Simón Ruiz de los Cameros

Simón Ruiz de los Cameros

Simón Ruiz de los Cameros (¿? - Treviño, provincia de Burgos, 1277). Noble castellano. Fue hijo de Rodrigo Díaz de los Cameros, señor de los Cameros, y de su esposa Aldonza Díaz de Haro, hija de Diego López II de Haro y Toda Pérez de Azagra.

Tras la defunción de su padre heredó el señorío de los Cameros. Fue ejecutado en 1277 en el municipio burgalés de Treviño por orden de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León.

Contenido

Biografía

Se desconoce su fecha de nacimiento. Fue el hijo mayor de Rodrigo Díaz de los Cameros, señor de los Cameros, y de su esposa Aldonza Díaz de Haro. A la muerte de su padre heredó el señorío de los Cameros. Durante el reinado de Alfonso X el Sabio, que heredó el trono castellano-leonés a la muerte de su padre, Fernando III el Santo, ocurrida en 1252, confirmó en numerosos privilegios reales.

Simón Ruiz de los Cameros contrajo un primer matrimonio con Sancha Alfonso de León, hija ilegítima del rey Alfonso IX de León, aunque dicho matrimonio, a pesar de constar en varios documentos, ha sido cuestionado por numerosos historiadores, debido a que en algunos documentos la infanta Sancha no aparece mencionada como casada.[1] Posteriormente, en la década de 1270, contrajo un segundo matrimonio con Beatriz Fadrique de Castilla, hija del infante Fadrique de Castilla y nieta de Fernando III el Santo, rey de Castilla y León.

La revuelta nobiliaria de 1272-1273

A comienzos de 1272, un grupo de magnates, entre los que se contaban Nuño González de Lara "el Bueno", Esteban Fernández de Castro, Simón Ruiz de los Cameros, señor de los Cameros, y Lope Díaz III de Haro, señor de Vizcaya, se reunió en el municipio vallisoletano de Lerma con el propósito de comprometerse a luchar contra Alfonso X el Sabio si no accedía a las reclamaciones de los allí reunidos, quienes acordaron que el infante Felipe de Castilla, presente en la reunión y portavoz de los conspiradores, debería entrevistarse con el rey de Navarra a fin de conseguir que el monarca les concediese asilo en su reino, si se veían obligados a abandonar el reino de Castilla y León. El infante Felipe, viudo de sus dos primeras esposas, estaba casado con Leonor Rodríguez de Castro, sobrina de Nuño González de Lara, pues era hija de su hermana.[2]

Tras la reunión de los magnates conjurados en Lerma, Alfonso X intentó descubrir qué había ocurrido realmente en ella, comunicándose con su hermano el infante Felipe y con el señor de Lara. No obstante, el infante Felipe eludió responder a las cuestiones planteadas por su hermano, al tiempo que se excusaba de acudir junto con sus tropas a Andalucía en servicio del rey, pues adujo que se había producido un retraso en el cobro de su soldada anual, y comunicó a su hermano que su presencia en la reunión de Lerma era debida a los consejos y ayudas que el infante decía precisar, pues sostenía que sus viejos amigos habían fallecido y que "non podía estar sin aver algunos amigos que le ayudasen e le consejasen."[3]

