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Roger de Flor
Roger de Flor, también conocido como Rutger Blume o Roger von Blume, (Brindisi, c. 1266 - Adrianópolis, Imperio Bizantino, 1305) fue un caballero templario y caudillo mercenario al servicio de la corona de Aragón, uno de los capitanes de los almogávares.
Contenido
Biografía
Infancia y juventud
Su padre Ricardo (muerto en la batalla de Tagliacozzo) era un oficial de cetrería del emperador Federico II y su madre una burguesa de Brindisi, localidad en la que nació. Arruinada su familia, su madre lo confió a un caballero del Temple, orden en la que acabaría profesando como "hermano sargento", al mando de un navío llamado "Halcón".
Participó en la última cruzada a tierra santa, donde se distinguió en la defensa de San Juan de Acre (1291). Sin embargo, los templarios le acusaron de haberse apropiado de tesoros de la orden en la confusión en la que se desarrolló el desalojo de la ciudad, por lo que fue expulsado de la orden. Aprovechando su experiencia militar, se hizo mercenario, entrando al servicio del rey Federico II de Sicilia (hijo de Pedro III el Grande de Aragón).
Los almogávares
Federico puso a Roger de Flor al mando de las compañías de almogávares, mercenarios aragoneses y catalanes que habían sido empleados por la Corona de Aragón en la conquista de Valencia y Mallorca y que habían servido para que la Corona de Aragón consolidase su dominio de Sicilia frente a las pretensiones de la Casa de Anjou. Participó en la defensa de Mesina en 1302 demostrando dotes de auténtico líder.
Tras la Paz de Caltabellota (1302) entre Carlos II de Anjou y Federico de Sicilia, en 1303 se puso al servicio del emperador bizantino Andrónico II Paleólogo, para ayudarle contra el peligro turco, al mando de una expedición de 4.000 almogávares, 1.500 soldados de caballería y 39 naves enviada por Federico (la Gran Compañía Catalana). Desfiló al mando de los almogáraves, los cuales le tenían gran estima, ante el emperador bizantino en la ciudad de Constantinopla. Al mando de los almogávares aniquiló a los genoveses de Constantinopla, cosa que agradeció el emperador, harto de su tutela, pasó a Anatolia y tomó las ciudades de Filadelfia, Magnesia y Éfeso, rechazando a los turcos hasta Cilicia y la Tauro (1304) siempre en batallas en inferioridad numérica.
También durante la primavera de 1304 tuvo lugar una batalla entre los almogávares e invasores escitas procedentes del norte del Mar Negro (alanos), que fueron derrotados. En recompensa por los servicios al imperio, Andrónico le concedió el título de megaduque (comandante de la flota) y la mano de María, su sobrina e hija del zar de Bulgaria. Las batallas anteriores habían sido cortas y se provocaron mayor número de víctimas sobre todo en la retirada de los turcos del campo de batalla. Fueron de menor intensidad comparadas con la que se produjo cerca de las Puertas de Hierro. Roger de Flor y 8.000 almogávares derrotaron a un ejército turco compuesto por 30.000 soldados, en su mayoría jenízaros, causando 18.000 muertos enemigos. Después de esta gran victoria, los turcos se pensaron dos veces atacar de nuevo al Imperio Bizantino durante varios años y Roger fue proclamado césar del Imperio, concediéndole aquél en feudo los territorios bizantinos en Asia Menor, con excepción de las ciudades. En la batalla destacó un tal Berenguer de Entenza que había apoyado a Roger con 1.000 almogávares. A éste se le concedió el título de megaduque a petición de Roger.
Sin embargo, la situación de los almogávares en el imperio no era cómoda. Por una parte, al parecer cometieron excesos con la población griega local. Por otra, parece que la ambición de Roger de Flor era grande y pretendía erigirse en soberano de los territorios conquistados. Finalmente, su creciente ambición e influencia despertaron la hostilidad de Miguel IX, hijo de Andrónico II y asociado al gobierno del imperio. Así, éste le hizo asesinar en Adrianópolis durante un banquete junto con más de un centenar de jefes almogávares (5 de abril de 1305), y atacó posteriormente a las tropas almogávares. Sin embargo, no sólo no pudieron acabar con ellos, sino que los supervivientes, bajo el mando de Berenguer de Entenza, contraatacaron y arrasaron todo cuanto encontraron a su paso en Tracia y Macedonia (hechos conocidos como Venganza catalana).
La figura de Roger de Flor alcanzó difunsión entre sus contemporáneos gracias a la crónica de Muntaner, inspirando la obra Tirante el Blanco, de Joanot Martorell. Una de las unidades de la BRIPAC lleva su nombre.
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