Desastre de la Vega de Granada

Desastre de la Vega de Granada

Desastre de la Vega de Granada

Desastre de la Vega de Granada
Parte de Reconquista
Reino de Granada.svg
Mapa del Reino Nazarí de Granada

Fecha 25 de junio de 1319
Lugar Cerro de los Infantes, en Sierra Elvira, cerca de la localidad de Pinos Puente, en la Provincia de Granada
Resultado Derrota de la Corona de Castilla y León
Beligerantes
Estandarte de la Corona de Castilla.pngReino de Castilla y León Estandarte del Reino Nazarí de Granada.pngReino de Granada
Comandantes
* Infante Don Pedro de Castilla
* Infante Don Juan de Castilla†
Ambos infantes ejercían la tutoría de Alfonso XI durante su minoría de edad.
* General Ozmin
* Ismail I de Granada, Sultán de Granada
Bajas
desconocidas desconocidas

Desastre de la Vega de Granada. Combate librado el día 25 de junio de 1319 en la localidad granadina de Pinos Puente, cerca de la ciudad de Granada, entre las fuerzas del reino de Castilla y León y el reino nazarí de Granada. También se la conoce con el nombre de Batalla de Elvira, o Batalla de Sierra Elvira. La batalla supuso un desastre para los castellanos y en la misma perdieron la vida dos de los tutores de Alfonso XI el Justiciero, que gobernaban en nombre del rey por ser menor de edad, que comandaban las fuerzas cristianas en la batalla. Los dos tutores fallecidos eran el infante Juan de Castilla, hijo de Alfonso X el Sabio, y el infante Pedro de Castilla, hijo de Sancho IV el Bravo y de la reina María de Molina, que a la muerte de los dos infantes quedó como única tutora del rey durante un tiempo, hasta que fue acompañada en la tutoría, en 1320, por el infante Felipe de Castilla, su hijo, y por Don Juan Manuel, nieto de Fernando III el Santo.

Contenido

Situación política en el reino de Castilla y León y campañas del infante Pedro contra el reino de Granada previas al desastre (1312-1319)

En 1312 murió el rey Fernando IV en la ciudad de Jaén, dejando como sucesor a Alfonso XI el Justiciero, que contaba entonces con un año de edad. Durante este periodo volvieron a rebelarse los Infantes de la Cerda y se produjeron los primeros enfrentamientos entre los partidarios de los posibles tutores de Alfonso XI el Justiciero. Uno de los candidatos a ejercer la tutoría era el infante Pedro, hijo del difunto Sancho IV el Bravo, y de la reina María de Molina, y se encontraba apoyado por la reina viuda, Constanza de Portugal, y por la propia María de Molina, a la que se rogó desde un principio que aceptase la tutoría, sinónimo de regencia. El otro candidato a ser tutor era el infante Juan, que se encontraba respaldado por el magnate Don Juan Manuel, nieto de Fernando III el Santo. Poco después, la reina Constanza de Portugal, que no deseaba que María de Molina ejerciese influencia alguna en el gobierno a través de su hijo el infante Pedro, pasó a ser partidaria de confiar la tutoría al infante Juan. En 1313 el infante Pedro tomó la localidad de Rute,[1] situada en la provincia de Córdoba, falleciendo poco después, en 1313 la reina Constanza de Portugal. En la llamada Concordia de Palazuelos, firmada en el año 1314, se encomendó la tutoría del joven Rey a sus tíos, los infantes Juan y Pedro, otorgándosele a la reina María de Molina la custodia del niño rey, al tiempo que se la nombraba tutora. [2] En las Cortes de Burgos de 1315 se ratificó todo lo dispuesto en la Concordia de Palazuelos de 1314, estipulándose además que en caso de morir alguno de los tutores continuarían en el cargo los tutores supervivientes, comprometiéndose los suscribientes a que no pudiese acceder a la tutoría nadie a excepción de la reina María de Molina y de los infantes Pedro y Juan.

