- Inmigración española en Costa Rica
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Costa Rica posee una importante comunidad española que se ha diseminado por todo el territorio nacional. Según el Instituto Nacional de Estadística de España en 2009 viven en Costa Rica 16.482 ciudadanos españoles Censo electoral de españoles residentes en el extranjero 2009.
Historia
La población indígena, que siempre fue escasa, disminuyó aún más debido a las guerras de conquista, enfermedades traídas de Europa y el sometimiento de los indígenas a la esclavitud, cuando eran vendidos en el puerto de Portobelo y Perú [cita requerida].
La escasez de mano de obra, los limitados recursos mineros, la lejanía de la Capitanía General de Guatemala y lo accidentado del terreno que conforma la mayoría del Valle Central (el área más fértil del país) se unieron para que la colonización española fuera muy lenta y se enfrentara a serias limitaciones económicas para poder llevarse a cabo. Costa Rica fue entonces la provincia más austral y pobre de la Nueva España. La capital provincial se ubicaba en Cartago.
Muchos estudiosos, entre ellos Carlos Gagini y Roberto Brenes Mesén, sostienen que parte de la idiosincrasia nacional se formó durante esta época colonial, en donde las privaciones de tipo material eran el común para todos y al no haber mano de obra esclava, desde el gobernador provincial al más humilde de los campesinos tenían que velar cada cual por su sustento y por el de sus familias, creándose así una sociedad más igualitaria y menos regida por castas.
No obstante, nuevos estudios han demostrado que en la Costa Rica colonial, y sobre todo, a partir del siglo XVII, se empezó a cimentar una marcada diferenciación social, con una élite comercial y terrateniente que manejaba a antojo los hilos de la economía y la política interna.
Inmigración Española a Costa Rica
Partiendo de la frialdad de los datos estadísticos, es difícil realizar un análisis de los antecedentes de la emigración España a Costa Rica por dos razones: en primer lugar, porque en el pasado lejano hay una ausencia de datos fiables sobre los flujos migratorios (hasta 1882 no se inicia en España la recopilación de datos) y, en segundo lugar, en el pasado reciente, por la fácil y rápida integración de los españoles en la sociedad Costa Rica que les acoge, lo que ha motivado en numerosas ocasiones su falta de inscripción en los registros consulares.
No obstante, existe constancia de la llegada al país a finales del siglo XIX de algunos profesores españoles que contribuyeron al desarrollo de la educación privada y que tuvieron una gran influencia en su sistema educativo. En esa misma época, y en los primeros años del siglo XX, la emigración española estuvo condicionada, en cierta medida, por la necesidad de mano de obra de la multinacional estadounidense “United Fruit Company” que para sus plantaciones de café y banano utilizó como mano de obra a cientos de trabajadores, entre los que se encontraban algunos españoles que, por tanto, conocieron la dureza de este tipo de emigración. También en los primeros años del siglo XX muchos españoles utilizaron Costa Rica como puente para trasladarse a Panamá atraídos por la construcción del Canal. Los acontecimientos acaecidos en Cataluña por estas mismas fechas impulsaron a numerosos catalanes a emigrar a Costa Rica, constituyéndose en pocos años una colonia catalana floreciente e influyente que persiste hasta la actualidad.
Después de la primera Guerra Mundial, al aparecer graves dificultades para emigrar a América y al adquirir una singular relevancia las migraciones interiores, la emigración española alcanza modestas cifras lo que no impide la constitución, en el primer tercio del siglo XX, de una colonia española relativamente importante dada la escasa población del país. Así, según el censo de 1927, la población española ascendía a 2.534 personas (el 5,7% del total de extranjeros). Esta colonia, ubicada casi en un 80% en la capital San José, estaba compuesta en su mayoría por catalanes dedicados a las artes gráficas, fabricación de muebles y el comercio de telas y comestibles, seguidos de gallegos, asturianos y castellanos también ocupados, en gran medida, en pequeñas actividades comerciales.
Después de la Guerra Civil española y de la Segunda Guerra Mundial, se inicia una pequeña emigración, mayoritariamente gallega, por motivaciones económicas y también otra, de tipo político, que produce el exilio forzado de algunas familias.
Es a partir de 1960 cuando se produce un gran vuelco en la emigración española, que abandona la ultramarina por la europea, razón por la que la entidad de aquella a Costa Rica alcanza cotas mínimas (471 personas entre 1960 y 1980), no significando en el conjunto de estos años más que el 0,12% de la emigración asistida a Ultramar.
Desde 1980, la emigración española a Costa Rica no es ajena a lo que se ha dado en denominar nuevas formas de migración y se ha nutrido con los desplazamientos de profesionales relacionados con empresas españolas, inversiones hoteleras, comercio exterior, cooperación internacional, amén de otros emigrantes con voluntad de asentamiento permanente en el país, atraídos por la imagen que proyecta en el exterior, sobre todo en temas como la conservación de la naturaleza y el cuidado del medio ambiente.
Por último, señalar el papel de religiosos y religiosas que han realizado una labor encomiable en los campos de la enseñanza, salud, atención a niños y ancianos, etc. Varias generaciones de costarricenses han pasado por Colegios de honda influencia española como Los Ángeles, Don Bosco, Lasalle y Calasanz, entre otros.
Actualmente, según datos oficiales del CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes), el número de españoles residentes asciende a 3.488.
Respecto al asociacionismo de los españoles residentes en Costa Rica, conviene destacar que en 1856 se fundó la Sociedad Española de Beneficencia, una de las primeras en el continente americano. Nació ante la necesidad de ayudar a los españoles que llegaban a probar fortuna al país y que, una vez instalados, se convirtieron en focos de nuevas llegadas. En 1914 se fundó el primer centro regional, catalán, que cuatro años más tarde se fundió con la Sociedad Española, institución que perdura y que terminó aglutinando a todos los españoles y que, por imperativos legales, cambió su nombre por el actual de Asociación Española de Beneficencia adoptando el de Casa de España para su sede.
En la década de 1960 un grupo de emigrantes, todos ellos miembros de la citada Asociación, decide crear un complemento a los servicios benéficos y asistenciales que prestaba la misma y entonces, como una alternativa social y lúdica, crean el Club Campestre Español situado en San Antonio de Belén a pocos kilómetros de la capital.
Finalmente, en 1982 surge una nueva entidad creada por personas de origen catalán: el Casal Catalá y, en los últimos tiempos, un Centro Asturiano y un Centro Gallego que están dando sus primeros pasos.
Véase también
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