- Misandria
-
La misandria es un fenómeno psicológico relacionado con la aversión u odio a los varones. No debe ser confundido con la androfobia.
Contenido
Etimología
Proviene del griego miseín (μισεǐν, "odio") y andros (άνδρός, "hombre"). Es el equivalente a "misoginia" (‘odio a la mujer’) para el hombre, aunque la Real Academia Española aun no la contempla como palabra española y usa el término "androfobia" (‘horror al varón’), que en realidad es el equivalente para el hombre de ginefobia. Por lo tanto no debe confundirse éste término con androfobia, ya que fobos en griego significa ‘fobia, miedo’, mientras que miseín significa ‘odio’. Aunque no es exactamente "odio hacia todos los hombres", sino, como el perfecto opuesto de la misoginia, es rechazo hacia la pareja, pensado tal vez como bueno para otras mujeres, pero no para una misma.
Historia
La misandria está relacionada con el pesimismo y la misantropía filosófica, pues la aversión a los hombres suele ser sólo un síntoma de un desprecio más general hacia todo lo humano, hacia la humanidad en general.
Sigmund Freud ya contemplaba desde sus análisis del psiquismo humano un movimiento opuesto a la misoginia, descubierto al estudiar un caso de homosexualidad femenina o lesbianismo, pero en su tiempo aún no existía un nombre para definirlo:
"Indignada y amargada ante esta traición, la sujeto se apartó del padre y en general del hombre. Después de este primer doloroso fracaso rechazó su feminidad y tendió a dar a su libido otro destino. En todo esto se condujo nuestra sujeto como muchos hombres, que después de un primer desengaño se apartan duraderamente del sexo femenino infiel, haciéndose misóginos".
Paul Nathanson y Katherine K. Young son los autores del libro Spreading Misandry: The Teaching of Contempt for Men in Popular Culture, publicado en 2001, con el que se convirtieron en los más recientes investigadores del fenómeno. Según estos autores la misandria convierte a los hombres en los chivos expiatorios de todos los males sociales y a las mujeres en las víctimas oficiales responsables de todo lo bueno.
Otra investigadora del fenómeno, Judith Levine, en su libro de 1992 My Enemy, My Love: Man-hating and Ambivalence in Women's Lives escribe sobre la misandria:
"[es] el odio que no se atreve a declinar su nombre [...] el odio al hombre es un problema emocional en la medida en que crea dolor y hostilidad entre hombres y mujeres. Pero no es una neurosis individual [...] El odio al hombre es un problema cultural [...] un fenómeno cultural [..] y los hombres, en cuanto objetos de ese odio, son también parte de él".
Entre una patología tratable y un fenómeno psicológico y sociocultural
La androfobia está considerada trastorno mental tratable, a diferencia de la misandria, que es desarrollada en paisajes formativos (ya sean culturales o sociales).
Un ejemplo de Misandria es el Manifiesto de SCUM[cita requerida], escrito por la femilista radical Valerie Solanas,[3] famosa por disparar contra Andy Warhol. El Manifiesto ha sido traducido al castellano y comentado por Diego Luis San Román.[4]
La tesis fundamental del Feminismo de la Emancipación, que tiende a la vindicación de la igualdad entre mujeres y hombres, tiende también a pretender anular las diferencias de naturaleza entre los sexos, en contraposición al Feminismo de la diferencia. Este posicionamiento junto a la tesis central de que es el hombre, como sexo (y no las condiciones estructurales, sociales, psicológicas, económicas, biológicas, etcétera) el que ha mantenido a lo largo de toda la historia de la Humanidad a las mujeres dominadas y sometidas, lo que se conoce como Patriarcalismo o Falocentrismo, ha llevado a que en diversos grados se exprese, experimente y cultive la misandria en el Feminismo. Identificar al varón como el sujeto del mal y la causa de los dolores y los sufrimientos de las mujeres de todos los tiempos es, en cuanto punto de partida y nudo central de ciertos tipos de feminismo, un posicionamiento misándrico o que puede generar misandria.
Las mujeres cuya identidad sexual se ha forjado en la dirección de buscar como compañeras a otras mujeres, las lesbianas (nombre que procede de ser frecuentes ese tipo de relaciones en la isla de Lesbos, de la antigua Grecia) pueden caer en la misandria como consecuencia del proceso de reafirmación dialéctica de su identidad. Así como el varón heterosexual se ha definido en relación a su identidad sexual por oposición al homosexual (proceso que puede conllevar a caer en la homofobia u odio a los homosexuales) la mujer homosexual, identificada con el padre y en rechazo de la madre que no es dominante (considerada como sumisa, obediente y dominada) tiende a fortalecer su identidad sexual en detrimento de la del varón y la mujeres heterosexuales, ya que el proceso edípico está cruzado y es el sujeto dominante (madre o padre) que desempeña los roles tradicionalmente asumidos por el varón el que determina la orientación sexual. Dicha forja de identidad homosexual en la edad moderna o a partir de la llegada del cristianismo (recuérdese que en la Grecia clásica la homosexualidad, la bisexualidad y la heterosexualidad no entraban en conflicto y eran identidades socialmente respetadas, admitidas y bien extendidas) fue vista como una anomalía o enfermedad, pero en la actualidad vuelve a ser admitida como un proceso de constitución y desarrollo de la personalidad y la identidad sexual.