Una vez estabilizada la situación política del Reino, se decidió dar un nuevo impulso a la empresa de la Reconquista, paralizada desde la muerte de Fernando IV el Emplazado. El propósito de la contienda era arrebatar plazas al reino de Granada, que se hallaba en guerra contra los benimerines, aliándose los castellanos con ellos en contra de los granadinos, al tiempo que se impedía que los benimerines se hicieran dueños del sultanato granadino. Los infantes Juan y Pedro, aprovechando las rivalidades internas del reino de Granada, decidieron emprender una gran campaña contra él. En 1315 el infante Pedro derrotó a los granadinos en la batalla de Alicún de Ortega, en la que murieron alrededor de mil quinientos granadinos,[3] además de cuarenta notables del sultanato de Granada. Poco después el infante Pedro conquistó los castillos de Cambil y Alhabar.[4]

Los últimos momentos del rey Fernando IV de Castilla y León. Óleo sobre lienzo de José Casado del Alisal.(1860). La muerte de Fernando IV en 1312 motivó la subida al trono de su hijo, Alfonso XI el Justiciero.

En las Cortes de Carrión de 1317, el infante Juan, deseoso de que el infante Pedro abandonase la tutoría, propuso que los tres tutores dejasen la tutoría, con la esperanza de que le fuera encomendada a él sólo, negándose a ésto los partidarios que se hallaban presentes de la reina y del infante Pedro. Aprobados los subsidios demandados por la Corona, se entabló una disputa que estuvo a punto de ocasionar la muerte del infante Juan. [5] Considerando los reunidos en las Cortes que los triunfos del Infante Don Pedro merecían los cuantiosos desembolsos que habrían de realizarse para poder continuar la labor reconquistadora, aprobaron conceder los subsidios solicitados por el infante.

Terminadas las Cortes de Carrión, el papa contribuir al esfuerzo de la guerra contra el reino de Granada, que libraba en la frontera el infante Pedro, otorgó a la empresa bélica que se planeaba el carácter de cruzada, concediendo para ello la décima y la tercia de las rentas eclesiásticas del reino, así como los ingresos procedentes de las bulas de cruzada durante tres años consecutivos. El infante Juan, que deseaba acceder a dichos beneficios, obtuvo su parte de los mismos gracias a la intervención de la reina María de Molina. [6] En 1317 el infante Pedro invadió el reino de Granada y devastó el territorio hasta llegar a Granada, desde donde retornó a Córdoba,[7] siendo acompañado en su expedición por los Maestres de las órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara, así como por el Maestre de los Hospitalarios, y por el arzobispo de Sevilla y el obispo de Córdoba. Poco después los granadinos intentaron sitiar Gibraltar, pero por temor al infante no llegaron a poner en práctica la empresa.[8] A continuación, el infante Pedro atacó las localidades de Píñar y Montejícar, tomando después el castillo de Bélmez de la Moraleda.[9] La Crónica de Alfonso XI relata de éste modo la conquista del castillo de Bélmez de la Moraleda:


"E el infante d. Pedro estando en Hubeda, ovo sabiduría que Belmez, un lugar en que avie vna villa e vn castillo muy fuerte del qual venía muy gran daño a tierra de christianos, e es ocho leguas de Granada, que non estaua ay tanta gente que lo pudiere defender. E fue luego para ella, y çercóla; e el dia que ay llego conbatiola, y entro la villa por fuerça; e la gente que era ay acogiose al castillo. E el infante d. Pedro embio luego por los yngenios que tenie en Jaen, e conbatio el castillomuy fuerte con ellos. E desque supo esto el rey de Granada, tomo ende muy gran pesar y muy gran quebranto, e mando luego salir toda su caballería para venir acorrer aquel castillo; e vinieron ay, e magüer era muy gran gente, nunca se atreuieron a venir a pelear con el ynfante d. Pedro. E acabo de veynte e vn dias que el infante d. Pedro llego a aquel castillo, a tan afincados fueron los moros que dentro estauan, que le ovieron de dar el lugar. E desque lo ovo cobrado, dexo en el buen recabdo, e partio e vinose para Vbeda e toda su compaña" [10]