Por su parte, y a pesar de haber tomado parte en ella, Nuño González de Lara "el Bueno" comunicó al rey que el propósito de la reunión de Lerma no había sido el que le atribuían, e incluso se mostró dispuesto a colaborar con el monarca castellano-leonés a fin de que pudiesen ser recaudados nuevos servicios, además de los previstos, en Castilla y en la Extremadura, añadiendo que de ese modo el rey podría saldar su deuda con los nobles, pues les debía varias soldadas. A comienzos de julio de 1272, Alfonso X ordenó a Nuño González de Lara, a su hermano el infante Felipe, y a todos los magnates y ricoshombres del reino, entre los que se hallaba Simón Ruiz de los Cameros, que acudiesen con sus hombres a Sevilla para ayudar al infante Fernando de la Cerda, que en esos momentos defendía la frontera de los ataques musulmanes, y la respuesta unánime de todos los participantes en la conjura nobiliaria fue negarse a acudir, a menos que el rey se entrevistase antes con ellos. Por su parte, Nuño González de Lara fingió apartarse de los conspiradores e informó al rey de los contactos mantenidos por los magnates sublevados con el rey de Navarra, aunque, poco después, fueron descubiertas una serie de cartas que probaron que en la conjura se hallaba involucrado el sultán de los benimerines, que deseaba debilitar la posición del monarca castellano. A pesar del descubirmiento de las cartas que probaban la traición de los nobles, Alfonso X las ignoró y se dispuso a negociar con los sublevados, aunque les ordenó que suspendiesen sus conversaciones con el rey de Navarra, orden que fue desobedecida por ellos, y por su parte, Nuño González de Lara declaró roto su compromiso con Alfonso X el Sabio, que le obligaba a no establecer posturas con musulmanes o cristianos sin antes hacerlo saber al rey. En septiembre de 1272, cuando Alfonso X se dirigía a Lerma, le salieron al encuentro un grupo de magnates, acompañados de numerosos caballeros, y el recibimiento pareció extraño al rey, pues los magnates, entre los que se contaba Simón Ruiz de los Cameros, «ca non venían commo omnes que van a su sennor mas commo aquellos que van a buscar sus enemigos».[4]

En septiembre de 1272 se reanudaron las negociaciones en la ciudad de Burgos, aunque los nobles se negaron a alojarse en la ciudad y lo hicieron en las aldeas cercanas, y desde allí comunicaron al rey que si deseaba transmitirles algún mensaje lo hiciese por medio de sus emisarios. Los conjurados presentaron entonces sus demandas al rey, quejándose de que el monarca les obligaba a regirse por el Fuero Real, de que en la Corte no hubiese jueces especiales para juzgar a los hidalgos según su fuero, de la actuación de los merinos y otros funcionarios de la Corona, y solicitaron además que se redujese la frecuencia de los servicios de Cortes, que se les eximiera del pago de la alcabala municipal de Burgos, y que el rey no fundase más pueblas nuevas en Castilla y León. Alfonso X acordó poco después una alianza con el reino de Navarra, anulando con ello los acuerdos establecidos entre los magnates sublevados y el monarca navarro.

Tras las Cortes de Burgos de 1272, en las que parecía que el soberano castellano alcanzaría un acuerdo con los magnates sublevados, se rompieron las negociaciones y los sublevados, incluidos el infante Felipe de Castilla y Nuño González de Lara "el Bueno", partieron hacia el reino de Granada, a pesar de que Alfonso X hizo un último intento de persuadirles para que no abandonasen el reino, por medio de los infantes Fernando de la Cerda, su hijo primogénito, y su hermano Manuel de Castilla. Antes de dirigirse a Granada, los magnates saquearon el territorio, robando ganado y devastando algunas tierras a su paso, a pesar de que el rey les envió mensajeros, portando cartas en las que se recordaba a los sublevados los favores que habían recibido de él, así como su traición al romper sus vínculos vasalláticos con el soberano. A Nuño González de Lara le reprochó que, durante su juventud, le había entregado la tenencia de Écija, a pesar de la oposición de su padre, Fernando III el Santo.[5]

Vista de la Alhambra. Simón Ruiz de los Cameros no acompañó a los magnates sublevados cuando éstos partieron hacia el reino de Granada, a finales de 1272.

