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Escrache
Escrache es el nombre dado en el Río de la Plata, principalmente Buenos Aires y Montevideo, a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere denunciar por diferentes motivos, de modo que se hagan conocidos a la opinión pública. En Chile estas acciones son conocidas como funa.
Contenido
Concepto
La Academia Argentina de Letras recoge el mismo en su Diccionario del Habla de los Argentinos como una "denuncia popular en contra de personas acusadas de violaciones a los derechos humanos o de corrupción, que se realiza mediante actos tales como sentadas, cánticos o pintadas, frente a su domicilio particular o en lugares públicos".[2]
Origen del vocablo
El lunfardismo "escracho" es de muy antigua data en el Río de la Plata y ya era mencionado por Benigno B. Lugones en 1879 referido a la estafa que se comete presentando a la persona a quien se quiere engañar un billete de lotería y un extracto en el que el mismo aparece premiado y procurando así que la persona acepte recibirlo pagando un importe menor que el que supuestamente va a recibir como premio.[3] También se lo empleó como sinónimo de fotografía. De esta segunda acepción pasó a significar cara y, especialmente, cara fea. De allí derivó el verbo escrachar con el significado de retratar y, más recientemente, el de romper la cara.[4] Se han dado varias hipótesis sobre su origen, entre ellas la que lo hace derivar del inglés to scratch que significa raspar (el billete usado en la estafa se raspaba para modificar su número) o del italiano scaracio escupitajo.[5]
La palabra fue utilizada desde 1995 por la agrupación de derechos humanos HIJOS, en la época en que procesados por delitos cometidos durante el Proceso de Reorganización Nacional habían sido puestos en libertad por el indulto concedido por Carlos Menem para denominar las manifestaciones realizadas en las inmediaciones del lugar donde vivía el considerado genocida, y mediante cánticos, música, pintadas, representaciones teatrales, se avisaba a la población vecina que vivían en la cercanía de un criminal.
Este tipo de acción no se limita a esa clase de hechos sino que puede ser realizada en otros casos pero referidos a delitos comunes como un homicidio, violación, etc.
Críticas
Los escraches han recibidos críticas desde distintos sectores.
La agrupación peronista MP 26 que responde al intendente de Paraná, Entre Ríos, en un comunicado hizo suyos los conceptos del periodista santafesino particularmente antiperonista Rogelio Alanis en el sentido de que el escrache:
Es la versión politizada de la patota. La patota y el patotero son dos versiones canallas de la vida cotidiana. El escrache es lo mismo que la patota con la sutil diferencia de que los patoteros en este caso se justifican invocando una razón política. El patotero y el escrachador no son diferentes en lo que importa, es decir en el ejercicio de la violencia alevosa y cobarde. Lo que distingue a uno de otro es la retórica disfrazada de ideología (...) Sin dudas, desde cualquier punto de vista, la actitud cobarde de juntar fuerzas para insultar a alguien en situación de vulnerabilidad, en su hogar, debe ser repudiada (...) El patotero supone que sus acciones no tienen nada que ver con la política; el escrachador se justifica a sí mismo invocando argumentos políticos que transformarían un acto cobarde y miserable en una causa justa. Desde el punto de vista estrictamente político, el escrachador es más peligroso que el patotero porque uno viola el Código Penal mientras el otro viola la convivencia social.[6]Por su parte el periodista Fabricio Moschettoni señaló que "Los escraches, provengan de donde sea, son una metodología propia del fascismo que nada tiene que ver con la democracia. El escrache es un método de un autoritarismo atroz, despiadado y repleto de violencia" agregando que "esta metodología era propia de los peores regímenes totalitarios, quienes “escrachaban” a sus víctimas, las “marcaban” para denigrarlas y atormentarlas. En la historia más reciente, los escraches se utilizaron en España, durante la guerra civil y la dictadura de Franco. Allí, los fascistas marcaban a los republicanos. También en plena época del nazismo, en donde se escrachaban primero a los judíos y con el correr de los tiempos se generalizó a homosexuales, gitanos, lesbianas, mendigos, entre otros integrantes de la sociedad “rechazados” por los seguidores del dictador. Hay importantes y muy buenos escritos sobre la condición de autoritarismo expreso del sentido de escrachar, en donde los escrachadores gozan de su poder de fuego contra las víctimas.[7]
