- Consejo Nacional de Defensa
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El Consejo Nacional de Defensa fue un organismo que asumió el papel de gobierno provisional en lo que quedaba de la República Española tras el golpe militar protagonizado por el coronel Casado contra el Gobierno de Negrín.
Mediante este golpe, que tuvo lugar en Madrid, el 5 de marzo de 1939, se pretendió poner fin a la guerra civil mediante un acuerdo entre militares, que limitara las anunciadas represalias de los vencedores del bando nacional y evitar el intento comunista de prolongar el conflicto hasta enlazarlo con la inmediata conflagración europea; única posibilidad de pervivencia del ya derrotado gobierno republicano.
Contenido
Antecedentes
El presidente del Gobierno republicano, Juan Negrín, había huido a Francia con sus ministros el 8 de febrero ante el triunfo del bando nacional en la Ofensiva de Cataluña, terminada el 10 de febrero. El mismo 8 de febrero, las nacionalistas habían tomado Menorca, mientras las autoridades locales de la República (encabezadas por el almirante Luis González de Ubieta) evacuaban pacíficamente en buques de la marina británica. Mientras tanto, la Unión Soviética había suprimido los suministros a la República el 5 de febrero.
Negrín y sus ministros volvieron a España días después, pero no acudieron a Madrid ni a Valencia (las dos principales ciudades que aún quedaban la zona republicana), prefiriendo instalarse en la pequeña localidad alicantina de Elda, cercana a un importante aeródromo militar en Monóvar. Tal ubicación despertaba sospechas en los mandos militares pues Negrín y el PCE reclamaban al ejército mantener la resistencia a ultranza mientras que en la práctica la proximidad al aeródromo de Monóvar permitía a Negrín y sus ministros abandonar rápidamente territorio español. Asimismo el Partido Comunista Español (PCE), principal aliado gubernamental de Negrín, también había fijado su nuevo cuartel general, e instalado a sus máximos líderes, en una finca campestre cercana a Elda y a Monóvar, lo cual también les facilitaría una rápida huida.
La situación bélica de la República Española era muy mala tras el desmoronamiento final de Cataluña. Aunque el Ejército Popular contaba con casi 500.000 soldados en teoría (el Grupo de Ejércitos de la Región Central) los generales republicanos Antonio Escobar y Manuel Matallana, reclamaron el 12 de febrero ante Negrín que dichas tropas estaban con insuficiente vestuario y comida, con escasez de armamento (apenas 95.000 fusiles disponibles para todo el ejército) y con muy poca cobertura aérea (unos 150 aviones), incapaces de resistir una ofensiva seria de las tropas de Franco, y demandaron entablar negociaciones con los nacionales al considerar la guerra como perdida para la República.
Pese a los reclamos de los militares para un fin negociado de la guerra, Negrín y el PCE insistieron en continuar la resistencia, en lo cual serían apoyados por el general José Miaja; en tanto el PCE consideraba que una gran guerra europea (de Gran Bretaña y Francia contra Alemania e Italia) salvaría a la República, lo cual era también un deseo de Stalin: que el renovado poderío militar de nazis y fascistas se lanzara primero contra Europa Occidental y no contra la URSS.
El origen directo del golpe está en el 26 de febrero de ese año, tras difundirse la noticia que el régimen de Franco había sido reconocido por Gran Bretaña y Francia, en tanto la República solo controlaba la región suroriental del país y el triunfo final del bando nacional parecía cuestión de tiempo. El día 28 de febrero Manuel Azaña, desde París, dimite de la presidencia de la República; Azaña también se había negado antes a responder las peticiones de Juan Negrín para que regresara a España. Con esta actitud, parecía evidente la falta de autoridad auténtica de Negrín y la desmoralización que imperaba inclusive entre los principales dirigenets republicanos, lo que motivó que militares profesionales, republicanos de izquierda, socialistas y anarquistas (con la expresa exclusión de comunistas) conspiraran para la formación de un gobierno sustituto, con el único fin de intentar negociaciones de paz con las fuerzas de Franco. Ciertamente Diego Martínez Barrio asumía en París el mando presidencial como sucesor de Azaña, pero también rechazó la idea de retornar a suelo español.
