regreso a Castilla, informó de todo al Conde­-Duque de Olivares.

La conspiración queda revelada

El conde-duque de Olivares, retratado de Diego de Velázquez.

Cuando Medina Sidonia y Ayamonte esperaban noticias de Portugal acerca de la presencia de una flota franco-holandesa que colaboraría con los conjurados y que sería el momento en que se iniciaría el levantamiento, fueron llamados a la corte. El duque se excusó alegando razones de salud, en un intento de ganar tiempo, ya que algunas noticias señalaban la llegada inminente de la flota. Aprovechó los días que le proporcionaba su excusa para entrar en contacto con su consuegro el duque de Arcos, su suegra la marquesa de Priego así como el obispo de Jaén y el duque del Infantado, sondeando su posición ante un posible levantamiento. Éstos se negaron a participar en una empresa ya perdida y así por esta falta de apoyo de la nobleza, y ante el hecho que no se rebelaran las masas populares, pese a que se contaba supuestamente con el apoyo de Sevilla y Jerez de la Frontera y con el malestar del pueblo, y la no llegada de las prometidas flotas holandesa y francesa, le hacen desistir.

Así, desde la corte se envió a Andalucía a Luis de Haro -el futuro sucesor de Olivares como privado de Felipe IV- para conocer hasta dónde llegaban las ramificaciones de la conjura y para llevar a cabo la detención de Medina Sidonia. En cuarenta horas viajó de Madrid a Córdoba, donde recibió a numerosos nobles y varios mensajes. Su impresión fue que los grandes estaban tranquilos, pero que había cierta inquietud entre la pequeña nobleza.

Avisado Medina Sidonia de la llegada del emisario real y para evitar el escándalo de su prisión, el duque salió raudo para Madrid, donde visitó al Conde-­Duque y ante éste confesó la conspiración, al parecer engañado por la actitud de Olivares, que le hizo creer que usaría de toda su influencia para defender su vida, su casa y su honra.

Responsabilidades y castigos

Tras esta entrevista, se produjo la confesión de culpabilidad de Medina Sidonia ante el rey, de la que recogió testimonio escrito el Notario mayor del reino. En ella culpó al marqués de Ayamonte de haberle inducido a aquella acción, a la vez que negaba su intención de proclamarse rey de Andalucía.

Por su parte, se hizo prisionero al marqués de Ayamonte, al negarse a acudir a la corte por su propia voluntad. Fue llevado a los Reales Alcázares de Sevilla y a Illescas donde se le interroga el 6 de octubre de 1641. En la fortaleza de Santorcaz fue interrogado otra vez el 8 de junio de 1643, de allí pasó a Pinto para finalmente ser llevado al Alcázar de Segovia, que ofrecía mayor control y seguridad. En los interrogatorios se declaró culpable, pero cargando la mayor parte de la responsabilidad en el duque, a quién advirtió -según su propia confesión- que no le permitiría proclamarse rey de Andalucía y que sólo le apoyaría en la formación de una república andaluza. Tras un prolongado juicio fue condenado a muerte y a la confiscación de bienes. El duque de Medina Sidonia, no pudo por menos que enviar al Alcázar de Segovia a través de Luis del Castillo, 4.016 reales para que no le faltase de nada al marqués, su primo.

Un dictamen recomendó al rey conmutar la pena capital por la de cadena perpetua y que se aplicase la confiscación. Felipe IV se mostró conforme, pero en 1648, al descubrir la conspiración del duque de Híjar en Aragón se aplicó la sentencia al creer Luis de Haro que se podía reproducir la conspiración esta vez en Aragón. La sentencia definitiva de muerte fue ejecutada en el Alcázar de Segovia el día 12 de diciembre de 1648, degollándolo como a un traidor, convirtiendo dicha ejecución en un espectáculo ejemplarizante.

Con la finalidad de lavar su imagen, Medina Sidonia tuvo la estrafalaria idea de retar a singular combate al rey de Portugal, conminándole a comparecer en la frontera portuguesa, cerca de Valencia de Alcántara, en un cierto plazo de tiempo. Hasta el lugar propuesto se desplazó duque y su séquito, que esperó inútilmente ochenta días (entre el 1 de octubre y el 19 de diciembre de 1641).