En el diario La Gaceta de Tucumán al referirse a la acción llevada a cabo contra el diputado nacional Alejandro Rossi, jefe de la bancada del Frente para la Victoria, dijo que "el clima de democracia en el que nos jactamos de vivir, presupone la expresión libre del más amplio arco de opiniones, y la mantención, a todo trance, del respeto al disenso. Es una condición suprema de la vida republicana, y lo que la diferencia tajantemente de los sistemas autoritarios." Agrega más adelante que los escraches son actitudes que "resultan absolutamente repudiables dentro de un régimen de democracia. Esto aparte del peligro intrínseco que contienen, ya que nadie es capaz de predecir los extremos que podrían alcanzar actos agresivos desarrollados por grupos a quienes domina el enojo. En una nación civilizada, todo ciudadano puede ejercer su derecho a la protesta, ante situaciones o medidas que considera lesivas de sus intereses o de sus ideas. A diario se advierte que tal derecho es ejercido en plenitud en nuestro país, aun cuando en ocasiones llegue a adquirir demasiada vehemencia. Pero otra cosa es que la protesta y el repudio salten ese marco insoslayable que deben tener, y que está constituido por las normas que rigen la convivencia pacífica y razonable del cuerpo social. Atacar e injuriar a las personas, dañar sus casas o sus bienes, es algo que no puede admitirse bajo ningún punto de vista". Sigue diciendo que estas acciones "apelan a los costados más primitivos y riesgosos de los impulsos humanos, y significan un desprecio tanto hacia las personas como hacia los mecanismos e instituciones de esa democracia que decimos practicar. Esto además de desacreditar de raíz los objetivos que proclaman los agresores. Sería deseable que semejante modalidad desaparezca para siempre y con urgencia de la vida nacional. No hace ningún favor, sino todo lo contrario, a la vigencia del clima de respeto mutuo, que todo ciudadano consciente y civilizado se siente en el deber de respetar."[8]
Para el escritor Carlos Balmaceda el escrache se practica como si fuera una épica moral, una epopeya justiciera, una gesta de la memoria colectiva pero que en realidad es totalmente contrario a una eçética basada en la dignidad humana y los derechos humanos y un gesto sádico típico del autoritarismo. En el escrache se subvierte el deseo de justicia y se da rienda suelta a la violencia ejercida con placer sobre el prójimo. Recordó que cuando Hitler llegó al poder los nazis marcaron sus casas con la estrella de David pintada en las paredes como un grafitti y más adelante en los campos de concentración aplicaron el escrache individual marcando con triángulos (amarillos para los judíos, rosa para los homosexuales, marrón para los gitanos; negro para las lesbianas, prostitutas, vagabundos, delincuentes, indigentes, drogadictos y alcohólicos). Luego agregaba que:
el escrache se opone a toda ética de la memoria, ya que es un mecanismo político usado por el poder genocida para identificar, clasificar y matar a millones de personas. Sólo por eso, la legitimación del escrache es un acto que niega la historia y el padecimiento atroz de las víctimas, y ofende a quienes creemos que los crímenes de lesa humanidad jamás prescriben. No sólo debe repudiarse a los genocidas, también deben repudiarse sus métodos, estrategias y tácticas. Adoptar sus prácticas desvirtúa la esencia de la justicia y lesiona la vigencia de los derechos humanos.[9]Periodistas cuestionados por su actuaciones durante el "Proceso" como el periodista y politólogo Mariano Grondona[10] o Joaquín Morales Solá[11] han escrito artículos críticos sobre los mismos.
Según Mariano Grondona el escrache es "una agresión física que no llega a ser cruenta contra aquellas personas a las cuales sus agresores procuran menoscabar simbólicamente delante de la sociedad[12] y agrega que "vengan de donde vinieren, los escraches suelen recibir una serie casi unánime de condenas. Son escasos los que dicen 'apruebo tal o cual escrache' porque en tal caso estarían confesando abiertamente que adhieren a una forma de acción directa reñida con la democracia (...) Cuando el que comenta un escrache siente antipatía por quienes lo cometieron, su condena es categórica. Pero, cuando siente simpatía por ellos, generalmente sostiene que, aunque los 'condena', los 'comprende'".[12]
Por su parte Joaquín Morales Solá afirma que "el 'escrache' es un método detestable (imaginado hace casi 70 años por el nazismo para identificar a sus enemigos)"[13]
Periódicos como La Nación, de tendencia conservadora, también han criticado los escraches, como por ejemplo en su editorial del 3 de julio de 2008: "El 'escrache' es un acto de violencia moral contra personas o instituciones. Es un arma definitivamente inconciliable con el respeto de la dignidad del otro y, muchas veces, un ataque a su propia intimidad".[14]
Notas
- ↑ Marta Bertolino. Para que la sociedad conozca todo el horror. Artículo en el periódico argentino Página/12 del 18 de agosto de 2008.