Creación del Consejo
El 2 de marzo Negrín intentó calmar los rumores de una sublevación en las filas republicanas, formulando una serie de ascensos militares (incluyendo el ascenso de José Miaja a capitán general aunque dicho puesto fuera abolido en 1931) y una amplia modificación de mandos que no llegó a realizarse, designando militantes comunistas (o afectos al PCE) para diversos puestos clave. La única designación de Negrín que pudo cumplirse fue el nombramiento del oficial comunista Francisco Galán como jefe de la guarnición de la ciudad portuaria de Cartagena, base de la escuadra naval republicana; tal hecho causó el amotinamiento masivo de los marineros (mayormente simpatizantes de los anarquistas) quienes el 4 de marzo tomaron posesión de todos los buques de la flota y huyeron con ellos a Argelia para evitar que las tropas comunistas se apoderasen de dichos navíos. Una vez en el Norte de África, los marineros debieron dejar la flota en manos de las autoridades francesas y dejarse internar.
La rebelión de Cartagena precipitó la sublevación militar en Madrid, la cual ocurrió el 5 de marzo dirigida por el coronel Segismundo Casado. Negrín se comunicó con los rebeldes desde Elda pero no convenció a los sublevados. La presidencia del Consejo le fue ofrecida al veterano líder socialista Julián Besteiro, el personaje más popular de los miembros, que no aceptó al considerar que debería presidirla un militar debido a las circunstancias, aunque aceptó una consejería de las ocho que componían el Consejo, y quedando la presidencia en manos del general Miaja.
El Consejo se constituyó con los siguientes miembros:
Presidencia José Miaja Estado Julián Besteiro, (PSOE) Gobernación Wenceslao Carrillo, (PSOE) Defensa Segismundo Casado Hacienda Manuel González Marín,[1] (CNT) Trabajo Antonio Pérez, (UGT) Justicia Miguel San Andrés (Izquierda Republicana) Instrucción Pública José del Río (Unión Republicana) Comunicaciones Eduardo Val (CNT)
Las tropas republicanas comunistas atacaron al Consejo en Madrid los días 6 y 7 de marzo, enfrentándose también a los batallones anarquistas de Cipriano Mera, que se dirigieron a Madrid a apoyar al Consejo. Al igual que en Barcelona en mayo de 1937, surgía una guerra civil interna dentro de un bando de la Guerra Civil, mientras Negrín y su gobierno se esforzaban en mantener la lealtad de algunos jefes militares afectos al PCE para continuar resistiendo.No obstante, los asesores soviéticos que permanecían en el cuartel general del PCE preparaban por su cuenta una rápida evacuación el mismo 6 de marzo, dando por perdida a la República. Tras varios intentos de formar un núcleo de resistencia, en la mañana del 6 de marzo llegó a Elda la noticia que las tropas de Alicante se unían a Casado, lo cual precipitó la evacuación del Gobierno y de los jefes principales del PCE. La tarde de ese mismo día Negrín abandonó España saliendo en avión desde Monóvar con sus ministros. Pocas horas después le seguían desde el mismo punto los asesores soviéticos y toda la jefatura máxima del PCE que estaba presente allí junto con otros muchos líderes comunistas extranjeros que les acompañaban.
Ese mismo día el Consejo Nacional de Defensa seguía combatiendo a los comunistas en Madrid (quienes dominaban ya el centro de la ciudad). Al saber de la fuga de sus líderes con los asesores soviéticos, las unidades del PCE quedaron muy confundidas e intentaron proseguir la lucha pero pronto desistieron al advertir que habían quedado librados a su suerte y sin recibir instrucciones de sus líderes ya evacuados. El 11 de marzo, tras días de deliberaciones, los comunistas depusieron las armas a cambio que Casado no tomase represalias.
