- Toribio de Benavente
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Fray Toribio de Benavente (Benavente, España, ¿1482? – Ciudad de México, ¿1569?) fue un misionero franciscano e historiador de la Nueva España. Se caracterizó por ser defensor de los derechos de los indígenas. Mejor conocido con el mote de "Motolinía" (en náhuatl: 'Pobrecito, desdichado'; etimología, mo- 'se' REFLEX, tolinia 'afligir', '[el que] se aflige').
Contenido
Vida
Origen
Toribio de Paredes nacido en Benavente la provincia de Zamora, perteneciente al reino de León, entre 1482 y 1491. A los diecisiete años de edad ingresa en la orden franciscana y adopta el nombre de Toribio de Benavente, en honor al nombre de la villa donde se encontraba su orden.
La designación
Fray Francisco de los Ángeles (también conocido como cardenal Quiñones), en su calidad de ministro general de la Orden de San Francisco, designó a fray Martín de Valencia para que encabezara una expedición evangelizadora en el Nuevo Mundo, y le ordenó que eligiera a los frailes que le acompañarían en tal misión. Éste eligió a once compañeros más, entre ellos a fray Toribio de Benavente; los otros diez fueron: fray Francisco de Soto, fray Martín de Jesús (o de la Coruña), fray Juan Suárez, fray Antonio de Ciudad Rodrigo, fray García de Cisneros, fray Luis de Fuensalida, fray Juan de Ribas, fray Francisco Ximénez y los legos: fray Andrés de Córdoba y fray Juan de Palos. Como eran doce, se les conoció como los doce apóstoles de México.
Los indígenas llamaban a Motolinia el pobre: “… pusiéronle este nombre de Motolinia los caciques y señores de México, que quiere decir en su lengua el fraile pobre, porque cuanto le daban por Dios lo daba los indios y se quedaba algunas veces sin comer, y traía unos hábitos muy rotos y andaba descalzo y siempre les predicaba, y los indios lo querían mucho porque era una santa persona.”[1]
La partida
No iban a ser los primeros misioneros en ir a México. Ya antes en 1523 habían arribado tres franciscanos flamencos: fray Juan de Tecto, fray Juan de Aora y fray Pedro de Mura, luego llamado fray Pedro de Gante, además de otros misioneros.
Los doce apóstoles franciscanos partieron de Sanlúcar de Barrameda, el 25 de enero de 1524 y el 5 de febrero arribaron a las islas Canarias, para después continuar por el Atlántico.
El viaje
Después de cruzar el océano, el 5 de marzo llegan a Porto-Rico (Puerto Rico), el 13 de ese mismo mes arriban a la isla de La Española en Santo Domingo, el 30 de abril visitan la isla de la Trinidad y finalmente el 13 de mayo de 1524 desembarcaron en San Juan de Ulúa, Veracruz. Después tomaron camino a pie rumbo a la Ciudad de México. Al pasar por Tlaxcala, los indígenas acostumbrados a ver los españoles bien vestidos, se sorprendieron al ver el estado raquítico con que venían vestidos los frailes que les empezaron a decir en tono de lástima motolinía, entonces fray Toribio de Benavente les preguntó el significado de dicho término náhuatl y le contestaron que aquello significaba “pobrecito”, “infortunado” o “desgraciado”. A Fray Toribio le gustaron estos adjetivos y decidió adoptar esta expresión como su nuevo nombre, diciendo: “Éste es el primer vocablo que sé en esta lengua, y por que no se me olvide, éste será de aquí adelante mi nombre”. Y desde entonces se le conoce como Fray Motolinia.
Durante el trayecto de de Veracruz a México, andaban descalzos, dormían en el suelo, tapándose con mantas para el frío y sólo comían tortilla con chile, frutas y estaban “flacos” como describiera de ellos Bernal Díaz del Castillo. Éstas eran otras de las razones por las cuales los nativos denominan a los frailes: “¡motolinía!”.