Al año siguiente se celebraron las Cortes de Valladolid y de Medina del Campo, ambas en 1318, en las que se aprobaron los presupuestos solicitados por la Corona. En 1318 se pactó una corta tregua con los musulmanes debido a la escasez de fondos, lo cual benefició al infante Juan, que en esos momentos deseaba paralizar la guerra contra el reino nazarita a fin de que su sobrino el infante Pedro no adquiriese más poder e influencia. En el invierno de 1318 se ultimaron los preparativos bélicos y el infante Pedro, pasando por Toledo, Trujillo, Sevilla, Córdoba y Úbeda, reunió a las tropas que habrían de intervenir en la campaña del año próximo, ocupándose también de la fabricación del armamento necesario en la ciudad de Sevilla. Encontrándose el infante en la ciudad de Úbeda, decidió apoderarse del castillo de Tíscar, situado en la provincia de Jaén, que fue conquistado el sábado víspera de Pentecostés de 1319.[11]

Unión de los ejércitos de los infantes Juan y Pedro, y ruta seguida durante la incursión en la Vega de Granada (junio de 1319)

En junio de 1319, mientras el infante Pedro de Castilla devastaba la Vega de Granada, las huestes castellanas al mando del infante Juan se le aproximaban, ya que éste último había decidido, a pesar de no encontrarse en buena forma física, unirse a su sobrino en la expedición contra los nazaritas e impedir que éste último adquiriese más protagonismo en los asuntos del Reino. El plan del infante Juan era saquear la Vega de Granada y participar de los triunfos militares de su sobrino el infante Pedro, al tiempo que con ello se intimidaba al sultán granadino y se causaba el mayor daño posible en su territorio.[12]

Fotografía de la Vega de Granada, con los montes de Sierra Elvira al fondo. En uno de los montes de dicha sierra, conocido desde entonces como el Cerro de los Infantes, se desarrolló el combate conocido como el Desastre de la Vega de Granada, librado el día 26 de junio de 1319.

En junio de 1319, mientras el infante Pedro sitiaba el Castillo de Tíscar, el infante Juan, que se hallaba con su hijo Juan el Tuerto en la villa cordobesa de Baena,[13] dejó a éste último a cargo de la defensa de la ciudad y partió rumbo a Alcaudete para encontrarse con su sobrino Pedro, que allí le aguardaba. Reunidos ambos ejércitos en Alcaudete, alcanzando una cifra según el Padre Mariana de nueve mil hombres de a caballo y varios miles de a pie,[14] partieron rumbo a la Vega de Granada, arrasando a su paso los campos, talando los bosques y destruyendo y aprisionando el ganado. El infante Juan se hallaba al frente de la vanguardia de la columna, mientras que el infante Pedro se encontraba en la retaguardia, acompañado por los Maestres de las órdenes de Santiago, Calatrava, y Alcántara, además de por los arzobispos de Toledo y Sevilla, y numerosos miembros de la alta nobleza.

De camino a la ciudad de Granada, el ejército cristiano pasó por Alcalá la Real, donde pernoctó, permaneciendo en ella al día siguiente también.[15] . Después, pasando por las localidades de Moclín e Íllora, localidad ésta última que atacaron los cristianos y cuyo castillo pudieron haber tomado,[16] y pasando por Pinos Puente, llegaron un sábado, víspera de San Juan, a las cercanías de la ciudad de Granada, donde acamparon.[17] El ejército permaneció allí hasta el lunes, día en que el infante Juan sugirió regresar a tierras castellanas, a pesar de la oposición del infante Pedro, que deseaba avanzar más a través de territorio enemigo. [18] Sin embargo, prevaleció la opinión del infante Juan y ese mismo día emprendieron el viaje de retorno, hallándose el infante Juan al mando de la retaguardia de la columna cristiana, y el infante Pedro al de la retaguardia.[19]