Contactos con Franco
El 12 de marzo el Consejo Nacional de Defensa condenó a muerte a los líderes comunistas que habían luchado contra su autoridad en Madrid, y dictó medidas urgentes para eliminar la influencia comunista en el ejército (abolición de los comisarios políticos, supresión de la estrella roja en el uniforme militar, supresión del puño cerrado como saludo militar, etc.). De inmediato el Consejo intentó llegar a un acuerdo con el régimen de Francisco Franco para lograr un acuerdo de paz, pero el bando nacional insistía desde febrero en que sólo se admitiría la rendición incondicional de la República.
El 8 de febrero el régimen franquista había dictado en Burgos la Ley de Responsabilidades Políticas donde se condenaba de antemano (y de modo retroactivo) a prácticamente todo individuo que hubiera apoyado activamente al bando republicano desde el 18 de julio de 1936, civil o militar, sin importar su cargo, partido, o jerarquía. Al conocerse el contenido de esta Ley en la zona republicana creció el miedo a las represalias, pues la norma daba a Franco un poder absoluto y discrecional para ejercer represalias contra todos los simpatizantes del antiguo Frente Popular.
Recién el 19 de marzo Franco aceptó recibir a los enviados republicanos y en efecto Casado envió el día 23 unos emisarios a Burgos, los coroneles Garijo y Ortega, para negociar directamente con el bando nacional; el Consejo Nacional de Defensa esperaba al menos que, si Franco no aceptaba condiciones de paz, por lo menos garantizara la ausencia de represalias. No obstante, desde que Gran Bretaña y Francia ya habían reconocido al régimen de Franco, y tras la aplastante vicotria de la Ofensiva de Cataluña se reforzaban las ansias del bando nacional para exigir una capitulación sin condiciones a la República, más aún sabiendo que ésta se reconocía vencida e incapaz de resistir más tiempo. Esto evitaba un "compromiso entre militares" de última hora (similar al Abrazo de Vergara) que legitimara después a los republicanos para formar oposición y entorpeciera la autoridad absoluta del nuevo Caudillo.
Ese mismo día 23 se realizaron las conversaciones, donde los enviados de Franco reiteraron que sólo sería aceptada la rendición sin condiciones de las tropas republicanas, agregando que en un plazo de dos días la aviación de la República debería ser entregada a los nacionales, y que el 27 de marzo se decretaría un alto al fuego en todos los frentes para que las tropas nacionalistas avanzaran: ante ello las fuerzas republicanas sólo deberían rendirse y entregar sus armas. Sobre las temidas represalias, Franco tan sólo ofrecía una vaga promesa verbal de justicia a quienes no hubieran cometido crímenes, sin dar más explicaciones. Tampoco se aceptó el pedido republicano de ejecutar una "rendición por zonas" para dar tiempo a los refugiados que desearan salir de España.
Los emisarios de Casado pidieron en vano un total de veinticinco días para cumplir estas exigencias pero ello les fue negado: solo se les permitió redactar un documento que fijase un modo pacífico de proceder a la rendición, pues las tropas nacionalistas simplemente avanzarían en ofensiva cuando venciera el plazo fijado por Franco. Finalmente, el 25 de marzo los emisarios de Franco protestaron porque la aviación republicana no se había entregado aún, acusando a Casado de no controlar sus tropas y no estar por tanto en condiciones de negociar y dando por terminada toda negociación. Los emisarios republicanos volvieron a Madrid en la mañana del 26 para apurar la entrega de la aviación pero ya era tarde. En la madrugada del 27 de marzo Franco no esperó más y ordenó a sus tropas lanzar la ofensiva.