Pero cabe aclarar que los indígenas en aquella época decían “motolinía” en tono de compasión o lástima refiriéndose no a los que tenían poco o nada de dinero como erróneamente creen muchos, sino más bien se referían a alguien que sufría. Es cierto que significa literalmente “el que es pobre” pero los nativos le daban la acepción “pobrecito” en forma de interjección o exclamación refiriéndose a un asunto sentimental o emocional y no material, es decir, los nativos usaban el término “motolinía” para demostrar compasión. Por ejemplo, cuando se dice “aquel fiero león está devorando a esa pobre gacela”. Algunos famosos historiadores se han equivocado en este punto, como fue el caso de Lucas Alamán, quien tradujo erróneamente “motolinía” como sustantivo “pobreza” refiriéndose a la escasez de bienes materiales. Y hay que recordar que “motolinía” es un adjetivo, no un sustantivo.
La llegada
Hernán Cortés, apenas se enteró de la llegada de los frailes, mandó a organizar un comité de recepción para darles una calurosa bienvenida a los franciscanos. Y así, probablemente entre el 17 o 18 de junio de 1524, Fray Motolinía y compañía arribaron a la Ciudad de México, descalzos, sin dinero, tan sólo vestidos con sus hábitos rotos y portando una cédula real expedida por Carlos V. Fueron recibidos por el propio Cortés, sus militares como Pedro de Alvarado, fray Bartolomé de Olmedo, Cuauhtémoc, caciques y otros principales de México, con mucha solemnidad y repiques. Cortés y otros soldados intentaron besarles las manos, pero los frailes se negaron, así que se conformaron con besarles los hábitos. Les ofrecieron regalos y también los rechazaron.
Los que no cabían de su asombro eran los indígenas al ver cómo los españoles más ricos y poderosos quienes tenían fama de arrogantes y altaneros, se arrodillaban con tanta reverencia para besarles los hábitos a personas pequeñas, débiles, con harapos y que tenían aspecto más bien de mendigos que de frailes. Fray Juan de Torquemada describiría: “Los Indios andaban detrás de ellos (los frailes), como los muchachos suelen seguir a los que causan novedad, y maravillábanse con verlos con tan desarrapado traje, tan diferente de la bizarría y gallardía que en los soldados españoles habían visto”. La escena no pudo haber sido más contrastante. Pero Cortés hizo así estos honores a los frailes, con el propósito de demostrar a los nativos, la importancia del ministerio de estos religiosos a pesar de sus indigentes aspectos.
Misiones
Entre 1524 y 1527, Motolinía fungió como guardián del convento de San Francisco en la Ciudad de México. Evangelizaba y enseñaba diversos oficios a lo indígenas quienes causaron asombro al propio Motolinía por la forma tan rápida en que éstos captaban, aprendían y dominaban estos nuevos trabajos, por lo cual afirmó: “El que enseña al hombre la ciencia, ese mismo proveyó y dio a estos Indios naturales grande ingenio y habilidad para aprender todas las ciencias, artes y oficios que les han enseñado, porque con todos han salido en tan breve tiempo, que en viendo los oficios que en Castilla están muchos años en los deprender (en aprender), acá en sólo mirarlos y verlos hacer, han quedado muchos maestros. Tienen el entendimiento vivo, recogido y sosegado, no orgulloso ni derramado como otras naciones”.
A su vez, Motolinía aprendía rápidamente la lengua náhuatl. Hay que aclarar que Motolinía no fue el primero de los Doce que aprendió náhuatl. Los primeros fueron Fray Luis de Fuensalida y Fray Francisco Ximénez, pero antes que ellos: Fray Pedro de Gante.
También, fue guardián del convento de San Antonio de Texcoco en 1527, y posteriormente de Huejotzingo. Su misión continuó junto con otros frailes fundando conventos por varias poblaciones tales como Xochimilco, Coyoacán.
Entre 1527 y 1529 viajó a Guatemala y Nicaragua. En 1529 llegó a Cuernavaca junto con otros misioneros para fundar un convento. En 1530 llegó a Tlaxcala. Entre 1530 y 1531 participó en la fundación de la ciudad de Puebla, presidiendo la misa para tal efecto. Viaja a la zona de Tehuantepec con Fray Martín de Valencia, allí Motolinía queda admirado al ver la majestuosidad de la arquitectura zapoteca y mixteca, en especial al ver los edificios monumentales del pueblo de Mictlán (Mitla).
