- Saturnino Castro
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Juan Saturnino Castro (n. Salta, noviembre de 1782 – † Moraya, Alto Perú, principios de octubre de 1814), oficial realista que luchó contra las fuerzas independentistas de las Provincias Unidas del Río de la Plata, del que era originario, teniendo una destacada actuación en la batalla de Vilcapugio. Fue ejecutado por haber intentado sublevar las tropas americanas del ejército realista a favor de los independentistas.
Biografía
Ingresó joven en el ejército real español, revistando en el Regimiento Fijo de Infantería de Buenos Aires, uno de cuyos batallones tenía su sede en Salta.
En 1809 marchó con parte de ese regimiento al Alto Perú, donde actuó en la represión de la Revolución de Chuquisaca, que se limitó a algunos arrestos y destierros. Después pasó al Perú y fue ascendido a coronel, pasando al arma de caballería.
En 1811 luchó en la batalla de Huaqui en el ejército realista. Participó en la captura de Cochabamba, ciudad que después de rendirse a los realistas había vuelto a rebelarse. Formó en las filas del ejército de vanguardia – el “Ejército grande” – del general Pío Tristán en la invasión del norte argentino. Luchó en las batallas de Tucumán y Salta. Fue tomado prisionero en esta última batalla, como el resto de su ejército. El general patriota Manuel Belgrano los dejó en libertad a cambio de que juraran no tomar las armas nuevamente contra las Provincias Unidas. Muchos de los oficiales juramentados cumplieron su palabra, entre ellos Tristán, pero la mayor parte – entre ellos Castro – decidieron no cumplirla, y consiguieron que el arzobispo de Charcas los liberara del juramento.
De modo que Castro se incorporó al ejército al mando del general Joaquín de la Pezuela que enfrentó al Ejército del Norte. El 27 de septiembre de 1813, al frente de tropas de caballería e infantería, avanzó desde Pequereque e interceptó las tropas del caudillo Baltasar Cárdenas en el combate de Ancacato, provocando una matanza en que cayó también el jefe patriota. Gracias a la victoria, el general Pezuela se apoderó de correspondencia que denotaba que Belgrano estaba esperando las tropas de Cárdenas y la caballería de Cochabamba, que aún no se le había unido.
De modo que Pezuela apresuró su avance y atacó a Belgrano cuatro días más tarde en la batalla de Vilcapugio. La superioridad numérica y de preparación militar de las tropas rioplatenses permitió a los patriotas arrollar las posiciones realistas. Pero en el momento en que la infantería de le izquierda realista acababa de ser destruida y el resto de las tropas comenzaban a huir, reapareció la caballería de Castro, dispersando toda el ala de la derecha patriota, que arrastró al resto de las tropas y las desorganizó por completo. La victoria realista fue completa.
Comandó una parte importante de la caballería en la batalla de Ayohuma y fue el encargado de perseguir a sus enemigos. Varias veces estuvo a punto de alcanzar a la retaguardia patriota, dirigida por el coronel Cornelio Zelaya, con el cual se cruzaron insultos a los gritos durante todo el día siguiente a la batalla.
En 1814 participó en la segunda invasión realista al norte argentino, bajo el mando de Pezuela, y fue el jefe del primer cuerpo realista en ocupar Salta, su ciudad natal.
Mientras estaba de guarnición en San Salvador de Jujuy, recibió correspondencia de su hermano, el doctor Manuel Antonio Castro – un reputado jurista instalado en Córdoba – y de varios amigos de éste, en que intentaban convencer al coronel que se pasara a las filas patriotas. No obstante, Castro acompañó a las tropas realistas en su retirada al Alto Perú, presionados por los gauchos de Martín Miguel de Güemes.
Al llegar a Santiago de Cotagaita, los realistas se enteraron de la grave rebelión de Mateo Pumacahua en Cusco, se había extendido a Arequipa, Huamanga, Puno y La Paz. Entonces Pezuela organizó la sublevación de los soldados de origen americano del ejército realista, e incluso convenció a muchos oficiales. Según el testimonio de los oficiales realistas, cinco sextas partes de las tropas eran americanas; si Castro hubiera logrado sublevarlos, el ejército realista hubiera desaparecido en cuestión de días.
En agosto escribió al general José Rondeau – nuevo comandante del Ejército del Norte – pidiendo colaboración y relatando sus planes. Uno de los oficiales a quien había contactado lo delató al general Pezuela. Sabiéndose descubierto, Castro intentó insurreccionar una parte de las tropas y pasarse a los patriotas, pero fue arrestado: Pezuela lo condenó a muerte, y el batallón de Cuzco, con cuya fidelidad más contaba Castro, hizo una demostración de fidelidad ofreciéndose a ser ellos quienes lo fusilaran.
Fue ejecutado en Moraya a fines de septiembre o principios de octubre de 1814.
Bibliografía
- Solá, Miguel, Diccionario histórico biográfico de Salta Imprenta de la Legislatura, Salta, 1964.
- Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.
- Bidondo, Emilio, La guerra de la independencia en el Alto Perú, Ed. Círculo Militar, Bs. As., 1979.
- Mitre, Bartolomé, Historia de Belgrano y de la independencia argentina. Ed. Estrada, Bs. As., 1947.
- Pezuela, Joaquín, Memoria de gobierno, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1947.
- Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo I, Ed. Emecé, Bs. As., 2004. ISBN 950-04-2675-7
- Bidondo, Emilio A., Historia de Jujuy, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1980.
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