No obstante, los magnates sublevados desoyeron las exhortaciones del rey y se dirigieron al reino de Granada, donde fueron acogidos con todos los honores por el rey Muhammad I de Granada, después de haber firmado un acuerdo con él en Sabiote. No obstante, Simón Ruiz de los Cameros, permaneció en el reino de Castilla y León, lo que ha llevado a varios historiadores a suponer que fue persuadido para que abandonara a los magnates, bien por Alfonso X el Sabio, o bien por su suegro, el infante Fadrique de Castilla.[6]

A principios de 1273, Simón Ruiz de los Cameros estuvo presente en el Ayuntamiento de Almagro, en el que se pretendía facilitar el retorno de los nobles exiliados y afrontar el descontento general producido por las reformas legislativas y por la presión fiscal existente en el reino de Castilla y León. Al Ayuntamiento de Almagro asistieron Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León, su esposa la reina Violante de Aragón y Hungría, el infante Fernando de la Cerda, los Maestres de las Órdenes Militares, los infantes Fadrique y Manuel de Castilla, y numerosos magnates y ricoshombres.

En 1273, Alfonso X el Sabio, que deseaba proseguir el fecho del Imperio, permitió que algunos miembros de la familia real, entre los que se contaban los infantes Fernando de la Cerda y Manuel, la reina Violante de Aragón, el arzobispo Sancho de Aragón, hijo de Jaime I el Conquistador y hermano de la reina Violante, y los maestres de las Órdenes Militares, reanudasen las negociaciones con los magnates exiliados. Después de numerosas negociaciones, y aconsejado el rey, entre otros, por su hermano el infante Fadrique de Castilla y por Simón Ruiz de los Cameros, que se mostraban partidarios de negociar con los rebeldes, accedió a la mayoría de las demandas presentadas por los nobles exiliados a través de Nuño González de Lara, quien en 1273 se entrevistó con la reina Violante de Aragón en la ciudad de Córdoba, y a finales de ese mismo año, los magnates exiliados regresaron al reino de Castilla y León, al tiempo que el rey Muhammad II de Granada se declaraba vasallo de Alfonso X, aunque la Crónica de este rey, erróneamente, sitúa éstos acontecimientos en 1274.[7]

Las ausencias, documentadas, de Simón Ruiz de los Cameros, y de su suegro, el infante Fadrique de Castilla, en las Cortes de Burgos de 1274, en las que Alfonso X solicitó recursos para proseguir el fecho del Imperio, llamaron la atención en la época. En las Cortes de Burgos de 1276, el infante Fadrique, apoyado por los principales magnates del reino, solicitó a su hermano Alfonso X que el infante Sancho, hijo mayor de Alfonso X el Sabio, fuese proclamado heredero de forma oficial, en detrimento de Alfonso de la Cerda, hijo primogénito del infante Fernando de la Cerda, y nieto de Alfonso X, quien había fallecido en Ciudad Real en 1275. Sin embargo, y aunque posteriormente cambió de opinión, Alfonso X se negó a conceder en ese momento al infante Sancho el título de heredero del trono.

Ejecución de Simón Ruiz de los Cameros y del infante Fadrique de Castilla

En junio de 1277, la situación general del reino era precaria, pues a las desavenecias en el seno de la familia real, ocasionadas por la muerte del infante Fernando de la Cerda, se unía la enfermedad del rey Alfonso X, que sufría continuos ataques de cólera, debido a sus problemas de salud. En ese contexto se produjo la ejecución del infante Fadrique de Castilla, y la de su yerno, Simón Ruiz de los Cameros, por orden de Alfonso X el Sabio.

Retrato que representa a Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León. El monarca ordenó la ejecución de su hermano, el infante Fadrique de Castilla, en 1277.

A raíz de una conspiración existente, y por la que, según una versión de los hechos, los conspiradores se proponíar declarar a Alfonso X el Sabio incapacitado para gobernar y sustituirle en el gobierno del reino por su hijo, el infante Sancho, el rey ordenó el apresamiento del infante Fadrique y el de su yerno, Simón Ruiz de los Cameros. Éste último fue apresado en la ciudad de Logroño y, posteriormente, quemado vivo en el municipio burgalés de Treviño, por orden del infante Sancho de Castilla, quien obedeció las órdenes recibidas de su padre.