En 1534 Motolinía regresa a Guatemala y luego viaja a Yucatán con Fray Jacobo de Testera. Regresa a Tlaxcala para ser guardián del monasterio durante 1536 y 1539. Dirige la misión otra vez en Guatemala durante 1543 y 1545. Estando allí, Motolinía asumió el cargo de vice-comisario de esa provincia, en 1544. Por aquel tiempo el propio Carlos V le ofreció ser obispo de esas tierras y de Yucatán, pero Motolinía rechazó tales cargos y sólo envió misioneros a Yucatán.
Ya de regreso en México es nombrado vicario provincial, y después asumió el cargo de provincial de la Provincia del Santo Evangelio de México en el periodo de 1548 a 1551. Por aquel tiempo viajó a Michoacán y Jalisco. Participó en la construcción del convento de Puebla y de los templos de Huaquechula y Tula. Fue guardián de Atlixco y probablemente también de Tecamachalco.
La preocupación de Motolinía en sus misiones no sólo era la simple conversión de los nativos, sino que aprendió el náhuatl para poder comprender mejor sus inquietudes y ayudarlos mejor. Motolinía quería que la colonización fuera lo menos cruel posible y se diera un trato digno y más humano a los nativos, en una época en que a los indígenas se les trataba como si fueran animales.
Problemas
Al igual que Vasco de Quiroga y Fray Bartolomé de las Casas, Motolinía se caracterizó por defender a los indígenas contra los abusos que se cometían en ellos. Esto le atrajo conflictos con las autoridades de la Ciudad de México constituidas por la primera y Real Audiencia.
Los principales problemas comenzaron en 1529 cuando Motolinía se opuso a que la Real Audiencia encabezada por Nuño de Guzmán cobrara impuestos a los indígenas, debido a su pobreza. Esto provocó la irritabilidad de la Real Audiencia y empezó una campaña en contra de Motolinía, acusándolo a él y a otros misioneros de rebeldes y usurpadores de funciones. Al mismo tiempo, la Real Audiencia ordenó al primer obispo de México Fray Juan de Zumárraga y a todos los eclesiásticos, a que se dedicaran a sus asuntos religiosos y no se entrometieran con el ayuntamiento.
Ante estas acusaciones, Motolinía se amparaba bajo las bulas de los papas Adriano VI, León X y Alejandro VI, quienes le concedían a él y a otros misioneros determinados derechos. Motolinía también mediaba conflictos de carácter civil o religiosos. Cuando Motolinía era provincial en 1548, abogó para que los indígenas no pagaran el diezmo.
Motolinía contra de las Casas
Pero los problemas no sólo se limitaban a asuntos con las autoridades virreinales, sino que Motolinía también tuvo conflictos con otros eclesiásticos, en especial contra los misioneros dominicos liderados por Fray Bartolomé de las Casas.
Los franciscanos y dominicos se disputaban las fundaciones de nuevas tierras y discrepaban hasta en la forma de bautizar a los indígenas, además en otros asuntos teológicos. Motolinía acusó a Bartolomé de las Casas, de idealista excesivo, de no querer ayudar y enseñar a los indígenas de la forma como él lo hacía, de anticolonial, de perturbador del orden, que “así turba y destruye acá la gobernación” tal como lo afirmara en su carta a Carlos V.[2]
La razón por la que Motolinía escribió esta carta, fue para dar una respuesta a las denuncias que hizo Fray Bartolomé a los conquistadores acusando a éstos de abusos y crueldades con los nativos. De las Casas se proclamaba defensor de los indígenas. Pero Motolinía llegó a comparar a Cortés mejor que de las Casas, sobre todo cuando escribió: “i algunos que murmuraron (como de las Casas) del Marqués del Valle (Cortés), que Dios tiene, i quieren ennegrecer i escurecer (oscurecer) sus obras, yo creo que delante de Dios no son sus obras tan acetas (aceptas) como lo fueron las del Marqués”[2] . A su vez, de las Casas se defendió acusando a Motolinía de procurar agradar al emperador Carlos V y a los conquistadores como Cortés.
Expertos tales como Jorge García Castillo, argumentaron que las disputas entre Motolinía y de las Casas, más que de orden teológico, más bien parecen de carácter político;[3] pero, por su parte, Motolinía a través de su carta a Carlos V, manifestó que la conquista era un medio necesario para la conversión de los indígenas al cristianismo. Sin embargo, también en esa epístola el fraile expone al emperador cómo hacer de las tierras conquistadas una nueva nación independiente bajo un gobernante católico.
