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Reino de Sicilia
Los orígenes del Reino de Sicilia se remontan al año 1130, en el que fue creado por el antipapa Anacleto II, un reino a favor de Roger II que comprendía la isla de Sicilia, Calabria, Pulla y Campania, donde se encontraba la ciudad de Nápoles.
Contenido
Conquista y dominación normanda, 1071-1198
Sicilia fue conquistada hacia el 1071 por el Gran Conde Roger, siendo a partir de esta conquista un condado. El conde Roger formaba parte de unos mercenarios normandos que habían estado pagados por bizantinos que deseaban expulsar a los sarracenos de la península Itálica. Con él se iniciará la dinastía Hauteville en Sicilia.
El antipapa Anacleto II inviste a Roger II como rey de Sicilia y él lo hace su feudo, cosa que plantea un problema político cuando la dinastía Hohenstaufen toma el poder en el reino de Sicilia. Los descendientes de Roger II, Guillermo I y Guillermo II, reinaron en Sicilia desde de su muerte en 1154 hasta 1189.
Guillermo II no tuvo descendencia, por lo que nombra heredera legítima a su tía, Constanza I de Sicilia (hermana de Roger II). La cual se casa con Enrique VI, cosa que permite la llegada al poder de la dinastía Hohenstaufen. El papa Clemente III teme por los bienes de la iglesia de Sicilia al subir al poder la dinastía Hohenstaufen, cosa que provoca su rechazo al matrimonio entre Constanza I de Sicilia y el emperador Enrique VI. Clemente III invita al emperador a rendirle juramento de vasallaje, pero el emperador lo rechaza. El Papa decide entonces dar apoyo a Tancredo de Sicilia, bastardo de Roger II, que muere en 1194.
Dominación Hohenstaufen, 1194-1266
Enrique VI se proclama rey de Sicilia el 25 de diciembre de 1194, en Palermo, junto con su esposa Constanza I de Sicilia. Su reinado será sin embargo corto, ya que muere en 1197. Entre esta fecha y 1220, el Papa intenta frenar el poder de los Hohenstaufen en Sicilia. El reino de Sicilia sin embargo no tiene ningún poder central como en las demás monarquías, así que los barones y los obispos usurpan las prerrogativas reales, y las ciudades grandes no aconsejan seguir adelante con sus instituciones comunales.
En 1220 Federico II, el hijo de Enrique VI, se proclama emperador. Ese diciembre en Capua deroga la ley normanda y cancela las concesiones de 1189 para castigar a los que aprovecharon el vacío de poder para hacerse fuertes. En 1230, las constituciones de Melfi, inspiradas en la ley romana, dan leyes reales al reino.
Dominación angevina, 1266-1282
Al subir al trono Manfredo I de Sicilia el Papa Clemente IV lo excomulga por ser hijo ilegítimo de su padre, volviéndose el reino de Sicilia propiedad del Papado. En 1262 Constanza II de Sicilia, hija de el anterior se casa con Pedro el Grande, conde de Barcelona y rey de Aragón. Esta situación de acoso entre la dinastía Hohenstaufen y la casa de Aragón-Barcelona, siendo Constanza la heredera de Manfredo, provoca la antipatía del francés Clemente IV que busca ayuda en Carlos I de Anjou, hermano pequeño de su aliado Luis IX de Francia. Así las tropas de Carlos de Anjou entran en la isla y luchan con Manfredo I en la batalla de Benevento, mientras Carlos es coronado rey de Sicilia en Roma en 1266.
Bajo Carlos de Anjou, y posteriormente su hijo Carlos II, el norte se favorece en detrimento del sur, así la capital se trasladada de Palermo a Nápoles. Esta situación de dominación angevina concluye con las Vísperas sicilianas, que conducen a la división del reino de Sicilia en 1282 en el reino de Sicilia, peninsular o reino de Nápoles, bajo dominio angevino, y el reino de Sicilia, insular, bajo dominio aragonés.
Dominación aragonesa, 1282-1442
Con el matrimonio de la heredera legal de Manfredo I, Constanza II de Sicilia, con Pedro el Grande de Aragón, el reino de Sicilia se convierte en uno de los principales intereses del rey-conde aragonés. Las Vísperas sicilianas representan una doble ruptura: primero contra los angevinos, con los cuales los impuestos eran muy altos; y después contra la herencia de Federico I, una herencia siempre en disputa (entre Hohenstaufen y angevinos) y que no estabilizaba el reino. Así mismo fue una petición de autonomía. Para poder hacer frente a los angevinos, los sicilianos invitan a Pedro el Grande a reivindicar los derechos de su esposa, cosa que comporta la separación en dos reinos.
Los conflictos entre los reinos de Sicilia y Nápoles fueron constantes hasta que es elegido Papa Benedicto XII en 1334, quien tenía relaciones de amistad con Federico II de Sicilia, y le promete respeto en la Santa Sede en Trinacria.
Los dos reinos resultantes están separados hasta 1442 cuando el rey de Aragón Alfonso el Magnánimo conquista el Reino de Nápoles y los unifica.
Virreinato
Cuando tomó posesión del nuevo cargo en Milazzo, el 9 de marzo de 1611, el reino de Sicilia se hallaba en la última miseria. Por falta de crédito la Caja de Palermo (el erario público) había tenido que declararse en bancarrota y cerrar sus puertas. La moneda se adulteraba sin recato y la inflación arruinaba al sufrido pueblo siciliano. En Mesina los ladrones asaltaban las tiendas y los comercios a plena luz del día, en medio de la indiferencia general, y era imposible viajar sin una escolta armada. La justicia era un juguete de los poderosos y las cárceles estaban repletas. La escuadra estaba desarmada, convertida en ludribio de golfos, y sin más reputación que la de su cobardía.
Pero pronto el enérgico Osuna puso remedio a tamaños males, con general aplauso: restituyó el crédito de la hacienda pública, restableció el peso y la ley de las monedas, ajustó los impuestos a las verdaderas rentas de los contribuyentes, equilibró los presupuestos e hizo aumentar los ingresos. Los caminos fueron limpiados de salteadroes y facinerosos, la autoridad y la libertad de los ministros de la justicia, restaurada, y las cárceles repletas quedaron yermas y vacías.
Una de sus principales preocupaciones fue reorganizar la marina, como mejor medio de defender la isla contra las incursiones de turcos y berberiscos. La situación era desesperada, ya que el virrey solo contaba con 9 galeras para la defensa de la isla, desprovistas de remeros y bastimentos. Había tanta escasez de tripulantes para las galeras como exceso de pícaros, pordioseros con taras simuladas, que infestaban las calles y las puertas de las iglesias. Pero el nuevo virrey de Sicilia ideó un sistema de reinserción que resolvió simultáneamente ambos problemas:
Véase también: Virrey de SiciliaVéase también
- Lista de Reyes de Nápoles y Sicilia
- Reino de Nápoles
- Reino de las Dos Sicilias
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