- Ecología de la costa peruana
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Ecología de la costa peruana
Pocos son los que visitan el Perú con el propósito expreso de conocer sus costas. En comparación con Machu Picchu, los Andes majestuosos o la selva amazónica peruana megadiversa, la costa desértica y ligeramente sus fríos mares, salvo en el norte, generalmente no llaman la atención y para la mayoría pasa inadvertida. Incluso para los peruanos, a menudo la costa sólo vale por sus hermosas playas y como fuente de manjares inagotables. Sólo recientemente, a raíz de las catástrofes traídas por El Niño en los períodos 1982-1983 y 1997-1998, finalmente los peruanos están percibiendo el importantísimo rol que juega el mar en sus vidas y lo mucho que dependen de éste y sus recursos para su bienestar.Contenido
Mar peruano
Una afortunada combinación del perfil de las costas peruanas y un complejo sistema de corrientes que traen del sur las aguas frías de la Antártida y que continuamente recicla los nutrientes del fondo marino hacia la superficie, hacen del mar peruano el más rico de la Tierra. La altísima productividad de sus aguas mantiene una cadena alimenticia relativamente simple: fitoplancton y zooplancton que alimentan a millones de anchovetas, las que a su vez sirven de sustento a inmensas poblaciones de otros peces más grandes y de una variedad de aves y mamíferos marinos. A partir de la extraordinaria abundancia de unas pocas especies es que la economía peruana, se mantuvo durante los últimos dos siglos. Primero el guano de las islas (fertilizante rico en nitrógeno hecho de las deposiciones de guanayes, pelícanos y piqueros y después de Harina de pescado, harina de anchoveta hicieron del Perú una de las principales naciones pesqueras en el ámbito mundial. Sin embargo, el escaso cuidado que se puso en la explotación de estos recursos llevó en muy pocos años al colapso de ambas industrias. Entre 1960 y la actualidad, el Perú ha capturado casi el 10% del volumen total de peces capurados en el Tierra|mundo entero y sólo se puede seguir pescando volúmenes tan altos por la extraordinaria productividad de sus recursos marinos. En otras partes del mundo, bajo las condiciones de explotación peruana a la que están sometidas sus recursos marinos, hace mucho que se hubieran agotado.
Pero por otro lado, la riqueza del mar peruano no es muy constante. Con una regularidad variable, que varía entre los dos y siete años, se dan los famosos eventos de El Niño. Durante este fenómeno las aguas normalmente frías de las costas peruanas son cubiertas por una gran masa de aguas calientes y pobres en nutrientes provenientes del otro lado del Océano Pacífico|Pacífico. Esto ocasiona que la anchoveta y otros peces migren al sur o se refugien en aguas más profundas, fuera del alcance de sus depredadores. Con sus presas prácticamente inaccesibles, la aves y lobos marinos mueren en masa y la pesca se paraliza.
Las especies del litoral peruano están adaptadas para sobrevivir a este tipo de fluctuaciones naturales. Los peces, aves y mamíferos han desarrollado comportamientos y estrategias reproductivos muy flexibles que les permiten minimizar las pérdidas a largo plazo. Por lo general sólo mueren los individuos jóvenes durante El Niño y los adultos sobreviven para reproducirse muy exitosamente en los años de abundancia. Sin embargo, en las últimas décadas los cambios en nuestros patrones de clima a raíz del calentamiento global pueden estar alterando este frágil equilibrio y ocasionando cambios permanentes en los ecosistemas costeros peruanos.
Consecuencias de los fenómenos naturales
Una de las posibles consecuencias a largo plazo del calentamiento global, es el aumento de la frecuencia e intensidad de los eventos de El Niño. Si combinamos esto con la captura indiscriminada y constante de la mayor parte de la biomasa disponible de anchoveta por parte de la pesca industrial, las consecuencias a mediano plazo para muchas de las principales especies del litoral peruano podrían ser muy graves.