Motolinía no desestimó la conversión religiosa a la fuerza. Sobre esto, el mismo Motolinía escribió así: "que se predique el Santo Evangelio por todas estas tierras, i los que no quisieren oir de grado el Santo Evangelio de Jesu-Cristo, sea por fuerza; que aquí tiene lugar aquel proverbio: más vale bueno por fuerza que malo por grado".
Últimos días
De 1555 en adelante, se sabe muy poco de Motolinía, aunque continuó ocupando puestos importantes dentro de la Orden Seráfica. Fue el último sobreviviente de los Doce en la Nueva España y el más notable de ellos. Motolinía murió en el convento de San Francisco en la Ciudad de México, al parecer, el 9 de agosto entre 1565 y 1569. El esta sepultado en Cañada Morelos Puebla
Obra
Es probable que entre 1528 y 1530, Motolinía empezara a escribir formalmente. Prácticamente todos los textos originales de Motolinía se han perdido, y lo que se ha conservado es gracias a los editores y compiladores que rescataron alguna parte importante y hasta les pusieron títulos a sus obras.
Entre sus obras se mencionan:
Adventus duodecim Patrum, qui primi eas regiones devenerunt, el de eorum rebus gestis. Fray Juan de Torquemada traduce este título como Venida de los doce primeros Padres, y lo que llegados acá hicieron. Otros eruditos tales como Nicolás Antonio le pusieron diferentes títulos a esta misma obra ya perdida, que trataba sobre la llegada a México de Motolinía y sus once compañeros.
Doctrina christiana, mexicano idiomate, es un opúsculo que se le atribuye a Motolinía. Este texto está perdido y no se sabe exactamente si fue escrito originalmente en latín, español o en lengua indígena, pero era un catecismo dirigido a los nativos para ayudar a su pronta conversión.
Motolinía escribió otro opúsculo llamado Camino del espíritu. No se sabe mucho de este texto perdido.
Lo mismo se puede decir de otra de sus obras: Calendario mexicano, el cual trataba sobre el calendario azteca. Algunos historiadores como Fray Juan de Torquemada presumían tener un ejemplar de esta obra.
Probablemente desde 1528 Motolinía empezó a darle forma a sus Memoriales. Esta obra también tiene orígenes oscuros y polémicos: en primer lugar, se desconoce el título verdadero de esta obra, aunque Torquemada a veces le nombraba “Memoriales de mano”. Después vendrían otros editores y le pusieron el título como quisieron o supusieron. Tampoco se sabe si Memoriales es un conjunto de textos dispersos que Motolinía fue juntando como materia prima para su posterior obra Historia de los Indios o si era ésta misma en versión preliminar. Lo cierto es que ambas obras comparten varios párrafos como si hubiera sido la copia de la otra.
Otra de los opúsculos de Motolinía es La Vida y Muerte de Tres Niños de Tlaxcala que murieron por la confesión de la fe, escrito en 1539.
En el tiempo en que Motolinía era guardián del convento de Tlaxcala allá por 1536, recibió el mandato de la Orden Seráfica para escribir una obra que tratase sobre la historia de los indígenas y que sacara a relucir lo equivocados que estaban con su adoración a los dioses justificando así la colonización y conveniencia de la conversión a la religión cristiana. Finalmente en 1541, Motolinía presentó su obra que supuestamente se llamó Relación de los ritos antiguos, idolatrías y sacrificios de los indios de esta Nueva España, y de la maravillosa conversión que Dios en ellos ha obrado. Otros editores e historiadores le darían otros títulos un poco diferentes o más rimbombantes. Pero el título que le dio Francisco Javier Clavijero, es el más preferido por los investigadores modernos: Historia de los indios de la Nueva España. En el presente artículo por razones prácticas se hará referencia a esta obra simplemente como Historia de los Indios.
Se conocen tres partes de esta obra: la primera parte trata sobre su llegada como misionero a la Nueva España y sobre la religión azteca, la segunda se refiere a la conversión cristiana y el modo en que los nativos celebraban las fiestas de la iglesia y la tercera parte describe la idiosincrasia de lo nativos así como la geografía, flora, fauna y las principales ciudades de la Nueva España.