Por su alto rango y fortuna el rey Felipe IV perdonó la vida, pero no olvidó. Fue desterrado de la corte y nunca obtuvo permiso para regresar a sus dominios andaluces. Cuando lo hizo sin licencia fue arrestado y encarcelado en el castillo de Coca. Se le privó del Señorío de Sanlúcar, que revirtió a la Corona, y en el año de 1645 se le privó el derecho a la Capitanía General de las Costas de Andalucía, que pasó a la familia ducal rival: los Medinaceli. También hubo una multa de doscientos mil ducados como “generoso donativo” al rey.

Su hijo Alonso lograría recobrar el nombre familiar al servicio del rey como marino, aunque siempre lejos de Andalucía (corregidor del Cuzco en el Perú, capitán general de las galeras de Cerdeña y posteriormente virrey de Valencia).

¿Qué falló?

La conspiración fracasó a pesar de los recursos con los que contasen los conspiradores y las voluntades que pudiesen aunar. Todos los datos apuntan a que los apoyos procederían del exterior, lo que señala indirectamente la falta de apoyo interno, pese al malestar que había en amplias capas de la población.

En la conspiración, que podemos calificar de conjura nobiliaria, no se contaba con las masas populares, y los contactos establecidos se reducían a algunos grupos de la nobleza. Alguna fuente señala que Sevilla estaba pronta a levantarse y que había que contar con Jerez de la Frontera.

La debilidad de la monarquía era patente a la vista de todos. Los rápidos éxitos de los rebeldes catalanes y portugueses, la percepción de una alta cota de malestar y la promesa de ayuda exterior debieron de influir en el ánimo de los conjurados. Pero Medina Sidonia y Ayamonte vivieron un espejismo; en Cataluña y Portugal existía un fuerte apoyo popular a sus movimientos que en Andalucía, tal vez más difícil de conseguir, ni siquiera se intentó.

La astucia de Olivares, en una delicada situación tras la independencia de Portugal y Países Bajos, revueltas en Cataluña y la crisis económica derivada de los gastos militares junto a los fallos en la organización, donde había algunos traidores, no pudieron evitar las filtraciones y pusieron los planes de la conjura en conocimiento del Conde-Duque, que acabó con el asunto llamando a los dos cabecillas a Madrid.

Una carta anónima y sin destinatario recogida en el Archivo histórico español dice que los tres que delataron la conjura (Fray Nicolás de Velasco, Fray Luis de las Llagas y Francisco Sánchez Márquez) recibieron importantes mercedes: el primero dos mil ducados y un honroso cargo en la armada de la Mar Océana, el segundo una plaza de contador y un hábito de caballero de una orden militar, y el tercero otro hábito y un cargo de veedor general del ejército en Portugal.

Notas

  1. Según la documentación que se conserva en el Archivo de la Casa Medina Sidonia, en especial en el Leg 2.420, que reune las cartas cruzadas por este duque con Felipe IV y sus secretarios, en 1640 y 1641, no hubo intención ni atisbo de sublevación, por parte de Gaspar Alonso Pérez de Guzmán, entonces general en la plaza de armas de Ayamonte, ni de su primo el marqués de Ayamonte, comandante en la misma plaza, ambos miembros del consejo de guerra. Para más información, visitar la página de la Fundación Casa de Medina Sidonia en el apartado "Sublevación de Andalucía", donde se encuentra texto completo de "Historia de una conjura" de Luisa Isabel Álvarez de Toledo, con fotografías de documentos vinculados (legibles sabiendo algo de paleografía).

Bibliografía

  • ÁLVAREZ DE TOLEDO, Luisa Isabel, Historia de una conjura, Jerez de la Frontera; Ed. Diputación Provincial de Cádiz, 1985.
  • CALVO POYATO, José; La conspiración de Medina Sidonia, Madrid, Ed. Información y Revistas S.A. Historia 16 nº 170, 1990.
  • CASTRO, Adolfo de, Historia de Cádiz y su provincia. Cádiz; Ed. Diputación Provincial de Cádiz, 1985 reeditando el original publicado en 1858.
  • DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio, La conspiración del Duque de Medina Sidonia y del Marqués de Ayamonte, Sevilla; Revista Archivo Hispalense 106-1961, pgs. 133 a 159.
  • V.V.A.A., Historia de España ilustrada, Barcelona, Ed. Ramón Sopena. 1968.

Enlaces externos

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