Al mismo tiempo que su yerno era quemado en la hoguera, el infante Fadrique de Castilla, según una de las versiones, fue encerrado en el Castillo de Burgos y colocado dentro de un arca con hierros puntiagudos, donde murió. No obstante, otra versión de los hechos difiere de la anterior y señala que el hijo de Fernando III el Santo fue ahogado o asfixiado. La Crónica de Alfonso X describe del siguiente modo la ejecución del infante Fadrique de Castilla:[8]

"E porque el rey sopo algunas cosas del infante Fadrique, su hermano, e de don Ximón Ruyz de los Cameros, el rey mandó al infante Don Sancho que fuese a prender a Don Ximón Ruyz de los Cameros et quel fiziese luego matar. Et don Sancho salió luego de Burgos e fue a Logronno e falló allí a Don Ximón Ruyz et prísol. Et ese mismo día que lo prisieron, priso Diego López de Salcedo en Burgos a Don Fadrique por mandado del rey. E don Sancho fue a Treuinno e mandó quemar allí a don Ximón Ruyz. Et el rey mandó afogar a don Fadrique."

En el texto anterior no se mencionan cuáles fueron las causas que impulsaron a Alfonso X a condenar a muerte a su hermano y al yerno de éste. La versión que proporcionan los Anales del reinado de Alfonso X, posteriores a la Crónica de Alfonso X, es la siguiente:[9]

"Era de mill e trezientos e diez e seis eños, el ynfante don Sancho, fijo del rey don Alfonso e heredero, presó a don Ximón Ruiz de los Cameros en Logroño por mandado del rey su padre. E en este año presó el rey don Alfonso a don Fadrique, su hermano, en Burgos, e mandólo le meter en el castillo e meterlo en vna arca que estaba llena de fierros agudos e allí murió."

El historiador Antonio Ballesteros Beretta expuso en su obra Alfonso X el Sabio que la conjura que ocasionó la muerte del infante Fadrique y la de su yerno, fue una conjura "a favor de don Sancho, sin don Sancho", afirmación rebatida por el medievalista Manuel González Giménez, que sostiene que dicha teoría presenta un fallo, pues en su opinión, o bien el infante Sancho desconocía la conjura, o bien era un cínico, pues no tuvo inconveniente en cumplir la orden de su padre de prender y ejecutar al señor de los Cameros en Treviño.[10]

El historiador Manuel González Jiménez, en su obra Alfonso X el Sabio, aduce otras razones que pudieron motivar la condena a muerte del infante Fadrique. En opinión de dicho historiador, debido a la inestabilidad existente en el reino, a las dudas de su hermano el rey en designar heredero al infante Sancho, y a la impopularidad de Alfonso X, ocasionada por sus desaciertos políticos y sus ataques de cólera, el infante Fadrique de Castilla habría intentado dar un golpe de estado y ser proclamado regente del reino hasta que el infante Sancho alcanzase la edad designada en las Partidas para poder ser proclamado rey. De ser cierta dicha teoría, ello justificaría la reacción del rey, pues el delito de alta traición llevaba aparejada consigo la confiscación de bienes y la pena de muerte, entre la que se incluía la muerte por ahogamiento del individuo, la cual le fue aplicada, según refiere la Crónica de Alfonso X, al infante Fadrique de Castilla. Al mismo tiempo, dicho historiador sostiene, al igual que lo hicieron el Marqués de Mondéjar y Antonio Ballesteros, que en la conjura encabezada por el infante Fadrique y por su yerno tomaron parte, entre otros, Lope Díaz III de Haro, señor de Vizcaya, y su hermano, Diego López de Haro, junto a Ramiro Díaz, Pedro Álvarez de las Asturias, Nuño González de Lara y León, Fernán Ruiz de Castro y Fernán Ruiz de Saldaña, aunque afirma que es dudosa la participación de Nuño González de Lara y León, pues se hallaba exiliado en Francia junto con su hermano desde 1276.[11]