Ataque del ejército granadino y derrota del ejército castellano-leonés (25 de junio de 1319)

El día 25 de junio, día en que los infantes emprendieron la retirada hacia sus bases,[20] la retaguardia del ejército castellano-leonés se vió atacada en el Cerro de los Infantes, situado en el municipio de Pinos Puente, a 16 kilómetros de Granada, por la caballería del sultán granadino, al mando del general Ozmín, que al tener noticia de la retirada de los castellano-leoneses, había salido de la ciudad de Granada con una fuerza de cinco mil hombres de caballería y varios miles de soldados de infantería. Sin embargo, en un primer momento los ataques de los granadinos se limitaron a intentar provocar al enemigo, mediante pequeñas escaramuzas mantenidas en la retaguardia de la columna cristiana.[21] Poco después, y a causa del calor, debido a encontrarse en el mes de junio, el ejército cristiano comenzó a mostrarse desalentado, sediento y agotado, al tiempo que los musulmanes granadinos atacaban con más dureza en todos los flancos de la retaguardia cristiana, que se vió así rodeada. Ante ésto, el infante Juan, que se hallaba al mando de la retaguardia, solicitó la ayuda del infante Pedro, que se encontraba al mando de la vanguardia del ejército. Las tropas del infante Pedro, presas de pánico y cargadas de botín, emprendieron la huída e intentaron cruzar el Río Genil, pereciendo muchos soldados en el intento, a pesar de la determinación del infante Pedro, que intentó hasta el último momento reorganizar sus tropas y llevarlas a la lucha al lado de su tío, que se veía a cada instante más apurado y necesitado de refuerzos. No pudiendo soportar la desobediencia de sus tropas y viéndose impotente ante la situación producida, el infante Pedro "á golpes se tollió todo el cuerpo, et perdió la fabla, et cayó del caballo muerto en tierra".[22]

Tal fue el final del hijo de Sancho IV el Bravo y de la reina María de Molina. Mientras tanto, los musulmanes granadinos mataron a todos los cristianos que encontraron, que, a causa de las elevadas temperaturas y del cuantioso botín que portaban consigo, apenas pudieron defenderse. Asimismo, relata la Crónica de Alfonso XI que cuando el infante Juan tuvo conocimiento de la muerte de su joven sobrino Pedro, que contaba con veintinueve años de edad:

"tan grande fue el pesar que ende tomó, que perdió luego el entendimiento et la fabla, et tovieronlo asi desde mediodia fasta hora de visperas, que nin moria nin vivia".[23]

Cuando los maestres de las Órdenes militares, el arzobispo de Toledo, y el obispo de Córdoba, que se encontraban en la vanguardia castellana, fueron informados de la muerte del infante Pedro, al que aguardaban, se dieron a la fuga.[24] Mientras tanto, en la retaguardia, el ejército del sultán granadino saqueó el campamento cristiano y, con el botín obtenido, emprendieron el regreso a la ciudad de Granada.[25] A la caída de la tarde, el infante Juan, que aún no había fallecido, fue colocado sobre un caballo, al tiempo que el cadáver del infante Pedro era colocado sobre un mulo,[26] y el ejército cristiano, que estaba decidido a replegarse debido a la multitud de bajas sufridas, emprendió la retirada hacia sus bases en la retaguardia. Durante el trayecto nocturno, el caballo que transportaba el cadáver del infante Juan, que había fallecido durante la noche, fue perdido de vista por sus hombres, debido a la falta de visibilidad, así como por la rapidez de su retirada y quedó perdido en las tierras del sultán de Granada.[27]

Mientras tanto, la vanguardia cristiana, que llevaba consigo el cadáver del infante Pedro, consiguió llegar a Priego de Córdoba, desde donde el cadáver del infante Pedro de Castilla fue trasladado a Baena,[28] y, posteriormente, pasando por Arjona,[29] a la ciudad de Burgos, donde recibió sepultura en el Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas de Burgos, lugar donde, pasados algunos años, también serían sepultadas la esposa del infante, la infanta María de Aragón y Anjou, hija de Jaime II de Aragón, y la hija de ambos, Blanca de Castilla y Aragón, que llegó a ser abadesa del cenobio burgalés.

