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Historia del urbanismo en Europa
El desarrollo urbano de Europa, ha tenido un carácter desigual durante toda su historia. Las primeras aglomeraciones importantes se desarrollaron en la edad Antigua, en torno al mar Mediterráneo. El Imperio Romano a partir de su capital, Roma, que es la primera población que puede considerarse como gran ciudad, crea una cultura urbana en sus dominios, entre los que se encontraba parte de Europa (desde el mar Mediterráneo en todas sus márgenes, llegando hasta Gran Bretaña).
En la Alta Edad Media la gran urbe del continente es Córdoba, capital del Califato musulmán que dominaba Al-Ándalus. Las otras grandes ciudades también se desarrollaron con el islam, por ejemplo Sevilla, Granada, Toledo y Palermo. De la antigüedad clásica solamente mantendría su importancia Constantinopla (Estambul), que siguió siendo capital del Imperio Bizantino, mientras que Roma estaba en franco retroceso, así como otras poblaciones. Así pues, las mayores urbes se situaban en el sur de Europa, mientras que el centro y norte vivía bajo una sociedad agraria y feudal.
En la Baja Edad Media florecieron nuevamente las ciudades en el resto del continente gracias a la mejora de las condiciones de vida que impulsaron la industria, las ferias, los negocios y, por tanto, el comercio. Así destacan por su importancia Medina del Campo, Barcelona, Valencia, Brujas, Ypres, Bruselas, Milán, Génova, Venecia, Florencia, Colonia y Hamburgo. Otras ciudades como París, Londres y Viena, unieron a su prosperidad comercial una creciente importancia política al convertirse en las capitales nacionales de poderosos estados.
A partir del siglo XVI se vive en Europa una verdadera revolución demográfica y urbana, impulsada principalmente por el incremento en el comercio internacional. Ciudades como Sevilla, Valencia, Lisboa, Londres, Amberes y Rotterdam, se desarrollan a partir de sus puertos. Roma, centro del poder papal, recobraría su importancia, y Constantinopla, ahora Estambul, seguiría siendo la gran urbe del Mediterráneo oriental al ser la capital del Imperio Otomano.
El siglo XIX fue marcado por un crecimiento sin precedentes de París, Viena, Moscú, San Petersburgo y las ciudades inglesas y alemanas, en especial las capitales, Londres y Berlín. La capital británica se convertiría en la mayor ciudad del mundo desde 1825 hasta 1925. El fenómeno alemán es particularmente destacado, pues debido a la rápida industrialización del país, logran consolidarse numerosas ciudades en los focos de producción como el río Rin. De este modo, en 1900 de las cinco mayores ciudades del Mundo, cuatro estaban en Europa.
Durante el siglo XX, el continente experimenta los más extremos contrastes en el desarrollo de sus ciudades, que va desde la devastación planificada de varias de ellas (principalmente en Alemania), durante la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento por el éxodo rural en España, y el denso crecimiento de las grandes ciudades y la expansión de sus límites, generalmente a expensas de poblaciones cercanas más pequeñas. El proceso de suburbanización fue acompañado por la pérdida de población de las ciudades centrales, fenómeno que se ha detenido a partir del siglo XXI con la revitalización de las ciudades lo que ha comportado un nuevo auge demográfico de estas, como es el caso de París, Londres, Madrid o Viena.
Mientras que a comienzos del siglo XX las mayores aglomeraciones del mundo eran las ciudades europeas, ya que de las 11 ciudades de más de un millón de habitantes, 7 se encontraban en Europa, en la actualidad ninguna de ellas figura en la lista de las 10 primeras en el mundo y tan solo dos, París y Londres, superan los 10 millones de habitantes.
Referencias
Véase también
- Historia del urbanismo en España
- Historia de las ciudades
- Anexo:Áreas urbanas de la Unión Europea
- Anexo:Áreas metropolitanas de la Unión Europea
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