Otra teoría manifiesta, apoyándose en la cantiga 235, compuesta por Alfonso X el Sabio, que Simón Ruiz de los Cameros y su suegro fueron ajusticiados por haber cometido el "pecado nefando", es decir, por haber mantenido relaciones homosexuales, acción que en esa época estaba penada con la muerte. Tal teoría se basa en los rumores, recogidos por el marqués de Mondéjar, de que el infante Fadrique y su yerno, Simón Ruiz de los Cameros, habían adquirido durante su estancia en Túnez, las costumbres de los musulmanes, diferenciándose «muy poco de ellos en sus tratos y vidas escandalodas», refiriéndose con ello a la homosexualidad existente, aunque no tolerada oficialmente, en el mundo musulmán, pues estaba prohibida por el Corán. Los versos de la Cantiga 235 que justifican tal teoría, propuesta por el profesor Kinkade, hacen referencia a una conjura en la que participaron dos ricoshombres:[12]

Vista del municipio burgalés de Treviño. En él fue ejecutado en 1277, por orden de Alfonso X el Sabio, Simón Ruiz de los Cameros, señor de los Cameros.
Hua vez dos ricos-omes / que segundo eu sei,
se juraron contra ele / todos que non fosse Rey
[vv. 21-22]
Ca os mais dos ricos-omes / se juraron, por com´eu
sei, por deitarem do reyno / e que ficasse por seu,
que xo entre ssi partissen
[vv. 60-63]
E ben com´arde estadal
ardeu a carne daqueles / que non querían moller
[vv. 73 y 75]

A pesar de que existen ciertas similitudes entre los hechos referidos en la cantiga 235 y la ejecución del infante Fadrique de Castilla y la de su yerno, el establecimiento de una analogía entre ambos hechos supondría ignorar, en opinión de algunos historiadores, que el infante Fadrique, según refieren las crónicas de la época, no fue quemado vivo, sino ahogado, y supondría también ignorar que no existen pruebas que avalen la supuesta homosexualidad del infante Fadrique o la de Simón Ruiz de los Cameros.

Jesús Montoya Martínez, en su obra Composición, estructura y contenido del cancionero marial de Alfonso X, señaló por una parte que en los versos de la Cantiga 235 no se alude a la conjura que ocasionó el ajusticiamiento del infante Fadrique y la de su yerno, sino a la revuelta nobiliaria de 1272, que estuvo protagonizada por el infante Felipe de Castilla, hermano del infante Fadrique, y por Nuño González de Lara "el Bueno" y, por otra parte, que los dos ricoshombres mencionados en los versos de la cantiga 235 fueron condenados a la hoguera por ser simpatizantes de la herejía cátara o albigense. Por otra parte, Joseph O´Callaghan, partidario de la teoría del profesor Kinkade, señaló que: «en realidad no sabemos qué sucedió».[13]

Reparto del señorío de los Cameros

A su muerte, el señorío fue dividido en dos partes. Una parte fue para el infante Pedro de Castilla y Molina, hijo de Sancho IV de Castilla. La otra parte fue para María Álvarez de los Cameros, prima hermana de Simón, hija de su tío Alvar Díaz de los Cameros. De esta manera, el señorío pasó a la segunda línea de los antiguos señores de Cameros al extinguirse la línea de varón de la rama primogénita.

El 1 de octubre de 1277, año de su muerte, el rey Alfonso X de Castilla, ordenó que Luezas y Santa María de los Cameros, dos poblaciones que tenía Simón de por vida, fueran restituidas al Monasterio de San Prudencio de Monte Laturce.