La misandria, al focalizar el principio y las causas de todo malestar de las mujeres en el varón heterosexual, bajo la rúbrica de la existencia de un falocentrismo a lo largo de la Historia, puede asemejarse con fenómenos como el racismo o la xenofobia, según se pretenda reafirmar la identidad social en virtud del color de piel que se tenga o según se quiera reafirmar la identidad nacional en virtud del nacimiento en un determinado lugar.
La misandria es un fenómeno que ya empezaba a explicar el fundador del psicoanálisis, Sigmund Freud, en su estudio “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” (1920), en el cual investigó un caso de lesbianismo:
"Ya mucho antes del nacimiento de su hermano menor y, por tanto, también de las primeras reprimendas paternas había mostrado un vivo interés por algunas mujeres. Su libido seguía, pues, desde época muy temprana dos distintos cursos, de los cuales el más superficial puede ser considerado, desde luego, homosexual, constituyendo quizá la confirmación directa e invariada de una fijación infantil a la madre. Nuestro análisis se ha limitado a descubrir probablemente el proceso que en una ocasión favorable condujo la corriente libidinosa heterosexual a una confluencia con la homosexual manifiesta. El análisis descubrió también que la muchacha integraba, desde sus años infantiles, un «complejo de masculinidad» enérgicamente acentuado. Animada, traviesa, combativa y nada dispuesta a dejarse superar por su hermano inmediatamente menor, desarrolló, desde la fecha de su primera visión de los genitales del hermano, una intensa «envidia del pene», cuyas ramificaciones llenaban aún su pensamiento. Era una apasionada defensora de los derechos femeninos; encontraba injusto que las muchachas no gozasen de las mismas libertades que los muchachos, y se rebelaba en general contra el destino de la mujer. En la época del análisis las ideas del embarazo y del parto le eran especialmente desagradables, en gran parte, a mi juicio, por la deformación física concomitante a tales estados"[5]En contra de lo que muchas hiperfeministas piensan, Sigmund Freud no compartía los prejuicios de su época sobre la homosexualidad, como demuestra su famosa Carta del 9 de abril de 1935 a la madre de un homosexual en la que dice:
La homosexualidad, desde luego, no es necesariamente una ventaja, pero tampoco es nada de lo que haya que avergonzarse. No es un vicio, ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad. Más bien la considero una variación de la función sexual, originada en una detención del desarrollo sexual.
Sin embargo la psicogénesis de la homosexualidad resultan de gran importancia para poder desentrañar y comprender el surgimiento a nivel psicológico del fenómeno de la misandria, ya que se conforma como la inversión de la misoginia, como el movimiento dialéctico de sentido contrario.
Bibliografía
- Manifiesto de SCUM. Valerie Solanas (1967).
- Spreading Misandry: The Teaching of Contempt for Men in Popular Culture; Paul Nathanson and Katherine K. Young, McGill-Queen's University Press, Montreal, 2001.
- Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina o lesbianismo; Sigmund Freud, Obras Completas, Ensayo CXII (1920).
- When She Was Bad. Violent Women & the Myth of Innocence. Patricia Pearson; Viking Pr. Editions, October 1997.
- Coupable d’etre un homme. George Dupuy; Coll. «Partis pris actuels», sept.2000.
- The Myth of Male Power. Warren Farell; Berkley Publishing Group, january 2001.
- My Enemy, my Love: Man-hating and ambivalence in women's lives, Judith Levine, 1992.
Referencias
- ↑ Sigmund Freud, "Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina o lesbianismo", Sigmund Freud Obra Completas, Ensayo CXII, p. 1516, 1920
- ↑ Judith Levine, My Enemy, My Love: Man-hating and Ambivalence in Women's Lives, 1992
- ↑ Valerie Solanas, Manifiesto de SCUM [1], 1967
- ↑ Diego Luis San Román, SCUM, Cell 16 y la revolución hiperfeminstaSCUM, Cell 16 y la revolución hiperfeminsta
- ↑ Sigmund Freud Obra Completas, Ensayo CXII, p. 1521
- ↑ Sigmund Freud, Carta del 9 de abril de 1935
Véase también
Wikimedia foundation. 2010.