Cuando el hijo del infante Juan de Castilla, Juan el Tuerto tuvo conocimiento de que el cadáver de su padre había quedado perdido en tierras de Granada, envió hombres en su busca, pero, al no encontrarlo, envió emisarios al sultán de Granada, quien ordenó su búsqueda.[30] Una vez hallado el cadáver del infante, fue llevado a Granada y colocado en un ataúd cubierto con paños de oro.[31] Después, el sultán ordenó formar una comitiva, escoltada por caballeros, para conducir los restos del infante hasta los dominios de la Corona de Castilla y León, donde se hicieron cargo de ellos los emisarios de Juan el Tuerto, siendo conducido el cadáver a la ciudad de Córdoba, desde donde, pasando por Toledo, el cadáver fue conducido a la ciudad de Burgos,[32] donde los restos mortales del infante recibieron sepultura en el lado del Evangelio del altar mayor de la Catedral de Burgos,[33] lugar donde se conserva su sepulcro en la actualidad.[34]

Consecuencias del desastre

La derrota castellano-leonesa en el "Desastre de La Vega de Granada", nombre con el que se conoce a la batalla, alteró el rumbo de los acontecimientos en el sur de la Península Ibérica durante varias décadas, hasta la mayoría de edad de Alfonso XI el Justiciero.

La localidad jienense de Martos, cuya peña aparece al fondo de la imágen, fue saqueada e incendiada por Ismail I de Granada tras el Desastre de la Vega de Granada.

La muerte de los dos infantes supuso el ascenso al poder absoluto en la corte castelllano-leonesa del infante Felipe de Castilla, hermano del fallecido infante Pedro, de Don Juan Manuel de Villena, nieto de Fernando III el Santo, y de Juan el Tuerto, hijo del infante Juan y nieto de Alfonso X el Sabio.[35] Transcurrido un año desde el Desastre, en 1320, comenzaron a ejercer la Regencia del Reino, en compañía de la reina María de Molina, abuela paterna de Alfonso XI, Don Juan Manuel y el infante Felipe.

En el acuerdo de paz que siguió a la derrota cristiana, suscrito por el infante Felipe en la ciudad de Baeza el día 18 de junio de 1320,[36] se acordó una tregua de tres años entre el reino de Granada y el reino de Castilla y León, que fue rota en 1323. Al mismo tiempo Don Juan Manuel, como Regente del Reino con potestad en los asuntos murcianos, pactó su propia tregua con el reino nazarí de Granada, al tiempo que Jaime II el Justo, rey de Aragón, hizo lo propio.[37]

En el Acuerdo de Baeza también tomaron parte activa los Concejos de las ciudades más importantes de Andalucía en poder de la Corona castellano-leonesa, como Córdoba, Jaén, y Sevilla. Por otro lado, también intervinieron en la redacción del acuerdo de paz las Órdenes militares, cuyas posesiones y fortalezas eran fundamentales en el equilibrio estratégico entre los ricoshombres y la Corona. A partir del Acuerdo de Baeza de 1320 se inauguró un período de relativa tranquilidad entre el sultanato granadino y la Corona de Castilla y León, alterado cuando expiró la tregua acordada en Baeza. En 1324 el rey Ismail I de Granada, en una campaña desarrollada rápidamente, recuperó las ciudades de Huéscar, Orce y Galera, cercanas a la actual Provincia de Murcia.[38] Al año siguiente, en 1325, sitió y saqueó la ciudad de Martos, empleando cañones.