Nupcias

Contrajo matrimonio por primera vez con Sancha Alfonso de León, hija ilegítima del rey Alfonso IX de León y de la dama Teresa Gil de Soberosa, aunque dicho enlace ha sido cuestionado por varios historiadores. No hubo descendencia de este matrimonio y, según algunas fuentes, Sancha Alfonso de León murió siendo virgen.[14] Falleció en 1270 y en la actualidad sus restos mortales yacen en el monasterio de Santa Fe de Toledo.

Posteriormente contrajo un segundo matrimonio con Beatriz Fadrique de Castilla, hija del infante Fadrique de Castilla y de Beatriz de Malespina, hija de los marqueses de Malespina. No obstante, algunas fuentes señalan que Beatriz Fadrique fue hija de la segunda esposa del infante Fadrique, Catalina de Epiro, hija de Nicéforo I Comneno Ducas, déspota de Epiro. Beatriz Fadrique falleció en 1277 sin haber dejado descendencia y fue sepultada en el monasterio de San Benito de Sahagún.[15]

Notas

  1. Yáñez Neira, María Damián (1982). «La princesa Doña Sancha, hija primogénita de Alfonso IX». Tierras de León: Revista de la Diputación Provincial (León: Diputación de León) 22:  pp. 58-59. ISSN 0495-5773. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2007586. Consultado el 7 de marzo de 2010. 
  2. Ibañez de Segovia Peralta y Mendoza, Gaspar; Marqués de Mondejar. «III». En Joachin Ibarra. Memorias historicas del Rei D. Alonso el Sabio i observaciones a su chronica. Madrid. pp. 277. http://books.google.es/books?id=NCkE93FlcSQC&printsec=frontcover&source=gbs_v2_summary_r&cad=0#v=onepage&q=&f=false. 
  3. González Jiménez, Manuel. «IX». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 241-243. ISBN 84-344-6758-5. 
  4. González Jiménez, Manuel. «IX». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 248. ISBN 84-344-6758-5. 
  5. González Jiménez, Manuel. «I». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 22-23. ISBN 84-344-6758-5. 
  6. González Jiménez, Manuel. «IX». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 255. ISBN 84-344-6758-5. 
  7. González Jiménez, Manuel. «IX». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 269-270. ISBN 84-344-6758-5. 
  8. González Jiménez, Manuel (octubre de 2004). «XI». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 317. ISBN 84-344-6758-5. 
  9. González Jiménez, Manuel. «XI». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 317. ISBN 84-344-6758-5. 
  10. González Jiménez, Manuel. «XI». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 319. ISBN 84-344-6758-5. 
  11. González Jiménez, Manuel. «XI». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 320. ISBN 84-344-6758-5. 
  12. González Jiménez, Manuel. «XI». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 321. ISBN 84-344-6758-5. 
  13. González Jiménez, Manuel. «XI». Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. pp. 322. ISBN 84-344-6758-5. 
  14. Yáñez Neira, María Damián (1982). «La princesa Doña Sancha, hija primogénita de Alfonso IX». Tierras de León: Revista de la Diputación Provincial (León: Diputación de León) 22:  pp. 58-59. ISSN 0495-5773. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2007586. Consultado el 7 de marzo de 2010. 
  15. «Foundation for Medieval Genealogy» (2000). Consultado el 20 de febrero de 2010.

Bibliografía

  • Del Arco y Garay, Ricardo (1954). Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.. ed. Sepulcros de la Casa Real de Castilla. Madrid. 
  • Ballesteros y Beretta, Antonio. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Academia Alfonso X el Sabio. ed. Alfonso X el Sabio. Murcia: Salvat. 
  • González Jiménez, Manuel. Alfonso X el Sabio (1ª edición). Barcelona: Editorial Ariel S. A.. ISBN 84-344-6758-5. 
  • Ortiz de Zúñiga, Diego. Tomo I. Madrid: Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla. 

Enlaces externos

Véase también


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