Como ya se explicó antes, parece ser que Historia de los indios es una compilación de Memoriales con algunas diferencias o la misma pero en versión retocada. Ambas son prologadas con una dedicatoria a don Antonio Pimentel conde de Benavente (la tierra natal de Motolinía) llamada Epístola Proemial pero la Epístola de Memoriales difiere ligeramente al de Historia de los indios.
Fueron varios los editores y compiladores tales como Joaquín García Icazbalceta que han publicado la Historia de los indios. Unos lo han publicado más completa que otros, aunque en realidad ningún editor puede presumir de tener la versión completa, puesto que como se ha dicho, los textos originales ya se han perdido.
Otra obra perdida es De Moribus Indorum conocido en español con el título De las costumbres de los Indios. No se sabe en que año exactamente la escribió, pero Torquemada la cita como una de sus fuentes para sus obras. Se han encontrado frases De Moribus Indorum prácticamente iguales en Memoriales o Historia de los indios. Por lo cual se conjetura si De Moribus Indorum fue una obra sola o un fragmento de Memoriales. Pero expertos como Nicolás Antonio sospechaban si De Moribus Indorum era lo mismo que Historia de los indios.
A Motolinía se le adjudica otra obra oscura y misteriosa: Guerra de los indios de la Nueva España. Nicolás Antonio se preguntaba si esta obra forma parte de Memoriales o podría ser el mismo De Moribus Indorum.
En Tlaxcala, Motolinía redacta y firma con fecha del 2 de enero de 1555, su famosa Carta al emperador Carlos V, donde exalta y justifica a los conquistadores y desacredita a Bartolomé de las Casas.
Motolinía también es autor de Fragmentos y de otras obras tales como Relación del viaje a Guatemala.
Posiblemente Fray Motolinía habrá escrito otras obras, cartas y opúsculos que se han perdido.
Las obras de Motolinía en especial los Memoriales y La historia de los indios reflejan su alta preparación cultural con que contaba, sabía mucho sobre temas de humanidades y filosofía. Otro factor clave fue, que al comprender el náhuatl y descifrar códices, obtuvo información de primera mano por parte de los indígenas que le contaron sobre la cultura azteca ya sea en forma oral o escrita. Fray Bernardino de Sahagún reconoció y aseguró que Motolinía era muy “competentemente letrado”. Fray Jerónimo de Mendieta dijo que Motolinía fue el que más viajó.
Legado
Aquel franciscano que llegara al Nuevo Mundo descalzo, flaco y harapiento, estamparía su huella en la historia de México.
El “pobrecito” fraile, ha dejado un rico tesoro informativo que permite conocer la problemática, intereses, intrigas e inquietudes que envolvieron a los protagonistas de la conquista y las misiones religiosas. También su obra invita a adentrarse a las maravillas de la civilización azteca y a la riqueza de la lengua náhuatl con sus etimologías. La obra es tal que aún los historiadores modernos cuando tratan sobre la Nueva España inevitablemente tienen que consultar el trabajo de Toribio de Benavente. Se adelantó a su tiempo al ser uno de los pioneros en pro de los derechos de los más necesitados, en una época en que los nativos eran discriminados peor que un animal.
Se concluye con esta paradójica frase: El “pobrecito” legó una rica herencia cultural.
Véase también
Referencias
- ↑ Cfr. La edición mexicana de la Historia, por J. Ramírez Cabaña, México, Porrúa, 1968, II, p. 177.
- ↑ a b Carta al emperador Carlos V. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- ↑ Toribio de Benavente. En esta página sobre este asunto véase en especial el texto de Jorge García Castillo en la sección "Controversias con las Casas".
Bibliografía
- Díaz del Castillo, Bernal (1960). Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España.
- Casas, Bartolomé de las (1986). Historia de las Indias.
- Mendieta, Jerónimo de (1980). Historia Eclesiástica Indiana.
- Motolinía, fray Toribio (1979). Historia de los Indios de la Nueva España. Porrúa.
- Torquemada, Juan de (1975). Monarquía Indiana. De los veinte y un libros rituales y monarquía indiana, con el origen y guerras de los indios occidentales, de sus poblazones, descubrimiento, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la mesma tierra. Universidad Nacional Autónoma de México.
Enlaces externos
- Noticias de Motolinía, por Don José Fernando Ramírez. Versión digitalizada de la edición de Joaquín García Icazbalceta. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
- Toribio de Benavente “Motolinía”. Enciclopedia Franciscana.
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