Tenemos por ejemplo a los lobos marinos. El fortísimo fenómeno de El Niño del período 1997-1998 mató a casi el 80% de sus poblaciones. A diferencia de otros eventos de años anteriores, éste mató no sólo a las crías del año y a los juveniles entre uno y tres años, sino que también ocasionó la muerte de una importante fracción de las hembras y machos adultos. Con un bajo número de adultos reproductivos, las poblaciones sólo se pueden recuperar en forma lenta y, obviamente, el riesgo de extinción para estas poblaciones se incrementa de manera alarmante. De producirse otro fenómeno de El Niño intenso dentro de los próximos cuatro o siete años, estos pocos animales, ya más viejos y debilitados, también morirían y no habría adultos jóvenes para reemplazarlos.
Poblaciones de especies que antes eran capaces de resistir los efectos de eventos intensos de El Niño y recuperarse rápidamente, hoy en día tardan más tiempo en hacerlo y nunca logran alcanzar los niveles poblacionales que tenían antes del desarrollo de la pesca industrial de la anchoveta. A partir de mediados de los años 1970, después del primer gran colapso de la pesquería, las poblaciones de aves y mamíferos marinos, así como la de muchas especies de peces de la costa peruana se han mantenido en niveles muy bajos, reduciéndose cada vez más después de cada El Niño. Si efectivamente se está dando un aumento en la frecuencia e intensidad de la ocurrencia de este fenómeno, a no ser que se logre reducir la presión de pesca de forma tal que estas especies tengan suficiente alimento disponible para aumentar su capacidad reproductiva o de recuperación, pronto muchas de estas poblaciones habrán desaparecido del litoral peruano.
Crisis mundial
Este colapso de las pesquerías no se limita al Perú; a nivel mundial las pesquerías están en crisis. la FAO reporta que de las quince principales regiones pesqueras del mundo, cuatro ya han sido agotadas y nueve están en franca declinación. En la última década y en el ámbito mundial las capturas han caído, aún cuando las flotas pesqueras están en constante expansión y pescando cada vez con más intensidad. Algunos stocks pesqueros de gran importancia, como del bacalao en el Atlántico Norte, se encuentran en estado crítico, de forma tal que ya se ha prohibido o reducido significativamente su pesca. Sin embargo, sólo recién se ha tomado conciencia de la cris profunda que afecta los ecosistemas marinos del mundo y la necesidad urgente de hacer algo por ellos. Esta crisis generalizada ya ha llevado a que muchos países hayan adoptado políticas y leyes que buscan no sólo reducir o evitar el impacto de las pesquerías, sino recuperar los recursos y ecosistemas marinos y costeros afectados por las actividades humanas.
En el Perú, sin embargo, poco o nada es lo que se ha hecho al respecto. Las políticas y estrategias de uso sostenible de los recursos naturales hasta ahora se han concentrado principalmente en los ecosistemas terrestres, dejando de lado los ambientes marinos y costeros. A partir de la idea generalizada de la gran riqueza del mar peruano, se ha presumido que los recursos del mar son inagotables y que se pueden recuperar sin importar la presión que se ejerza sobre ellos. Además, en el Perú casi el 60% de la población y las principales industrias están ubicadas en las zonas costeras, lo que genera fuertes intereses políticos y económicos que influyen sobre la clase dirigente que no hace nada por controlar esta situación. Por otro lado, los altísimos niveles de pobreza de las comunidades pesqueras hacen que se muestren reacias a cualquier medida que límite la explotación de los recursos marinos.
Posiblemente un factor importante que ha contribuido a esta inercia es el poco conocimiento que tienen los peruanos sobre la importancia del mar y sus recursos, así como la crisis que atraviesan. A diferencia de los bosques, donde la tala esw evidente a simple vista, los mares aparentemente no cambian. Difundiendo la excepcional naturaleza de las aguas peruanas y sus maravillas, se espera que se logre una mayor apreciación de ellas y, de ser posible, el interés y preocupación suficiente para buscar un cambio a largo plazo en la forma de uso y abuso.
