- Luis Miranda de Villafañe
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Prototipo de clérigo aventurero y solidario, que primero militó en los tercios españoles que peleaban en Francia e Italia y después abrazaría el estado clerical para servir a Dios y a los hombres (a su manera), en las tierras orientales del Continente suramericano, donde también cultivó la rima y dejó valiosas muestras de su estilo poético.
Contenido
Biografía
El clérigo-conquistador Luis Miranda de Villafañe, nació en Plasencia (Cáceres) en los primeros años del siglo XVI y era hijo de Antonio de Miranda y Catalina Álvarez de Villafañe. Participó con las tropas imperiales en las guerras contra Francia y en Italia, y en agosto de 1535 embarcaba para el Río de la Plata en la expedición del Adelantado Pedro de Mendoza, quien después de la fundación de Buenos Aires, y donde Miranda ofició la primera misa, lo dejó de cura en un pueblo que habían fundado junto al río de los Navíos.
Después que muere Pedro de Mendoza en un naufragio cuando iba hacia España, como a Miranda le aburría la ocupación del sagrado ministerio en la apacibilidad de aquel precario pueblo, en 1537 Miranda se enrolaba en la expedición de Ruiz Galán para explorar el Paraná y una vez que habían fundado Corpus Christhis, se quedó de cura en ese pueblo.
Misas y enredos de faldas
Pero otra vez el tedio hacía mella en su espíritu y dejando su iglesia pueblerina se marchaba a Buenos Aires y regentaba la parroquia porteña del Espíritu Santo, donde la reducida superficie del confesionario de aquella iglesia le proporcionaría demasiados lances idílicos y sobrados quebraderos de cabeza, ya que a las jóvenes parroquianas en vez de adoctrinarlas en la Santa Religión, las persuadía para que fueran sus amantes.
Y por estas repetidas aficiones amorosas, estando regentando esta parroquia, por líos de faldas, tuvo serios enfrentamientos con un marido burlado, un tal Diego de los Reyes, pero como a Miranda Villafañe le traían de cabeza las mujeres, los enredos amorosos y los escándalos se sucedían con demasiada frecuencia. En 1541 abandonaba la parroquia de Buenos Aires y se integraba en las expediciones del gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca para la exploración del río Paraguay y la conquista de las tribus ribereñas.
Luchas por el poder
Como el pensamiento solidario era común entre los dos, la amistad entre Miranda de Villafañe y Alvar Núñez Cabeza de Vaca se había solidificado en esa temporada que habían estado juntos en las diferentes exploraciones por aquellas tierras. Alvar Núñez era justo con el respeto que se debía guardarse a los indios y práctico con los soldados que le acompañaban, ya que pregonaba que el conquistador, en vez de ser codicioso y buscar metales preciosos para enriquecerse, tenía que domar la tierra americana, regarla con el sudor de su esfuerzo, sembrarla y vivir de lo que pudiera cosechar, y así alcanzaría el autosustento de aquella tierra y la riqueza buscada.
Esta doctrina ni la admitían la mayoría de los soldados, ni el capitán Domingo Martínez de Irala, que buscando hacerse con el mando de territorio paraguayo, desacreditaba a Cabeza de Vaca y predisponía a los colonos españoles para que lo desobedecieran y rechazasen la autoridad del gobernador y sus proyectos de organizar la colonización del territorio de forma tan peculiar. Al fin, las oscuras maniobras de Irala surtieron su efecto y pusieron preso a Cabeza de Vaca.
Incendio de Asunción
Como Miranda de Villafañe era muy amigo de Cabeza de Vaca y partidario de su forma de enfocar la colonización del territorio paraguayo, en una noche de i544 prendió fuego a unas casas en la ciudad paraguaya de Asunción para que pudiera escapar Cabeza de Vaca. Este hecho fue atribuido a Miranda de Villafañe, y descubierto por las autoridades de Asunción le costó ocho meses de prisión. Éstos y otros sucesos similares le reportaron fama de "hombre de muy poco sosiego".
Cuando Miranda de Villafañe estaba en la cárcel de Asunción dirigió una carta al rey, el 25 de marzo de 1545, donde le exponía su visión particular de la forma colonizadora y del amañado conflicto que había derrocado a Cabeza de Vaca, además de su insólita decisión de ayudarlo con la fogata que peligrosamente consumió algunas casas del vecindario.
Después de cumplir la pena, se cree que regresó a España y que retornó posteriormente al Paraguay, puesto que en 1570, residía en esta comarca, según se desprende de otro escrito, fechado aquel año y también en Asunción, en el que su coterráneo el arcediano Martín del Barco Centenera, le recomendaba al Consejo de Indias para la provisión de cargos como "docto y de buena vida y mucho servicio en la tierra".
Su obra literaria
Pero Luis Miranda de Villafañe, además de tener sensibilidad para entender las razones solidarias y el sistema colonizador de Cabeza de Vaca, también la tenía para adentrarse en los recovecos del “romance indiano” como se le ha calificado por algún autor, y ese placentino de vida turbulenta, en 1569 dejaba lo siguiente sobre las calamidades sufridas en la conquista del Paraguay, y algunas rimas más, sobre temas que entonces eran de actualidad, como el que le dedicó a la muerte su amigo y coterráneo Ñuflo de Chaves, el fundador de Santa Cruz de la Sierra en Bolivia.Escribió también su obra titulada "romance elegíaco".
“…Jamás fue cosa pensada,
y cuando no nos catamos
de dos mil aún no quedamos
en doscientos.
Por los malos tratamientos
muchos buenos acabaron,
y otros los indios mataron
en un punto.
Lo que más que aquesto junto
nos causó ruina tamaña
fue la hambre más extraña…”Bibliografía
- ”La epopeya de la raza extremeña en Indias” Vicente Navarro del Castillo, ISBN 84-400-5359-2
- ”Historia de las letras paraguayas”, Editorial Ayacucho, Buenos Aires 1947
- "Romance Elegíaco"
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