- Palacio del Marqués de Santa Cruz (Viso)
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Palacio del Marqués de Santa Cruz (Viso)
Palacio del
Marqués de Santa Cruz
Bien de Interés Cultural
Patrimonio Histórico de EspañaDeclaración 03/06/1931 Figura de protección Monumento Coordenadas Ubicación Viso del Marqués, Ciudad Real Construcción Siglo XVI - Siglo XX Estilos predominantes Renacentista El Palacio del Marqués de Santa Cruz es un edificio situado en el municipio de Viso del Marqués (Ciudad Real), en la Comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, en España. Fue construido a finales del siglo XVI por Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz de Mudela, y es el único palacio de estilo italiano que se conserva en España.[1]
Se trata de uno de los dos palacios construidos por el marino Álvaro de Bazán,[2] caballero de la Orden de Santiago, capitán del Mar Océano y almirante de la Marina española. Está situado al lado de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, y desde el año 1948 es alquilado por parte de sus propietarios, los marqueses de Santa Cruz, a la Armada Española, quien primero lo destinó a Museo de la Marina Española y más tarde amplió sus funciones estableciendo también el Archivo General de la Marina.
El edificio era frecuentado por el primer marqués gracias a su ubicación, a medio camino entre Madrid, donde estaba la Corte, y Sevilla, a cuyo puerto acudía a menudo.
Fue construido entre 1574 y 1588 con modificaciones posteriores, y se trata de un edificio de planta cuadrada y estilo renacentista articulado en torno a un atrio renacentista con una tumba yacente. Los muros y techos se hallan cubiertos de frescos de doble temática: por un lado, escenas mitológicas y, por otro, batallas navales y ciudades italianas relacionadas con la trayectoria militar del marqués y de sus familiares. Los frescos se deben a unos pintores manieristas italianos, los Perola. Al verlos, Felipe II les encargaría trabajos para El Escorial y el Alcázar de Toledo.
Para levantar el que había de ser declarado monumento nacional en 1931, el marqués contrató a un equipo de arquitectos, pintores y decoradores que trabajaron en la obra desde 1564 hasta 1588. Para algunos, el diseño del edificio se debió al italiano Giambattista Castello, conocido como El Bergamasco, que más tarde trabajó en El Escorial; para otros lo trazó, al menos en su plan original, Enrique Egas, El Mozo.
La arquitectura se percibe como típica española, sin las arquerías italianas, con paramentos lisos y torres cuadradas en las esquinas, influidos por la austeridad de El Escorial y el Alcázar de Toledo, dentro de las relaciones armónicas características del Renacimiento. El espacio central esta ocupado por un patio porticado que junto con la escalera forma un conjunto típicamente manierista entendido como estilo elegante y cortesano que desborda el marco meramente arquitectónico.
Las paredes están decoradas con 8.000 metros cuadrados de frescos manieristas elaborados por Cesare Arbasia, Juan Bautista y Francisco Peroli, y los hermanos Nicolás y Francisco Castello. Todos trabajaron para crear un espacio erigido a la mayor gloria de su dueño: por un lado, había que exaltar sus virtudes militares, y por el otro, enaltecer su linaje. Para lo primero, se pintaron en las paredes, las bóvedas y los techos del palacio vistas de ciudades y de puertos, así como los baluartes y las batallas en los que había conquistado su inmenso prestigio. A ambos lados de la escalera se ubicaron dos estatuas en las que aparecía representado como Neptuno (dios de los mares, con su tridente) y como Marte (dios de la guerra), y sobre las puertas del piso superior se colocaron los fanales de popa de las naves capitanas vencidas en las batallas, que eran los trofeos de los marinos. Para elogiar su linaje, y siguiendo la misma tradición renacentista de representar a hombres como dioses o semidioses de la antigüedad, se pintó a los antepasados del marqués y a sus esposas (tuvo dos) e hijos.
Estos dos grupos de representaciones se aderezaron con trampantojos, pinturas que simulaban puertas, columnas y otros elementos decorativos y arquitectónicos, y también con motivos grutescos que incluían animales mitológicos, sabandijas y follajes. Conforme una temática muy variada que se puede interpretar como defensa del catolicismo defendido en Trento.
Las estatuas sepulcrales de Álvaro de Bazán y su esposa Maria de Figueroa, son el único ejemplo de escultura funeraria perteneciente al primer tercio del siglo XVII. Fueron ejecutados para el convento de la Concepción de El Viso del Marqués, ubicándose a día de hoy en el muro del Palacio más cercano a los jardines. Su creador fue Antonio de Rivera, escultor relacionado con la corte de origen catalán. En ellas, aparecen los marqueses en actitud de orante, arrodillados en un reclinatorio, todo ello en mármol blanco que resalta sobre el gris de los nichos. Se advierte en ellos cierta similitud con la elegancia y el clasicismo de los Leoni, a pesar de cierta rigidez formal, siendo de especial relevancia la forma en la que están ejecutadas las telas y el detalle de los vestidos.
El palacio estuvo a punto de ser destruido por las tropas austracistas de Edward Hamilton durante la Guerra de Sucesión Española a principios del siglo XVIII, salvándose por la actuación del capellán del marqués, el poeta Carlos de Praves, gracias a lo cual hoy podemos admirarlo. Sufrió algunos daños a causa del terremoto de Lisboa en 1755: hundió el techo del salón de honor, donde se había pintado el gran fresco que representaba la batalla de Lepanto, y desmochó las cuatro torres de las esquinas, que las crónicas de Felipe II describían como magníficas. En él podemos encontrar objetos marineros de la época. Llama la atención un mascarón de proa perteneciente a una nave que dirigió el marqués. Durante la Guerra de la Independencia, los franceses lo arrasaron, y para cuando llegó la Guerra Civil había servido de granero, colegio, establo, cárcel y hospital... Hasta que en 1948, los descendientes de Álvaro de Bazán se lo ofrecieron a la Armada como museo-archivo, que es en la actualidad su función. Asimismo en la iglesia parroquial aledaña hay un cocodrilo disecado y adosado a una de las bóvedas, que fue ofrecido por el marqués como exvoto al regreso de uno de sus viajes.
Curiosidades
- Parece ser que el pago del alquiler sigue siendo un billete de una peseta de la época.
- Hay un dicho en Viso del Marqués que dice: “El marqués de Santa Cruz hizo un palacio en el Viso, porque pudo y porque quiso”.
Referencias
- ↑ El palacio del Marqués de Santa Cruz, consultado el 16 de noviembre de 2008.
- ↑ Construyó otro en la plaza mayor de Valdepeñas, que no se ha conservado.
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