Las ecorregiones naturales de la costa peruana
El Perú ha sido privilegiado por la naturaleza con más de 3.000 kilómetros de costas bañadas por uno de los mares más ricos del mundo, el mismo que lo ha convertido, al margen de ciertos excesos extractivos, en el cuarto país pesquero del globo. Con excepción de los 52 ríos que cortan la estrecha franja costera en su camino al Pacífico, el litoral presenta la forma de un árido desierto que se precipita hacia el océano en forma de amplias playas, resguardadas caletas, ásperos roqueríos y colosales salientes moldeadas por el ímpetu milenario del viento y las olas. En ocasiones, las dunas parecen avanzar incontenibles hasta perderse en el mar, otras veces es el salitre el que tiñe de dorado el paisaje agreste de este mundo inhabitado que se extiende justo al lado de la exuberancia de la orilla. En ella, sin embargo, todo cambia de manera drástica y definitiva, y la naturaleza abre paso a una explosión de vida sin precedentes.
Este escenario de naturaleza pura es, al mismo tiempo, una suerte de lienzo gigantesco en el que se mezclan, como pinceladas de los más diversos colores, la cultura y costumbres de agricultores que han heredado las técnicas para arrancar cosechas al desierto y a las alturas andinas; de hábiles pescadores que aún hoy continúan cabalgando las olas en las mismas embarcaciones que construyeran sus ancestros, casi al inicio del tiempo. Un extraordinario pasado histórico, cuyos vestigios aparecen por doquier deslumbrando a todo aquel que se detiene a observarlos, se combina con una naturaleza espectacular en una tierra de contrastes y paisajes únicos, para formar ese territorio.
El mar frío
La Corriente Peruana, conocida también como Corriente de Humboldt baña con sus frías aguas las costas peruanas desde Tacna hasta Punta Pariñas, sl sur de la región Piura. Sus aguas son considerablemente más frías debido a que provienen del extremo sur de América y de la Antártida.
Su influencia sobre esta parte del continente es tan fuerte que impide la producción de lluvias en la costa, favoreciendo la formación de neblinas. Sin embargo, sus aguas son extremadamente ricas, tanto que algunos científicos la han definido como una verdadera "sopa de plancton". Ello permite el desarrollo de una extraordinaria variedad de vida animal y vegetal, compuesta por algas de muchos tipos, grandes mamíferos como las ballenas, cachalotes, delfines y bufeos, además de dos especies de lobos marinos.
Acompaña a los grandes habitantes del mar una legión de aves guaneras y más de 300 especies diferentes de peces, entre las que destacan la anchoveta y la sardina, fuentes de una importante industria para el Perú.
El mar tropical
La corriente cálida o mar tropical se encuentra presente en una pequeña porción de la costa norte del Perú. Sus aguas, considerablemente más cálidas que las del resto del país, favorecen la formación de grandes nubes que se convertirán más tarde en las lluvias que cada año caen sobre la costa de Tumbes y parte de Piura. De allí que en estos lugares la vegetación sea abundante, incluso en el desierto cercano al mar.
Las aguas cálidas permiten también la existencia de un conjunto de plantas y animales totalmente diferentes a los que habitan en los mares de aguas frías. Uno de los ecosistemas más hermosos y singulares del mundo debe su origen al mar tropical: los manglares. Formados gracias a la mezcla del agua dulce y cargada de sedimentos de los ríos con las aguas saladas del mar, los manglares crecen en la misma orilla marinaformando una apretada selva que bulle de vida y proporciona alimento y refugio a centenares de especies de animales y plantas. Algunas de ellas son muy raras, como el osito manglero y el cocodrilo americano.
Entre los habitantes más comunes de esta ecorregión figuran tijeretas o aves fragata, el piquero de patas azules o camanay, las aves del trópico, varias especies de tortugas marinas y hasta una serpiente de mar. Los peces son abundantes y muy variados: desde los tiburones y atunes hasta los grandes congrios, meros y merlines. Los moluscos y crustáceos merecen una mención especial: decenas de variedades de conchas, almejas y cangrejos, además de las conocidas langostas y langostinos, requieren de las aguas calientes para sobrevivir.