Fin del Consejo
El 27 de marzo Franco ordenó a sus ejércitos avanzar en una ofensiva final. Casado ordenó a las tropas de la República sólo que se rindieran sin resistencia, aunque en las semanas previas gran cantidad de soldados republicanos ya habían desertado masivamente, sin que sus oficiales lo impidieran. A lo largo del día 27 los "nacionales" capturaron 30.000 prisioneros en la primera línea del frente, y todas las localidades que pudieron. Al saber de esta situación en retaguardia el Ejército Popular Republicano se autodesmovilizaba en todo el frente: divisiones y regimientos se disolvían de inmediato al saber de la cercanía de los franquistas, en tanto los soldados abandonaban posiciones y armas para volver a sus casas.
En simultáneo, diversos simpatizantes republicanos (muchos que habían desempeñado puestos administrativos de todo nivel), socialistas, anarquistas, y comunistas, huían en masa hacia las ciudades de la costa mediterránea, las más alejadas del frente, con la esperanza de abandonar España en algún barco y así huir de las represalias que el bando nacional ya había anticipado contra los vencidos, formando largas columnas de refugiados. En los muelles de Alicante, Valencia y Cartagena miles de refugiados republicanos se concentraron desesperadamente esperando una inmediata evacuación en buques extranjeros, pues la flota republicana que había huido a Argelia había sido retenida militarmente por el gobierno de Francia.
El 28 de marzo los "nacionales" tomaban Madrid sin resistencia, y arrestaron a Julián Besteiro, quien había decidido compartir la suerte de los civiles madrileños y no huir al extranjero. Casado salió de Madrid hacia Valencia en la mañana del 28, dejando el Consejo Nacional de Defensa prácticamente disuelto ese mismo día. Al anochecer del 28 de marzo los franquistas tomaron también todo el frente republicano de Extremadura y de Andalucía, de nuevo sin resistencia.
Fin de la guerra
El 29 de marzo los franquistas tomaban Guadalajara, Ciudad Real, Jaén, Almería, Cuenca, y Albacete, sin hallar resistencia. Ese mismo día Casado entregó Valencia a la quinta columna del bando nacional que ya prácticamente controlaba la ciudad ante la desintegración de las tropas republicanas, mientras al propio Casado se le permitía salir de España en un navío británico desde Gandía. La evacuación de refugiados republicanos era muy difícil en tanto el régimen franquista bloqueaba con su flota la entrada a los puertos mediterráneos, dejando en la incertidumbre y temor a casi 50.000 personas que esperaban angustiosamente ser evacuadas en temor de represalias y se hacinaban en los muelles de Alicante, Cartagena y Valencia, mientras las fuerzas de Franco se acercaban. En éstas dos últimas ciudades no se realizó evacuación alguna, y centenares de refugiados se dirigieron apresuradamente a Alicante, ante rumores que sólo en dicha localidad habría barcos para salir de España.
El día 30 de marzo, por la noche, partió de Alicante el último grupo de evacuados en el pequeño buque británico Stanbrook atestado de 3000 civiles, quedando en los muelles casi 20.000 refugiados que desesperadamente esperaron en vano hasta el amanecer del 31 de marzo otro barco donde partir. Las tropas de Franco entraron en Alicante a la mañana siguiente haciendo evidente que no habría más evacuación, lo cual causó una ola de suicidios entre los refugiados que abarrotaban los muelles. En la mañana del 31 de marzo los "nacionales" también tomaron Murcia y Cartagena. Con ello, todo el territorio español se hallaba en manos del régimen de Franco en la tarde del día 31. Los vencedores anunciarían fin de la guerra oficialmente en Burgos al día siguiente.
Fuentes
- Thomas, Hugh (1967). La Guerra Civil Española. París : Ruedo Ibérico.
- Bahamonde Magro, Angel; Cervera Gil, Javier. Así terminó la Guerra de España. Madrid: Marcial Pons, Ediciones de Historia. ISBN ISBN(13): 9788495379092.
- ↑ Odisea en Albión: los republicanos españoles exiliados en Gran Bretaña 1936-1977. Luis Monferer Catalán.
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