- ↑ Diccionario del habla de los argentinos, página 298.
- ↑ Gobello, José: Lunfardía. Introducción al estudio del lenguaje porteño pág. 18 Buenos Aires 1953 Ed. Argos
- ↑ Teruggi, Mario E.: Panorama del lunfardo 2* edición pág. 192 Buenos Aires 1978 Editorial Sudamericana
- ↑ Teruggi
- ↑ Agrupación peronista repudia escrache a Halle'' por Fabricio Moschettoni, de Impulso Baires, publicado por La Nota Digital en 13 de febrero de 2009. Acceso 15-5-2009
- ↑ [http://www.impulsobaires.com.ar/nota.php?id=69439 Escraches fascistas por Fabricio Moschettoni, acceso 15-5-2009
- ↑ [http://www.lagaceta.com.ar/nota/312206/Opinion/escrache_contra_un_diputado_Nacion.html El escrache contra un diputado de la Nación acceso 15-5-2009
- ↑ El lado oscuro del escrache por Carlos Balmaceda. Acceso el 15-5-2009
- ↑ «El “doctor” Mariano Grondona». Página/12. Buenos Aires: Editorial "La Página", S.A.. «–Convoqué a Grondona –recordó el brigadier Basilio Lami Dozo– porque lo veía, como decimos nosotros, un hombre de Estado Mayor. Hombre de asesoramiento. El ni decide ni ejecuta: el Estado Mayor le aporta todos los elementos para que pueda tomar decisiones. Y él es muy preparado, con muchos conocimientos de política.»
- ↑ López Echagüe, Hernán (enero de 2003). «El Prestigioso y Honrado Morales Solá». La voz y la opinión. «He leído con suma atención la respuesta de Joaquín Morales Solá a mi nota-carta que Veintitrés publicó el jueves 26 de diciembre, en la cual refiero, entre otros hechos, la conferencia de prensa que en marzo de 1976 organizó el general genocida Antonio Domingo Bussi, en San Miguel de Tucumán, y a la que, más allá de Morales Solá, asistieron los periodistas Marcos Taire, Renée Salas y Leo Gleizer. Bussi, en esa oportunidad, entregó a Morales Solá un pergamino en el que agradecía "su colaboración en la lucha contra la subversión".
La respuesta de Morales Solá, por su vaguedad, mueve al asombro. Cita el periodista de La Nación el mail que, efectivamente, me envió el 20 de diciembre, un mensaje escueto donde, entre otras cosas, dice: "Lo que no puedo aceptar es el dato deliberadamente falso. Cuando se publicó tu libro sobre Bussi, te llamé no para hablar de pecados de juventud, sino para desmentir categóricamente que yo haya estado en un asado con Bussi en Tucumán. Te dije más aún: en 1976 yo estaba en Buenos Aires y no en Tucumán. Y nunca hablé con Bussi, bajo ninguna circunstancia, cuando estaba en Tucumán. Te pedí que hicieras esa aclaración en la segunda edición, no que sacaras el párrafo. Me extraña que tu memoria sea tan sesgada para el recuerdo de los hechos".»
- ↑ a b Grondona, Mariano. «El escrache». La Nación, Buenos Aires 4-2-2009. Consultado el 10-1-2009.
- ↑ Morales Solá, Joaquín. «Cuando la política no es diálogo, es violencia». La Nación, Buenos Aires 4-2-2009. Consultado el 10-1-2009.
- ↑ SA LA NACION (ed.): «Desterrar la cultura del "escrache"». La Nación (julio de 2008).
Bibliografía
- (2003) Academia Argentina de Letras (ed.). Diccionario del habla de los argentinos. Buenos Aires: Espasa Calpe. ISBN 950852152X.
Enlaces externos
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