Fenómeno El Niño
Por definición científica, El Niño equivale a una alteración de la temperatura del agua en las costas del Pacífico. Sus consecuencias, sin embargo, lo convierten en uno de los fenómenos climáticos más importantes producidos en el océano y la atmósfera terrestre. En el Perú, éste se manifiesta como una corriente marina que irrumpe por el extremo noroeste del territorio del Perú, produciendo una alteración significativa del ecosistema martino y costero de esta parte del litoral: lluvias e inundaciones en la costa norte y sequías y heladas en el Altiplano surandino.
En general, se puede decir que la ocurrencia del fenómeno de El Niño se debe a una alteración en los vientos alisios sobre el océano. Estos vientos soplan de manera permanente desde el soroeste en la zona tropical, arrastrando las aguas frías de la Corriente Peruana en esa dirección. Sin embargo, cada cierto número de años, por razones desconocidas, estos vientos sufren una modificación trascendental: dismunuyen su velocidad y hasta cambian de sentido, soplando entonces desde el noreste y provocando un cambio en las corrientes marinas que traen aguas cálidas típicas del trópico hasta el litoral norte del país.
Dependiendo de la intensidad del cambio en los vientos, estas corrientes cálidas pueden llegar hasta la costa central, o en situaciones excepcionales, hasta el extremo sur del Perú y el norte de Chile. De allí que se explique la presencia de especies marinas típicas de zonas tropicales en la costa limeña como los peces espada, el perico, los langostinos y el mero (y el consiguiente alejamiento de las especies habituales de las aguas frías, como la anchoveta, la caballa y las sardinas). Con los visitantes marinos llegan también las aves acuáticas como la fragata y el piquero de patas azules, acompañando los cardumenes que, confundidos, siguen las aguas que les brindan las condiciones para sobrevivir.
Según los estudiosos, el fenómeno de El Niño es un accidente natural de características recurrentes pero no periódicas. Esto significa que se presenta con magnitudes diferentes en intervalos que pueden variar entre los 3 y 10 años. Por lo general, los de manor intensidad o "niños buenos" ocurren cada 3 o 4 años; mientras que los "niños malos" o de gran intensidad ocurren cada 8 a 10 años.
Ocasionalmente, fenómenos de dimensiones espectaculares como el que asoló la costa norte peruana en 1982-1983, ocurren sólo (y afortunadamente) cada 80 a 100 años. Dicho suceso, que devastó gran parte de las localidades costeras del país, afectó de manera importante las costas de Ecuador y Chile, y de una u otra manera, el clima de todo el mundo.
nre los efectos más visibles de este fenómeno figuran la formación de grandes frentes nubosos que producen lluvias torrenciales en zonas donde habitualmente no existen más que garúas; los huaicos o deslizamientos de tierra, así como la erosión, acompañan frecuentemente a las lluvias, cerrando el ciclo de devastación que El Niño va dejando a su paso.
Sin embargo, no todas las consecuencias de esta megaalteración climática son malas o nocivas al hombre. Uno de estos ejemplos es la extraordinaria aparición de vegetación en zonas desérticas y despobladas de la costa norte del Perú. este fenómeno como regeneración natural, posee un potencial para el desarrollo de las zonas marginadas del país de dimensiones tan grandes como las del propio El Niño en cuestión.
El origen del nombre, El Niño (con el que se le conoce en todo el mundo), se remonta al puerto norteño de Paita. Desde siempre los pescadores artesanales han llamado así a una corriente de aguas cálidas que cada año se presenta en esta zona al llegar el mes de diciembre. Por asociación, el nombre de la corriente se relacionó con la llegada del Niño Dios, es decir, en vísperas de Navidad.
Antaño, la importancia de esta corriente para los hombres de mar residía en que sus aguas, bastante más cálidas que las que solían bañar sus costas el resto del año, alejaban a los peces de la costa, dando por concluida la temporada anual de pesca en el litoral norteño del Perú. Era, pues, el inicio de un tiempo de descanso y de estar con la familia, de reparar las redes y las embarcaciones. Era tiempo de esperar la llegada de El Niño.
Véase también
- Santuarios naturales del Perú
- El Niño
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