A causa del Desastre de la Vega de Granada, la empresa bélica de la Reconquista quedó paralizada hasta la mayoría de edad del rey Alfonso XI el Justiciero, que comenzará su labor en este terreno recuperando las fortalezas perdidas a consecuencia de este desastre.

Referencias

Bibliografía

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Notas

  1. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «IX», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 23.
  2. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «IX», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 24-25.
  3. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XI», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 30.
  4. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XI», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 30.
  5. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XIII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 32-33.
  6. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XV», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 35.
  7. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XIV», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 34.
  8. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XIV», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 34.
  9. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XIV», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 35.
  10. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVI», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 37-38.
  11. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVI», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 37-38.
  12. Mariana, Juan de (1855). «XV», Imprenta y librería de Gaspar y Roig, editores (ed.). Historia General de España, Reedición edición, pp. 106.
  13. Valverde y Perales, Francisco (2007). «IV», Excma. Diputación Provincial de Córdoba, Servicio de Publicaciones (ed.). Historia de la Villa de Baena. Valladolid: Editorial Maxtor, pp. 65 y 66. ISBN 84-9761-365-1.
  14. Mariana, Juan de (1855). «XV», Imprenta y librería de Gaspar y Roig, editores (ed.). Historia General de España, Reedición edición, pp. 107.
  15. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  16. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  17. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  18. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  19. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  20. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  21. Mariana, Juan de (1855). «XV», Imprenta y librería de Gaspar y Roig, editores (ed.). Historia General de España, Reedición edición, pp. 107.
  22. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  23. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 39.
  24. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  25. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  26. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  27. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  28. Valverde y Perales, Francisco (2007). «IV», Excma. Diputación Provincial de Córdoba, Servicio de Publicaciones (ed.). Historia de la Villa de Baena. Valladolid: Editorial Maxtor, pp. 66. ISBN 84-9761-365-1.
  29. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  30. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  31. Valverde y Perales, Francisco (2007). «IV», Excma. Diputación Provincial de Córdoba, Servicio de Publicaciones (ed.). Historia de la Villa de Baena. Valladolid: Editorial Maxtor, pp. 66 y 67. ISBN 84-9761-365-1.
  32. Núñez de Villaizán, Juan; Francisco Cerdá y Rico (1787). «XVII», Francisco Cerdá y Rico (ed.). Crónica de D. Alfonso el Onceno de este nombre. Madrid: Imprenta de D. Antonio de Sancha, pp. 40.
  33. Del Arco y Garay, Ricardo (1954). «XVI», Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ed.). Sepulcros de la Casa Real de Castilla, pp. 256-259.
  34. Urrea Fernández, Jesús (1998). «Capilla Mayor», La Catedral de Burgos, 2ª edición, León: Editorial Everest S. A., pp. 26. ISBN 84-241-3777-9.
  35. Suárez Fernández, Luis (1976). Historia de España, Antigua y Media, Volumen II, 2ª edición, Madrid: Ediciones Rialp S. A., pp. 246. ISBN 84-321-1884-2.
  36. Suárez Fernández, Luis (1976). Historia de España, Antigua y Media, Volumen II, 2ª edición, Madrid: Ediciones Rialp S. A., pp. 246. ISBN 84-321-1884-2.. Véase también la siguiente obra:García Fernández, Manuel (1998). «Tensiones nobiliarias y gobierno municipal en Córdoba durante la minoría de Alfonso XI (1312-1325)» Historia, instituciones, documentos. n.º 25. pp. 235-248. Sevilla: Universidad de Sevilla: Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas. ISSN 0210-7716.
  37. Suárez Fernández, Luis (1976). Historia de España, Antigua y Media, Volumen II, 2ª edición, Madrid: Ediciones Rialp S. A., pp. 246. ISBN 84-321-1884-2.
  38. Patxot y Ferrer, Fernando (1858). «Libro VII, capítulo VII», Anales de España, por Ortiz de la Vega, pp. 201.

Enlaces externos

Véase también


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